"Era como mirar una pared encalada, aunque bastante menos emocionante"

Jun 24, 2014 19:06

Bien, segundo round contra el Celsius 232: Joe Abercrombie.

Este señor se merece que me detenga un momento para contextualizar este gran acontecimiento en mi vida. No voy a hablar de su biografía, más allá de que al parecer fue un gran autor revelación que dejó a todo el mundo boquiabierto con su gran habilidad y se hizo rápidamente un hueco en el Olimpo del género fantástico. En 2006, comenzó a publicar su primera y más famosa trilogía, La Primera Ley, por la que recibió críticas estupendas. Y a ella le tenía yo echado el ojo desde hace varios años ya, cuando me la recomendaron por el maravilloso trabajo que había realizado Abercrombie en cuanto al desarrollo de personajes. Tenía unas ganas enormes de leer La voz de las espadas, el primer tomo de la saga; y, en cuanto confirmaron que él repetía en el Celsius de este año, me decidí definitivamente a devorarla.

Bueno... he estado investigando por ahí y he sido totalmente incapaz de encontrar una crítica negativa de estas novelas, así que me va a tocar ese cuestionable honor. No lo hago con ánimo de exasperar a sus fans ni para ser inmolada en sacrificio, pero, de verdad, lo digo de corazón, me ha parecido una novela tan mala que me siento obligada a intentar explicar por qué creo que Abercrombie no se merece buena parte de las alabanzas que le dedican. La primera que lo lamenta más que nada soy yo, ojo, que este tío me ha decepcionado lo que no está escrito. Estaba deseando leer sus novelas y me parece que las cogí con unas expectativas demasiado altas, de modo que el batacazo que me he pegado ha sido fino. Tiene muchas cosas buenas, claro que sí, pero también tiene muchas otras que son pésimas y que convierten esta novela en "pasable" sin más. Son aspectos técnicos que no se pueden ignorar. Pero bueno, yo no estoy aquí para dorarle la píldora a nadie, que nadie me está pagando por hacer lo que hago (por suerte), así que vayamos por partes.

Me resulta difícil hacer una crítica negativa sin referirme a aspectos muy concretos de la novela, porque quiero dejar claro en qué apoyo mis opiniones, así que la reseña tendrá spoilers. Y, como no me siento capaz de improvisar una sinopsis de cosecha propia, como suelo hacer, os hago un corta y pega de la oficial.




Título original: The Blade Itself (La voz de las espadas, 656 págs.)
Autor: Joe Abercrombie
Editorial: Alianza, 2007
Idioma original: Inglés (traducción de Borja García Bercero)

El inquisidor Glokta, convertido en un cínico tullido tras su paso por las cárceles de los enemigos de la Unión, es ahora a su vez un eficaz torturador capaz de extraer cualquier información de un criminal o de quien decidan sus superiores… El capitán Jezal dan Luthar no ha hecho en su vida nada más peligroso que desplumar a sus amigos jugando a las cartas y soñar con la gloria de vencer en el certamen de esgrima. Pero se está fraguando una guerra, y en los campos de batalla del Norte la lucha se rige por normas mucho más sangrientas... Logen Nuevededos, infame bárbaro de pasado sangriento, acaba de perder a sus amigos y está decidido a abandonar sus tierras y dirigirse al sur, pero los espíritus le advierten que le busca un Mago de los Viejos Tiempos… Sus historias se entrelazan en una fantasía negra repleta de acción y personajes memorables.

En fin, casi no sé ni por dónde empezar. Vayamos al grano para no alargar la agonía. ¿Me ha gustado? No. ¿Qué me ha parecido? Lo suficientemente entretenida para salvarse de convertirse en una total pérdida de tiempo, gracias a Dios. ¿Por qué? Vale, voy a intentar explicarme lo mejor que pueda, comentándoos los puntos fuertes y los puntos débiles desde un punto de vista técnico.

