El ogro apareció ante ellos abalanzándoseles encima, al tiempo que el cuerpo de Sam se recargaba completamente sobre el vampiro, estaba sumido en el sopor de la mordedura y la debilidad causada por la falta de sangre. Dean levanto la vista y el monstruo se detuvo en seco en el aire, suspendido a escaso centímetros de ambos seres en el suelo. La mirada del vampiro refulgía en un verde intenso en medio de la oscuridad, amenazante y cargada de ira y odio. El ogro fue arrojado contra la cavernosa pared con el solo pensamiento de Dean, quien libero el cuello del hada con suavidad, cuidando de no lastimarle más de lo que él se había hecho al abrirse la herida. Se levanto lentamente depositando el cuerpo de Sam en el suelo. Una vez que se aseguro que el hada descansaba tranquilo, se movio tan rápido que en menos de un segundo estaba sobre el cuello del ogro, posando sus manos a cada lado de la horrenda cabeza.
- Esto no es ni la mitad del sufrimiento que mereces maldito. - siseo en su enorme oreja. Para después arrancar la cabeza con un solo movimiento de sus extremidades.
Dean salto del cuerpo convulsionante dejándolo caer, mientras su cabeza volaba por la cueva hasta perderse por uno de sus oscuros y húmedos rincones. Dean cayo suavemente junto al cuerpo de Sam recostándolo sobre sus piernas al tiempo que comenzaba a acariciarle el cabello.
De pronto del cuerpo del monstruo comenzaron a emanar varias luces brillantes, unas doradas, otras azules, verdes, blancas y un sinfín de colores más. Entonces un movimiento en sus piernas llamo su atención distrayéndolo del maravilloso espectáculo. Al bajar la mirada se encontró con un Sam medio despierto, que observaba las luces fijamente.
- Son libres. - susurro débilmente. - Al fin son libres y todo gracias a ti. - volvió a decir levantando la mirada atrapando los verdes ojos del vampiro con los suyos.
- ¿Quieres decir que ellos son…? - soltó dudoso, mirando de nuevo las titilantes luces.
- Si Dean, todas esas luces son las hadas que el ogro atrapo… son mi familia. - las lagrimas comenzaron a salir de sus adormilados ojos, el alivio en Sam y la felicidad eran tan grandes que no pudo evitar derramarlas.
- Sam. - le llamo acunándolo entre sus brazos.
- Gracias Dean. - atino a decir antes de volver a caer en el sueño.
Dean se quedo en el lugar hasta que todas las hadas abandonaron el cuerpo muerto del ogro, siguiendo a las últimas hasta la salida de la cueva, viendo como se perdían en el cielo que comenzaba a aclararse con lentitud. Sam no despertó en todo ese día, ambos se quedaron resguardados en el interior de la cueva hasta que la noche cayó sobre ellos nuevamente.
El movimiento de Sam entre sus brazos aviso al vampiro que este comenzaba a despertar, Dean aflojo el abrazo que se cernía sobre la estrecha cintura de Sam, permitiéndole a este moverse con libertad.
- ¿Acabo? - fue lo que pregunto nada mas despertar, girándose para encarar a Dean.
- Si Sam, ya todo termino. - le respondió con una gentil sonrisa en los labios.
- “Si Sam, ya todos somos libres.” - dijo la voz en la mente de Sam.
- ¿Quién dijo eso? - soltó Dean poniéndose rígido al momento, estrechando al hada contra su cuerpo de manera automática.
- ¿Lo… lo escuchaste? - pregunto sorprendido.
- Si, ¿acaso tu no? - le devolvió.
- Yo siempre la escucho, pero nadie más aparte de mi la había podido escuchar.
- Eso es porque ya no estoy más en tu cabeza hermanito. - sonó la voz nuevamente, esta vez mas cerca, de una forma más palpable y terrenal.
Los ojos de Sam se iluminaron con la humedad que les invadió en ese instante, esa voz que escuchaba desde hace tanto tiempo se transformo en una tan conocida para él, una voz que añoraba desde que era pequeño.
- ¿Joshitel? - susurro el nombre casi con miedo. Dudoso de que en cuanto fijara su mirada él no estuviera ahí. Pero para su sorpresa ahí estaba, tal y como lo recordaba.
- Si Samalick, soy yo. - le respondió amable y cariñoso.
- Pero… ¿Cómo? - pregunto sin entender el por que su hermano estaba ahí.
- Cuando el ogro ataco fui al primero que capturo y con mis últimas fuerzas pude transferir mi alma a tu cuerpo, para protegerte. Yo te hice huir hermanito, no quería que corrieras con esa horrible suerte. Nunca fuiste un cobarde, tu deseo de protegernos era tan grande que me costó mucho alejarte de ahí.
