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Nov 17, 2009 19:13

{viñeta: ira} (original: penélope)
personajes. penélope sevz, lars biggs.
tabla. etapas del duelo.
notas. spoilers, lime.
palabras. 1,610.

Los vuelven a dejar solos.

-¿Cómo estás?

Penélope se muerde los labios por dentro para no contestar, porque no le quiere hablar mal, pero no puede.

-Da igual. ¿Tú?

Él frunce el entrecejo.

-Bien.

-Perfecto.

Se quedan en silencio, mientras Lars la mira y Penélope lucha contra ella misma por no mirarlo.

-¿Qué te pasa?

-¿Qué puede estar pasándome? -voltea la cara y lo mira, y al instante se da cuenta de que ha hecho mal. Que con una vez que lo vea no va a poder dejar de verlo y que se va a echar a...

-Eso dímelo tú.

...llorar.

Penélope gruñe.

-Nada que sea interesante o digno de contar. -contesta, al fin, molesta.

-Tienes algo diferente hoy.

Ella alza una ceja, animándolo a seguir.

-Eres como antes.

-Siempre he--

-No es verdad. -contradice, sin dejarla terminar. Parece molesto. -¿Qué pasó con mi Loppy?

Penélope niega con la cabeza, pero no contesta, y clava su mirada en la ventana, oyendo el fuerte viento que azota contra los portones de las casas de alrededor. Incluso los perros ladran. Se acerca una tormenta, tanto metafóricamente hablando como literalmente, jop, jop.

-¿Qué pasó con ella? Dime. Dime si vale la pena arriesgarme a salvarla otra vez. Dime si vale la pena arriesgarme a no conseguir nada. Dime dónde--

-Ya no está, ¿de acuerdo? -explota, pero no grita. -Ya no está, y ya. Ya no estará, porque yo siempre he sido así, ¿sabes? Y deja de decir que te podrías arriesgar para "salvarme". -pone comillas imaginarias a la última palabra con un movimiento de ojos y cabeza
(porque no puede usar las manos y menos los dedos)
y lo mira, con los ojos entornados. -Me haces parecer un mounstro.

-Me gusta más mi Loppy. No esta, que me grita, que me habla con enojo-casi-ira. No esta, que--

-Esta que te odia. -interrumpe, se sienta bien en la silla y lo mira a los ojos. Se quiere levantar y propinarle una buena cachetada, pero la mano no la puede abrir. -Esta a la que estás diciéndole entre líneas que no te gusta. Esta que siempre ha sido, esta que, de no haber sido por ti, seguiría siendo así. Esta que te decía cosas como idiota, estúpido, bastardo. -las palabras van cargadas con odio y le caen mal, lo puede notar, pero ya no se puede detener.

¿Por qué le ha hecho tanto daño?

Él asiente.

-No tienes vergüenza. -se levanta y abre la puerta, cerrándola tras de sí.

&
Entra en su cuarto, sin cerciorarse que la puerta de entrada está cerrada, y toma la primer maleta que se le cruza en el camino. La sube con los brazos
(porque no puede mover las manos ni los dedos, ¿recuerdan?)
y se dirige a su armario. Saca todas las prendas que puede y las mete a la maleta, sintiendo dolor en sus muñecas. Se está esforzando de más, y lo sabe. Lleva su brazo izquierdo a su mejilla y se quita las lágrimas idiotas que salen sin razones buenas.

Han pasado dos semanas, las últimas dos semanas, las dos semanas finales del infierno, las dos semanas que se fueron como agua corriendo entre los dedos, las dos semanas en las cuales, por orgullosa, dolida, infantil y ridícula, ni siquiera se despidió de él. Y él ya no está.

Porque él ya avanzó.

(Y ella...)

Él ya está fuera.

(Y a cientos de kilómetros de ahí, con la castaña-casi-rubia de su prometida, casándose, hablándole, besándola, queriéndola y...)

Se sienta en el suelo y abraza sus rodillas con fuerza, ignorando las punzadas en sus muñecas. Se lleva las manos a los ojos y se queda ahí, hasta que siente que ya no puede respirar.

(Ella no ha avanzado)

&
A Penélope nunca le fue mal.

De hecho nunca fue de esas chicas a las que todo y cualquier cosa les salía mal; Penélope no era tonta. Penélope trataba de no enfrascarse en nada, porque creía que se trataba de eso: creía que al mundo veníamos solos y salíamos de él igual. Y nadie se lo negaba, pero tampoco nadie se lo aceptaba, porque resultaba idiota e irónico y doloroso que, siendo tan joven, ella pensara así de todos.

Pero Penélope era así.

O al menos lo fue hasta que llegó él.

Penélope había intentado alejarse de toda persona antes de comenzar con su final, cosa que suena muy rara, porque es como si se iniciara tu final, aunque sabes que después del final hay un comienzo, porque siempre es así. Pero alguien había llegado antes del final, y el proceso se había quedado a medias.

Y luego había llegado él, con su cabello largo, sus mejillas y su cara redonda, las marcas en los brazos y los dedos inmóviles. Pero no le gustó.