Empecemos por el argumento. Creo que nadie que haya leído La voz de las espadas puede poner su argumento por las nubes, sencillamente porque el argumento no existe. Nunca creí que encontraría una novela que, a diferencia de lo que es habitual, invirtiera mucho más trabajo en los personajes que en el trama. Eso es bueno hasta cierto punto, porque no hay nada más exasperante que los personajes planos que actúan como simples peones en función de la historia, sin tridimensionalidad. Sin embargo, no puedes ignorar tampoco la línea argumental, porque es lo que da vida y vertebra a toda la novela. Esa "acción trepidante" que tanto alababan es inexistente. De hecho, a mí llegó a parecerme un truñaco de dimensiones épicas en algunos puntos, y no soy especialmente fan de la acción desmedida.

A lo largo del libro, tenemos tres líneas de acción principales: la que sigue Glokta, la que sigue Logen y la que sigue Jezal. Posteriormente entrará en escena Ferro, pero no es que ella tenga un papel demasiado relevante aquí. La cuestión es que cada protagonista va a su bola y en ningún momento sientes que la novela tenga una cohesión argumental. Es como leer un fic centrado en las vidas de los personajes. El único que parece estar haciendo algo medio relevante es Glokta, que se pasa medio libro investigando al Gremio de los Sederos, que supuestamente están evadiendo impuestos y conspirando contra la corona. Un asunto que podría haberse despachado con rapidez, se estira como el chicle para llenar más y más páginas sin nada que aporte datos nuevos. Porque, lo siento, pero desde el minuto uno queda claro que todo es una maniobra del Archilector Sult para recuperar poder para la Inquisición y quitar de en medio a la competencia. Vamos, que el tipejo lleva PREVARICADOR escrito en la frente. El asunto tiene cero intriga y cero interés también, porque la ingenuidad con la que está manejada la parte de "suspense" es enervante. Todo me ha parecido muy infantil, muy insustancial. Pero cualquier cosa era mejor que los insufribles capítulos de Jezal amándose a sí mismo. He terminado del puñetero certamen de esgrima hasta las narices, y más allá. Me daban ganas de saltármelos, porque me ponían de mala leche. Y Logen ha sido poco más que un personaje de relleno durante buena parte del libro; parecía más perdido que Wally, como si se hubiese equivocado de novela. Gran parte de su línea argumental ha sido deambular erráticamente y hacerle de parasol a Bayaz. Lo de Ferro ya fue la gota que colmó el vaso, sus capítulos son para matarse. Hasta la línea que abren después el Sabueso y los demás tenía más chispa, y eso que lo único que hacían prácticamente era pelear y caminar.

Otra de las medallas que le cuelgan a la saga es la brutalidad y la crudeza que refleja y que "la hacen muy adulta". No, esta novela no es adulta por tener a Glokta troceando a sus prisioneros en un sótano o a los norteños desmembrando enemigos random. Eso es pan y circo. En ocasiones muy concretas, se convierte incluso en un absurdo regodeo que se hace tedioso hasta decir basta. Esta novela sería adulta si tuviera una trama adulta de verdad, profunda y bien definida, y si Abercrombie se hubiese currado en condiciones el argumento, en vez de gastar las primeras 600 páginas, de las 656 que tiene el libro, en decir NADA. ¿Era para presentarnos bien a los personajes? Casi todos sus personajes tienen una personalidad arrolladora, no necesita darles veinte millones de vueltas, un simple capítulo bastaba para hacerse una idea clara de cómo es cada uno. Y presentar a los personajes no debería ser incompatible con desarrollar el argumento y presentar el mundo que has creado. Eso sí, se nota que tiene formación cinematográfica/televisiva, porque en las últimas páginas pisa el acelerador y cierra el libro de forma completamente abrupta, estilo cliffhanger de fin de temporada. ¿Me ha gustado eso en una novela? Pues no. Me gusta que los autores me dejen decidir por mí misma si quiero seguir adelante o no, no que me obliguen a coger el siguiente tomo porque la historia se ha quedado cortada por la mitad. Me siento como si me tomaran el pelo y me hubiesen hecho perder el tiempo con una sarta de sandeces. Los tres tomos de la trilogía de Nacidos de la Bruma están perfectamente interrelacionados y, aun así, cada uno tiene su estructura de inicio-desarrollo-desenlace muy bien definida. Hay que leerlos juntos para comprender globalmente la historia, pero siguen conservando su individualidad, en un estupendo crescendo narrativo, así que lo de La Primera Ley no tiene excusa. Y ésta es la primera de muchas comparaciones que voy a hacer entre Sanderson y Abercrombie, por desgracia.