- No debiste haberlo hecho… era mi deber…
- No Sam, no era tu deber era el mío, el tuyo es muy distinto. Eres la ultima hada madre de todo el bosque que alguna vez fue nuestro hogar, esta en ti restaurarnos, las luces que viste son nuestras almas y solo una legitima hada madre podrá devolvernos a la vida.
- Pero Josh… yo no soy tan fuerte, no como tu o mamá, ni siquiera como Meg.
- Si lo eres Sam, eres mas fuerte de lo que imaginas y con el a tu lado. - dijo señalando al Dean que aun le sostenía con su abrazo. - Serás capaz de cualquier cosa. Confiamos en ti Samalick. - termino antes de desaparecer igual que las demás luces, siendo llevado por el viento.
Sam no pudo pronunciar palabra alguna después de eso y Dean menos, ambos estaban demasiado sorprendidos como para articular algo coherente. Lo que hicieron en cambio fue volver al hogar del hada en medio del bosque. Sam aun se encontraba débil por lo sucedido en la cueva asi que Dean lo cargo en su espalda comenzando a correr por la pradera, llegando al bosque en cuestión de minutos, la velocidad del vampiro era aun mas asombrosa ahora que se había alimentado como debía. El viaje que les había tomado varias horas la noche anterior, lo recorrieron en minutos en esos momentos.
Cuando por fin llegó al círculo Sam estaba realmente mareado, tanto que incluso vomito sobre la hierba segundos después de bajar de la espalda de Dean.
- Salvaje. - reclamo a cuatro patas sobre el pasto con su respiración desacompasada a causa de las arcadas.
- Delicado. - burlo el vampiro con una enorme sonrisa en sus rosados labios.
De pronto ambos cayeron en cuenta de que la luz del alba estaba casi encima, Dean se acerco a Sam tomandole por los hombros, en una clara suplica de lo que necesitaba. El anillo.
- Sam, por favor. - pidió con el inminente amanecer a su espalda. Sam desvio la mirada. - Sam devuélvemelo, lo prometiste.
- Lo se… pero.
- ¿Pero qué? - dijo elevando un poco el tono de su voz, el sol ya casi salía y a pesar de ser un vampiro tan antiguo la luz del sol directa podía matarlo en cuestión de minutos, incluso la débil luz que ya bañaba el claro era suficiente para terminar con vampiros con un par siglos de antigüedad.
- Te iras. - solto suave y triste.
Dean no lo entendió al instante, pasaron unos cuantos segundos antes de que lo hiciera fue entonces que con una enorme sonrisa le dijo rozando los finos labios de Sam contra los suyos.
- No me ire Sam, pero lo necesito asi que sacalo de tu bolsillo, ¿Si?, prometo quedarme.
- ¿Cómo? - dijo sorprendió al escuchar que Dean sabia donde estaba el anillo.
- Ahora puedo entrar en tu mente Sam, es sencillo cuando estoy en plena forma, ahora… me harias el honor. - le dijo ofreciendo su mano izquierda al tiempo que lo soltaba y se alejaba ligeramente de el, separando aun mas su boca de la de Sam.
Sam sonrió tímidamente tomándolo de la mano. Y esa nube dorada les envolvió nuevamente. Cuando se disipo ambos estaban dentro del agujero.
- Dijiste que ya no me encogerías de nuevo. - se quejo Dean.
- Lo se, pero quería… estar aquí… contigo. - dijo bajito sintiendo como sus mejillas se calentaban.
- ¿Sam… que estas queriendo decir? - pregunto fingiendo ignorarlo, pues lo sabia desde hacia un tiempo, para ser mas exactos desde el momento en que probo su sangre.
- No… no quiero que te vayas. - susurro rojo como un tomate.
- ¿Y por que? - volvió a preguntar acercándose lentamente.
- Tu lo sabes.
- No, no lo se. - dijo nuevamente abrazando al hada. Dejandole sentir su aliento en la oreja.
Ese ligero y casi inexistente roce ocasiono que una oleada de placer le recorriera el cuerpo y eso que ni siquiera le había rozado la punta de la oreja, que si no seguro caia al suelo hecho gelatina. Dean sintió el estremecimiento y repitió su acción, haciendo a Sam temblar en sus brazos.
- Parece que esto te gusta. - dijo en su oído. - Me pregunto que pasara si… - pauso mientras acarciaba la punta de la oreja de Sam con su dedo índice.
- ¡¡Ahhhh!! - gimio ruidosamente Sam ante el tacto de ese dedo en esa zona tan sensible de su cuerpo. - Hazlo de nuevo. - suplico sin importarle como sonaba.
