Título: This world is all about war, isn't it? (Primera parte)
Fandom: Animorphs/Dresden Files.
Claim: Animorphs, Dresden.
Advertencias: Spoilers de Grave Peril (entendibles sólo si leíste el libro, porque no están explícitos). Spoilers del libro 13 de Animorphs, también.
Notas: Esta parte está narrada por Marco. La próxima creo que la narrará Harry xD. Son sólo dos :3.
Cuando uno crece, aprende a no creer en muchas cosas. Santa Claus, los superhéroes, tu amigo imaginario, los alienígenas… Claro que para mí eso de no creer en los extraterrestres ya no se aplica, considerando que estoy en un grupo de locos que intentan detener una invasión alienígena, y que un miembro de ese grupo no es de la Tierra.
Pero hay algo en lo que estoy seguro que ni yeerks ni andalitas creen: magia. Yo dejé de creer en ella cuando tenía unos seis o siete años, y comprobé científicamente que no existía a los once, cuando no recibí mi carta para ir a Hogwarts.
Si la magia existiera, tendríamos peores problemas de los que ya tenemos. De hecho, casi podría desear que los extraterrestres no existieran, de no ser por Ax. Mi vida sería mucho más simple de esa forma.
No sabría cómo es el mundo realmente.
Habló telepáticamente Jake, desde su forma de gaviota. Sabía que, en general, se dirigía más a Rachel que a nadie. Tal vez también me decía un poco a mí.
Sí, eso era. Habíamos descubierto que los yeerks estaban desarrollando un nuevo proyecto ultra-secreto. Lo normal, ya saben. Nosotros sólo planeábamos espiar un poco y luego ver qué hacer. A estas alturas de mi vida, eso era lo que hacía un sábado a la tarde normalmente.
agregué.
me corrigió Cassie con calma.
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<¿Sabes, Marco? Comienzo a creer que las cosas salen mal por culpa de tu pesimismo> dijo Rachel con hartazgo. Claro, como si ella no quisiera que las cosas salieran mal.
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Rachel habría puesto los ojos en blanco de haber podido. Estoy seguro de que mentalmente lo hizo.
Así era mi vida ahora. En vez de estar mirando televisión y pensando que debería hacer tarea, estaba volando en la forma de una gaviota, acompañado por otras cinco, quienes discutíamos telepáticamente. Todo había cambiado desde el día que vimos a Elfangor.
Y todo estaba por cambiar una vez más.
No estábamos muy lejos del suelo. A las gaviotas les gusta buscar basura, y es difícil encontrar restos de comida si uno se eleva demasiado. Por eso pudimos ver perfectamente cuando una enorme llamarada iluminó un callejón que se mantenía oscuro incluso a esa hora del día. No estábamos nada lejos de aquel lugar. Hubiéramos volado un poco más rápido y… Bueno, probablemente habrías confundido nuestros restos con un pollo asado.
<¡¿Qué fue eso?!> preguntó alguien, creo que Rachel.
contestó Ax con calma
Supongo que Jake estaba a punto de tomar una decisión, pero escuchamos algo que seguro interrumpió sus pensamientos. Era una especie de rugido grotesco, incomparable al de algún animal. Nunca había oído nada así. Y créanme, he escuchado muchos rugidos, incluso varios producidos por mí.
Pudimos escuchar una suave voz que probablemente un humano no habría oído. Era una voz calma, musical, demasiado hermosa para la situación, contrastando notablemente con el rugido.
-No sabes mantener tu nariz alejada de los asuntos que no te incumben, ¿no es así, Mago? -Fueron las palabras que alcanzamos a escuchar
-¿Qué puedo decir? Los chismes me encantan -respondió otra voz mucho más normal.
-Esta vez no habrá advertencia. Es muy tarde para ti.
-¿Muy tarde para decidir quedarme en casa leyendo y no involucrarme en estos asuntos? ¿O muy tarde para advertirte que ese diálogo no podría haber sido más cliché? -Esa fue una buena respuesta, debo admitirlo-. La verdad es que no comprendo a tu tipo. Todos ustedes vienen a mi ciudad a molestarme a mí y pretenden que me quede sentado sin hacer nada. Creo que tienen un buen historial de cómo son mis respuestas cuando vienen a golpearme en la nariz.
-Este no es tu pueblo, Mago.
-No, no lo es. Pero lo que estás haciendo empezó en mi territorio.
dijo Jake repentinamente. Había estado tan preocupado escuchando la conversación, que había ignorado por completo a mi amigo.
Descendí hacia donde vi a las demás gaviotas, al final de otro callejón no tan tétrico. Sólo desde mi posición era posible verlas, nadie más habría notado que aquellos pájaros estaban por transformarse en humanos, Andalita y ratonero de cola roja.
Pero aún no había llegado al suelo cuando una ráfaga de dolor me invadió. Sentí como si unas enormes garras hubiesen desgarrado mi pequeño cuerpo de gaviota. Caí al suelo, sin lograr comprender lo ocurrido. Estaba en un puro estado de shock.
<¡Marco, transfórmate!> me gritaron Jake y Cassie.
<¡¿Qué ocurrió?!>
<¡Aaaaaaaah!>
El último grito fue de Tobías. Lo que me había atrapado a mí, también lo había herido a él.
<¡Transfórmense! ¡Ambos!> nos ordenó Jake, asustado y preocupado <¡AHORA!>.
De alguna manera logré mentalizar mi imagen humana. Comencé a crecer, y a medida que iba cambiando, el dolor iba desvaneciéndose.
