Por un efímero momento el mundo parece detenerse y desaparecer, reduciéndose a ellos dos, a él observando a Chris con los ojos cerrados muy cerca de su rostro, notando la expresión de dolor y alivio que se adivina en cada uno de sus rasgos perfectamente esculpidos. Siendo presa del sonido hipnótico de su respiración profunda y pesada, que contrasta con la suya que está completamente acelerada y fuera de cualquier control porque esto que acaba de suceder, lo que acaba de oír, no puede ser real.
Pero una parte de su cerebro le dice, le grita que sí, que todo es real, y Tom solo empieza a creerlo cuando todo a su alrededor se deforma en manchones cuando siente el agarre de Chris sobre su muñeca, arrastrándolo lejos de ahí y de todos.
Solo en ese momento Thomas parece volver a su cuerpo, notando por vez primera como el mundo vuelve a moverse en torno a ellos.
- ¿A dónde vamos? - pregunta con la voz ahogada, aun incrédula de todo lo que acaba de suceder.
- A un lugar donde podamos hablar de una maldita vez. - responde Chris, sin girarse a mirarlo. El rubio está más ocupado en quitar a la gente que le estorba en su camino a la salida.
Pero cuando están a unos escasos metros de ésta, Chris se detiene, cambiando ligeramente su rumbo hacia la derecha, jalando a Tom sin que este oponga la mas mínima resistencia, pero que se tensa en el justo momento en el que divisa a Josh frente a ellos. Su ira formándose en la boca de su estomago al darse cuenta que Chris va a su encuentro, de manera casi automática empieza a tratar de liberarse, pero se detiene en cuanto la voz de Christopher explota acallando a todos a su alrededor.
- No quiero que vuelvas a acercarte a mí, ¿Entiendes? ¡Nunca! - vocifera, ante la mirada sorprendida y asustada del otro piloto que no sabe si correr o quedarse estático.
La orden es clara, y la intención lo es aún más, al menos para Tom lo es, aunque su cerebro aún no termine de procesar del todo lo que acontece delante de sus ojos, el beso, la confesión y la ruptura absoluta entre ese otro hombre y Chris. Su enojo se apaga tan rápido como llegó, dejándolo un poco mas atontado si es posible; y para estas alturas se mueve acorde a la voluntad de Chris sin oponer la mas mínima resistencia e importándole muy poco a donde quiera llevarle.
Podrían ir al mismísimo infierno y él le seguiría gustoso.
Cuando abandonan el salón todas las miradas les siguen, e incluso se quedan observando las lujosas puertas durante unos segundos debido al impacto que aquella irreal escena les ha dejado a todos.
- ¿Creí que lo golpearía? - dice de pronto Tony, rompiendo el silencio que abrumó la sala durante un largo momento después de la partida de los pilotos. - Una lástima realmente, hubiese sido un gran espectáculo.
- ¿Lo dices por Dallas, o por Tom? - devuelve la pregunta Natasha, centrando nuevamente su atención en Stark, quien mira indolente a todo el mundo.
- Por ambos. - contesta al fin. - Aunque supongo que hubiese sido más interesante el ver como ese gigante se queda pasmado por un golpe de Hiddleston. - sonríe Stark al imaginarse la escena. - David y Goliat.
- No tienes remedio. - añade Natasha, rodando sus ojos verdes al tiempo que se levanta para marcharse. - Avísame cuando esté listo el contrato, realmente voy a perder millones si esos dos no ganan, y prometiste reembolsarme.
- Lo hará, Nath, no te preocupes. - quien responde es Steve, ganándose una mirada de descontento de Stark, quien a regañadientes accedió a la petición de su pareja. - De eso me encargo yo.
Natasha sonrió al ex militar y se marchó, dejando a la pareja conversar de asuntos que a ella realmente, por el momento, ya no le atañían.
- ¿Por qué quieres ayudarlos? - la pregunta de Tony no toma a Steve desprevenido, la esperaba desde casi el comienzo de todo aquello, y más aún después de su llamada a Natasha la noche anterior.
