Apr 29, 2007 16:39
La niña se puso de puntillas hasta alcanzar el alfeizar de la ventana, se agarró e intentó trepar. Unas manos se aferraron a su cintura de inmediato, y la devolvieron al suelo.
-¿A dónde crees que vas?
La mujer, de cabello rubio y espeso que se le perdía más allá de los hombros, la miraba con el ceño ligeramente arrugado. La niña puso las manos en la espalada, jugó con el pie en el piso y habló cabizbaja.
-Me aburro, mamá.
-¿Y por eso vas a tirarte por la ventana?-colocó los brazos en jarras y frunció los labios.
-No…solo iba a jugar a volar. Si vuelo no me caigo, mamá.
La mujer miró a ambos lados de la pequeña.
-Yo no veo tu escoba por ningún lado, ¿cómo pensabas volar?
-Agitando los brazos, como los pájaros.-se encogió de hombros y la mujer suavizó el rostro.
-Ven aquí. Iba a dártelo por tu cumpleaños, pero ya veo que no puedes esperar…
La cogió y la niña enredó sus pies alrededor de las caderas de su madre y le acarició el cabello, distraída. Llegaron al centro de la habitación, donde había una mesa enorme con cientos de calderos y recipientes con líquidos extraños y humeantes. La mujer movió el dedo sobre ellos hasta dar con uno que soltaba hilos de humo plateado. Cogió una cuchara y sirvió un poco; luego se lo ofreció a su hija.
-¿Qué es?
-Mi regalo de cumpleaños.
-Pero todavía quedan dos meses…
-Bueno, entonces lo guardaré.-alejó la cuchara.
-¡No!-la niña extendió la mano para cogerla.
La mujer sonrió.
-Pruébalo, te gustará.
Después de hacerlo, se le extendieron cosquillas por el vientre y el cuerpo entero dejó de pesarle. Cuando se quiso dar cuenta, estaba flotando en medio de la estancia.
-¡Puedo volar! Sin escoba, mamá… ¡Puedo volar!
-Claro, cariño. Agita las manos…
-…como los pájaros.-susurró la pequeña y se pasó dos horas revoloteando cerca de su madre.
-¡Ya estoy aquí!
La voz llegó desde el piso inferior.
-Es papá…Voy a bajar volando para que me vea.
-¿Por qué no bajas caminando y luego le das la sorpresa?
A la niña se le iluminaron los ojos y bajó al suelo. Corrió hacia la salida, abrió la puerta y fue escaleras a bajo casi tropezándose.
-¡Papá!-chilló abrazándose a su cuello.
-Luna, ¿cómo estas, preciosa?-preguntó y le dio un sonoro beso en la mejilla.
Pero ella no contestó, le agarró la mano y tiró de él escaleras arriba.
-¿Qué pasa?
-Es una sorpresa.-y soltó una risita sin dejar de apurar al hombre.
Al hombre se le contagió el buen humor, y para cuando llegaron a la puerta de la habitación donde la señora Lovegood experimentaba, los dos estaban riendo a plena carcajada sin razón aparente.
-¿Me vas a decir ya qué es lo que pasa, Lunita?
Ella asintió con la cabeza y empujó la puerta al mismo tiempo que se oyó una fuerte explosión. Padre e hija cayeron al suelo unos cuantos metros más allá de la entrada, y al hombre, que la estaba protegiendo con su cuerpo, se le clavaron algunas astillas de la puerta en la espalda.
A Luna le palpitaban los oídos con furia; sentía la sangre que latía desenfrenada por todo su cuerpo hasta que salía por las orejas y la nariz, buscando calma…
-Dios mío…-oyó sollozar a su padre.
Intentó levantarse, pero el hombre le obstruía los pies, que parecían pegados al suelo.
-Luna…Luna…
Lo oía todo como si estuviese a kilómetros de distancia…todo tan lejos…tan irreal…
-Ma…má…Ma…mi…
Pero ya nunca contestaría nadie cuando ella pronunciase esas palabras.
Y lloró…pues la luna también llora…
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sesión #13,
autor: wild_nympha