Título: Inocencia perdida
Autor:
moon_overdosePersonajes: Lucius/Sybill
Rating: NC-17.
Advertencias: Non-con, incesto, chan.
Reto: 109
Summary: Por último... sé que estamos todos pensando en Trelawney xD Parece que el jérez le gusta mucho. ¿Qué ha llegado a hacer por una copita?
Noche cerrada. Como boca de lobo y Sybill de treinta y pocos años camina por las calles de Hogsmeade.
Frenética, desquiciada, hambrienta de esa euforia cuando se emborracha y suplicante por una botella más de jerez.
Van más de seis y más de siete y más de ocho pero aún quiere beber jerez. Aún le queda espacio. Donde iba su alma ahora va el jerez y si se llena de esencia y se embriaga y le bailan alrededor miles de flores está todo bien.
Significará que está borracha.
Borracha para olvidarse de tanto dolor y tantas mentiras y tanto desprecio, y para olvidarse de la humillación y de su padre de dedos largos y mojados colándose en el agujero de su inocencia húmeda.
Entrando, saliendo entre apretones y lengua y lamer y presionar y morder y la polla dura. Rasgando las braguitas de algodón azul y tirándole de los pelos.
¡Agáchate puta!
Sybill de trece años frente al miembro latente de su padre que la empujaba contra su erección y tiraba del pelo delicado. Sybill gritaba y su padre quería estar en su boca.
Abrir la boca grande y meterse hasta la campanilla la polla de aquél al que llamaba papá. Sacarla, meterla otra vez, chupeteo de una niña que no sabe. Tragar saliva y arcadas, ni se te ocurra, zorra
Tirón otra vez y ya no había nada que chupar, en cambio había algo en las entrañas. Había dentro, y después fuera y movimientos rápidos y torpes y puñetazos, arañar, mordiscos ¡hija de puta! y embestidas cada vez más rápidas hasta correrse.
Emborracharse es lo que quiere Sybill de treinta y pocos para no tener pesadillas en las que grita no, por favor, papá, ¡no!. Y en la misma esquina oculta de siempre, la figura lánguida de Lucius Malfoy con la misma capa oscura y la misma capucha para cubrirse el rostro.
Deprisa, vacilante, temblorosa.
Sybill se acerca a él que ya se aleja hacia un callejón oculto con la mano en la bragueta.
-Ya sabes a lo que hemos venido, Sybill. Tú me la chupas y yo te doy jerez -dice mostrando una botella que ocultaba bajo la capa.
Sybill se arrodilla y abre la bragueta de pantalón. Baja los calzoncillos que siempre son negros y siempre ocultan una erección pulsante. Suspira un segundo y se acerca.
Lame con la punta de la lengua. Roza, empapa, una mano en la base y la otra jugueteando con un cojón. La cabeza. Pasa y recorre y danza con la lengua de puntillas, y deja humedad a su paso abriendo la boca de carmín despacio y engullendo hasta que no hay nada más. Suave, despacio primero, juega con la lengua por debajo de la polla dura, que late. Respira por la nariz y hace cosquillas en toda la superficie cada vez que pasa la lengua de refilón.
La mano baja hasta el pelo, delicado.
Papá, no.
Tira, se sujeta Lucius. Embiste contra su boca y enloquece y cada vez va más deprisa. La lengua por todos lados, las uñas largas y los dedos fríos casi de porcelana acariciándole los huevos y los gemidos cada vez más peristentes anuncian a Sybill que está a punto de correrse y que como siempre ha hecho ahora es cuando tiene que tragarse todo el semen que Lucius descarga contra su boca de carmín.
Se levanta y se limpia la boca con el dorso de la mano, Lucius se sube la bragueta y le ofrece la botella de jerez.
-Hasta la próxima, Sybill -con malicia.
Y Sybill no tendrá pesadillas esta noche.