- Porque me recuerdan a nosotros. - fue toda su respuesta.
Y contra ella Tony realmente no pudo rebatir, puesto que era cierto. La relación tan antagónica de esos pilotos era sumamente parecida a la suya con Steve en su momento, solo que esta última no iba tan cargada de malentendidos y disputas como la de Tom y Chris.
- Por andar de Cupido me dejaras en la ruina. - se quejó después de un momento.
- No lo creo, y ya te habías tardado, Tony.
- ¿Tardarme en qué? - preguntó a su vez con una ceja alzada.
- En quejarte, cariño.
El trayecto en el elevador, lejos de parecer fuera de lugar, le pareció correcto; el estar abrazado a Chris, con su rostro hundido en su cuello, inhalando su aroma, al tiempo que este descansaba su cabeza en su hombro con sus brazos aferrándole con fuerza le resultó algo salido de una realidad que por mucho tiempo se había negado a siquiera imaginar. Pero ahí estaban, aferrados el uno al otro después de disputas, malentendidos y miedos que rayaban en lo absurdo, y que no tenían base alguna.
Ambos se sostenían y se estrechaban como si en cualquier momento fuesen a desaparecer si se separaban tan siquiera un milímetro. Y por mucho que Tom quisiera buscar una explicación a todo ello, su necesidad porque ese momento no terminara era más grande, más imperioso de lo que jamás había sentido en su vida, por ello se guardo sus preguntas durante un momento más, un momento que esperaba no terminara. Porque separarse de Chris en esos momentos le resultaría más doloroso que nunca.
- ¿Por qué dijiste que me querías y después me huías? ¿Por qué, Tom? - pero el momento terminó incluso antes de lo que Thomas esperaba, y era justo, el también tenía cosas que aclarar. Pero ni así aflojo su agarre sobre Chris.
- Porque creí que no sentías lo mismo por mí. - responde bajito, y el sonido solo es audible para Chris debido a que la boca de Tom está muy cerca de su oído y porque la tela de su ropa no le ha robado el sonido de su voz cuando esta paso a través de sus pliegues. - No fuiste a verme. - añade, quejándose, sin importarle que suene como un niño pequeño.
- Tenía miedo de que… bueno, me hubieses mentido. Por eso no fui, no quería enfrentar tu rechazo. - y lo ironía en la respuesta de Chris, y en general en toda esa situación le hace reír. Le hace reír por su estupidez, por la de ambos al permitirse ser tan ingenuos y cobardes.
- Siempre te he querido… - aclara cuando la risa se ha ido, separándose solo lo necesario para mirar el azul en los ojos de Chris, el mismo azul que lo cautivo años atrás, y que hoy, por causas del destino y de la vida, vuelve a observar rojizos e hinchados. - …desde ese día en el bosque.
- ¿Qué bosque? - pregunta Chris sin entender lo que ha dicho Tom, la campanilla del elevador suena, y la magia que hasta entonces los envolvía se rompe, tan frágil y efímera como la superficie de una burbuja.
- El bosque en el que nos conocimos cuando éramos niños. - explica Tom, frunciendo el ceño al no comprender que Chris no recuerde ese día tan especial para él, que debería ser especial para ambos. Pero como le ha venido sucediendo consecuentemente con Chris, vuelve a equivocarse.
Chris le mira sin saber que responder, buscando en su memoria algo que le indique, que le haga saber de qué habla Tom, pero su infancia es un recuerdo borroso desde aquel día en que dejaron Australia y se mudaron a Estados Unidos.
Alguien se aclara la garganta cerca de ellos llamando su atención, un hombre espera fuera del ascensor y les mira con cierta incomodidad. Ambos reaccionan y abandonan el pequeño cubículo de paredes doradas, Chris encabezando el camino que los lleva hacia su habitación; él aun sostiene la mano de Tom pero es claro que algo se ha roto, la magia anterior brillando por su ausencia.
