"Las monedas caerán donde caigan"

Apr 07, 2016 23:28

Aunque ya le había echado el ojo hace tiempo, Justicia auxiliar no entraba en mi lista de lecturas inmediatas para abril. En teoría ese puesto le correspondía a Muerte de la luz, la novela con la que esperaba romper mi racha de rechazo absoluto a George Martin (lo siento, Canción de  Hielo y Fuego, no me interesas). Sin embargo, mi estancia en Alcázar se alargó más de lo que había previsto y, como tenía Muerte de la luz en Toledo, decidí tirar de lista pendiente. Ésta fue la elegida y no me cansaré de dar gracias por ello, sinceramente.

Hay otra razón por la que terminé decantándome por Ann Leckie, entre los muchísimos libros que tengo ganas de leer. Hace ya varios días me enteré de lo ocurrido con los premios de la Semana Negra y otros tantos en la misma línea, gracias a este post de Canal Nostalgia, y reconozco que el asunto me dejó bastante descompuesta. En momentos como éste, me alegro de no tener redes sociales para enterarme de estas cosas en caliente; pero, por desgracia, la indignación me carcome igual. Ya tenía en mente empezar a darle prioridad a autoras de ciencia-ficción, porque estaba harta de ver mi lista plagada de nombres de tíos, pero después de semejante historia me puse manos a la obra en el acto. Y Justicia auxiliar, del que no sabía casi nada pero ya había visto buenas críticas, era el que tenía más cerca.

Bendita la hora. Y lo digo sin sarcasmo. Pero poneos cómodos, porque hay mucho que decir.



Título original: Acillary Justice (Justicia auxiliar, 416 pags.)
Autor: Ann Leckie
Editorial: Ediciones B, 2015
Idioma original: Inglés (traducción de Victoria Morera)

Breq lleva casi veinte años preparando su venganza. Porque antes, hace veinte años, Breq era mucho más de lo que es ahora. Breq era Esk Una, la unidad principal de la Decuria Esk, compuesta por veinte cuerpos auxiliares. Breq era Justicia de Toren, uno de los cruceros de batalla más antiguos y prestigiosos del Imperio del Radch. Breq era, en definitiva, una IA con multitud de cuerpos, ojos y oídos que, de repente, por culpa de un terrible giro del destino, lo perdió absolutamente todo y quedó reducida a ese único cuerpo y esa única mente que ahora vaga de un lugar a otro haciéndose llamar Breq y fingiendo ser humana. Pero después de ese largo peregrinaje, su búsqueda está llegando a su fin. Y, una vez encuentre aquello que está buscando, nada ni nadie le impedirá devolverle al Radch todo el dolor que le causó, despedazando el Imperio del mismo modo que la despedazaron a ella.


Puntuar este libro en GR me está causando un conflicto interno tan intenso como el de la propia Breq cuando era Esk Una/Justicia de Toren. Técnicamente, no puedo ponerle la nota máxima, porque tiene deficiencias que no sería justo obviar. Pero, si dependiera únicamente de mi opinión personal, no sólo le pondría un 5/5, sino un 6/5, un 7/5 o un 20/5, porque ha sido una de las experiencias más geniales que me ha ofrecido un libro en toda mi vida, a unos niveles que nunca se me habría ocurrido considerar. Jamás pensé que diría esto de una novela en la que apenas sucede nada, pero Justicia auxiliar es simplemente maravillosa y ha supuesto un auténtico mindblown para mí. Casi literalmente.

