Yo no debería estar aquí ahora. Sólo estoy huyendo de la tarea de inglés, que ya me tiene frita. Lo admito. Pero acabo de terminarme Rapture, la novela basada en Bioshock. Y quería venir a hacer una crítica rápida, ahora que las lágrimas están frescas todavía, porque sé que este sentimiento no estará ya ahí si me siento a comentar el libro dentro de dos meses.
No ha sido una novela espectacular, ni mucho menos. Durante casi toda la primera parte, yo leía pensando constantemente en lo estúpido que había sido el capricho de gastarme 20 pavos en esta cosa. Pero estoy enamoradísima del universo de Bioshock, de Rapture, de la concepción misma que puso en marcha esa ciudad y de las motivaciones de sus protagonistas. Ya estaba enamorada de la historia que proyectó Ken Levine en el videojuego de 2K, que en mi humilde opinión es uno de los mejores que he visto en mi vida, por el tremendo peso de su trama y la profundidad que hay detrás de cada detalle. Algo que no siempre se ve en un shooter, muchos menos a un nivel como éste. Así que, a pesar de los contras que haya podido encontrarme a lo largo del desarrollo de la novela, finalmente debo decir que John Shirley hizo un gran trabajo. Y he llorado como una condenada al final, incluso teniendo en cuenta que estaba increíblemente spoileada.
No me extenderé demasiado, porque tampoco es una novela para el público general. Sólo merece la pena si ya conoces el juego. Y, en ese aspecto, creo que he estado en una posición privilegiada, porque yo no había jugado a Bioshock, sino que vi jugar a mi hermano, con importantes lagunas entre una sesión y otra. Eso hizo que supiera lo suficiente de la trama como para poder estar "Oh, esto es esto!!" mientras leía el libro, pero al mismo tiempo lo bastante desinformada como para poder sorprenderme con las cosas pequeñas, ponerme nerviosa, intrigarme y emocionarme. Rapture no tiene sentido si no has jugado a Bioshock, pero jugar a Bioshock adquiere una dimensión mucho mayor después de haber leído Rapture. Después de todo, me alegro de poder afirmar que no ha sido un dinero tirado a la basura en absoluto.
Ahora... ¿todavía no conocéis Rapture? Dejad que os la presente.
A finales de los años 40, el magnate estadounidense Adrew Ryan, obsesionado por la amenaza de una guerra atómica y frustrado por las trabas que el capitalismo, el comunismo y la religión imponían sobre la creatividad humana y el liberalismo, decidió poner en marcha el proyecto de su vida: Rapture, una ciudad submarina bajo las aguas del Atlántico Norte, donde refugiarse de cualquier gobierno abusivo y poder crear una sociedad de libre mercado en la que cualquier hombre pudiera prosperar en función a su esfuerzo, trabajo e inventiva, sin impuestos, código moral o cualquier otro lastre que lo frenara.
Así empieza Rapture, con la utopía de un hombre. Un interesante escenario, no demasiado innovador, en el que ambientar un shooter de ciencia-ficción. Porque claro... esa utopía estaba condenada a convertirse en distopía, obviamente. ¿Qué se puede esperar de una ciudad completamente aislada bajo el mar, de la que está absolutamente prohibido salir, y donde no existen leyes ni código moral alguno, permitiendo que campe la ley del más fuerte? Estaba cantado que Rapture caería. Y ése es el escenario que te encuentras cuando empiezas a jugar Bioshock.
Sin embargo, el recorrido de la novela empieza mucho antes, desde el momento justo en el que Ryan decide dar luz verde al proyecto. A lo largo de la primera parte, al mismo tiempo que se van sentando los cimientos de Rapture bajo el mar, vamos conociendo a los personajes que luego darán color a tu recorrido a través de la ciudad destrozada dentro del videojuego, personas anónimas que te hablan a través de "audiodiarios", grabaciones esparcidas por todo el escenario, explicándote qué ha sucedido allí abajo y desentrañando el hilo de la trama. Ahí conocemos a Bill McDonagh, al jefe Sullivan, a Frank Fontaine. Vemos cómo los caminos de todos ellos se entrecruzan gracias a Ryan, de una u otra forma, y cómo todos confluyen en Rapture. En la segunda parte, la época dorada de la ciudad ya en funcionamiento, vemos cómo todos ellos se van haciendo un hueco allí, ocupando su lugar para que la rueda gire. Entran en escena Sofía Lamb, Brigid Tenenbaum, Yi Suchong. Rapture comienza a tener fugas, físicas y psicológicas. Y en la tercera parte, cuando todo revienta y el sueño se convierte en pesadilla, te das cuenta de que el ritmo, el tono, la oscuridad, la violencia, todo ha ido en crescendo a lo largo de la novela de forma tan imperceptible que de repente te encuentras leyendo un libro que apenas se parece a cómo era al principio. Igual que la gente que celebraba felizmente la inauguración de Rapture en 1948 no tiene nada que ver con los que vivieron la Nochevieja de 1958 diez años después, noche del estallido oficial de la Guerra Civil.