Cuando por fin cruzan la puerta hacia el interior del cuarto, que es idéntico al de Thomas salvo por la cama evidentemente más grande, ambos se sumen en un nuevo silencio. Ninguno sabiendo cómo reaccionar ante esa nueva situación que los envuelve; la incomodidad y la incertidumbre flotando en el aire entre ellos como dos fantasmas que no les dejan acercarse.
- Tenía ocho años, y me había perdido en el bosque en un intento de escapar de mi casa. Tú me encontraste, me diste tu chaqueta porque tenía frío y me acompañaste hasta que se hizo de noche y nos encontraron. - dijo Tom por fin, rompiendo el silencio. - ¿Por qué no lo recuerdas? - la pregunta brota de sus labios con fuerza, como un reclamo en toda regla en reflejo de su desesperación por entender ese algo que se supone debiera ser importante para los dos, y que sin embargo, Chris parece no recordar.
Chris mueve sus ojos confuso, buscando en su memoria eso que Tom le describe, pero todo es demasiado borroso en su mente. Demasiado dolor en aquellos años de su vida como para que los recuerde con claridad, se esforzó demasiado en olvidar que ve con desesperación el buen trabajo que hizo; y ahora se lamenta por ello.
Al menos hasta que una imagen surge de entre aquellos vagos y difuminados recuerdos.
- Recuerdo a un niño, pero… no sé si eras tú. No sé ni siquiera si estaba en un bosque. - rompe su silencio por fin, pero sus palabras suenan un poco desesperadas al no dar con aquello que Tom le implora con su mirada recordar.
- Era el día del funeral de tus padres. - añade Tom, con la vana esperanza de que ese detalle doloroso les ayude, y en apariencia funciona.
Chris abre sus ojos y un mar de recuerdos difuminados le asaltan, el llanto de un niño unos cuantos menor que él, las miradas compasivas y cargadas de lastima de desconocidos. Una Beth más joven ayudándole a vestir un traje de color negro que odio desde el primer momento, Luke llorando en una esquina y dos ataúdes negros en el centro de un salón que días antes se adornaba para una fiesta y no un funeral. La imagen de un bosque al atardecer y un niño tiritando de frío, llorando por causas muy distintas a las de sus hermanos.
- Ese día me escape… - empieza a decir, renovando un poco la esperanza de Tom. -…, todos me agobiaban con palabras que no entendía, intentaban consolarme pero yo… yo simplemente los quería fuera. Corrí al bosque en cuanto dejaron de prestarme atención; el bosque siempre me hacía sentir mejor… me hacia olvidar, y en esos momentos creo que era lo único que deseaba. Y había un niño… un niño que me hizo sentir mejor de lo que había estado en días.
Tom le escucha atento, sin apartar su mirada del cuerpo de Chris que parece encogerse a cada segundo que pasa, mientras se pierde más y más en aquellos recuerdos, que es evidente, no ha evocado en años. Tras esas palabras Tom no puede molestarse, y el reproche anterior le parece tan fuera de lugar que se siente culpable.
Él mejor que nadie debiera saber todo el dolor que Chris intentaba olvidar porque él fue testigo de su llanto ante la pérdida de sus padres, y se siente tan estúpido por haberle reclamado el no recordar esa parte de su vida que no puede evitar el querer golpearse. Después de tantos años de lidiar con un Chris arrogante, frívolo e indiferente al dolor de los demás, había olvidado que este tenía sus propias cicatrices y demonios.
Thomas entiende que no recuerde ese día, el probablemente tampoco lo haría, aunque es un alivio saber que al menos un retazo de lo que compartieron continúe en sus recuerdos.
- Esta bien, no hay problema. - dice Tom, reduciendo esa distancia que los separaba hasta que volvía a abrazar a Chris, una pequeña sonrisa dibujándose en sus finos labios para hacerle saber que en realidad no hay problema alguno, que no está molesto. - No quería que recordaras algo que te lastima, lo siento.