Pero aviso a los navegantes: éste no es un libro para todos los públicos y eso es algo que debe tener muy presente quien quiera acercarse a él. El inicio es denso y árido, porque nos sueltan de golpe en mitad de ese universo bajo la sombra del Radch y el lector tiene que acostumbrarse a muchas cosas: los símbolos, las peculiaridades de las IAs y, lo más importante de todo, el tan alabado y criticado uso lingüístico. Y eso no es una cuestión menor. El lenguaje no es sólo lo que utilizamos para comunicarnos entre nosotros, es también la base sobre la que se estructura toda nuestra maquinaria mental. Desde la conciencia de nosotros mismos hasta la percepción del mundo que nos rodea. Somos seres inteligentes porque tenemos lenguaje, aunque el común de los mortales no sea del todo consciente de la enorme importancia que tiene esto. Y, cuando te topas con algo que trastoca las normas lingüísticas de tu lengua madre… pueden llegar a ocurrirle cosas raras a tu cerebro.

No me gusta ponerme subjetiva cuando hago una reseña seria, pero tengo que hacer un inciso aquí para explicar mi experiencia personal, porque de verdad me pilló desprevenida. Durante los primeros días de lectura, esas peculiaridades del lenguaje me causaron fuertes migrañas y me impidieron leer durante mucho tiempo seguido. Cuando finalmente me acostumbré a ello, empecé a tener sueños rarísimos por la noche, como si tuviera el cerebro sobreexcitado de algún modo. Secuencias de varios sueños concadenados que, aunque no tenían relación entre sí, sí contaban con un hilo conductor que los unía. Un hilo que nacía de Justicia auxiliar: hombres que resultaban ser mujeres y mujeres que resultaban ser hombres, realidades que se superponían haciéndome vivir dos versiones diferentes de un mismo suceso, personas desconocidas hacia las que sentía un apego irracional… Los seis días que me ha durado este libro han sido un festival mental. No tiene por qué sucederle lo mismo a todo el mundo; basta con que tengas una percepción lingüística un poco más aguda de lo normal. Incluso así, esos efectos pueden causar más rechazo que otra cosa y lastrar la opinión que genere el libro (algo que creo que le ha sucedido a mucha gente sin darse cuenta). Pero, para mí, esto es lo más impresionante de esta novela y la razón principal por la que le pondría 5 estrellas sin dudarlo. Pocas veces se puede decir que una lectura ha logrado afectarte, literalmente, al cerebro.

Creo que Leckie no fue del todo consciente de este efecto colateral cuando desarrolló ese aspecto de su universo. También creo que el impacto en inglés es muy diferente al impacto que produce esto en castellano, una lengua con una clasificación de géneros mucho más marcada y rotunda. El radchaai es un idioma neutro, en el que la diferenciación de géneros no existe; pero, en vez de asociar ese neutro al masculino, como sucede en castellano, Leckie decidió asociarlo al femenino y el resultado es que la traductora, Victoria Morera, nos ha presentado una novela íntegramente en femenino: sustantivos, adjetivos, todos los tipos posibles de pronombres, todo, está en femenino, independientemente de que se esté hablando sobre un hombre o sobre una mujer. De hecho, salvo la clara excepción de Seivarden, que sabemos que es un hombre, jamás nos enteramos de cuál es el género real de los personajes de la novela. Ni siquiera Breq. Lo que tiene todo el sentido del mundo, porque Breq narra en primera persona y no sabe diferenciar los géneros, dejándonos a nosotros en la misma posición. Y así, de una patada, Leckie derriba sin más los muros de los clichés y los tópicos de género en la construcción de personajes, porque en Justicia auxiliar no existen hombres y mujeres, sino solamente personas.

-¿Y tú? -Strigan estaba detrás de la silla y sostenía la taza y el cuenco en las manos-. Estoy convencida de que eres radchaai. Cuando hablas radchaai, lo haces con acento del Gerentate. -Seguíamos hablando en su idioma nativo-. Pero ahora mismo, hablas prácticamente sin acento. Puede que se te den bien los idiomas; incluso diría que se te dan bien hasta un extremo inhumano. -Se interrumpió-. Sin embargo, la cuestión del género te delata. Solo un radchaai confundiría el género de las personas como tú lo haces.
Me había equivocado al deducir su género.
-No puedo ver debajo de su ropa. Y, aunque pudiera, eso no siempre es un indicador fiable.

