Drabbles- Quinesob y Dekasem

Apr 23, 2009 17:09


Título: Orden, después explicación
Fandom: La Premonición
Claim: Luke/Anne
Resumen: Anne quiere arreglar las cosas con Luke pero al final nada sucede como debería. Es que cuando se trata de Luke, nada es como debería.
Advertencias: mordeduras a lo vampiro (no son vampiros, que conste)… y ya. Creo que eso es todo xP
Notas: Esta vendría a ser la continuación de este drabble que escribí para la comunidad menteoriginal. Aunque pueden leerse por separado. Y también forma parte de la colección de drabbles que he empezado a escribir sobre mi historia “la premonición” la cual aun no esta siendo publicada.
Palabras: 2404 palabras



Antes no pudo hacerlo porque él se había negado y había huido, pero ahora tenia las de ganar. Por más que tratase, él no podría negarse a obedecerle. Esa era una de las ventajas de ser casi una reina.

Ella, después de haber llegado a esa brillante conclusión (tarde, cabía agregar), llamó a uno de sus mas discretos sirvientes y le había ordenado buscar a Luke y llevarlo a la biblioteca, que era el lugar que ella solía ocupar la mayor parte del tiempo.

El sirviente, un hombre que tenía la palabra “complacencia” grabada en los huesos, apareció con un sorprendido Luke pasados apenas quince minutos. Ella pensó que el hombre se había ganado un premio por su eficiencia y rapidez porque llevarle a Luke tan rápido cuando él había estado tan lejos era una completa hazaña.

Después de agradecerle al hombre, -el cual casi se pone a saltar de la emoción por el gesto- le pidió a su invitado, solo con un movimiento de su mano, que se acercara y se sentara. Él, a regañadientes, tuvo que obedecerle. Le disgustaba estar cerca de ella y eso era más que notorio. Cada poro de su piel destilaba odio y antipatía hacia esa pobre mujer que antaño había sido alguien cercano a él. Y ella no podía culparlo. La ultima vez que habían estado cerca las cosas se habían puesto tan feas que la vida de él había peligrado bastante y todo por culpa de ella. Y precisamente ese lamentable suceso era el motivo principal de su molestia y de que ella hubiese querido reunirse con él.

-Supongo que Antoine no te dijo que era conmigo que ibas a reunirte- le dijo sin siquiera mirarlo, concentrada como estaba en prepararse una taza de té. No le ofreció una taza porque sabía que no la iba a aceptar. -De haberlo hecho, supongo, no hubieses aceptado.

-No me quedaba de otra más que aceptar… Su Majestad- le respondió con una frialdad que antaño le habría helado la sangre. Ahora le provocaba un profundo dolor en el pecho producto de lo mucho que le dolía que él la odiase.

Pero debía ser fuerte si quería que todo saliera bien. Su plan era explicarle - o por lo menos tratar de hacerlo- qué había pasado con ella desde que salió de la casa aquella noche. Esperaba que después de que su verdad fuera expuesta ante él, este iba a cambiar esos horribles sentimientos que ahora le profesaba por los que antaño le dedicaba. Quería que fuese el mismo de antes y esa noche lograría su cometido. Aunque tuviese que hechizarlo y atarlo al sillón en el que se encontraba.

-Me hubiera gustado hablar contigo de otra forma pero tu no me dejaste otra opción. Has estado huyendo de mí desde lo que pasó aquella fatídica noche.

- ¡¿Qué esperabas que hiciera?!-maldijo por el exabrupto. Estaba furioso, sí, pero eso no le daba derecho a hablarle de esa forma a la Princesa.

Ella, por suerte, ignoró el hecho de que él le había faltado al respeto.

-Lo menos que podías hacer era escucharme- le respondió mientras se acercaba la taza de té a los labios. Dio un sorbo y cuando la quemazón provocada por el liquido pasó, habló con toda la calma del mundo- No iba a hacerte daño.

Luke se puso de pie como si hubiese sido impulsado por un resorte y la miró con odio desde su posición. Ella lo miraba tranquila, a pesar de que se estaba desmoronando por dentro. Ver todo ese odio reflejado en esos hermosos y brillantes ojos grises le carcomía el alma.

¿Por qué habían tenido que terminar así las cosas entre ellos? Era esa, precisamente, la pregunta que se hacia cada vez que pensaba en él, lo cual pasaba tan a menudo que la hacia sentir culpable. Ella era una mujer casada, futura reina de todo ese mundo. Ella no podía hacer ese tipo de cosas. Ella no debía preocuparse tanto por Luke, pero no podía evitarlo. Lo tenía tan arraigado en su ser que le era incluso doloroso imaginarse la vida sin él. Y el dolor era mayor al recordar que tenia una existencia larguísima por delante.

-Te recuerdo que ibas a matarme esa noche- escupió las palabras con tanto odio que le provocó un escalofrío a la joven- tenias planes de desangrarme y desgarrarme la piel solo por placer, ¿o ya se te olvidó?

Caminó por la biblioteca porque no podía quedarse quieto. La rabia y el dolor que sentía en esos momentos eran demasiado fuertes y le provocaban el irrefrenable deseo de hacerle daño a alguien. Y, para su mala suerte, Anne era la única persona que tenia cerca. Ponerle un dedo encima era como arrojarse a una jaula llena de leones hambrientos. El Príncipe se esmeraría en torturarlo si tocaba a su mujer aunque fuese por error. Él ya le tenía ganas a Luke, así que solo necesitaba un pequeño impulso para echársele encima y matarlo con sus frías y mortíferas manos.