Hasta ahí las cuestiones argumentales; pasemos a los personajes, que son la joya indiscutible de La voz de las espadas. Sí, los personajes son fantásticos, no lo voy a negar. Tienen mucha personalidad y están bastante trabajados, en un intento muy loable de darles profundidad. El mejor de todos es Sand dan Glokta, sin lugar a dudas, y en eso coincido con la mayoría de las críticas que he leído por ahí. Pero es que, sin Glokta, La voz de las espadas sería insoportable. El plus de tener a un tullido socarrón, ácido, con un humor negro de mírame y no me toques y que siempre, siempre está poniendo la puntilla a lo que dice todo el mundo es muy importante. Glokta ha sido la única razón por la que he seguido leyendo el libro hasta el final y la única razón por la que me estoy leyendo el segundo (aunque ya veremos si me leo el tercero). Con él me he divertido muchísimo, me ha hecho reír y disfrutar, me he apuntado montones de sus frases más célebres, me ha enamorado por completo y, en definitiva, ha hecho más amena la lectura de un libro que, de otra forma, me habría puesto tan furiosa como me puso en su día Ciudad sin estrellas o alguna de las perlitas que me tocó leer para el curso de Lectora Editorial. Si la novela engancha, es gracias a Glokta. Y eso que, cada vez que narraba, yo no podía evitar acordarme del Emo de Vaya Semanita...

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Me pasé toda la novela esperando oír a Glokta soltar lo de: Cada vez que respiramos, morimos un poco. LOL ETERNO X'D

No es novedad que me gustan los personajes contrahechos, cínicos y, para más inri, torturadores. Pero Glokta es muy interesante, ya que fue torturado también en el pasado y no deja de ser irónico que haya decidido dedicarse a esto. En el segundo libro, da una explicación a eso que me gustó mucho y que me pareció muy acertada, además de inquietante. También agradezco que no sea el típico torturador loco que disfruta las carnicerías. Él hace lo que tiene que hacer, en la medida justa; y, aunque no tiene remordimientos, tampoco disfruta con ello. No es que se le haya ido la pinza, es un profesional frío y eficiente. Y con ese punto de debilidad humana que me termina de enamorar, porque tiene un trauma con su "invalidez" del tamaño de una catedral. En sus días mozos era el no va más y todo se fue a la mierda cuando lo capturaron en la guerra y volvió convertido en un lisiado. A la gente le da bastante asco, pero es él mismo quien más asco se tiene, y gran parte de ese sentido del humor negro lo emplea en reírse de sí mismo o en castigarse por ser un despojo humano. Me gusta mucho ese rasgo de su personalidad, porque no me van los personajes infalibles y perfectos. Así que los fallos que puede tener (y que tiene, especialmente al interactuar con el deficiente argumento) pasan más desapercibidos.