- Pero dices que nos conocimos ese día, ¿Por qué no puedo recordarlo?
- Sufriste mucho, Chris, vi tu dolor ese día. Así que supongo que solo te estabas protegiendo, no te preocupes. Puedo contarte lo que paso si quieres. - ofrece Tom, respondiendo al ruego silencioso en los ojos de Chris que se mezcla con su agonía por no recordar algo que sabe, es importante.
- Por favor… - pide Chris, luciendo más vulnerable de lo que Tom le ha visto desde que se reencontraron.
Ambos terminan recostados en la cama, con Tom pasando sus dedos por entre el cabello rubio recién cortado de Chris en una caricia reconfortante mientras le cuenta lo sucedido ese día, su miedo, el frío, el llanto de ambos, las pequeñas risas y el cómo se tomaron de las manos hasta que los encontraron. Todo eso mientras Chris se dejaba arrullar por su voz y por el sonido del palpitar del corazón de Tom bajo su oído.
- Te enfrentaste a mi padre cuando empecé a llorar porque creí que me iba a castigar. - le cuenta Tom, incapaz de contener la sonrisa que se forma en sus labios al imaginar a un niño de ocho años plantarle cara a James Hiddleston. - Eras muy valiente ya desde pequeño.
- Siempre supe que eras un llorón. - señala Chris, burlándose un poco, pero sin aquel dejo de mezquindad que siempre acompañaba a sus palabras.
- Idiota. - dice Tom, golpeándole ligeramente.
- Lo siento, continua. - se disculpa, tomando la mano que Tom uso para golpearle, llevándola a su labios para dejar un pequeño beso en ella. Y para alguien que rehusaba de toda muestra de afecto, a Chris ese pequeño acto le resulto tan natural y placentero que se imagino haciéndolo cada día de su vida.
- Mi padre nos condujo de nuevo hacia el camino que llevaba a las mansiones, cuando llegamos a la intersección que se abría para llegar a la que supongo era tu casa, una mujer nos esperaba. Ella te llamó a su lado con la clara intención de regañarte, aunque no llegó a hacerlo, solo te abrazó y agradeció a mi padre antes de que se marcharan.
- Beth, la mujer es Beth, mi nana. - intervino Chris, empezando a recordar esa parte de la historia con más claridad, aunque lo anterior continuase dificultándosele. - Y si me regañó, días después, pero lo hizo.
- Entonces supongo que fue por eso que no apareciste al día siguiente como habíamos acordado. - dijo Tom, mas para sí mismo que para Chris, aunque el comentario no paso desapercibido para el rubio, quien se levantó de donde se encontraba para buscar la mirada de Tom.
- ¿Qué acuerdo? - preguntó visiblemente inquieto al encontrarse con algo más que no recordaba.
- Prometiste ir a jugar conmigo, eso es todo. Dijimos que éramos amigos y que los amigos jamás se dejan solos. - explicó Tom, bajo la atenta mirada de Chris, que no ocultaba en lo absoluto su inconformidad. - Pero está bien, no tenías que recordarlo, éramos solo unos niños y tú estabas pasando por mucho.
- Me fui a Australia a la mañana siguiente, por eso no fui. Beth tenía intenciones de llevarme a algún sitio ese día, pero… mi tío… apareció y nos llevo a mí y a mis hermanos con la excusa de que la distancia nos haría bien.
- Entonces… si ibas a ir. - dijo un poco sorprendido, y sonriendo al enterarse que su espera no había sido en vano.
- Aparentemente.
- ¿Pero… por qué no volvieron? No volví a verte desde ese día.
- Mi tío nos adoptó legalmente y nos quedamos a vivir con él en Australia hasta que nos mudamos a Estados Unidos años después, cuando… cuando Beth consiguió que un juez la nombrara nuestra tutora legal. Mi… ese hombre no hizo un buen trabajo con nosotros. - el resentimiento era claro en las palabras de Chris, al mismo tiempo que el dolor se dejaba traslucir en sus facciones; había una parte de la historia que no le estaba contando pero Tom no le presionaría para que se la dijera.