-Tu no tienes idea de lo que pasó esa noche, así que no hables-le reprochó.

- ¿Qué no lo se? Anne, estabas frente a mi convertida en una horripilante bestia sedienta de sangre. Mi sangre. Me perseguiste por todo el maldito bosque y si no hubiese sido porque puse un escudo de fuego, no lo estaría contando.

- ¡¿Y crees que quería hacerte daño?!-le recriminó mientras se ponía de pie de golpe, haciendo que el platillo y la taza que tenia en las piernas, cayeran al suelo y se rompieran en mil pedazos-Que poco me conoces, Luke. Si de verdad me conocieras sabrías que yo nunca le haría daño a alguien, mucho menos a ti. -Hizo una pausa- Te quiero, lo sabes.

Él se acercó a ella con aquella aura mortífera rodeándolo; con sus ojos grises azogue brillando malignamente; irradiando calor por cada poro de su piel y con una escalofriante expresión de odio en el rostro.

Luke odiaba que le mintieran. Odiaba que lo trataran como un objeto, un juguete, y eso era precisamente lo que ella había hecho con él. Lo había engañado desde el primer momento en que la vio y se odiaba así mismo más de lo que la odiaba a ella, solo por quererla y desearla más que a nada en el mundo. Pero su amor y deseo convivían con aquel horrible sentimiento que se había anidado en su pecho en el mismo instante en que la vio alimentándose de Adrian.

Anne sintió el deseo de Luke en cada parte de su cuerpo y este no tardó en responder ante ello. Pero no se ilusionó porque ella simplemente no podía estar con él. Estaba casada, maldita sea, y por mas que deseara a Luke tendría que resignarse ante el hecho de que él no sería para ella. Además, él no se merecía ser solo un objeto sexual. Y ella no quería ser solo su amante, así que era mejor que se olvidara de aquellas imágenes que se agolparon en su cabeza cuando la temperatura de la biblioteca subió.

-Quiere que le diga algo, Princesa Anne, vaya y dígale eso a quien pueda creérselo porque yo no lo hago. Usted no es más que una zorra mentirosa que lo único que buscaba era usarme como entretenimiento mientras conseguía amarrar al Príncipe.
Ese falso tono de respeto con el que le hablaba no hizo mas que encolerizarla más de lo que estaba y él lo sabía. Si ese juego iba a terminar esa noche, que lo hiciera de la peor forma. Él ya no tenía por quien vivir. Su existencia le parecía tan vacía ahora que había descubierto el juego de esa mujer… la mujer que amaba.

Él quería morirse, y quería que fuese ella quien lo matara.

Anne le puso el seguro a la puerta solo con pensarlo y empujó a Luke al sillón con un movimiento de su mano. Unas gruesas cadenas envolvieron sus brazos, piernas y torso en el mismo instante en el que cayó a el, por lo cual Luke supo que había logrado su cometido: enfurecerla. Ahora ella se convertiría en una bestia, lo devoraría y todo habrá terminado. Fin de la historia.

Pero Anne no le saltó encima y empezó a desangrarlo como había intentado hacerlo aquella noche. No. Ahora ella se paseaba de un lado al otro, con la cabeza gacha, mientras se frotaba los antebrazos una y otra vez. Tenía la respiración agitada y la mandíbula apretada en una clara mueca de dolor.

Todo por dentro le dolía. Sentía como su vientre se comprimía una y otra vez y como el nudo que tenia en la garganta se hacia mas grande. Su garganta estaba seca lo que le provocaba ganas de toser y de vomitar. Los ojos le escocían y le era insoportable mantenerlos abiertos.

“Se me va a pasar, seguro”, se decía una y otra vez para calmarse. Quería estar tranquila para poder hablar con Luke y poder explicarle lo que había pasado. Tenia que hacerlo esa noche porque sabía que después no iba a tener oportunidad.

Se clavó las uñas en los antebrazos, hiriéndose, cuando sintió otra dolorosa contracción. Sí, la bestia, por alguna extraña razón, se había despertado y ahora intentaba salir; pero ella no se lo iba a permitir. Ella no pondría a Luke en peligro… otra vez. Aunque tuviera que pasar por esa agonía, no permitiría que la bestia la obligara a devorar a Luke.

Luke la miraba desde el sofá sin comprender que pasaba. ¿Por qué no lo atacaba? Se preguntaba una y otra vez mientras la veía desfilar, cada vez más lento, por la biblioteca. Pero cuando vio los hilillos de sangre correr por sus brazos y las lagrimas recorriendo sus mejillas, supo que las cosas no iban bien.

Anne detuvo su caminata y se apoyó en el sofá con una mano mientras que se llevaba la otra al vientre. Contuvo un grito de dolor mordiéndose el labio inferior, cortándose y chupandose su propia sangre.

La bestia se sintió feliz por unos segundos, pero cuando se percató de que la sangre era de ella, arremetió mas fuerte haciéndola caer de bruces al suelo. Luke gritó su nombre varias veces pero ella no lo escuchó. Estaba demasiado concentrada en dominar a la bestia.

Anne gritó cuando sintió la piel de su estomago desgarrarse y en el acto, lo que mantenía a Luke atado al sillón desapareció; las puertas volvieron a estar sin seguro también.

-Vete- le dijo con esfuerzo antes de reprimir un nuevo grito.

Por eso había soltado los seguros y hecho desaparecer las cadenas. No quería que estuviese ahí porque estaba segura de que no podría dominar a la bestia. Era demasiado fuerte y ella estaba demasiado débil. Además, su cuerpo no resistiría por más tiempo; La piel de los brazos y las piernas había empezado a rasgarse también, como si alguien la estuviese cortando con un afilado cuchillo por pura diversión.

