35
{viñeta: del otro lado de la puerta} (original: sucia sociedad)
personajes. todos. completamente to-dos.
tabla. dos.
notas/advertencias. post-sucia sociedad. creo que me he pasado... pero bah. spoilers a muerte. creo que casi no se va a entender. no sé, pero me gusta. deja claras varias escenas y varias no. y es... bueno. pero a la vez malo. eeeeek.
palabras. 1,701.
Muchas gracias, reza el álbum.
Una foto. Alto, fornido, con una sonrisa acompañada de hoyuelos; Timothy. Abrazándolo, la sonrisa inigualable de Marizza. Ambos tienen bufandas, ella tiene guantes y él rueda los ojos, como si estuviera diciéndole que qué absurda es al tener frío, que el frío ya no está de moda. Pasa la página y, al reverso, unas palabras a lápiz que el tiempo ha devorado con gusto.
Luego, más fotos. Entre ellas se puede ver una donde Marizza sonríe con dos chicas. La foto es vieja. Es a color, pero vieja, y se nota porque ahí Marizza se ve muy joven. En otra foto de esas, está ella tomada de la mano con Raoul y ambos tienen sonrisas en sus caras. Una pasada de página y sigue una foto donde Marizza está roja como un tomate y Raoul la sostiene en brazos. Nadie de los dos va vestido formalmente, pero Marizza lleva un vestido color crema y él el mejor traje de los cuales él nunca se atrevería a usar. Al reverso, Nuestra Boda entre comillas.
Siguiente. Una foto en una playa. Lázaro sonríe ampliamente, es fácil reconocerlo, con malicia de la buena, mirando a Marizza. Raoul está a su lado, con la misma mueca. Marizza tiene los ojos bien abiertos, presintiendo lo que quieren hacer. Detrás, un Tomada por Timmy, vacaciones y ataques imprevistos.
(Cuando apenas empezaba todo.)
Sorpresivamente, sigue una foto de Rebecca. Tiene la boca abierta, alegando algo, como siempre, y a su lado está Leto, quien tiene una mano en la frente. Por el reverso no hay nada, sólo unas líneas borrosas.
Nívea y Marizza abrazándose muy cerca del lente de la cámara es la siguiente fotografía. Errores al tomar; mucho zoom. A la otra, favor de revisar que Saoul no haya jugado con la cámara.
Es una sesión de fotos. La fotografía que sigue de la anterior es casi igual, sólo que ésta está tomada bien, de lejos. Marizza lanza un beso al aire a la mejilla de Nívea y ésta, fingiendo sorpresa, mira hacia otro lado, con una mano en la boca. Juntas somos invencibles.
Y más fotografías de esas. Aproximadamente, unas tres más.
Hay tres páginas llenas de fotos viejas de Lázaro. Una por ambos lados y una por uno solo. Demasiado flacucho, demasiado molesto, demasiado joven. Demasiado... anti-él. Demasiado profundas. Demasiado... viejas. Tanto, que dan nostalgia ajena. En una de ellas le hace falta un corte de cabello, en otra no lleva camisa y está friendo unas patatas a la francesa, en otra está dormido y, en otra, sonríe mientras escribe en un escritorio, de espaldas. Atrás, hay un corazón.
(Cuando las palabras sobran, simplemente sobran.)
Hay otra sesión de fotos de una fiesta. No es en la Gran Casa del Mal, es fuera. Marizza sale con los ojos cerrados en todas y a Nívea se le ve usando labial. Lydia no tiene el cabello plateado y, obviamente, tampoco los pupilentes. Sonríe, pero en la mayoría de las fotos sale también con los ojos cerrados. Debajo de cada fotografía hay fechas que se han borrado por los años.
Rebecca sonríe en una, mirando hacia otro lado, mientras es besada en la mejilla por una Lioba hiperactiva. En la mano derecha de Lioba se pueden observar migajas de pan con azúcar, pues la cámara con la que tomaron las últimas fotos era nueva y buena. Rebecca ríe, aparte. Y, debajo, no hay nada.