El siguiente en la lista es Jezal dan Luthar, que va a pasar a la historia como el personaje más odioso que me he cruzado jamás. Matizaré: Jezal está muy bien construido. Posiblemente sea el mejor personaje de la novela, junto con Glokta. Es tan real que parece humano. El problema es que es un gilipollas integral. Y no un gilipollas entrañable, como podía ser Howl a veces, sino un GILIPOLLAS, con todas sus letras y en mayúsculas. Me pasé toda la novela deseando que empezara la guerra y que se fuera a luchar, a ver si alguien lo desmembraba de una maldita vez. La tirria que le he llegado a coger a este muchacho no tiene nombre y, si Glokta me animaba a seguir leyendo, Jezal me daba ganas de tirar el libro por la ventana. No ha ayudado en absoluto que sea justo el tipo de persona que más detesto: engreído, prepotente, narcisista, egoísta, mezquino, cabeza hueca, siempre creyéndose por encima, siempre creyéndose el ombligo del universo. Sólo tenía ganas de verlo morir. Si hubiese dado alguna muestra de crecer o madurar a lo largo de la novela, se me habría hecho más soportable, pero no ha sido el caso. Mantiene su gilipollez hasta el final. Y, bueno, supongo que eso es un punto a su favor, en cierto modo, porque no deja de ser el prototipo de noble presuntuoso que existe en esa sociedad y no sería lógico que fuese de otra manera. Lo malo es que es un arquetipo tan manido que ya me revienta, por muy bien construido que esté. Aunque las cosas no funcionan así en el mundo real, me gusta que la actitud de los personajes intente al menos estar justificada de algún modo, más que el simple "es así porque es así". No hay que olvidar que una novela es un objeto comercial, tienes que venderte al lector, y presentar a uno de tus protagonistas principales como un gilipollas insufrible es una jugada muy arriesgada, a no ser que le des cuerpo y algo de carisma. Personalmente, a mí no me ganó Abercrombie con Jezal. Y me perdió definitivamente en la final del puto certamen de esgrima, cuando Gorst le está dando una paliza (yo ahí deseando que le dieran de una vez a este payaso la cura de humildad que llevaba pidiendo a gritos todo el libro) y de repente interviene Bayaz para hacerlo ganar por obra de magia, literalmente. Lo siento, Joe: me importan un pimiento tus razones para hacer ganar a Jezal, esa decisión que tomaste fue una de las mayores cagadas de tu novela.

La "maravillosa habilidad para el desarrollo de personajes" de este autor revelación acaba ahí. Logen es el tercer protagonista y, a día de hoy, a tres capítulos de terminarme el segundo libro, sigo sin poder decir nada concreto de él como personaje. Es como una hoja que se lleva el viento. Me cae simpático, porque el tío es simpaticón y de alguna forma se hace querer, pero ya está. ¿Profundidad? ¿Complejidad? No, Logen no es más que un instrumento. Es un instrumento de Bayaz dentro de la novela y un instrumento de Abercrombie fuera de ella. Su andadura parte ya de una tremenda incoherencia argumental que yo no sé si la gente no ha notado o qué demonios: se separa de sus amigos durante una lucha contra los Shanka, se cae por un barranco, despierta, vuelve al campamento a por sus cosas y así, sin más, coge y se larga al sur, dando por supuesto que todos están muertos y ya no le queda nada. Después, en el primer capítulo que narra el Sabueso, te enteras de que el grupo tenía acordado reunirse en el punto X, en caso de que se separaran durante una escaramuza. Y, claro, allí se presentan todos, como es natural. ¿HOLA, LOGEN? Si el río lo hubiese arrastrado a tomar por culo y volver atrás se hubiese hecho inviable, entendería que hubiese decidido marcharse al sur, pero el tío volvió al campamento a por sus cosas. ¿A cuento de qué no fue a esperar a sus amigos al punto de reunión, por si acaso? ¿En qué cabeza cabe que no lo hiciera? ¡Ellos son su familia y todo lo que le queda! Por muy cansado que esté de luchar, no me parece lógico que se largara sin estar seguro de que los demás estaban muertos. Pero claro, Abercrombie necesitaba que se fuera al sur, para unirse a Bayaz, así que why not? *rolleyes*