Luke no le hizo caso a su petición de que huyera. ¿Cómo podría dejarla sola cuando veía su piel abrirse sin que nadie la tocase? ¿Cómo podía abandonarla ahora que más lo necesitaba?

Se acercó rápidamente a ella, aún temeroso por lo que podría pasarle, y trató de levantarle la cabeza para ponérsela sobre las piernas. Anne, cuando sintió sus dedos sobre su piel, empezó a retorcerse de dolor mientras abría amenazadoramente la boca para mostrarle sus ahora afilados dientes.

“Un monstruo. Eso es lo que es” fue lo primero que pensó Luke pero no la dejó. Le apartó el cabello del rostro y la llamó una y otra vez para que volviera en sí y lo mirara. Cuando ella abrió los ojos, aquellos ojos azul intenso, ahora de un intenso rojo sangre (como su cabello) se posaron en los ojos azogue de él, formando un grueso vinculo. Para él, no había nada más que perderse en esos ojos y para ella, no había más que buscar aquella brillante luz que veía en los de él.

Ella alargó una mano y con una inusitada fuerza lo agarró del cuello para acercar el rostro de él al suyo. Luego lo besó. Rápido, feroz, desesperadamente. El probó el sabor de la sangre de ella -la cual, aún, manaba de su labio roto- y se sintió extasiado al sentir aquel dulce elixir bajando por su garganta.

Sintió una especie de calor completamente diferente al que solía sentir todo el tiempo cuando dejaba que el fuego que llevaba dentro saliera. Este calor no quemaba sino que recorría su ser reconfortándolo de una manera que nada en el mundo lo haría. Embriagándolo, renovándolo, seduciéndolo, volviéndolo adicto. Volviéndolo dependiente de ella. Haciéndole sentir que su existencia había sido una reverenda porquería antes de probar la sangre. Sangre de Anne; sangre de la mujer que amaba.

Anne, extrañamente extasiada, se removió en sus brazos y rompió el beso para ofrecerle su pálido cuello. Quería que la mordiera. Quería que tomara de su sangre allí, en ese preciso momento. Luke no lo dudó ni un segundo y aunque no estaba en su naturaleza hacer ese tipo de cosas o tener ese tipo de instintos, le encajó unos afilados colmillos en aquel lugar en el que el pulso era mas fuerte. Después, bebió, como si hubiese estado sediento por años, siglos. Como si esto era lo que él había necesitado siempre. Y Anne solo podía abrazarlo mientras él lo hacia, mordiéndose el ya lastimado labio inferior para no soltar un lastimero gemido.

Cuando Luke hubo saciado su sed de sangre, Anne estaba mareada y adolorida pero no dijo nada. Luke se alejó un poco de ella y aflojó el fuerte agarre que ejercía sobre ella desde que había empezado a tomar de su sangre. Alzó los ojos, sintiéndose extrañamente avergonzado, y se encontró con los brillantes ojos azules de Anne mirándolo con confusión.

Ella tampoco entendía nada. Ella tampoco sabía por qué había sucedido todo eso, pero no dijo nada. Solo se limitó a acercarse a él y a lamer la sangre que le quedaba en los labios y en la barbilla con un gesto que le hirvió la sangre en las venas a un más que sorprendido Luke.

-Ahora eres mío- le dijo, con sus labios pegados a los suyos. - Bienvenido a mi mundo, Luke.

Y él, por extraño que pareciera, no se sentía incomodo ante la idea de ser suyo. Completamente suyo.

Titulo: Invitaciones
Fandom: La Premonición
Claim: Anne Foster. Juliette Anderson.
Palabras: 899 palabras
Notas: participa en el quinesob y en el dekasem. Este drabbles es una especie de antesala a lo que pasa en el prologo de la historia. Quería hacerlo porque es importante que conozcan a Juliette, la mejor amiga de Anne. Aunque ella ahora no es un personaje muy importante o que salga mucho en la historia, aparecerá en un futuro (no muy lejano, espero) y en unos cuantos drabbles. Espero que les guste. Besos.

- ¡Ya llegaron! ¡Ya llegaron!

Gritaba Juliette mientras corría hacia donde ella se encontraba. Estaba emocionada, pletórica, se le notaba a leguas. Ese algo que había llegado le había alegrado el día.

- ¿De qué hablas, Julie?-le preguntó Anne desde el sofá en el que estaba sentada viendo una revista- ¿Qué fue eso que llegó?

Su amiga se sentó de golpe junto a ella luciendo una enorme sonrisa en el rostro. Estuvo en silencio unos instantes, para darle más emoción y un toque de suspenso al asunto, pero al ver lo poco interesada que se mostraba su amiga, decidió dejarse de juegos. Se sacó un sobre timbrado del bolsillo trasero del pantalón y se lo entregó a Anne.

-Son las invitaciones para la fiesta… o por lo menos eso creo. ¿No es genial?

Anne no se emocionó, mucho menos se alegró. Desde hacia tiempo que le había perdido el interés a esa fiesta, la cual era organizaba por la universidad, y a la cual asistirían personas realmente importantes e influyentes tanto del país como extranjeros. Era el evento del año al cual asistirían unos pocos, todos seleccionados. Por suerte para ella, iba a ir con un grupo de personas conocidas (entre ellos su novio Solomon y su mejor amiga), por lo que no iba a estar sola rodeada de tanto snob.