Los demás habían sido más rápidos que yo. Vi que Rachel no solo era humana ya, sino que su cuerpo estaba siendo cubierto por un pelaje pardo, que yo sabía muy bien a qué especie pertenecía. Jake era ya más tigre que humano, y observaba con nerviosismo a su alrededor, aunque no necesitaba hacerlo, porque Ax se le había adelantado. El lugar estaba desierto, no había nadie excepto nosotros.
Cassie se precipitó a mi lado, cargando a Tobías en su forma de ratonero. Ella era la más rápida transformándose, así que podía tardarse un poco más en ver cómo estábamos.
Me ayudó a levantarme del suelo cuando las últimas plumas blancas iban desapareciendo de mi cuerpo, dejando espacio a la piel humana.
<¿Alguno de los dos vio qué los atacó?> interrogó Jake.
Negué con la cabeza.
respondió Tobías .
Pero en una batalla no hay tiempo para pensar. Un enemigo realmente inteligente no nos daría eso. Tampoco lo haría un enemigo sediento de sangre.
En el pelaje anaranjado y negro de mi mejor amigo aparecieron heridas con la forma de garras. De garras gigantescas. El enorme tigre que era Jake salió de repente despedido por el aire, y chocó contra un contenedor de basura.
-¡¡JAKE!!
Comencé a transformarme sin perder tiempo, y Cassie me acompañó. Pero no podía ser lo suficientemente rápido. Nuestro líder se incorporó a duras penas, e intentó parecer fuerte, mas de sus heridas manaba demasiada sangre.
Entonces la criatura apareció de la nada.
Era un monstruo que nunca había visto antes. Parecía humanoide, pero era una criatura horrorosa. Era altísima, y aunque tenía brazos y piernas como los humanos, todo en aquel ser era deforme. Sus hombros eran especialmente anchos, y sus manos terminaban en las enormes garras que antes me había desgarrado. Su rostro estaba cubierto por la oscuridad del callejón, lo cual era bueno. No quería saber qué clase de rostro tenía aquella criatura.
Rachel la golpeó, pero no logró nada. Nada. El monstruo apenas se movió unos milímetros, y decidió devolver el golpe. Rachel salió disparada por los aires.
<¡Hay que huir!> Ordenó Jake. Sentí en su “voz” que estaba muy adolorido. Mas no lo diría. Nuestra seguridad estaba primero.
<¡¿En plena ciudad?!>
<¿Crees que tenemos tiempo de transformarnos? ¡CORRAN!>
Y así lo hicimos. Un gorila, un tigre, un oso pardo, un lobo y un Andalita corrieron, prácticamente volaron por la vereda. Sobre nuestras cabezas sabíamos que había un ratonero. Y detrás nuestro, un monstruo, que nuevamente no podíamos ver.
No tardamos en llegar al lugar del cual habíamos visto salir el fuego que empezó toda esa situación.
Entonces descubrimos que aquella era la intención de la bestia: conducirnos hacia ese lugar. Porque entonces, una fuerza nos empujó hacia el callejón, como si tres de aquellas criaturas hubieran decidido meternos allí sin previo aviso.
Aún había rastros de fuego que iluminaban vagamente aquel escondite, pero eran mínimos, nadie habría podido verlos si pasaba caminando por la calle. Nadie se acercaría lo suficiente para encontrarse con lo que se ocultaba allí.
Nosotros si lo vimos.
De espaldas a nosotros había una mujer. No pude ver su rostro, pero algo me hizo suponer que sería inhumanamente hermosa. Su cabello era negro, y su piel ligeramente morena, similar a la mía… en mi apariencia humana, claro. Estaba parada como lo estaría una mujer que, en el supermercado, evalúa los precios de distintos productos para elegir cual comprar. O, más bien, como una mujer que observaba a sus sirvientes hacer esa tarea.
Frente a ella había un hombre brutalmente alto. Yo habría dado parte de mi hermosura con tal de medir lo que él medía, y tuve tiempo de apreciar eso mientras observaba la escena. Pero el hombre no se veía calmo e impecable como la mujer. Parecía destrozado, herido, y tremendamente cansado. “Horrible” no es una palabra suficiente para describir cómo se veía.
No querrías encontrarte con una persona que tuviera su apariencia en la calle.
-Esto es una tregua -dijo el hombre con una voz cargada de odio-. No puedes matarme.
La mujer suspiró.
-Te dije que mis asuntos no tenían nada que ver contigo -Hizo un gesto con la mano, señalándonos, pero aún así sin mirarnos.
-Así que resulta que estuviste matando a toda esa gente en Chicago porque querías montar un zoológico, ¿no es así?
-La cuestión es, Mago, que tú me atacaste primero…
-Claro, te ataqué primero, luego de que mandaras a dos de tus monstruos a deshacerse de mí en el primer callejón oscuro que se encontraran.
-…Así que técnicamente no estaría rompiendo yo la tregua. No será lo mejor para nosotros, seguro, pero para ustedes será diez veces peor -Continuó, ignorando la interrupción. Algo en la voz de la mujer me dio a entender que sonreía-. Ustedes hacen todo el trabajo por nosotros matándose unos a otros. Sólo estarán más débiles que antes de la tregua.
dijo Jake.
El hombre desvió su mirada hacia nosotros. Cerró los ojos durante un segundo, para luego volver a abrirlos y mirar a su alrededor. Cuidadosamente se preocupó por no dirigir en ningún momento su mirada hacia la mujer.
-¿Para qué tanto trabajo por un zoológico?
-Una guerra a la vez, Dresden -Fue toda la respuesta que le dio.
No tuvo tiempo de decir más, porque entonces atacamos.