Los ojos de Lydia están centrados en la chimenea, ausentes. Nívea conversa alegremente con la boca abierta para toda la eternidad con Marizza y ésta se ríe por Némesis, al parecer. Némesis se ríe, también, y Lioba tiene un gesto cansado. Si se observa con atención, se ve que tiene un brazo alrededor de su estómago, gesto principal de lo que todas se llegaron a quejar alguna vez. Hay anotaciones para cada quien. Lydia, amargura en vida. Lioba, cólico-girl, seguido de un es broma. Némesis tiene una flecha que señala su cabeza, la cual tiene, entre signos de exclamación, LOCA. Hay dos flechas unidas que señalan a Nívea y a Marizza; hermanas perdidas. Y, debajo de la foto, tomada por Lázaro.
Alrededor de la mesa, todos charlan alegremente, excepto dos personas. Lioba mira a de cerca Lázaro con ojos de cordero que mira a lobo siendo masoquista y Lázaro la mira, con deseo. Un brazo baja por la mesa y se pierde por donde inicia la cintura de ella. Timothy tiene los ojos cerrados de una manera muy graciosa, mientras Nívea, molesta, tiene la boca abierta y un puño sobre la mesa. Saoul bosteza descaradamente, haciendo a un lado su plato vacío. Rebecca inspecciona con paciencia de artesana el cabello de Némesis y ésta sonríe, con la boca abierta para decir algo a medias. Marizza mira de reojo a la pareja principalmente mencionada, con una sonrisa, y, entre los cubiertos, Raoul los señala con su dedo índice, mirándolos. Hay flechas alrededor de todos, pero están anotadas con lápiz borrado excepto una que une a Timothy y a Nívea. Pareja perfecta. Con pluma. ¿Por qué? Ni idea.
Otra toma del mismo escenario. Lioba y Lázaro unidos por sus bocas, sus brazos entrelazados en el cuerpo del otro sin llegar a lo grotesco e indebido, como Nívea decía. Marizza mirando a Raoul con intención de que deje de mirarlos, pero él sin hacer caso. Rebecca conversando a boca abierta con Némesis, ambas sin enterarse de nada. El puño de Nívea sobre el brazo de Timothy y éste mirándola con un gesto de ira pura. Saoul tiene la mano sobre la mejilla y mira fijamente el salero, con un gesto aburrido.
Una foto más del mismo escenario, lo que da a pensar que activaron la cámara para que disparara tomas cada cuarenta segundos. Lázaro se ve en la esquina de la imagen tomado de una mano que viene de la nada. Los asientos de Lioba y Lázaro están solos. Némesis sonríe, divertida, y Nívea se ha levantado de la mesa, molesta, dispuesta a irse. Marizza la mira, preocupada, y Raoul parece no entender. Saoul tiene la boca abierta y los ojos cerrados, dando a entender que será el próximo en salir de la fotografía.
Pero no hay más.
Hay un montón de hojas vacías. Las primeras tres tienen al reverso un par de palabras escritas con lápiz, pero ya se sabe muy bien lo que se dice del lápiz; que no es mejor amigo del tiempo ni del polvo ni de nadie.
Fotos arrancadas, probablemente. Es lo más seguro.
Cinco hojas vacías más, con muestras de que las fotos han sido cruelmente arrancadas, y al final una, donde una chica con ambas manos alzadas, una diadema, el cabello recogido y una mirada verde feliz; a su lado, esa chica que lleva por nombre lo que no refleja su personalidad, con una sonrisa.
Lioba y Némesis; unos meses después de su llegada.
Fin del álbum.
Interrogante espera en el marco de la puerta algo que pueda sacarlo de su estado de... no, es que no es shock ni mucho menos sorpresa. Es... tristeza.
Abre el álbum de nuevo, en la última página, y aprieta los labios.
-Porque después de todo ellas se los ganaron. -concluye, observando la imagen. Pasa su dedo índice por la no tan redonda cara de Lioba y esboza una media sonrisa. -Y tú te lo ganaste, queridita.
Se escucha un sonido de papel romperse, el sonido bien conocido de un álbum cerrarse, un golpe sordo contra el suelo y un par de cosas olvidadas, probablemente chatarra, y luego una puerta cerrarse.
Interrogante suspira, esboza una sonrisa completa y le pega a la foto con el dedo índice, negando con la cabeza.
Ya no está, lo sabe.
Y no estará; eso también lo sabe.
Pero sabe, con tristeza y un poco de cruel satisfacción, que las cosas pasan por algo. La misión, después de todo, salió bien, puede aceptar. Un par de muertes más, pero estuvo bien. Pudo haber estado mejor, pero...