Si hubiese sido por ella, hubiese enviado las invitaciones de vuelta acompañadas por una nota que dijese “Gracias, pero no”, pero no podía hacerlo ya que su futuro estaba en ese lugar. Todo el esfuerzo y empeño que le había puesto a su carrera desde el principio quedaría expuesto esa noche delante de un sin número de personas capacitadas en la materia, que le dirían si debía seguir en eso o si debía renunciar porque lo hacia todo mal. De esa fiesta dependía su carrera y su vida, en pocas palabras.

Y debería sentirse feliz y afortunada por formar parte del diminuto grupo de personas que tenían esta oportunidad, pero no podía. No cuando algo la inquietaba y le hacia pensar que todo iba a acabar mal; que ir a esa fiesta sería su perdición. Y esa sensación de que estaba obrando mal y de que estaba cavando su propia tumba se hacia mas fuerte e insoportable a medida que se acercaba el día previsto para la fiesta.

- ¿Podrías explicarme por qué tienes esa cara? ¿Es que acaso estas enferma?

-No es nada. Es solo…

-Que no quieres ir a la fiesta. Es eso, ¿verdad?-Concluyó Juliette. Anne asintió- No puedes seguir pensando en que te va a pasar algo malo en ese lugar, Annie. Es solo una simple fiesta en donde se expondrán nuestros mejores trabajos, y en donde tomaremos y bailaremos hasta más no poder. Relájate, ¿si? Y ahora, abre el sobre- le ordenó su amiga, con impaciencia.

Anne, después de respirar profundamente y de tratar de convencerse de que todo iba a estar bien, abrió el sobre y sacó una carta y las tres invitaciones que tendrían que presentar en la entrada de la fiesta. Anne le pasó las entradas a su amiga y se quedó con la misiva la cual leyó con calma. Juliette, a su lado, admiraba más que emocionada el trabajo grafico de las invitaciones, y leía la información adjunta en ellas como si fuese el secreto del universo.

El grito de sorpresa que profirió a los pocos minutos sacó a Anne de concentración.

- ¿Qué pasó?-le preguntó, preocupada.

- ¿Viste el lugar en donde se llevará a cabo la fiesta?- Anne se inclinó hacia la izquierda para ver las invitaciones. - ¡Es en la casa de bosque!

- ¿Qué tiene de malo ese lugar?-dijo, volviendo a acomodarse en el sofá.

-El bosque, por supuesto.

-Ay, por favor, Julie. Eso no es nada para temer. Es solo un grupito de árboles, nada del otro mundo. Aunque no voy a negarte que me sorprende el hecho de que la fiesta, pudiendo celebrarse en cualquier otro lugar (Dios sabe que la universidad tiene dinero suficiente para hacerlo), se celebre en esa casa precisamente. ¿No se supone que ya no se usaba, que estaba deshabitada y destartalada?

-Al parecer no, porque si van a hacer la fiesta ahí, es porque esa casa está en mejores condiciones de las que aparenta. A menos…

- ¿A menos qué?-preguntó, interesada.

-A menos que quieran que el edificio se nos caiga encima para deshacerse de nosotros- Anne bufó. Había pensado que Juliette iba decir algo importante. Pero con Juliette nunca se sabía; podría estar hablando de algo serio y al minuto empezar a decir tonterías. - Piénsalo, Anne. No tendrían que dar muchas explicaciones. El edificio está casi cayéndose. Si eso sucede y nos mata a todos sería una “casualidad”…

Anne no quería seguir escuchando las incoherencias de su amiga. Tenía demasiadas cosas en la cabeza por las que preocuparse como para darle importancia a la retahíla de tonterías que decía Juliette a causa de los nervios. Ella también estaba nerviosa, mucho más que antes, y con un mal presentimiento retumbando dentro de su pecho.

Deseaba que todo eso de la fiesta pasara rápido para volver a ser una mujer despreocupada y feliz. Una mujer que tenía como única preocupación las tareas que le ponían en la universidad. Pero como no todo lo que deseamos se cumple, muy lejos estaba ella de saber que las cosas jamás serían igual después de esa fiesta.

Titulo: Dolorosa Tentación
Fandom: La Premonición.
Claim: AnnexLuke
Tema: # 10- Camiseta
Palabras: 1045 palabras
Advertencias: Ninguna, que yo sepa. Pero si encuentran alguna, me avisan, por favor ^^.

Una y otra vez, Anne maldijo su mala suerte. Quien la mandaba a quedarse más tiempo del estrictamente necesario en ese castillo, sufriendo semejante tortura. Había hecho algunas cosas malas antes, eso era cierto, pero ninguna lo suficientemente mala como para recibir ese doloroso castigo.

¡Que alguien la ayudase!

Ella sabía que nadie podía ayudarle a calmar sus inquietas y molestas hormonas. Nadie más que ella podría calmarlas y evitar que la obligaran a lanzarse a los brazos de Luke. Dios, ¿por qué tenia que ser tan atractivo ese chico? ¿Por qué demonios tenia que ser tan pecaminosamente tentador?

Allí, de pie, vistiendo completamente de negro, con su largo y alborotado cabello rubio enmarcando el rostro más hermoso que ella hubiese visto jamás (de acuerdo, su esposo era también exageradamente atractivo. Pero Luke tenía un aire completamente diferente al de Adrian. Algo que la hacia decantar, si tuviese que elegir cual de los dos era mas hermoso, a Luke), y con sus ojos grises escrutando a cada persona frente a él.