- Bueno, eso explica muchas cosas.
- No todas, pero si algunas. - devolvió Chris, agradeciendo la comprensión de Tom. - Gracias por no molestarte y darme una oportunidad de explicarte. - dijo después de un corto silencio, en el que volvió a recostarse sobre el pecho de Tom.
- Me alegra haberlo hecho. - respondió Thomas, reanudando la caricia sobre el cabello de Chris. - ¿Pero esto en que nos convierte?
- Esto te hace mío. - dijo Chris, sin el más mínimo reparo ante tan posesiva declaración de su parte. - No pienso dejar que te escapes de mi lado, no cuando me he dado cuenta de lo mucho que me importas.
- ¿Entonces dejaras esa fama de playboy y Casanova?
- Soy solo tuyo. - dijo Chris como respuesta, rodeando a Tom con sus brazos. - Tuyo y de nadie más. - terminó susurrando contra la piel del cuello de Tom.
- Me gusta la idea. - respondió Tom, buscando mas contacto, viéndose recompensado cuando Chris le besó en la comisura del labio inferior.
- A mi también, así que nada de tener a Jaimie entre nosotros o juro que haré algo de lo que posiblemente no me arrepienta. - agregó divertido, pero dejando claro que la mujer le incomodaba cuando estaba cerca suyo.
- Eso es cosa de ella, yo nunca le he pedido que esté a mi lado las veinticuatro horas.
- ¿En serio? - preguntó sorprendido. - Creí que era idea tuya para que no me acercara ti.
- Pues no lo es, pero podríamos dejar el tema. Preferiría descansar, estoy seguro que mañana nos espera una larga plática con nuestros agentes. - Chris le observó durante un pequeño momento, por su mente no pasaba precisamente descansar, pero tampoco iba a presionar a Tom.
- Pues no creo que sea una plática muy larga, además tendrán todo el vuelo de regreso a California para regañarnos. - respondió, dejando de lado sus ideas y colocándose un poco mas pegado a Tom, si eso era posible.
- No habrá vuelo, Chris, seguimos en la carrera. Natasha nos patrocinara.
- No tiene nada que ver el hecho de que estuvieran bailando muy pegados, ¿cierto? Esa mujer tiene maneras de…
- Cállate Chris, no quiero saber nada de las maneras de esa mujer saliendo de tu boca, ni de la de nadie. Así que duérmete.
Chris sonrió como un gato, satisfecho por los celos que Tom sentía y por una vez en su vida hizo lo que le ordenaron.
- Duerme bien, mi Tom. - susurró antes de cerrar sus ojos y dejarse arrullar por la respiración de Thomas y la caricia de sus dedos por su cabello.
No había terminado de amanecer cuando Tom despertó, tan acostumbrado como estaba a levantarse temprano. Su primera intención, como la de todas las mañanas, fue levantarse y dirigirse al cuarto de baño para mojarse el rostro y terminar de alejar el sueño remanente en su cuerpo, pero un peso encima suyo paró todas sus intenciones de golpe.
La consciencia de lo sucedido el día anterior volviendo a su mente con una rapidez que le dejó mareado y pletórico al darse cuenta que nada había sido un sueño.
Chris le quería, y prueba de ello era que se encontraba ahí, abrazándolo con toda la fuerza que su cuerpo dormido le permitía, en un intento de no dejarle ir. Y eso hizo que el corazón de Tom se calentara de una manera que nunca antes había sentido y que siquiera imaginó sentir algún día.
Ni siquiera le importaba que el traje de la noche anterior estuviese completamente arruinado por dormir con el puesto, aunque por lo menos el saco se había salvado del mismo destino cuando se lo hubo retirado antes de recostarse con Chris. Tom volvió a sonreír al recordar esos instantes mientras conversaban, sus ojos vagando por los brazos de Christopher cubiertos por la tela de color blanco de la camisa, luciendo un poco tensa debido a la forma en que los músculos del rubio resaltaban por debajo de esta.