Mira hacia atrás, mirando la puerta en la cual había encontrado el álbum y donde ahora lo ha escondido para no ser revelado jamás. Duda en tomarlo, pero sólo estaría poniéndose la soga en el cuello, y no. Ese tipo de cosas no se hacen.
Terminará con todo, nadie encontrará el álbum, nadie encontrará las habitaciones y menos las camas en donde más de una vez se sufrieron situaciones de amor, coraje y tal vez amistad, y le duele de cierto modo. Acabar con todo...
Mmm.
Unos cuantos pasos, un par de puertas abrirse y cerrarse.
Saca de su bolsillo derecho del pantalón una cajetilla de cigarros y toma uno, encendiéndolo y se detiene en el marco de la puerta de la Gran Casa del Mal. Toma el encendedor y lo estrella con fuerza hacia el suelo, como si eso pudiera hacer que el dolor dentro de él desaparezca.
Toma el cigarro, exhala el humo y lo lanza, cerrando la puerta al instante.
El calor se apodera de todo en cuestión de minutos. El suelo de madera, regado de gasolina, arde. La pintura de las paredes suda. La llave del gas de la cocina, abierta, hace que los vidrios de la ventana exploten. La alfombra de la escalera arde. Los ojos de Interrogante arden, mientras miran hacia un cielo estrellado, con tristeza.
Sube a su camioneta, viendo por el cristal blindado cómo la casa de madera se descompone, viendo cómo ha terminado su misión, viendo cómo ha terminado tal atrocidad.
Viendo cómo se ha estado mintiendo a sí mismo y a los demás para sobrevivir y no ser presa del dolor.
Ha mentido. Toda su vida y, para el remate, hace unos cuantos minutos: tristeza no le dio antes, al ver la foto y lo que la foto rezaba, por el engaño que hicieron sus dos ex-compañeras de misión. Tristeza le dio, más bien, por él mismo. Porque así como la casa arde, se viene abajo y se deshace, así como él aprieta el álbum contra su pecho con fuerza, ése álbum que conservará para no sentirse tan mierda, tan solo, así arde él por dentro y así, con fuerza, su corazón se estruja.
(Si es que tiene.)
personajes. todos. completamente to-dos.
tabla. dos.
notas/advertencias. post-sucia sociedad. creo que me he pasado... pero bah. spoilers a muerte. creo que casi no se va a entender. no sé, pero me gusta. deja claras varias escenas y varias no. y es... bueno. pero a la vez malo. eeeeek.
palabras. 1,701.
Muchas gracias, reza el álbum.
Una foto. Alto, fornido, con una sonrisa acompañada de hoyuelos; Timothy. Abrazándolo, la sonrisa inigualable de Marizza. Ambos tienen bufandas, ella tiene guantes y él rueda los ojos, como si estuviera diciéndole que qué absurda es al tener frío, que el frío ya no está de moda. Pasa la página y, al reverso, unas palabras a lápiz que el tiempo ha devorado con gusto.
Luego, más fotos. Entre ellas se puede ver una donde Marizza sonríe con dos chicas. La foto es vieja. Es a color, pero vieja, y se nota porque ahí Marizza se ve muy joven. En otra foto de esas, está ella tomada de la mano con Raoul y ambos tienen sonrisas en sus caras. Una pasada de página y sigue una foto donde Marizza está roja como un tomate y Raoul la sostiene en brazos. Nadie de los dos va vestido formalmente, pero Marizza lleva un vestido color crema y él el mejor traje de los cuales él nunca se atrevería a usar. Al reverso, Nuestra Boda entre comillas.
Siguiente. Una foto en una playa. Lázaro sonríe ampliamente, es fácil reconocerlo, con malicia de la buena, mirando a Marizza. Raoul está a su lado, con la misma mueca. Marizza tiene los ojos bien abiertos, presintiendo lo que quieren hacer. Detrás, un Tomada por Timmy, vacaciones y ataques imprevistos.
(Cuando apenas empezaba todo.)
Sorpresivamente, sigue una foto de Rebecca. Tiene la boca abierta, alegando algo, como siempre, y a su lado está Leto, quien tiene una mano en la frente. Por el reverso no hay nada, sólo unas líneas borrosas.