Al menos no hasta después.

Penélope siempre había creído que las cosas eran de repetirse, porque el mundo no tenía creatividad, y menos quien era el líder de éste y de los demás mundos. Creía en las vidas pasadas, en que lo que le había pasado en éstas le iba a pasar en su nueva vida, y a veces se tiraba en su habitación mirando el techo, sin nada que hacer ni qué decir más que pensar en eso. ¿Cómo era? ¿Y por qué las cosas se repetían?

Tal vez estaba destinada a que las cosas se repitieran. Como que en tercer año de primaria le dijeron que la querían y en tercero de secundaria también. Como que a las cinco de la tarde siempre le daba hambre los viernes. Como que los viajes siempre la deprimían por estar en verano, y cuando viajaban en invierno se sentía muy contenta. Aunque esto último carece de sentido, porque es obvio que los veranos simplemente no le gustaban. Como que su hermana siempre terminaba convenciéndola. Como que siempre que se bañaba por gusto no había champú.

Como que Lars siempre llegaba, entraba en su vida y la salvaba, antes de que cayera.

&
La carga, la deja en la cama (no sin antes tirar al suelo la maleta) y mira su cara y sus ojos, que la miran, asustados. Está consciente, lo sabe, porque está derramando lágrimas y sigue respirando. Muy a su pesar sigue respirando, porque se oye algo parecido a un silbido cuando inhala y las exhalaciones son largas, como si fueran últimos suspiros de vida. Pero lo sigue haciendo. Respira. Quiere respirar. Si no, dejaría de respirar en cualquier momento y ahí es donde aparecen los créditos finales, ¿no?

-Loppy. -la llama, quitándole el cabello de la cara, y ella lo mira, sin contestar. -¿Qué te pasa? Contéstame. Loppy. Loppy.

El silbido deja de estar presente y él siente que el alma se le cae a los pies. Inmediatamente se acerca a ella y la sacude suavemente, esperando oír el silbido. Y nada. Lo hace otra vez. Ella va cerrando los ojos de poco en poco. La recuesta en la cama y la mira, sin saber qué hacer. Bueno, ha visto muchos programas en la televisión y no puede ser tan difícil la respiración boca a boca.

&
-Gracias.

Lars asiente varias veces, y se detiene. Aún le sigue resultando extrañamente familiar la escena, el silencio, el lugar. Ella.

-No fue nada.

Penélope se acerca a él y se sienta a su lado, pero él la detiene suavemente.

-Deberías descansar. -propone, y los dos se quedan con la mirada clavada en la del otro, como si no hubiera dicho nada. Ella se acerca a él y besa su mejilla.

-Debes pensar que soy una idiota.

Él trata de sonreír.

-Lo eres. -asiente, sin mirarla. Penélope se sienta a su lado. -Loppy...

-Sé que te vas. -dice, y él la mira, como si le hubiera leído el pensamiento. -Es obvio. Te mejoraste antes que yo. A mí me van a asignar a una chica que, creo, tiene el mismo problema. -se encoge de hombros y mira sus vendajes. -Pero está bien.

-No te ves como si estuviera del todo bien. -señala con la nariz la maleta y la ropa tirada por el piso. -¿Qué planeabas hacer?

-Escapar. -sonríe, apretando los labios. -Escapar, como una gran cobarde.

Él la rodea con un brazo, imitando su sonrisa. Le da un beso en la sien y la estrecha con aún más fuerza.

-Me gustaría escaparme algún día. -confiesa, y a Penélope le da un vuelco el corazón. Lo mira, se separa un poquito y abre los ojos más que nunca.

-Entonces escapemos.

Lars sonríe, y aprieta los labios. Penélope siente que su corazón vuelve a la normalidad. Suspira.

-Mala idea.

-Sí.

Penélope se muerde el interior del labio inferior y lo mira. Él hace lo mismo. Se acercan, ambos cierran sus ojos y se quedan así.

-Detesto tu nueva imagen. -confiesa Penélope, con una risita. Él la imita. -Prefería tu cabello largo.

-Era hora de un cambio. -deposita un beso en sus labios y ella sonríe aún más después de sentir los labios de él contra los suyos.

-Te ves horrible.

Ambos ríen.

-Me quieres por igual, ¿no? -abre los ojos, encontrándose con los de ella. Penélope se ruboriza. -Yo te seguiría queriendo aunque te quedaras calva.

Otra vez ese vuelco, las mejillas rojas y la mirada de no me jodas mejor que no estés bromeando conmigo, cabroncete, dirigida hacia él.

Él la besa, con cuidado, y ella lo estrecha sin mucha fuerza cuando asimila el sabor a café en su boca y cierra los ojos. Siente que la recuestan, que la abrazan con cuidado y que la acarician con suavidad, con cuidado, ...con amor.

&
Penélope nunca creyó en el amor, tampoco, hasta que llegó él.

comm: teh typewriter, pj: lars biggs, tipo: viñeta, advt: lime, pj: penélope sevz, original: penélope, cp: lars/penélope, advt: spoilers

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