Luke era la viva imagen del pecado, la lujuria y el placer. Ninguna mujer era inmune a él y sus encantos. Incluso las doncellas del castillo suspiraban de placer al verlo; por esta razón él se pasaba los días escabulléndose de ellas. Todas y cada una de las mujeres que tenían la dicha de verlo, tenían un solo pensamiento repiqueteando fuertemente en sus cabezas cuando él estaba cerca: acorralarlo y hacerle el amor hasta la saciedad.

Dios, no debería existir una persona con semejante poder de atracción; era demasiado peligroso para la cordura de una mujer. Mucho mas para una que aún no se acostumbraba a vivir en un mundo en el que la fealdad era solo un mito. Y lo que a Anne le daba más risa de todo eso, era el hecho de que él no sabía porque las mujeres se quedaban como idiotas cuando él estaba cerca. Que inocente era ese chico.

Cuando la reunión terminó y todos los que ocupaban el salón salieron, Luke suspiró aliviado. Aún no se acostumbraba a dar ordenes ni a tener un grupo tan numeroso de personas a su cargo.

Con movimientos lentos y metódicos, se quitó el largo abrigo negro que vestía y solo con pensarlo cambió la camisa y pantalón de tela (demasiado formal para su gusto), por un par de jeans y una camiseta. Se llevó la mano derecha al cabello y se lo peinó para atrás.

Estaba tan cansado. Ese día había sido realmente agotador, por lo que la idea de ir a acostarse lo tentaba a sobre manera. Pero todavía tenia cosas importantes que hacer, y si no lo hacia temprano, no podría irse a la cama temprano, ¿no?

Anne vio a Luke conjurar una humeante taza de té y tomar uno de los sobres que estaban sobre el escritorio. Debía estar realmente cansado para hacer uso de su magia y no hacer las cosas “a la antigua” como a él le gustaba. Verlo así, le dieron ganas de reconfortarlo, pero se abstuvo; lo que menos necesitaba era verse aún mas cerca del objeto de su lujuria.

Luke abrió el sobre y empezó a leer su contenido con gesto aburrido, mientras seguía tomando de su taza. Todo estuvo muy bien hasta que algo de lo que había leído en la carta lo había hecho ahogarse con la bebida y derramar un poco sobre él al echarse bruscamente para atrás con el sillón.

Anne salió de su escondite y se acercó rápidamente a él mientras lo veía ponerse de pie con una maldición aflorando de sus labios.

-Quítate la camiseta y siéntate- le ordenó, haciendo caso omiso de sus adoloridas maldiciones.

Él no le hizo caso, estaba demasiado concentrado en el dolor producido por el té caliente sobre su piel y en impedir que la tela caliente de su camiseta se siguiera adhiriendo a su piel.

Anne, al ver que la ignoraba, se acercó más a él y con un rápido movimiento le quitó la camiseta y lo arrojó, con un ligero empujón, al sillón que estaba detrás del escritorio. Aturdido, él vio como ella se agachaba un poco y empezaba a soplar sobre su piel quemada mientras mantenía los ojos cerrados.

Él tuvo que cerrar los suyos ya que la sensación era tan dolorosa y placentera al mismo tiempo que lo mareaba. Y tuvo que concentrarse en no gemir otras veces al sentir sus delicados dedos recorriendo lentamente su piel. Solo volvió a abrir los ojos cuando sintió los labios de Anne sobre su piel curada y lo que vio fue suficiente como para atormentarlo durante un buen rato.

Anne abrió los ojos lentamente, cuando terminó de curar a Luke, para encontrarse con la encendida mirada de él sobre ella. Se le hizo un nudo en la garganta al darse cuenta de al situación (y la posición) en la que se encontraba.

Bravo, genio. Y eso, que no querías acercarte mucho a él. A esto es a lo que yo le llamo “placentera lejanía”, musitó una molesta vocecita en su cabeza, en tono de burla.

Haciendo acopio de toda su fuerza de voluntad, se alejó de él y se dispuso a salir del salón. Prácticamente corrió mientras lo hacia.

Demonios, no esperaba que el simple hecho de curarlo fuese tan excitante. Mucho menos que verlo ni tenerlo en la posición en la que lo había tenido, fuese a alborotarle tanto las hormonas.

“¿Qué demonios pasa contigo, Anne? Eres una mujer casada y ya no estás en edad de ponerte así solo al ver a un tío guapo. Tranquilízate. Tranquilízate.”, se decía una y otra vez, pero la vocecita en su cabeza se burlaba de ella y de su famoso “autocontrol”.

Bien, ya no le quedaba mas remedio. Tendría que salir de ese castillo ya, o se arriesgaba a perder la poca estabilidad que le quedaba. Y de paso, se arriesgaba a meterse en un grave problema con su esposo. ¡Ni Dios lo quiera! Eso era lo peor que le podría pasar.

Así que, sin siquiera despedirse o llegar a su destino, desapareció en medio del pasillo rumbo a su propio castillo. Ya vería como resolvería sus problemas con Luke. Lo importante ahora era poner cientos de kilómetros entre ellos dos.

Titulo: Regalo inesperado
Fandom: La Premonición.
Claim: Anne Foster
Tema: # 22- Libro
Palabras: 1310 palabras
Advertencias: ninguna.

Leer era uno de los pocos pasatiempos que tenia Luke y era algo que muy pocas personas sabían o imaginaban sobre él. Luke no era, precisamente, el tipo de hombre que imaginas cómodamente sentado en un sillón, disfrutando de un buen libro. La gente, más bien, lo veía como el tipo de persona que toma un libro entre sus manos cuando era estrictamente necesario. O quizás para golpearte con él. Que equivocados estaban.