Tom solo apartó su mirada de aquellos brazos para deleitarse con la pequeña porción de piel que la camisa dejaba al descubierto ahí donde Chris se retiró la corbata y se abrió los botones para, según él, respirar mejor.
Thomas había quedado fascinado con esa nueva faceta que conocía del piloto que dormía plácidamente junto a él, le agradaba ese Chris libre de toda arrogancia y altanería tan característicos de él. Le gustaba verle relajado, normal… contento. El inglés planeaba observar por un largo rato al rubio cuando la luz de la pantalla de su celular llamo su atención, obligándolo a tomarlo de la mesita de noche donde lo había puesto. En la pantalla aparecía una notificación de seis llamadas perdidas, todas de Emma.
Ante la aparente urgencia de su hermana por comunicarse con él, decidió abandonar el lecho y llamarla de vuelta, pero al intentar despertar a Chris lo único que ganó fue un gruñido e ininteligible "…nco…min..tos…ás…" que le hizo recordar que Chris era "El señor cinco minutos más" como le llamó Jaimie una vez.
Después de varios intentos Tom por fin pudo dejar la cama, y antes de dejar la habitación le dejó una nota a Chris por si se despertaba. Lo cual ciertamente dudaba sucediera en un futuro cercano, pero que de igual forma no evito que le besara antes de marcharse, sonriendo al darse cuenta que, incluso dormido, Chris se lo devolvía.
Lo primero que hizo al dejar la habitación del rubio fue dirigirse a la suya para cambiarse y darse una ducha, lo cual no le llevo más de quince minutos y unas cuantas miradas de parte de algunos pilotos con los que se cruzó cuando estos vieron el estado en el que iba. No podía importarle menos, pero le sirvió para darse cuenta que las miradas iban a estar sobre de ellos un buen tiempo a partir de entonces.
El aire matutino de Sao Paulo era algo más cálido de lo que realmente estaba acostumbrado, Chicago regularmente le saluda cada mañana con una brisa fresca. Había decidido salir del hotel y hacer un pequeño recorrido por los alrededores para despejar un poco su mente y poder pensar con detenimiento sobre esa nueva relación con Chris, a la par de que aprovecharía para llamar a su hermana sin tener unos cuantos pares de ojos observando cada detalle de sus acciones. Además de que su Mustang había estado demasiado tiempo encerrado desde su llegada al país latinoamericano y era justo que lo sacara a respirar.
Conduciendo por el malecón de la ciudad, Thomas había marcado a su hermana al menos unas seis veces sin obtener resultado alguno, el aparato siempre le mandaba a buzón, y cuando intento comunicarse a la sede de las editoriales simplemente le respondieron que no se encontraba disponible. Lo que a Tom le pareció sumamente extraño puesto que Emma jamás le rechazaba una llamada por mas ocupada que estuviese, para cuando llamó a las agencias de viajes recibió el mismo trato, salvo que esa vez le dijeron que su hermana había viajado a Escocia para solucionar unos problemas referentes a la sucursal que ahí tenían.
Decidido a no preocuparse demasiado por ello, y consciente de que tarde o temprano Emma le volvería a llamar dejó el asunto por la paz, más preocupado en esos momentos por comprar un poco de ropa que no le hiciera sofocarse debido al calor de la ciudad.
Dos horas más tarde, y con el inclemente sol del mediodía cayendo sobre su cabeza, Tom decidió volver al hotel a reunirse con Chris y lo que sea que les deparara la reunión con sus agentes, la cual no debía ser demasiado complicada debido a que contaban con patrocinio. Pero antes de siquiera poder entregar su auto al valet del hotel, Liam se acercaba a él con la clara intención de tener una conversación. Lo que ocasionó que la piel de su cuello se erizara debido al escalofrió que le recorrió el cuerpo.
Tenía la vaga sensación de que se acercaba una de esas charlas de hermano sobreprotector.