Le reconozco a John Shirley un gran trabajo con los personajes. Es cierto que alguno se queda a mitad de camino, como leí por ahí en alguna crítica. Sofía Lamb, que goza de gran protagonismo en una determinada parte de la novela, pasa con demasiada brusquedad a un segundísimo plano a partir de cierto momento, dejando su línea argumental muy en el aire (aunque su línea argumental es la de Bioshock 2, todo sea dicho) Pasa algo parecido con Sander Cohen y el doctor Steinman. Su descenso a la locura es brutal, así como las escenas que protagonizan. Pero es que Rapture entera se sumerge en la locura a una velocidad vertiginosa, y estos dos tipos (geniales en su monstruosidad) son un vivo ejemplo de por qué tuvieron que refugiarse en Rapture grandes personalidades que no lograban moverse con comodidad en el mundo de la superficie, bajo la luz del sol. Desatadas sus correas, el animal que llevaban dentro se salió de control. Resumen de lo que ocurrió a la ciudad en general. Así que, aunque sus intervenciones sean escasas, son suficientemente ilustrativas. Otra tratada un poco injustamente, quizá, fue Diane McClintock. Pobre, pobre Diane. Como leí una vez en su perfil de la Wiki, ella representa de algún modo el sentimiento colectivo que se apoderó de la población de Rapture cuando las cosas comenzaron a hundirse, pero cumple un poco mejor su función en el juego que en la novela. Sin embargo, la ventaja que ofrece el libro es ver cómo se entrelazan todos los personajes que nosotros conocemos por separado mientras jugamos. Rapture es un espacio pequeño, realmente casi todos se conocían. Y son esas conexiones y relaciones personales las que me hacían saltar mientras leía. Diane es un ejemplo de ello, porque en la novela tenemos la oportunidad de verla a ella cuando narra, y de verla a través de los ojos de Ryan, un cambio de perspectiva realmente interesante con el que Shirley jugó bastante bien, en mi opinión.
Por otro lado, creo la obra de arte de la novela es Andrew Ryan. Ya tenemos oportunidad de conocerlo a fondo en el juego, porque él impregna todo Rapture, y su personalidad es enorme y fortísima. Tiene un carácter y una filosofía tan característicos que cualquier cosa que el autor hubiese intentado hacer con él habría sonado redundante. Suena redundante, de hecho, durante algunos tramos. Pero en la tercera parte, cuando su ciudad empieza a verse amenazada, vemos cómo el Andrew Ryan que conocimos al empezar Rapture va cambiando, más y más. Se va retorciendo y oscureciendo, y su filosofía se retuerce con él. Se radicaliza, se vuelve paranoico, comienza a hacer cosas tan contradictorias, y a convertirse en lo que siempre ha criticado, pero con una naturalidad tan apabullante que casi no eres consciente del cambio si no te paras a pensar. Él sigue hasta el final igual de seguro, igual de firme, mientras todo se desmorona, incluyéndolo a él mismo. Me ha gustado muchísimo. Ha sido como un auténtico "behind the scenes" a la figura omnipotente del creador de Rapture que conocemos en Bioshock. La única evolución que se compara a la de Ryan es la de la doctora Tenenbaum, otro de los mejores personajes de la historia en general. Ella también se va quebrando poco a poco, hasta convertirse en alguien totalmente diferente a cómo era al llegar, y manejar ese cambio no era precisamente fácil, porque Tenenbaum tiene un papel horrible en los acontecimientos. Pero me gustó la forma en que se desarrolló su personaje al final, así que me doy por satisfecha (sobre Fontaine no pienso decir ni una palabra, creo que su única razón de existir es ser odiado a muerte 8D Y lo odio, aunque no por eso es peor personaje, sino más bien todo lo contrario)
Sin embargo, mi favorito ha sido y será siempre Bill McDonagh. El bueno de Bill, uno de los pocos realmente íntegros y realmente inocente dentro de esa pesadilla. Bill ha sido quién me ha hecho llorar y quién me ha mantenido con el corazón en un puño. Ha sido una de las mejores compañías a lo largo de la novela y el perfecto narrador para observar Rapture desde los ojos de la cordura. Mientras todo el mundo parece estar enloqueciendo en torno a él, es el único que se mantiene en sus cabales. Lo cual es bastante cruel, teniendo en cuenta que eso le da una perspectiva mucho más limpia de cómo su amada ciudad (porque él amaba Rapture, después de todo) se iba por el sumidero. Otro que me dio muchísima pena fue el jefe Sullivan. Eso sí que es un pobre hombre, y lo demás son tonterías. Pero es el tipo de personajes que me encantan, fiel a su trabajo aunque lo odie, obligado a hacer cosas que van haciendo mella en él hasta que se rompe por completo.