Cuando Luke tenia un libro entre sus manos, sentía que todos los problemas y dificultades por las que atravesaba, desaparecían dejándolo envuelto en una nube de paz y felicidad. Leer era su único escape, lo que le provocaba la mayor satisfacción al final del día. Lo único que le hacia olvidar la maldición que amenazaba con destruir su mundo (y eso ya era mucho que decir).

Cuando se veía libre de todas esas nuevas obligaciones que tenia por ser “alguien importante”, iba a la biblioteca del castillo y se pasaba horas leyendo los libros de la vastísima colección que habían empezado a juntar hacia mas de quinientos años los antiguos moradores de ese castillo. Y podía jurar que se sentía feliz. Por un cortísimo periodo de tiempo, Luke podía jurar que era medianamente feliz.

Y como ya era una costumbre para él, ese día no iba a ser diferente. Por eso, se encaminó rápidamente, buscando la forma de no ser visto por ninguna de las doncellas del reino, hacia la solitaria biblioteca.

El lugar era enorme, lleno de altísimas estanterías repletas de libros con cubiertas de variados colores. Las pocas mesitas y sillas que habían, estaban colocadas al fondo, en la parte derecha del lugar, por lo que eran vistas inmediatamente entrabas. En cambio, el amplio y mullido sofá que él solía ocupar, estaba muy al fondo en la parte izquierda, oculto a la vista por las estanterías.

Prefería leer en ese lugar no por el sillón precisamente, sino porque, al estar algo oculto, le daba más privacidad. Pero, sobre todo, porque podía ver los vastos terrenos del castillo a través de la ventana. Los amplios y decorados jardines alumbrados por la luz de la luna era una de las vistas más hermosas del castillo.

Caminó entre las estanterías buscando aquel libro que tanto le había llamado la atención el día anterior, y se sorprendió al no encontrarlo. Eso no tenia sentido ya que nadie mas que él entraba a ese lugar, y él estaba seguro de no haberlo tomado o movido de su sitio. Encogiéndose de hombros, se dispuso a pasar el índice derecho sobre los lomos de los libros que tenia en frente mientras leía los títulos en voz baja. Se decantó por un libro de terror escrito por un terrano llamado Basker Clive.

Esbozó una sonrisa melancólica al darse cuenta de lo mucho que Anne lo había cambiado. Él, jamás, hubiese pensado siquiera en leer un libro terrano porque los odiaba a muerte (a los terranos, por supuesto), pero al final había terminado enamorado de una terrana. Una que era prohibida. ¿Acaso no era esa una ironía del destino?

Ya con el libro en la mano, se dirigió hacia su lugar favorito. Iba hojeando el libro todo el camino, por lo que no se percató de la persona que, en una postura relajada, ocupaba su sillón mientras leía el libro que él había estado buscando.

Su visitante vestía un largo vestido blanco, el cual se había movido un poco mostrando sus piernas a través de la pecaminosa abertura que le llegaba un poco mas arriba de la mitad del muslo derecho. Este se ceñía a su esbelto cuerpo denotando cada una de sus seductoras curvas, esas que eran capaces de enloquecer hasta al más cuerdo de los hombres. Y su largo y exageradamente rojo cabello caía en capas desordenadas sobre sus hombros desnudos y su frente. Sus pequeñas y delicadas manos, de uñas pintadas de un brillante rojo sangre, pasaban las páginas de aquel libro con extrema delicadeza, como si temiese arruinarlo con ese simple movimiento.

Estaba hermosa. Pecaminosamente hermosa. Era, como siempre, la viva representación de una diosa pagana que bajaba al mundo mortal para atormentar a los hombres con su increíble belleza.

Ella levantó la vista y la posó en él. En el acto, sintió una calida sensación apoderándose de ella. ¡Cuanto lo había extrañado! Pero él no parecía pensar lo mismo. Estaba mirándola con una clarísima expresión de sorpresa en el rostro; la miraba como si ella fuese una aparición. Como si no debería estar ahí. Como si no hubiese una explicación lógica para lo que estaba viendo.

-Hola, Luke- le dijo, mientras le dedicaba una radiante sonrisa. Él no le correspondió el gesto. Estaba demasiado conmocionado.

- ¿Qué haces aquí?

- ¿Acaso uno no puede visitar a sus amigos de vez en cuando?-preguntó mientras se sentaba en el sofá con las piernas elegantemente cruzadas.

-No suele pasar muy a menudo cuando estos están en la otra punta del mundo. -le dijo, mientras se cruzaba de hombros.

Ella hizo un movimiento con su mano derecha para restarle importancia al asunto.

-Si, bueno, yo soy un caso especial. No soy capaz de alejarme de mis seres queridos aunque estos estuviesen en otro planeta.

Sí, él sabía muy bien de que era capaz esta mujer por sus seres queridos. Él había visto todo lo que había sufrido y por lo que había tenido que pasar para poder sacar a Edna del Camino de las Almas. No todo el mundo haría eso, por más agradecido que fuese.

-Aún no me has respondido, Anne- la chica le sonrió por haber usado su nombre a secas, sin ningún molesto apelativo acompañándolo- ¿Qué haces aquí?

Anne se puso de pie lentamente y se acercó a él.

-Vine a traerte un regalo- chascó los dedos y un paquete rectangular, en vuelto en papel rojo, apareció flotando frente a ellos. - Estuve buscándolo durante un tiempo ya que se lo mucho que te gustaría tenerlo. Hubiese sido algo imposible encontrarlo pero, dada mi actual condición, dudo que esa palabra vuelta a estar relacionada a mi alguna vez.