A partir de ahí, todo lo de Logen ha sido una sucesión de momentos wtf y un deus ex machina tan brutal que es para pegarle una patada a la novela y tirarla a la chimenea. No recuerdo que haya habido ni una sola escena de Logen que no sirviera para forzar algo; y el colofón se lo lleva ese capítulo larguísimo y cansino en el que Ferro y él huyen de los practicantes por toda Adua (situación surrealista donde las haya), sólo para tener una excusa para presentar al Sanguinario, su alter ego. Porque lo del asesino brutal y despiadado con doble personalidad es muy novedoso, ¿verdad? (holaquétal, Kenshin). Otra incoherencia: Logen recuerda más de una vez en este libro las cosas horribles que hizo en el pasado cuando el Sanguinario "tenía el control" y en el siguiente libro dice que no recuerda nada de lo que pasa cuando actúa el Sanguinario. Decídanse, señores. Casi prefería un asesino que intenta dejar su pasado siniestro atrás y que a veces se le puede ir un poco la pinza durante el fragor de la batalla, estilo Kenshin/Battousai, a una doble personalidad manifiesta. Pero, vamos, la chispa de Logen termina ahí, porque es el más plano de los tres principales, a pesar de no ser un mal personaje (y a mí me sigue cayendo mucho mejor que el imbécil de Jezal).

Haré una parada en Bayaz, porque se merece una mención especial, aunque no vemos bien su cara hasta el segundo libro. Bien, él sí que es novedoso y lo aplaudo. Gracias a Dios, se sale bastante del molde Gandalf, no sólo en aspecto, sino también en personalidad. También es un cretino que compite con Jezal en gilipollez, más egocéntrico de lo que cabría esperar, petulante y, encima, con un complejo de dios que no se lo aguanta. Todas ellas características que no suelen asociarse a ese arquetipo de personaje, aunque tampoco puedo opinar con autoridad, porque no soy muy ducha en magos épicos. En La voz de las espadas, no empiezas a ver realmente de qué pie cojea Bayaz hasta casi el final y su carácter medio mezquino es un buen soplo de aire fresco. A veces, parece más un villano que otra cosa, y casi espero que lo sea, porque eso sí que sería un giro argumental digno de alabanza. Mejor escena de la novela: cuando Ferro le rompe la nariz de un puñetazo (ojala hubiese pegado también a Jezal). A esas alturas, yo también empezaba a tener ganas de hacerlo. Pero el gran problema de Bayaz es que él es la historia. Él es quien lo mueve todo, es la encarnación pura de ese odioso deus ex machina y, a excepción de Glokta, todos los demás son sus peones. Logen, Ferro, Jezal... no sirven para absolutamente nada más que para la misión que les da Bayaz, y todo termina reduciéndose a un: Ah, vale, no tengo nada mejor que hacer con mi vida, ok, me voy contigo sin preguntarte siquiera qué coño estamos haciendo. Ninguno de ellos se ha ganado su puesto en la historia, ninguno tiene motivaciones concretas, a ninguno le interesa esa misión. Entonces, ¿qué sentido tiene? Hasta las insulsas investigaciones de Glokta son más interesantes que el estúpido viaje a los Confines del Mundo, una burda excusa para tener a todo el grupo dando tumbos como idiotas durante otras 700 páginas en el segundo libro.

Sobre el resto de secundarios... bleh, son correctos. Le tengo especial cariño a Frost y Severard, la verdad; con Glokta, forman un grupito muy pintoresco. También me encariñé con Quai, aunque desapareció por completo literalmente al llegar a Adua. Los chicos del norte son entrañables, West también... el Archilector Sult y todo el sistema político en general dan vergüenza ajena...

He dejado a las chicas para el final, porque son un punto y a parte. Cuando cojo un libro escrito por un tío, y más si es fantasía épica, ya suelo ir con muy pocas expectativas con respecto a los personajes femeninos. Pero esta vez me he pasado toda la novela intentando comprender qué rayos pretendía Abercrombie al crear a estas mujeres. Puedo intuir que, probablemente, pensó que estos arquetipos complacerían a sus lectoras femeninas, y no dudo que muchas de ellas habrán estado conformes o incluso los habrán disfrutado con sinceridad. Para mí, personalmente, son un insulto. Casi nunca me pongo reivindicativa con estas cosas, porque soy muy poco beligerante si la historia me gusta en general. Pero lo que no ha conseguido nadie, NADIE hasta ahora, que es sacarme la vena de feminista militante, lo ha conseguido este tipo con Ardee West, Ferro Maljinn y, sobre todo, la galería de cagadas con que ha adornado el segundo tomo de la trilogía, y contra las que ya despotricaré en su momento.