- No lo lastimes. - dijo Liam apenas y se hubo subido al auto, confirmando las sospechas de Tom en cuanto esas palabras salieron de los labios del menor de los Hemsworth.
El cielo está pintado de una mezcla de naranja y rosa que le resulta altamente hipnótica, las nubes teñidas que flotan y se deshacen en el firmamento apartando su atención de la inusual y atemorizante situación que en esos momentos le corresponde afrontar.
Han estado sin decirse una palabra por más de una hora, ambos sumidos en sus propios pensamientos, y miedos, estos últimos por parte de Tom más que de Liam, quien simplemente se limita a observar el horizonte que se desdibuja con cada ola que se levanta en la lejanía y que termina por romper a unos cuantos metros cerca de ellos. Thomas prefiere perderse con la visión del firmamento sobre sus cabezas para no pensar, demasiado, en lo que seguramente el hermano de Chris le va a decir, donde su mente se divierte de lo lindo imaginando cada escenario posible. Todos ellos nada alentadores.
- Siempre imaginé que ustedes dos terminarían juntos. - dice por fin Liam, después de un silencio que se prolongó demasiado pero que le sirvió para acomodar sus ideas, y en general la incertidumbre que todo aquello le despertaba. - Pero jamás pensé que llegaría el día en que lo vería. Nunca pensé que fueras aceptarlo después de todo lo que te ha hecho a lo largo de todos estos años.
- Si te soy sincero, yo tampoco. - dice a su vez Tom, cuando se encuentra la voz después de tanto tiempo. - Pero… la verdad es que siempre he estado enamorado de él. - y tal declaración parece sorprender a Liam durante un momento, provocándole una pequeña sonrisa un segundo después.
- Puede sonar mal pero… yo jamás creí que alguien lo quisiera siendo como es. - menciona Liam, un poco apenado pero no demasiado, como aquella persona que ha contemplado una verdad por demasiado tiempo y que a final de cuentas a terminado por asumirla como una realidad inevitable de la vida. - Le quiero, es mi hermano, pero algunas veces hace muy difícil el quererle.
- ¿Por qué lo dices? - no puede evitar preguntar Tom, un poco extrañado de la declaración del rubio.
Liam se gira a encararlo por primera vez en horas, observando los ojos azules de Tom por primera vez desde que se conocen.
- No lo aparenta, pero Chris está roto. Los tres lo estamos pero él más que ninguno, la muerte de nuestros padres es algo que le pesa demasiado, se culpa en gran parte por ello; y a eso agrégale lo que pasamos en Australia pues… todo eso lo ha afectado hasta el punto que hay días en los que siente que todo el mundo está en su contra, incluidos aquellos que le quieren. - la voz de Liam suena triste, resignada e impotente cuando lo dice; el azul de sus ojos empañándose con un sentimiento que Tom conoce a la perfección, miedo. El miedo que ha acompañado a Liam desde que vio a su hermano romperse por primera vez delante de sus ojos, el miedo a perderle. - En esos momentos no sé cómo llegar hasta él. - y en la voz de Liam hay una verdadera impotencia cuando lo dice.
Tom por un momento se queda sin habla, las palabras atropellándose en su boca cuando intenta preguntar qué fue lo que sucedió en Australia y el porqué de que Chris se culpe por la muerte de sus padres, a la vez que se dice a si mismo que quizá debió haber presionado a Chris para que le contara toda la historia, o que más bien lo hará en cuanto le tenga en frente.
Pero cuando por fin se siente preparado para decir algo, Liam se le adelanta, notando en la expresión de su rostro que no sabe la historia completa de sus vidas, de la de Chris.
- Es lógico que no te contara todo, es parte de lo que te quiero decir. Muchas veces Chris se guardara las cosas porque cree que nadie más es capaz de sobrellevarlas.
- ¿Pero que pudo ser tan malo? ¿Qué hizo para sentirse responsable de algo así? - pregunta cuando ya le es inevitable contener las palabras dentro suyo.