(cap. 7)

De este modo, la narración se convierte en una especie de RPG en el que puedes imaginar lo que te dé la gana, y es muy curioso comparar impresiones con otros lectores. Para mí, por ejemplo, Breq siempre ha sido una mujer, igual que la teniente Awn o Daos Ceit. El único personaje no definido que desde el primer momento me dio una impresión vivamente masculina fue Skaaiat, así que para mí era un hombre, igual que Seivarden. Los demás… ¿qué importa? Enseguida te das cuenta de que esa ambigüedad genérica es totalmente irrelevante, porque no afecta a la construcción de personajes ni les resta potencia. En realidad, los personajes de Justicia auxiliar son una auténtica joya, libres de ataduras o roles tradicionales (empezando por la propia Breq, que es una protagonista magistral). Y si el lector es incapaz de disociar el uso del neutro femenino del género real de los personajes y se los imagina a todos como mujeres, tampoco pasa nada. A no ser que eso le moleste. En cuyo caso, ya es asunto suyo.

Aclarado este punto, hay que admitir que donde más flaquea Justicia auxiliar es en el aspecto argumental, pero no porque el argumento sea malo o ingenuo, sino por algunos aspectos de la estructura. La trama está dividida en dos actos bien diferenciados: durante la primera mitad de la novela, los capítulos van alternando el presente de Breq y su autoimpuesta "misión" con los sucesos que tuvieron lugar veinte años atrás en Ors; y una vez convergen ambas líneas, la novela da un pequeño salto temporal y ya sigue su andadura hacia el desenlace. Esa primera mitad puede parecer descompensada, porque los flashbacks en Ors junto a la teniente Awn, desvelando poco a poco los detalles que dieron lugar al desastre de Justicia de Toren, están muy por encima de lo que está viviendo Breq en Nilt. De hecho, el pasaje en Ors es sin duda lo mejor de Justicia auxiliar, con un estupendo desarrollo y un desenlace que deja con el corazón en un puño. Pero ambas líneas van subiendo de intensidad poco a poco y, al final, el clímax de los flashbacks coincide con otro clímax en el presente, creando un efecto muy interesante e impidiendo que la alternancia se haga tediosa, porque mantiene la tensión por averiguar qué ha pasado en ambos puntos.

Tras ese clímax doble, puede parecer que la historia decae, pero en realidad es cuando empieza la acción, porque el plan de venganza se pone por fin en marcha. Durante esos últimos siete capítulos, todo se precipita, aunque son los últimos tres los que más brillan. Pero es en esta parte donde los problemas que también se han visto en la parte anterior (y que en realidad tiene la novela entera) se hacen más llamativos, por lo relevante del momento: reiteraciones molestas, escenas de acción que se sienten demasiado estáticas, conversaciones de asuntos muy complejos que no están manejadas con demasiada maestría y se hacen confusas, personajes que reaccionan de formas no del todo creíbles y, tal vez, una excesiva simplicidad de los acontecimientos, teniendo en cuenta la importancia de lo que está sucediendo. El final no es decepcionante, en absoluto, pero sí habría necesitado un poco más de tiempo para desarrollarse sin brusquedad y no haber mantenido determinadas incógnitas que deberían haberse resuelto aquí, en vez de dejarse en el aire o ignorarse deliberadamente.