- No lo hare si no me dices por que quieres que me quede. - amenazo retirando el dedo de la recién descubierta debilidad del hada.
- Eso es… jugar… sucio Dean. - dijo recomponiendo el ritmo de su respiración.
- Yo no lo creo. - dijo contra la piel de su mejilla que ardía en esos momentos por el calor que Dean le provocaba con sus mal intencionadas caricias.
- Quiero que te quedes… porque… porque me enamore de ti. - dijo al fin, parando durante un segundo buscando aquellos ojos verdes.
- No era tan difícil, ¿O si? - le respondió sosteniéndole la mirada, sonriendo como nunca lo había hecho. - Ademas Sam, yo no quiero irme, no ahora que se que tu también me amas.
- Dean. - la sonrisa de Sam no podía ser mas grande y mas alegre.
No supo en que momento llegaron a todo aquello, pero sinceramente no le importo, ahora era feliz con su familia libre en espera de regresar a su lado y con el amor de Dean, que por si fuera poco era un vampiro, la criatura que mas admiraba de todo el mundo.
- Quiero hacerte el amor Sammy. - dijo de forma necesitada el vampiro contra la piel del cuello de Sam.
- Dean yo nunca he… - contesto sintiendo la caricia de aquellos labios.
- Seré cuidadoso Sam, lo prometo. - Y Sam no tenia por que dudar de su palabra, confiaba en Dean tanto que le confiaría su vida misma y de hecho eso ya había sucedido, cuando le dio a beber de su sangre en la cueva del ogro.
Sam solo alcanzo a emitir un gruñido accediendo a algo por lo que el también se moria de ganas por hacer. Pero el movimiento de su cuello llevo la boca de Dean hacia la herida aun fresca en su cuello, haciéndolo sisear de dolor.
- ¡Auch! - gimio. - Duele.
- Eres un tonto Sam, si no fueras tan atrabancado yo te hubiera mordido y ni siquiera lo hubieras sentido, yo no dejo marcas, ahora mira lo que le has hecho a tu hermoso cuello.
- Solo quería salvarte.
- Lo se Sammy, lo se.
Dean guardo silencio a partir de ese instante para pasar su lengua por la herida, saboreando los restos de la sangre en ella, curándola conforme su lengua pasaba sobre ella. Dejando la piel intacta cuando termino su recorrido.
Sam se deshizo en los brazos de Dean, dejándose hacer, tan solo disfrutando de ese cuerpo que ahora estaba sobre el suyo en la cama de pétalos que con un solo movimiento de sus manos quedo contra su piel desnuda, ambos ahora se encontraban desnudos gracias a la impaciencia de Sam. El vampiro solo atino a sonreírle de forma lobuna, adivinando sus pensamientos. Sam correspondió esa sonrisa abriendo sus piernas, permitiendo al vampiro acomodarse entre ellas, dejando a sus pollas rozarse entre si, brindándose un alivio que no alcanzaba a satisfacerles del todo. Sam cerro sus ojos fuertemente por las nuevas sensaciones que recorrían todo su cuerpo, atinando a escuchar como Dean chupaba algo, pero estaba demasiado concentrado en sentir su cuerpo caliente como para abrir sus ojos, pero que no tardo en abrir al sentir los dedos del vampiro acariciar ese punto sensible de su anatomía con suma delicadeza y cariño.
Los ojos verdes del vampiro estaban velados por un manto de lujuria que los hacían brillar intensamente, haciéndole lucir amenazante y a la vez sumamente atractivo, una contradicción que solo ocasiono que Sam se volviera loco de deseo y ganas de sentirle dentro. Tanta era su excitación que apenas y sintió el primer dedo introducirse en el, abriéndose paso entre sus calidos y cerrados músculos primerizos. La sensación era extraña, incomoda y a la vez tan placentera que no creía que eso fuera real. Quiza solo se debía a la maestria de Dean en esas artes. Un ramalazo de celos le golpeo al pensar en su vampiro tocando a otros y a otras.
- Ahora tu eres el único Sammy, ahora y por siempre tu eres el único. - le dijo al notar aquellos pensamientos, calmando el corazón ya desbocado del hada que se retorcía de placer bajo su toque.
- Te amo Dean. - soltó en un grito ahogado al sentir un segundo dedo en su interior.
- Y yo a ti Sammy. - le respondió igual de necesitado sintiendo esa estreches extrangularle de forma deliciosa, ya casi no podía esperar para hundirse en Sam y dejarle sentir toda su pasión. Pero debía controlarse, pues no quería lastimarlo en su primera vez.