Él seguía sin tomar el regalo, no porque no lo quisiera, sino porque todo eso le parecía demasiado irreal. ¿Anne, ahí, entregándole un regalo? Si, claro. Como si su esposo la dejaría hacer eso.

-Anda, tómalo. Prometo que va a gustarte. A menos, que tus gustos hayan cambiado de la noche a la mañana y yo no me haya enterado. -Luego se estiró un poco, apoyando sus manos sobre el pecho de él y le dio un casto y calido beso en la mejilla. -Feliz cumpleaños, Luke.

Y dicho esto, se encaminó a la salida de la biblioteca.

Aún sorprendido, tomó el paquete que permanecía flotando frente a él y lo abrió. Era un libro. El libro más deseado por todos los hellavenianos. El único libro en todo el mundo (incluyendo el Terrano) que contaba la verdadera historia de la gente de su mundo y la de el que estaba del otro lado de la puerta. Todo lo que estuviese relacionado con ello, estaba en ese libro, y él ahora lo tenía en sus manos.

Solo había un ejemplar en el mundo, (escrito por un hellaveniano llamado Aaron, el cual había trabajado para el reino al principio de los tiempos, como Recolector) por lo que él supo que, a pesar de sus palabras, había sido bastante difícil de conseguir. Pero ella lo había buscado, sabría Dios desde hacia cuanto tiempo, y se lo había llevado a su nueva casa como regalo de cumpleaños.

Este era, sin duda alguna, el regalo más grande y maravilloso que alguien pudiese darle. Pero él en realidad no apreciaba el libro (aunque no podía negar que, como ella había dicho, le encantaba el regalo), sino la acción de la joven. Eso era algo que, para él, no tenía precio.

Autor: eliradcliffe
Fandom: La Premonición
Claim: Luke Brown
Tabla: Muse
Tema: #4 - Starlight
Título: Y se apagó la luz.
Advertencias: Ninguna
Palabras: 476 palabras

Para Luke la muerte nunca fue algo que lo afectase mucho. El vivía constantemente rodeado de cadáveres, no porque le gustase realmente, sino porque ese es su trabajo. Y como era algo a lo que tenía que dedicarse hasta el fin de sus días, no podía ser melindroso, mucho menos quejumbroso.

Los terranos tenían que morir para que su mundo no se destruyese. Punto. Si hubiese otra forma de resolver el problema de su mundo, él con gusto la aceptaba, pero mientras tuviesen esa sola solución, no iba a discutir, mucho menos a poner su mundo (y a todas las personas que en el habitaban) en peligro. Y no, no quería decir que era un egoísta ni un insensible. Solo era una persona que estaba resignada al estilo de vida que llevaba, al duro trabajo que le tocaba realizar, a las muertes.

Pero esa coraza que llevaba tenía fisuras. Grandes y profundas fisuras que amenazaban con destruirla ante el más ligero golpe. Y él no lo supo hasta el día en el que Anne murió… en manos de un Recolector. A manos de una de las personas que lo único que querían era salvar el Hellaven. Personas que, como él, hacían todo lo posible por mantener el mundo a salvo, aunque tuviesen que hacer cosas desagradables.

Pero, a pesar de que el comprendía eso, a pesar de que sabia que la muerte de Anne era un mal necesario, el no podía perdonar a la persona que le había quitado la vida. Tampoco se había perdonado a sí mismo por no protegerla. Por no haber cumplido la promesa que le había hecho de mantenerla con vida.

Él, al igual que sus dos compañeros y amigos, no quería que Anne muriese, que la luz que alumbraba su corazón tan intensamente como la luz de las estrellas, se apagase dejando su mundo a oscuras. Él quería que ella siguiese brillando, que lo hiciese para él. Pero, como siempre, nada de lo que quería lo podía conseguir.

El solo quería tenerla entre sus brazos, quería volver a escucharla reír o contarle historias sobre su mundo, pero eso ya no podía pasar. Anne se había ido y no volvería jamás. Y él no soportaba la idea de estar en un lugar que le recordaba tanto a la joven. Por eso se había ido. Se había alejado de los recuerdos, de las personas que lo querían, que le importaban si él estaba vivo o muerto. De las únicas personas que, quizás, lo ayudarían a superar el trauma producido por la perdida de Anne.

Pero él no quería curarse porque eso significaba olvidarse de Anne, de lo que sentía por ella. Y si eso pasaba, la pequeña lucecita que aún quedaba en él, esa que brillaba como los ojos de Anne cuando lo veían, se apagaría y no volvería a brillar nunca más.

Titulo: Al final, nada salió como esperaba
Palabras: 2423
Claim: Mi adorada Anne Foster. Un personaje que tendrán que amar.
Fandom: “La Premonición”
Notas: todos los personajes y todo lo referente a esta historia me pertenecen. Si ves esto en algún sitio, me gustaría que me lo dijeras.


Corría por el campo por primera vez en mucho tiempo. Por fin la habían dejado salir de la prisión en la que la habían mantenido durante tanto tiempo y que tenían la osadía de llamar casa. Vamos, eso no era un hogar por más que te esforzaras en creer que lo era. Ellos sabían que por mas que se lo repitieran ella no iba a creerlo y tampoco iba a dejar de sentir ganas de salir y sentir la fría brisa nocturna acariciando su piel, pero igual lo hacían, tal vez para molestarla, quien sabe.