También hay importantes coincidencias a lo largo de la novela, sí. Pero éstas no son un auténtico problema por una razón muy sencilla: Leckie las integra en el discurso lógico de la historia. La religión del Radch tiene la máxima de que las coincidencias no existen y que todo lo que ocurre sucede por voluntad de la diosa, Amaat. Esto implica que, aunque Breq no es especialmente religiosa, cada vez que una coincidencia se cruza en su camino, lo interpreta como una señal divina para seguir adelante. Las coincidencias en Justicia auxiliar podrían considerarse, casi literalmente, unos deus ex machina. Sin embargo, su relevancia en el desarrollo de los acontecimientos es casi nula. ¿Habría cambiado algo que Breq no hubiese encontrado a Seivarden al inicio de la novela? ¿Habría cambiado algo que no reencontrara más tarde a Skaaiat y Daos Ceit? Ambos hechos supusieron una ventaja, a la larga; pero si las cosas se hubiesen dado de forma diferente, ella habría seguido adelante con el plan de otra manera, jugando con las cartas que le fuera ofreciendo el destino. De modo que éste es uno de los extrañísimos casos en los que detalles como estos pueden verse como elementos colocados con precisión, más que como recursos facilones para salir del paso. Y es muy difícil encontrar algo así en una novela.

-Con las auxiliares eso no ocurre -comentó alguien, posiblemente otra capitana, detrás de mí.
-Muchas cosas no ocurren con las auxiliares -intervino alguien más.
Su comentario podía interpretarse en dos sentidos, pero yo estaba bastante segura de cuál había detrás de sus palabras.
-Pero ese no es un tema seguro -añadió esa misma persona.
-¿Que no es seguro? -pregunté yo con toda inocencia-. No puede ser que en el Radch sea ilegal quejarse de las jóvenes. ¡Qué crueldad! Creía que se trataba de una característica básica de la naturaleza humana, una de las pocas costumbres humanas practicadas universalmente.

(cap. 20)

No obstante, cualquier deficiencia del plano argumental se compensa con unos personajes soberbios, porque la tensión real recae en ellos y las temáticas de fondo, más que en la trama en sí. Ésta es la historia de Breq buscando venganza y a ella no le importa en absoluto el Imperio, las alienígenas, Anaander Mianaai o la guerra civil en ciernes. Si la trama parece simple a veces es por el puro obcecamiento de Breq. Es impresionante la enorme intensidad y complejidad que transmite el personaje, incluso tratándose de una IA: esos dos mil años de vida que le han dado un profundo conocimiento humano, cómo cada persona que pasó por ella dejó su marca, las peculiaridades de carácter de Esk Una dentro del conjunto de Justicia de Toren, su relación con la teniente Awn, su resentimiento contra el Radch, su "locura", cómo se empeña en repetirse a sí misma y a los demás que no es humana, pero al mismo tiempo ve con amargura el trato impersonal que sufren las IAs de las naves… Podemos ver que Breq tiene mucho más de humana de lo que ella misma cree, pero lo más refrescante del personaje es que ni es humana ni quiere serlo. Es una IA orgullosa de su propia condición, consciente de su identidad, sin ansias por equipararse a nadie. Tiene una dignidad propia que nunca se cansa de reivindicar y defender, no pretende "evolucionar" hacia una humanidad falsa. Simplemente es lo que es, y su valor radica en ello, no en el hecho de parecerse a los humanos.

La galería de secundarios también es muy entrañable, con un carácter muy definido, aunque los más destacables son Awn y Seivarden, que en realidad suponen las dos caras de una misma moneda. La luchadora Awn, con su alto sentido de la moral, y el destrozado Seivarden, caído en desgracia, con su inestabilidad mental y su síndrome de abstinencia. Durante la primera mitad, es Awn la que conquista, uno de esos personajes que consiguen llegar al corazón y con los que te encariñas rápidamente. Y en la segunda mitad, Seivarden logra también sorprender, aunque en su caso hay un problema importante: el intervalo de varios meses fuera de escena que separa los dos actos de la novela, durante el que Breq y Seivarden están viajando hacia su nuevo destino, es donde se produce la increíble evolución de este último como personaje.