Las acometidas de su mano comenzaron a tomar fuerza y velocidad, dilatando cada vez mas esos musculos, preparándoles para lo que se avecinaba. Las manos de Sam no se pudieron mantener quietas durante mucho tiempo, necesitaban devolverle algo de lo mucho que estaba haciendo su vampiro por el. Asi que tomo entre sus enormes manos ambas erecciones, comenzando a masajearlas con lentitud y hambre. Dejandolos a ambos al borde del precipicio mas de una vez.
Los dedos de Dean se retiraron de un momento a otro devolviendo a Sam a la realidad de golpe, bajándolo de esa nube de placer que no quería abandonar.
- ¡Deaaan! - reclamo.
- Lo se, pero ya es hora Sam. Ya es hora. - le dijo entre jadeos liberando su polla del firme y tortuoso agarre de Sam.
Colocándose en la entrada del hada, presionando ese lugar, jugueteando con el, pero sin llegar a introducirse un poco siquiera. Al menos hasta que Sam se aferro con fuerza a sus hombros y le rodeo la cintura con sus largas y fuertes piernas, acercándolo a su cuerpo incitándolo a entrar de una buena vez. La orden muda fue atendida sin más.
El vampiro se introdujo con lentitud, dejándose devorar por aquella calidez, que le aprisionaba devastadoramente. Haciéndole perder todo sentido común y raciocinio. Dejándolo solamente con su instinto y el inmenso amor que sentía por Sam, Sammy, SU Sammy.
Sus embestidas tomaron fuerza en poco tiempo, golpeando implacablemente el nudo de nervios en el interior de Sam, quien gemía y gritaba sin recato alguno el nombre de su amante cada vez que este le llevaba al cielo y de regreso. El orgasmo les golpeo a ambos de forma arrolladora y colosal. Sam exploto manchando el abdomen de su vampiro como el propio con su calido néctar, perdiéndose en aquella sensación tan demoledora y exquisita a la que Dean le había llevado casi de la mano.
Dean sintió las contracciones extrangularle con violencia cuando el placer hizo estallar a Sam, provocando que el se corriera casi al mismo tiempo, derramándose en el interior, marcándolo como suyo para siempre. La nube de placer les envolvio a ambos dejándolos completamente relajados. Dean se había dejado caer sobre el hada si fuerzas para moverse, manteniéndose aun en el interior de Sam, disfrutando de su calor.
- ¿Dean? - pregunto Sam una vez que se recupero lo suficiente como para volver a hablar.
- ¿Qué sucede Sammy? - respondió adormilado.
- ¿Cuándo me diras tu nombre? - insistió acariciando los rubios cabellos.
- Ya sabes cual es mi nombre Sam. - contesto poniéndose tenso de repente, tensión que desapareció cuando Sam acaricio la parte posterior de su cuello con la yema de sus largos dedos.
- Tu sabes el mio. - dijo sonrojándose.
- Si Samalick, pero no es lo mismo. Mi verdadero nombre esta manchado por la sangre de inocentes, me hace saber lo podrido que estoy Sam. - dijo apesadumbrado.
- Hey. - le llamo tomando su rostro entre sus manos. - Tu no estas podrido y por supuesto que eres bueno.
- Tu no me conociste en ese entonces, si lo hubieras hecho no pensarías lo mismo. - respondió ocultando su mirada tras sus largas pestañas.
- Pero te conozco ahora y ahora eres bueno. Solo quiero saber tu nombre para dejarlo atrás y comenzar juntos desde cero, sin ataduras, ni fantasmas, ni ninguna clase de remordimiento.
Las palabras de Sam sonaron tan sinceras y de alguna forma tan llenas de razón, el decirle su nombre era como una especie de redención consigo mismo, en la cual se reconciliaba con su pasado para tener un futuro.
Dean le sonrió y beso los suaves labios de Sam, aceptando todo lo que el le daba.
- Me llamo Klaus…
Sam sonrio ante el voto de confianza, asegurándole con su mirada que aquel nombre quedaría sepultado con todos los malos recuerdos que alguna vez les hicieron daño. Sam reanudo el beso con mas intensidad, acariciando la espalda ancha y musculosa de Dean, al que sintió reaccionar en su interior de forma casi inmediata a pesar de haber tenido un orgasmo demoledor minutos antes.
Dean se acerco a su oreja sacando los colmillos para acariciar la punta de esta con ellos. Sam se volvió loco ante ello, deshaciéndose en un mar de gemidos y estremecimientos que solo hicieron que el vampiro repitiera la intima caricia.
Con la promesa implícita de un amor inmenso. Que no sabía de tiempo o espacio o razas. Un amor que había conseguido que un corazón errante se asentara por primera vez en milenios.
FIN