Nívea y Marizza abrazándose muy cerca del lente de la cámara es la siguiente fotografía. Errores al tomar; mucho zoom. A la otra, favor de revisar que Saoul no haya jugado con la cámara.
Es una sesión de fotos. La fotografía que sigue de la anterior es casi igual, sólo que ésta está tomada bien, de lejos. Marizza lanza un beso al aire a la mejilla de Nívea y ésta, fingiendo sorpresa, mira hacia otro lado, con una mano en la boca. Juntas somos invencibles.
Y más fotografías de esas. Aproximadamente, unas tres más.
Hay tres páginas llenas de fotos viejas de Lázaro. Una por ambos lados y una por uno solo. Demasiado flacucho, demasiado molesto, demasiado joven. Demasiado... anti-él. Demasiado profundas. Demasiado... viejas. Tanto, que dan nostalgia ajena. En una de ellas le hace falta un corte de cabello, en otra no lleva camisa y está friendo unas patatas a la francesa, en otra está dormido y, en otra, sonríe mientras escribe en un escritorio, de espaldas. Atrás, hay un corazón.
(Cuando las palabras sobran, simplemente sobran.)
Hay otra sesión de fotos de una fiesta. No es en la Gran Casa del Mal, es fuera. Marizza sale con los ojos cerrados en todas y a Nívea se le ve usando labial. Lydia no tiene el cabello plateado y, obviamente, tampoco los pupilentes. Sonríe, pero en la mayoría de las fotos sale también con los ojos cerrados. Debajo de cada fotografía hay fechas que se han borrado por los años.
Rebecca sonríe en una, mirando hacia otro lado, mientras es besada en la mejilla por una Lioba hiperactiva. En la mano derecha de Lioba se pueden observar migajas de pan con azúcar, pues la cámara con la que tomaron las últimas fotos era nueva y buena. Rebecca ríe, aparte. Y, debajo, no hay nada.
Los ojos de Lydia están centrados en la chimenea, ausentes. Nívea conversa alegremente con la boca abierta para toda la eternidad con Marizza y ésta se ríe por Némesis, al parecer. Némesis se ríe, también, y Lioba tiene un gesto cansado. Si se observa con atención, se ve que tiene un brazo alrededor de su estómago, gesto principal de lo que todas se llegaron a quejar alguna vez. Hay anotaciones para cada quien. Lydia, amargura en vida. Lioba, cólico-girl, seguido de un es broma. Némesis tiene una flecha que señala su cabeza, la cual tiene, entre signos de exclamación, LOCA. Hay dos flechas unidas que señalan a Nívea y a Marizza; hermanas perdidas. Y, debajo de la foto, tomada por Lázaro.
Alrededor de la mesa, todos charlan alegremente, excepto dos personas. Lioba mira a de cerca Lázaro con ojos de cordero que mira a lobo siendo masoquista y Lázaro la mira, con deseo. Un brazo baja por la mesa y se pierde por donde inicia la cintura de ella. Timothy tiene los ojos cerrados de una manera muy graciosa, mientras Nívea, molesta, tiene la boca abierta y un puño sobre la mesa. Saoul bosteza descaradamente, haciendo a un lado su plato vacío. Rebecca inspecciona con paciencia de artesana el cabello de Némesis y ésta sonríe, con la boca abierta para decir algo a medias. Marizza mira de reojo a la pareja principalmente mencionada, con una sonrisa, y, entre los cubiertos, Raoul los señala con su dedo índice, mirándolos. Hay flechas alrededor de todos, pero están anotadas con lápiz borrado excepto una que une a Timothy y a Nívea. Pareja perfecta. Con pluma. ¿Por qué? Ni idea.
Otra toma del mismo escenario. Lioba y Lázaro unidos por sus bocas, sus brazos entrelazados en el cuerpo del otro sin llegar a lo grotesco e indebido, como Nívea decía. Marizza mirando a Raoul con intención de que deje de mirarlos, pero él sin hacer caso. Rebecca conversando a boca abierta con Némesis, ambas sin enterarse de nada. El puño de Nívea sobre el brazo de Timothy y éste mirándola con un gesto de ira pura. Saoul tiene la mano sobre la mejilla y mira fijamente el salero, con un gesto aburrido.
