Juzgar y sojuzgar

Mar 05, 2010 12:35

¿Serías amigo de alguien que ha cometido un delito?

Me hizo gracia la pregunta soltada el otro día en SALVAME con el fin de conseguir que la cuñada de Rocío Jurado no fuera amiga de Isabel Pantoja (veo ese programa basura de tanto en tanto, del mismo modo que nos zampamos comida basura o bebemos alcohol. No es algo de lo que esté orgullosa, pero reconozcámoslo, nadie es perfecto y para más inri, la perfección aburre).

La cuestión es que Rosa contestó lo mismo que pienso yo. Que la amistad está por encima de todo. Que uno no deja de ser tu amigo por el hecho de haber blanqueado dinero. Que es lo que sostenía también, programas antes, otra amiga de la Pantoja.

Es lógico que la pregunta, fuera de contesto, o lanzada a la gente con odio visceral hacia la Pantoja, reciba un sonoro NO como respuesta. Cualquier cosa fuera de contexto pierde el sentido.

Esa pregunta es muy amplia.

Primero convendría especificar delito. Para mí no es lo mismo robar que matar. Ni blanquear dinero es lo mismo que ser un pedófilo. Obviamente, yo no podría ser amiga de un pedófilo, de un violador o de un asesino. Y aquí puedo poner un ejemplo clarito ya que el marido de mi tía, al que yo quería un montón puesto que, aunque no ser tío carnal mío le conozco desde mis cinco años, trato de matar a su mujer y a su hijo y automáticamente todo ese querer, se desvaneció. Suele pasar cuando ves al monstruo tras la máscara y sentir la persona a la que creías conocer, en realidad no existía.

De hecho, espero con ansia que se empiece ya el maldito juicio y le metan entre rejas de una vez por todas, pero eso es otra historia.

Y segundo, y dando por hecho que sea un delito como robo o blanqueo de dinero… ¿cuánto tienes conocimiento de que alguien comete un delito?. Quiero decir, una cosa es que lo sepas antes de que lo cometa, con lo cual ya no te acercas a esa persona, o que haya cometido esos delitos antes de que empezara la amistad y te pille todo a toro pasado sin que uno sepa nada.

¿Debería romperse la amistad en ese caso?

Yo creo que no. A fin de cuentas, son delitos sin consecuencias. Quiero decir, no se ha matado, ni violado, ni hecho daño a nadie. Ojo… que no quiero decir con esto que deba pasarse página y a otra cosa. Ni mucho menos. Los jueces están para juzgar y ya ellos dictarán sentencia, pero a mi no me sale hacer tal cosa.

De hecho, no puede salirme darles la espalda cuando se han portado bien conmigo desde el poco tiempo que hace que les conozco. Mis hijas han jugado con sus hijas, hemos tomado café juntos y hasta hemos compartido alguna comida. Nos hemos ido puntualmente de compras y si alguna vez he necesitado algo, no han dudado en dármelo. Recuerdo, por poner un detalle, como se me estropeó la cafetera antes de fiestas y me dejaron la suya para que no tuviera que irme corriendo a comprar otra. O como se ofrecieron, ahora que mi marido está trabajando en Alemania, a echarme una mano en lo que fuera. Incluso tenía yo pensado pintar la casa y dijeron que me ayudarían.

¿Quién soy yo para negarle mi amistad a esta gente sólo porque hayan cometido un error?

¿Qué cual es el error? Pues robaban en el centro comercial donde trabaja el marido. Ahora un objeto, mañana otro y pasado el otro. Y supuestamente después los vendían en tiendas de segunda mano o a amistades. Quiero reseñar aquí que cuando se me rompió la cafetera no me ofrecieron una más barata ni nada de eso. Me dejaron la suya hasta que pudiera comprarme otra.

La pregunta sigue siendo la misma, pero un poquito ampliada. ¿Quién soy yo para juzgarles? Si yo soy yo y mis circunstancias… Que quiere decir que hay que tener en cuenta todo antes de que uno suelte la soflama de “YO NUNCA HARIA ALGO ASÍ”, ¿cómo puede la sociedad juzgarles y darles la espalda?

Bastante jodidos están ya. Sin trabajo, con una hipoteca por pagar y un juicio pendiente del que ya saben que saldrán culpables. Se ven obligados a vender su casa y largarse de la isla. Hay vecinos que directamente les giran la cara. Yo no.

Decidí, al poco de enterarme, quedarme con lo bueno.

Decidí juzgar por como se portaban conmigo y no por como se comportaban en su lugar de trabajo.

Decidí apoyarles en los malos momentos que estaban pasando. Horribles, dijeron, las 72 horas en el calabozo. Horrible la sensación de que todo se ha acabado. Horrible el tener que soportar las miradas de algunos que, igual, después se vanaglorian de ser colegas de algunos de estos políticos tan “honestos” de estas islas.

Me agradecieron infinito no ser como los demás.

Me reí. Soy muy irónica, y las que me conocéis bien, lo sabéis. Les dije que no les justificaba, que lo que habían hecho me parecía mal, pero que he comparado lo que yo cobraba al año con lo que cobraba un juez al año y que decidí que, debido a la enorme diferencia salarial, cada cual hiciera su trabajo.

Igual soy tonta. Me da igual. Y no me importa lo que el resto pueda pensar de mí por no haber seguido cual borrega a la manada y negarles el pan y la sal.

He actuado con coherencia con lo que pensaba. He juzgado sus hechos para conmigo y con los míos, que son los únicos que me compete valorar. Y después de eso, he decido que sí. Que se puede ser amiga de alguien que ha robado en un centro comercial.

Mejor un ladrón que un hipócrita que sojuzga a los demás teniendo, quizás, más que ocultar que qué mostrar.
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