- El día que murieron nuestros padres fue un día antes del cumpleaños de Chris, ellos estaban de viaje, más bien habían tenido una reunión con un cliente importante pero dicha reunión ameritaba que ellos viajaran por carretera. Chris le hizo prometer a nuestro padre que estarían a tiempo para celebrarlo. Y mi padre siempre cumplía sus promesas. - la voz de Liam se ensombreció ante el sentimiento de pesar que aquel recuerdo le ocasionaba, un sentimiento que era un mero reflejo del de sus hermanos dado que a él todo eso le parecía un mal sueño más que una horrible realidad. - Ese día condujo más rápido de lo que usualmente lo hacía para poder llegar con Chris, con nosotros, para que celebráramos juntos como cada año en el cumpleaños de cada quien… pero no había descansado lo suficiente y en un descuido… el auto se salió de la carretera y cayó a un barranco.
Thomas conocía la historia de la muerte de Craig y Leonie Hemsworth gracias a lo que la prensa había dicho en las publicaciones subsecuentes a la tragedia, pero obviamente el pequeño detalle que Liam acaba de contarle ciertamente cambiaba bastantes cosas de su entender con respecto a Chris, y varias cosas que antes no encajaban lo hacían, así como otras no terminaban de cuadrarle.
- ¿Por qué corre? - suelta sin poder evitarle, su mente buscando la manera de entender aquello cuando ciertamente el jamás se hubiese acercado a un auto de nuevo tras una cosa así.
- Es su forma de estar cerca de ellos y de castigarse. - responde un momento después. - No sé porque lo hace, yo tampoco me lo explico, pero esto que te acabo de decir es lo mas que le he sacado como respuesta a lo largo de todos estos años.
- ¿Y ustedes… como manejan el hecho de que…?
- Reviva lo sucedido cada vez que conduce. - termina por él. - Luke nunca asiste a sus carreras si puede evitarlo, yo… yo estoy con él cada vez que puedo solo para… - hay un silencio tenso y cargado de demasiadas emociones tras aquello; Tom siente la necesidad de acercarse a Liam y consolarle, pero se contiene cuando el rubio continua. -…, para no hacer más corto el tiempo que tengamos, aunque el miedo me estalle por el cuerpo cada vez que toma una curva o se acerca demasiado a un choque. Luke me ha dicho que soy un masoquista por verlo correr pero… no es eso, es…
- Estar con él. - completa Tom, comprendiendo lo que Liam siente. - Supongo que has de estar molesto conmigo, hemos tenido dos accidentes y ambos por mi culpa. - añade, sonriendo un poco.
- No, no lo estoy, me volví un poco loco, si. Pero no estoy molesto y uno fue culpa de Chris, él cree que nadie se ha dado cuenta que el primero fue culpa suya pero… he estado tanto tiempo pendiente de lo que sucede en la pista de carreras que es fácil notar cuando algo es apropósito.
- Fue mi culpa, yo no calcule bien la última curva en las dos ocasiones, y en la primera Chris empujo mi auto para evitar algo peor. Yo también noté aquello, pero solo lo hizo para evitar algo que mi imprudencia ocasionó.
- ¿Le has dicho eso? ¿Qué sabes?
- No, y será mejor que no sepa que sabemos. Estoy casi seguro que lo sacara a colación cuando se sienta seguro.
- ¿Sabes que eso puede no ocurrir, verdad?
- Nunca pensé que me sacaría de una habitación repleta de gente porque estaba celoso, y ya ves. - contestó Tom, señalando que Chris podía hacer cosas que nadie esperaba.
- Cierto. - concordó Liam.
- Solo tengo una duda. - dijo Tom, mostrándose ligeramente incomodo, sin saber realmente si preguntar o mantener para sí mismo eso que le carcomía por dentro. - ¿Qué sucedió en Australia? - preguntó por fin, mirando a Liam fijamente en espera de una respuesta. Liam suspiro profundamente antes de responder, y cuando lo hizo, Tom prefirió no haber preguntado nada.
Continuara...
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