Por ahora, me ciño a La voz de las espadas: Ardee West. Durante casi todo el libro, es la única chica que participa en la historia, y sólo como secundaria. Bueno, desde el principio queda claro que es una mujer fuerte, con carácter, con chispa y bastante inteligente. Hasta ahí bien. Guapísima, claro. Meh. Seductora, con un ligero ramalazo de putón. Meeeh. Esa escena de Ven, Jezal, que te limpio el vino, restregándose y plantándole las tetas en la cara no la voy a perdonar JAMÁS. Pero bueno, intenté mantener la mente abierta: vale, es una mujer fuerte, que usa su sexualidad como "arma". No es un prototipo que me encante, porque odio que introduzcan a las mujeres ya desde el segundo uno bajo una perspectiva sexual; yo preferiría que su sexualidad fuera IRRELEVANTE a la hora de describirlas y que su valor residiera en otro tipo de atributos, que por algo son seres humanos y no vaginas con piernas, pero en fin. Al menos tenía carácter y no era un pelele. Fue amable con Glokta, demostrando bastante nobleza de espíritu, le tomaba el pelo a Jezal todo el tiempo sin que él lo notara e incluso lo puso en su sitio como al memo que es, en una de las escenas más memorables de la novela. Todo eso hizo que ganara puntos. Y, sin embargo, de repente me puse a pensar por qué coño se comportaba así y no encontré ninguna explicación decente. Es una chica de provincias, sin estatus, de clase social baja, que se muda a la capital, donde su hermano lleva años trabajando duramente para labrarse una reputación... ¿y lo mejor que se le ocurre es ponerse a dar la nota nada más llegar? En un sitio donde nadie la conoce, aunque la vigilen con lupa, y puede permitirse empezar de cero, ¿se busca ella misma la reputación de zorrona devora-hombres, flirteando a diestro y siniestros delante de todo el mundo? Porque todo el mundo conoce a Ardee West, y con "todo el mundo" me refiero a todos los hombres del Agriont, que parecían tener mucho que decir sobre ella, como queda patente en más de un capítulo. ¿Eso es fortaleza o es estupidez? Porque a mí me parece más de lo segundo. Luego le daba la vena por quejarse de que nadie le hacía caso o que todos la odiaban y empezó a volverse medio errática y Jezal ya se obsesionó con ella y al final parecía que lo único para lo que servía Ardee era para tenerlo empalmado todo el día, literalmente.

Dejando a un lado el hecho de que no comprendo por qué demonios las mujeres fuertes e inteligentes tienen que ser también automáticamente unas zorras (igual que las puras y candorosas tienden a ser ingenuas y estúpidas), la actitud de Ardee no tiene ningún sentido. ¿Es que tiene tendencias autodestructivas? ¿Lo hace sólo para castigar a su hermano? ¿O es un putón que no sabe mantener las piernas cerradas, a secas? El personaje tenía mucho potencial, pero Abercrombie la manejó como el culo reduciéndola al mero interés romántico de Jezal, sin darle margen de acción o espacio propio. Debo confesar que, durante la espeluznante pelea que mantiene con su hermano al final de la novela, yo estaba internamente de acuerdo con todo lo que Collem le estaba echando en cara: se estaba comportando como una puta irresponsable, estúpida y egoísta, jodiéndose su propia vida y también la de su hermano sin venir a cuento... Hasta que, de repente, a él se le va la pinza y casi la mata de una paliza.

What.the.fuck.

1) Punto "positivo" para el desarrollo de Collem West, porque siempre fue el buenazo, noble y responsable de la novela, y eso de tener un punto psicótico de maltratador muy enterrado dentro le dio dimensión al personaje. Una dimensión horrible, pero dimensión a fin de cuentas, aunque fue todo demasiado abrupto.