Cierto, el punto de inflexión para él se produce antes de abandonar Nilt, pero el lector sólo tiene una impresión muy inmediata y superficial del cambio que se ha originado en él, y lo próximo que sabemos es que ha pasado de capitán repelente y arrogante a amigo absolutamente fiel. Para cuando llegan a Omaugh, la confianza y camaradería (incluso la preocupación mutua) que reflejan sus interacciones con Breq es tan intensa que se puede masticar, pero resulta chocante con respecto a la relación que tenían al principio. No hubiese estado de más dedicarle un poco más de tiempo a ese aspecto en algún capítulo de transición; está muy claro lo que Breq significa para Seivarden, pero la convivencia hace que éste también ejerza cierta estabilidad sobre Breq, y el binomio que forman tiene un enorme potencial, dada la historia que comparten y la situación actual en la que están. Ambos lo han perdido todo y sólo se tienen el uno al otro. Aun así, su vínculo es uno de los rasgos que más marcan la segunda mitad del libro. Lástima que Leckie no nos mostrara la reacción de Seivarden al descubrir quién es Breq en realidad (un fallo bastante llamativo que ojalá se compense en Ancillary Sword).

Tanto Skaaiat como Anaander Mianaai, los otros dos personajes con más peso, cumplen bien con su función y tienen una personalidad fuerte, con luces y sombras. Anaander, en concreto, al ser la IA central que controla todo el Radch, ofrece ese punto fascinante de complejidad que tiene también la propia Breq. Su papel ambivalente puede resultar confuso en más de una ocasión, y ahí se nota también una leve deficiencia de Leckie en el manejo de determinadas situaciones. Pero, teniendo en cuenta la dificultad que entrañaba un personaje semejante, el resultado final cumple con creces.

La suma sacerdotisa levantó la mano y la interrumpió.
-Sé lo que Issa Siete, o al menos las que son como ellas, les hacen a las personas que encuentran al otro lado de una línea divisoria. Cinco años atrás las consideraban no ciudadanas, pero ¿qué les harán en el futuro? Quién sabe. ¿Quizá declararlas no lo bastante ciudadanas? -Sacudió una mano en señal de rendición-. En realidad, eso es lo de menos, porque esas líneas divisorias son muy fáciles de establecer.
-No puedo culparla por pensar eso -adujo la teniente Awn-. Eran tiempos difíciles.
-Y yo no puedo evitar considerarla a usted inexplicable y sorprendentemente ingenua -continuó la suma sacerdotisa-. Si usted se lo ordenara, Esk Una me mataría. Sin titubear. Pero Esk Una nunca me pegaría, me humillaría o me violaría simplemente para demostrar su poder sobre mí o por pura y perversa diversión. -Me miró-. ¿Lo harías?
-No, Divina -respondí.

(cap. 2)

Justicia auxiliar trata muchos temas interesantes, algunos de forma directa por su implicación en la trama y otros de forma tangencial, como podría ser el caso de los asuntos de género que va implícito en el uso del lenguaje. Siempre hay una lucha continua entre el mantenimiento eterno del statu quo y el progreso, la necesidad de irse adaptando a nuevos tiempos frente a la obstinación por mantenerlo todo igual porque es "seguro" y "funciona". Se habla de religión, de sincretismo, del poder de las creencias. Se especula sobre los problemas del totalitarismo inmovilista. Se ilustra la típica lucha de clases entre nobles y humildes, en la que entra también la cuestión de las IAs, que ya están muy lejos de ser simples máquinas pero siguen siendo tratadas como tal. Qué significa ser humano, qué es lo que te hace humano, hasta dónde llega la culpa de aquellos que hacen cosas horribles pensando que es lo correcto, o hasta dónde es cierto que cuando cumplimos órdenes no tenemos más opción que obedecer, planteando dilemas que, aunque parezcan trillados, lograban emocionar por las duras circunstancias en las que estaban los personajes. También se habla de sentimientos y de amor, con una sutileza apabullante, porque "amor" y "querer" son dos palabras que no aparecen en la novela. Tampoco son necesarias, se respiran entre líneas.

