God, I can't believe I actually WROTE this!
Título: Si las palabras fueran necesarias, entonces diría "gracias".
Fandom: Katekyo Hitman Reborn!
Claim: Namimori+Hibari. No, no leyeron mal.
Advertencias: ¿Coun? ¿Mucho WTF, drama y fluff estúpidos e innecesarios? ¿Sosedad? :DU. Al menos OoC no hay, eso seguro (?).
Notas: Como dice el título, no puedo creer que realmente haya escrito esto *gota*.
Nadie pensaría en los sentimientos de una Escuela. Porque a decir verdad, nadie creería que un edificio es capaz de sentir. Esa idea es simplemente ridícula.
Pero ridícula como es, también es cierta.
Desde luego que los humanos nunca aceptarían eso. Es difícil aceptar que nuestras creaciones pueden tener sentimientos también. Y es difícil pensar que pueden sufrir a nuestras manos.
Lo que no quitaba que Namimori sintiera. Nadie se preocupaba por ella, porque nadie se preocupa por las escuelas en general. Los estudiantes la maltrataban todo el año, y lo único que recibía en vacaciones era una nueva capa de pintura. Con los años ya se había resignado, simplemente no había nada que pudiera hacer. Los edificios, a diferencia de los humanos, no pueden gritar o huir cuando les hacen daño.
Pero entonces alguien comenzó a protegerla. Nunca supo cuándo empezó eso, nunca supo por qué. Tanta gente había pisado sus suelos, tantas cosas habían pasado en aquel lugar, que le era difícil recordar absolutamente todo. Aún así, ese niño humano la protegía, como si ella valiera la pena, como si sus reglas importaran, como si su canción (ese himno estúpido) fuera realmente hermosa.
¿Cómo no apreciarlo? Nadie se había preocupado por ella antes, y de repente ese chico, Hibari (se había molestado en aprenderse su nombre, aún cuando resultaba tan difícil rescatar una palabra entre las miles de voces que oía constantemente), había aparecido, poniendo tanta fuerza y voluntad en protegerla que incluso los demás humanos lo encontraban raro. Pero no le importaba. De lo que estaba segura era de que, por primera vez, un humano hacía algo por ella.
Tal vez sus métodos no fuesen los más adecuados (cada vez que presenciaba los castigos de Hibari, en su mente no podía evitar decir “Auch”), pero eso tampoco le importaba. No cambiaría la forma de ser de aquella persona nunca.
Y tampoco le importaba resguardarlo cuando ya todo el mundo se había ido. En general le molestaba cuando invadían sus pocas horas de paz, mas nunca le molestaría la presencia de Hibari. Era diferente a esos humanos ruidosos que constantemente la lastimaban, y por eso lo apreciaba aún más.
Si Namimori tuviera una voz propia, lo primero (tal vez lo único) que le habría gustado decir sería “Gracias, Hibari”. Porque después de tanto tiempo una persona había creído que valía la pena, y eso era absolutamente algo por lo que estar agradecido.
Fandom: Katekyo Hitman Reborn!
Claim: Namimori+Hibari. No, no leyeron mal.
Advertencias: ¿Coun? ¿Mucho WTF, drama y fluff estúpidos e innecesarios? ¿Sosedad? :DU. Al menos OoC no hay, eso seguro (?).
Notas: Como dice el título, no puedo creer que realmente haya escrito esto *gota*.
Nadie pensaría en los sentimientos de una Escuela. Porque a decir verdad, nadie creería que un edificio es capaz de sentir. Esa idea es simplemente ridícula.
Pero ridícula como es, también es cierta.
Desde luego que los humanos nunca aceptarían eso. Es difícil aceptar que nuestras creaciones pueden tener sentimientos también. Y es difícil pensar que pueden sufrir a nuestras manos.
Lo que no quitaba que Namimori sintiera. Nadie se preocupaba por ella, porque nadie se preocupa por las escuelas en general. Los estudiantes la maltrataban todo el año, y lo único que recibía en vacaciones era una nueva capa de pintura. Con los años ya se había resignado, simplemente no había nada que pudiera hacer. Los edificios, a diferencia de los humanos, no pueden gritar o huir cuando les hacen daño.
Pero entonces alguien comenzó a protegerla. Nunca supo cuándo empezó eso, nunca supo por qué. Tanta gente había pisado sus suelos, tantas cosas habían pasado en aquel lugar, que le era difícil recordar absolutamente todo. Aún así, ese niño humano la protegía, como si ella valiera la pena, como si sus reglas importaran, como si su canción (ese himno estúpido) fuera realmente hermosa.
¿Cómo no apreciarlo? Nadie se había preocupado por ella antes, y de repente ese chico, Hibari (se había molestado en aprenderse su nombre, aún cuando resultaba tan difícil rescatar una palabra entre las miles de voces que oía constantemente), había aparecido, poniendo tanta fuerza y voluntad en protegerla que incluso los demás humanos lo encontraban raro. Pero no le importaba. De lo que estaba segura era de que, por primera vez, un humano hacía algo por ella.
Tal vez sus métodos no fuesen los más adecuados (cada vez que presenciaba los castigos de Hibari, en su mente no podía evitar decir “Auch”), pero eso tampoco le importaba. No cambiaría la forma de ser de aquella persona nunca.
Y tampoco le importaba resguardarlo cuando ya todo el mundo se había ido. En general le molestaba cuando invadían sus pocas horas de paz, mas nunca le molestaría la presencia de Hibari. Era diferente a esos humanos ruidosos que constantemente la lastimaban, y por eso lo apreciaba aún más.
Si Namimori tuviera una voz propia, lo primero (tal vez lo único) que le habría gustado decir sería “Gracias, Hibari”. Porque después de tanto tiempo una persona había creído que valía la pena, y eso era absolutamente algo por lo que estar agradecido.