2) Solución patética para el tema de Ardee, que pasa de golpe de ser una puta a ser un profundo Oh, yo soy fuerte y estoy por encima de toda esta mierda, y tú eres un monstruo cabrón igual que nuestro difunto padre. ¿Ya está? ¿La convertimos en víctima y arreglado el asunto? ¿Eso justifica su actitud a lo largo de toda la novela y le da más personalidad? Ni siquiera se da a entender que los maltratos a los que la sometía su padre sean la razón de que se haya convertido en una casquivana, ni justifican que se haya puesto en boca de todo el mundo a propósito al llegar a Adua ni que se lo esté montando con Jezal, con el que a todas luces no va a tener nada más que una aventura. ¿Qué es eso, un Mirad, nobles, cómo me follo a uno de los vuestros siendo sólo una plebeya? ¿Qué tipo de filosofía es ésa? Y, con todo lo que tenía para echar en cara a su hermano, ¿tiene que esperar a que él le dé una paliza para decírselo? ¿No habría sido más fácil pillarlo por banda hace meses y dejar las cosas claras? ¡Bah!

A pesar de todo, Ardee es mi favorita de las chicas. De lejos. Así que haceos una idea de cómo son las demás. Y eso nos lleva a Ferro, la única "protagonista" (o, más bien, "narradora") de La voz de las espadas. Me encantaría poder decir algo de Ferro, pero no hay nada que decir, porque es INÚTIL. I-N-Ú-T-I-L. Sólo existe porque Bayaz lo requiere. Una asesina loca que sólo piensa en matar, matar, MATAAAR. VENDETTA, FARFALLA, VENDETTA.

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Es tan ridícula que no tengo nada más que decir. Plana como una pared. Hueca. Se puede entender hasta cierto punto que termine cediendo a acompañar a Yulwei hasta Adua, pero, de la forma en que está planteada, no tiene sentido que se vaya con Bayaz. Y, si quieres que se vaya con Bayaz, no la hagas tan cuadriculada y exagerada, Abercrombie. Dale cierto margen de humanidad, que en La voz de las espadas es poco más que un animal inaguantable. Eso sí, la mejor asesina del mundo mundial, porque sus mujeres son deficientes técnicamente hablando, pero las mejores en su trabajo. El trabajo de Ardee es morrear, en el que también es la mejor del mundo, por cierto.

Sin embargo, a través de Ferro me he dado cuenta de una cosa que en los demás pasa más desapercibida y que desmonta por completo los personajes de esta novela. Y es que, a pesar de lo bien construidos que parecen, en realidad no realizan ningún proceso psicológico/mental, más allá de recordar cosas del pasado y describir acciones y sentimientos inmediatos. Lo noto porque, en los últimos años, me he acostumbrado a un estilo narrativo introspectivo, en el que los personajes evolucionan desde dentro. Las personas estamos (o se supone que estamos) pensando constantemente y haciendo conexiones mentales entre lo que nos rodea, lo que hemos vivido y lo que nos va a tocar vivir, proyectándonos siempre hacia delante y hacia atrás. Para mí, un personaje bien construido es aquel que piensa como una persona real. Aquí, si le quitas a Glokta sus coletillas sarcásticas y a Jezal su petulancia, se quedan en nada. No es un problema de Abercrombie, en realidad; la gran mayoría de los autores tienen personajes así, y eso no desmerece el carisma que él consiguió darle a los suyos, que es mucho. Pero no es necesario rasgarse las vestiduras y decir que estos personajes son los mejores del mundo, porque no es para tanto. Podría haber estado mucho mejor. Y ya he comprobado que, por desgracia, en Antes de que los cuelguen, empiezan a perder bastante fuelle.