En realidad, casi todos los personajes de Rapture están medio rotos de una forma u otra. Eso los hace aún más interesantes.
Ahora, en cuanto a la novela en sí... No me iré sin hacer una mención especial a la escena que protagonizan los Lutz, en algún punto de la segunda parte. Fue una escena pequeña, desde el POV de un narrador random como era Samuel Lutz en aquel momento. Pero fue tierna y trágica, y se me quedó grabada por eso, porque Shirley no me ha provocado emociones muy fuertes a lo largo de la novela. No tiene un estilo narrativo que me llegue especialmente. Pero esa escena... con el pobre matrimonio Lutz apiñado en su habitación de Artemis Suites, hacinados con otras tantas familias... La desolación, el agobio y la claustrofobia propias de Rapture se respiraban allí. Y Sam y Mariska hablando sobre cómo sería estar en Colorado... Bueno, ya sabéis que tengo debilidad por los secundarios secundarísimos, y más todavía si es un matrimonio como éste. Pero esa escena tiene valor por algo más, que resultó un recurso que me enamoró totalmente. La primera alusión en la novela a las Little Sisters. De una forma peculiar que no me esperaba y me pareció fantástica. ¡Punto para Shirley por eso! XD (no resultó tan acertada la primera mención a los Big Daddies, sin embargo, ese comentario por parte de Jasmine Jolene fue medio wtf...)
Ese sentimiento de fatalidad que mencioné la última vez se ha mantenido hasta la última hoja. Los grandes ideales que fundaron Rapture van mutando como sus propios habitantes con el paso de los años, y la utopía se desmorona después de tanto trabajo por mantenerla en pie. Los problemas imprevistos que van surgiendo, las cosas que se salen de control, las esperanzas rotas y las promesas incumplidas se van comiendo la ciudad desde dentro poco a poco, y comprendes que, para ser un hombre de gran visión, Ryan apenas planificó realmente su proyecto. Tenía la idea, tenía la voluntad, pero no fue previsor. No contó con los peores recovecos de la naturaleza humana, ni se le pasó por la cabeza que, al igual que un hombre había podido construir aquello, un solo hombre bastaba también para destruirlo. Todo terminó de la peor manera posible. Y me ha encantado ser testigo de todo el proceso, porque siempre han existido utopías que la realidad se ha comido con patatas, y Rapture es un fantástico homenaje a todas ellas.
Ha sido horrible que algunos temores se confirmaran finalmente, y un alivio que otros no. Elaine McDonagh me sorprendió gratamente al final, aunque ella siempre me gustó. Punto también para Karlosky y para Redgrave. Suchong, por desgracia, también es fantástico en su línea psicópata. Ellos le han dado vida a Rapture, y han hecho que un libro normalito se convirtiera en una lectura estupenda. Después de todo, lo disfruté muchísimo. Gracias a Shirley, pero muchas más gracias a Levine por crear el juego. Y cada vez estoy más convencida de que, cuando juegue a Bioshock 2, voy a tener que releerme el libro, porque sospecho que hay detalles que no he disfrutado lo suficiente por culpa de mi visión fragmentada, lol.
Desde hace unos días, estoy jugando a Bioshock, porque el mono que me ha dado la novela ha sido irresistible. Sí, señores. Yo, que lo más violento que he jugado en mi vida ha sido el Tomb Raider y normalmente me dedico a matar bichitos en el Diablo 2 o intentar batir mi record en el Robot Unicorn Attack, jugando a un shooter en primera persona. Un shooter bastante sangriento y que da canguelín. Pero le he cogido el gusto y resulta que se me da mejor de lo que esperaba, porque es increíblemente cómodo de jugar en PC (de hecho, creo que fue diseñado en un primer momento como juego de ordenador, no de consola) Tantos años como espectadora viendo jugar a mi hermano por fin dan sus frutos, juas. Tendría gracia que me enganchara a estas cosas a estas alturas de mi vida... Pero Bioshock lo merece, en serio. Y, si sois "playeros", os lo recomiendo con todo mi corazón.
Pone los pelos como escarpias. En todos los sentidos posibles.