Y es que Leckie es una maestra del show, don't tell. Ése es uno de los mayores atractivos de Justicia auxiliar, porque Breq narra de forma parca y concisa (como cabría esperar de una IA, que hasta las pausas las determina con el número exacto de segundos que duran), pero no necesita grandes disertaciones para transmitir ciertas cosas. Basta un gesto, un comentario, una situación concreta, y las emociones llegan a ser tan intensas que el libro te atrapa por completo, especialmente cuando se trata la relación de Awn y Esk Una. No es la única peculiaridad del estilo de Leckie, además: tener a una IA con múltiples cuerpos narrando en primera persona conjuga el típico narrador protagonista con el narrador omnisciente, dándole un toque muy especial y muy interesante a los flashbacks en Ors (y pronunciando aún más el contraste entre Esk Una y Breq, para hacernos conscientes de todo lo que ésta ha perdido).

Pero la joya de la corona es la ambientación, que está cuidada al milímetro con un mimo impresionante. La cantidad de pequeños detalles que conforman la cultura del Radch, desde los ritos religiosos hasta la etiqueta de llevar guantes en todo momento, hacen que el entorno cobre vida con gran intensidad. Puede parecer que algunas conversaciones de la primera mitad del libro son aburridas o insustanciales (de hecho, se nota que Justicia auxiliar es en parte una novela introductoria a este universo), pero todo ayuda a crear ambiente, a meternos en situación. El trabajo de worldbuilding que Leckie ha llevado a cabo es fabuloso y se agradece mucho ese empeño por darle al escenario un carácter tan personal, en el que podemos identificar muchas cosas de nuestra propia cultura, pero también muchas otras que han evolucionado y cambiado por completo.

¿Es una novela perfecta? No. Pero es muy, muy buena, mucho mejor de lo que había imaginado. Profunda, con grandes personajes, relaciones complejas y sólidas, ni una pizca de estereotipos baratos ni fanservice sin sentido. Original, inspiradora, con voluntad de hacer algo más que llenar páginas con letras. Y la recomiendo con fervor a todo el que tenga ganas de leer algo serio y diferente, porque incluso el dolor de cabeza que puede provocar merece muchísimo la pena.

Siendo como soy fan de Mass Effect y teniendo fresca la trilogía, era de esperar que Justicia auxiliar me tocara la fibra, porque Justicia de Toren me hacía ver a EDI por todas partes. No me malinterpretéis, son personajes muy distintos, aunque comparten el concepto de nave-IA. En realidad, las IA de Justicia auxiliar son más similares a los geth, en el sentido de "mente colmena". Esk Una me recordaba muchísimo a Legion. Pero las veces que consiguió saltarme las lágrimas (y lo consiguió más de una vez) no fue por asociación de ideas, sino por méritos propios. Porque Esk Una/Breq tiene una personalidad arrolladora.

El hecho de que no sea humana ni sienta de forma humana le ha dado un toque a la novela que me ha emocionado mucho a nivel personal, porque es algo que estaba deseando encontrar y sobre lo que yo también llevo meses trabajando. Breq ama, y ama profundamente a aquellos que son importantes para ella, pero no lo hace desde una perspectiva sexual, porque eso no tiene sentido para ella. Su amor es puramente emocional y los vínculos que se exploran en Justicia auxiliar son emocionales. No hay sexo ni es necesario, y todavía se me llenan los ojos de lágrimas cuando pienso en ello, porque Leckie ha conseguido algo maravilloso: construir una historia de amor completamente velada, sin ni una sola referencia directa, pero que ha resultado mil veces más intensa que ninguna otra que haya podido leer últimamente en una novela de este estilo. Eso me ha llegado al corazón. Y sigo con ganas de ponerle un 5/5.

¿Han sacado ya Ancillary Sword en castellano? ¿No? Que lo saquen ya, por Dios.

1.3. contemporáneos, 1.4. ciencia-ficción, 1. para ratones de biblioteca

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