Pasando a cuestiones de temática, otra cosa que no me ha gustado nada ha sido el sistema de magia, totalmente convencional y que sólo conseguía volver a Bayaz absurdamente overpower. Después de las leyes lógicas de la alomancia en Nacidos de la Bruma, esta magia a la vieja usanza me repele (sí, strike dos a favor de Sanderson). Aunque Abercrombie lo describía de una forma bastante chula con ese efecto de hacer reverberar el aire, eso sí. Y, por suerte, es un asunto que intenta arreglar un poco en Antes de que los cuelguen. Pocos aspectos más se pueden comentar, porque repito que en esta primera novela apenas sucede nada. Las cuestiones políticas son extremadamente naive, por decirlo de alguna manera. La lucha de clases... bueno, queda muy claro el desprecio de los nobles hacia los de casta más humilde, desde luego; pero, como todos los nobles parecen retrasados, no he conseguido tomarme nada en serio. No había necesidad de convertir a la clase alta en un atajo de esperpentos, ha quedado demasiado infantil, y me remito de nuevo a Nacidos de la Bruma: en El imperio final, la trama entera giraba en torno a la rebelión campesina y ambos bandos del conflicto estaban perfilados con rigor y profesionalidad. Es lo que diferencia una historia escrita por un crío de una historia escrita por un adulto, y conste que Sanderson es un año más joven que Abercrombie. Cualquiera puede sentarse a escribir una novela, pero eso no te convierte en un buen escritor.

Por último, para dejar ya de dar la paliza, dos apuntes más, uno positivo y otro negativo. A favor de la novela, diré que me ha gustado mucho cómo ha manejado Abercrombie el narrador equisciente, porque tanto Glokta como Jezal, Logen y Ferro tienen un estilo particular que se ciñe a sus personalidades y, aunque no narran nunca en primera persona (gracias a Dios), sientes que están hablando ellos. Es un POV muy interesante, que facilita la inmersión. Por supuesto, el más entretenido es el de Glokta, siempre puntilloso, con sus eternas observaciones en cursiva, pero los demás tampoco están mal. Y, en contra, debo decir que no sé si el traductor era un poco incompetente o Abercrombie escribe realmente así, pero no apruebo el excesivo coloquialismo del que pecaba a veces. Me gusta el estilo informal al narrar, que se hace mucho más ameno, pero no el coloquial. Si hay expresiones sencillas para describir algo, no es necesario degradar el lenguaje todavía más. El ejemplo que pongo siempre al hablar de este libro es la locución "meter ruido". Me he hartado de verla mientras leía. "Hacer ruido" no me parece lo suficientemente relamida como para haber sido sustituida por completo por esa otra aberración. Venga ya, seamos serios. ¿Es que está escribiendo un chaval de 15 años o qué? También me hubiese gustado contar la cantidad de veces que aparece la palabra "verga" a lo largo del libro. Por supuesto, es más neutra que "pene" o "polla", pero tampoco es que me interese especialmente el estado de las "vergas" de los personajes, para qué nos vamos a engañar...

No puedo con la fantasía épica. No puedo, es un hecho. Ni siquiera hace falta que haya elfos y enanos pululando por ahí, ese aire medievaloide me pone de los nervios, a no ser que me ofrezcan algo muy innovador. Y no ha sido el caso. La voz de las espadas es una novela totalmente convencional, tirando a mediocre, que sólo se salva por sus personajes, y por los pelos. Incluso me ha hecho reflexionar sobre el género en sí y por qué los autores se molestan en crear mundos nuevos, con su propia historia y su propia mitología, para luego reproducir sistemas sociales del medievo. Me gusta la lucha de clases, creo que es algo atemporal y, de hecho, es el nudo argumental de mi propia novela; pero, si has creado un mundo nuevo, ¿por qué no crear también una sociedad diferente? ¿Por qué no crear una sociedad en la que las dinámicas entre hombres y mujeres sean distintas, en la que las mujeres tengan un papel relevante e igualitario? ¿Por qué nadie se atreve a meter a las mujeres en el ejército o al frente de un gobierno o liderando algo? ¿Siempre tienen que ser el sexo débil y subyugado? ¿Lo más importante a lo que puede aspirar una mujer en este tipo de novelas es a ser sexualmente independiente y decidir con quién folla? Me parece patético. Me pone enferma.

Nunca había pensado tan detenidamente en estas cosas, pero, ahora que lo he visto, lo tendré muy en cuenta a la hora de escribir mis propias novelas. Veremos si es tan difícil crear una sociedad "imaginaria" en la que nadie sea menos que otro por cuestión de sexo.

1.5. fantasía, 1.3. contemporáneos, 1. para ratones de biblioteca

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