Una foto más del mismo escenario, lo que da a pensar que activaron la cámara para que disparara tomas cada cuarenta segundos. Lázaro se ve en la esquina de la imagen tomado de una mano que viene de la nada. Los asientos de Lioba y Lázaro están solos. Némesis sonríe, divertida, y Nívea se ha levantado de la mesa, molesta, dispuesta a irse. Marizza la mira, preocupada, y Raoul parece no entender. Saoul tiene la boca abierta y los ojos cerrados, dando a entender que será el próximo en salir de la fotografía.
Pero no hay más.
Hay un montón de hojas vacías. Las primeras tres tienen al reverso un par de palabras escritas con lápiz, pero ya se sabe muy bien lo que se dice del lápiz; que no es mejor amigo del tiempo ni del polvo ni de nadie.
Fotos arrancadas, probablemente. Es lo más seguro.
Cinco hojas vacías más, con muestras de que las fotos han sido cruelmente arrancadas, y al final una, donde una chica con ambas manos alzadas, una diadema, el cabello recogido y una mirada verde feliz; a su lado, esa chica que lleva por nombre lo que no refleja su personalidad, con una sonrisa.
Lioba y Némesis; unos meses después de su llegada.
Fin del álbum.
Interrogante espera en el marco de la puerta algo que pueda sacarlo de su estado de... no, es que no es shock ni mucho menos sorpresa. Es... tristeza.
Abre el álbum de nuevo, en la última página, y aprieta los labios.
-Porque después de todo ellas se los ganaron. -concluye, observando la imagen. Pasa su dedo índice por la no tan redonda cara de Lioba y esboza una media sonrisa. -Y tú te lo ganaste, queridita.
Se escucha un sonido de papel romperse, el sonido bien conocido de un álbum cerrarse, un golpe sordo contra el suelo y un par de cosas olvidadas, probablemente chatarra, y luego una puerta cerrarse.
Interrogante suspira, esboza una sonrisa completa y le pega a la foto con el dedo índice, negando con la cabeza.
Ya no está, lo sabe.
Y no estará; eso también lo sabe.
Pero sabe, con tristeza y un poco de cruel satisfacción, que las cosas pasan por algo. La misión, después de todo, salió bien, puede aceptar. Un par de muertes más, pero estuvo bien. Pudo haber estado mejor, pero...
Mira hacia atrás, mirando la puerta en la cual había encontrado el álbum y donde ahora lo ha escondido para no ser revelado jamás. Duda en tomarlo, pero sólo estaría poniéndose la soga en el cuello, y no. Ese tipo de cosas no se hacen.
Terminará con todo, nadie encontrará el álbum, nadie encontrará las habitaciones y menos las camas en donde más de una vez se sufrieron situaciones de amor, coraje y tal vez amistad, y le duele de cierto modo. Acabar con todo...
Mmm.
Unos cuantos pasos, un par de puertas abrirse y cerrarse.
Saca de su bolsillo derecho del pantalón una cajetilla de cigarros y toma uno, encendiéndolo y se detiene en el marco de la puerta de la Gran Casa del Mal. Toma el encendedor y lo estrella con fuerza hacia el suelo, como si eso pudiera hacer que el dolor dentro de él desaparezca.
Toma el cigarro, exhala el humo y lo lanza, cerrando la puerta al instante.
El calor se apodera de todo en cuestión de minutos. El suelo de madera, regado de gasolina, arde. La pintura de las paredes suda. La llave del gas de la cocina, abierta, hace que los vidrios de la ventana exploten. La alfombra de la escalera arde. Los ojos de Interrogante arden, mientras miran hacia un cielo estrellado, con tristeza.
Sube a su camioneta, viendo por el cristal blindado cómo la casa de madera se descompone, viendo cómo ha terminado su misión, viendo cómo ha terminado tal atrocidad.
Viendo cómo se ha estado mintiendo a sí mismo y a los demás para sobrevivir y no ser presa del dolor.
Ha mentido. Toda su vida y, para el remate, hace unos cuantos minutos: tristeza no le dio antes, al ver la foto y lo que la foto rezaba, por el engaño que hicieron sus dos ex-compañeras de misión. Tristeza le dio, más bien, por él mismo. Porque así como la casa arde, se viene abajo y se deshace, así como él aprieta el álbum contra su pecho con fuerza, ése álbum que conservará para no sentirse tan mierda, tan solo, así arde él por dentro y así, con fuerza, su corazón se estruja.
(Si es que tiene.)