Ella había pataleado, gritado, amenazado de muerte a muchas personas y después de colmarle la paciencia a más de uno, logró que la dejaran salir. Sabía que algo se traían entre manos pero igual no le importaba. Estaba afuera, era libre (medianamente libre, pero libre al fin).

Llegó a un campo acompañada de uno de los molestos guardias que no le quitaba un ojo de encima. Tal vez pensaban que todo eso de querer salir a tomar aire no era más que un plan para escaparse. Que pocos confiados eran esos hombres del reino. Ella no quería huir, porque sabía que no tenía ningún lugar a donde ir. Así que la idea de pasarse los días y las noches vagando por el Hellaven no se le antojaba muy atractiva. Era mucho más divertido y beneficioso para ella permanecer dentro del castillo, molestando a los guardias.

-Hey, tu. ¿Podrías dejar de seguirme? Necesito privacidad.

-Si, claro.

-Si no lo haces, juro que te morderé- le dijo seria, poniendo su mas terrorífica expresión facial.

El guardia pareció reconsiderar las posibilidades de ganar en un enfrentamiento con la chica y al caer en la cuenta de que perdería al primer golpe suyo, pensó que lo mejor era hacerle caso. Esa mujer era de temer, él lo sabía muy bien.

-Está bien. Pero que no se te ocurra escapar porque te las veras negras- ella le sonrió y casi dando saltos de alegría vio como el hombre se daba la vuelta para volver al castillo.

El hecho de que él hiciera eso no significaba que no tendría a toda la guardia pendiente de cada cosa que hiciera. Solo significaba que no tendría a una persona pisándole los talones.

Ya sola en medio del bosque, empezó a caminar por los alrededores, conociendo la zona; recordando como había acabado así, porque todo había comenzado justo en ese bosque hacía unos meses. Había ido al castillo a salvar a Edna y en el camino se había topado con la única persona en todo el Hellaven que le provocaba un terror tan grande capaz de hacerla gritar y desfallecer en el acto; era el hombre que la había llevado a ese mundo por error. Un hombre cuya belleza sobrepasaba los limites de lo real, de lo humanamente posible.

Pero toda esa perfección y belleza que lo rodeaba no le impidió que la atacara y la convirtiera en lo que ahora era. Una especie de monstruo detestable al que todos le tenían miedo aunque no lo quisieran aparentar. Algunos decían “es solo una chica. ¿Qué podría hacernos?” pero cuando estaba en su etapa de transición descubrieron que la pobre chica indefensa era capaz de acabar con todos los guardias del castillo de un solo golpe. Si no hubiese sido por el príncipe, en esos momentos el Hellaven estaría reclutando nuevos guardias.

Sacudió su cabeza tratando de que esos pensamientos desaparecieran y siguió caminando por el bosque, con la brillante y enorme luna plateada alumbrando su camino. Caminó sin rumbo fijo, deteniéndose algunas veces al escuchar el ruido que producían los escurridizos animales del bosque, hasta que llegó a una parte del bosque que estaba bloqueada. Ella no recordaba haber visitado ese sitio nunca, y eso que había ido a muchos sitios en compañía del Equipo de Limpieza.

Los árboles en esta zona eran más bajos que en los alrededores del castillo, y había menos espacio entre ellos. Formaban una cerrada muralla que parecía proteger algo importante. Muerta de curiosidad, se acercó para averiguar que era lo que se encontraba allí. Al darse cuenta de que el espacio entre los árboles era demasiado estrecho para que ella pudiera pasar, trepó el árbol hasta llegar a una de las ramas más altas y de un salto se lanzó hacia el otro lado, cayendo sin provocarse el más mínimo daño. Sonrió. Pero este gesto le duró muy poco.

Un olor fuerte, claro, delicioso, llegó hasta ella mareándola, haciéndola perder el sentido de las cosas. La aun incontrolable bestia que llevaba dentro se agitó y rompió las cadenas que la ataban, dominando el cuerpo de la chica. Ya no era la tranquila Anne que había ido a dar un paseo por el bosque, ahora era una feroz depredadora capaz de acabar con todo y con todos si no la detenían a tiempo. Y todo por culpa del olor de la sangre de un terrano.

Caminó por el bosque, siendo guiada por su poderoso sentido del olfato, tratando de hacer el menos ruido posible para sorprender a su presa. Trepó árboles, arrancó de un tirón algunos arbustos que le estorbaban hasta que llegó a la linde del bosque. Estaba oscuro en esta parte del Hellaven, por lo que tenia ventaja.

Siguió caminando, extasiada porque el olor a sangre era cada vez más fuerte. A muy pocos metros de distancia estaba su objetivo, podía sentirlo. Y ahora que estaba mas cerca, pudo percibir otro aroma, mucho mas débil y menos delicioso, pero que le resultaba altamente atractivo. Se olvidó del humano, ese ya no era su objetivo. Su meta ahora era el hellaveniano que lo acompañaba.

Se acercó lenta y sigilosamente hasta el lugar en el que el hellaveniano (que era del equipo de limpieza) realizaba su trabajo con suma concentración. Trepó un árbol, mucho más alto que el anterior, y fue saltando de rama en rama hasta llegar a uno que estuviera más cerca de él. Cuando vio su rostro todo dentro de ella se agitó. La ansiedad, expectación y deseo que sentía en esos momentos se duplicó haciéndola gruñir. Era doloroso sentirse así pero esa sensación desaparecería cuando lo tuviera entre sus pequeños brazos y mordiera su frágil cuello. ¡Oh, cuánto lo deseaba!

De un saltó se bajó del árbol y cayó muy cerca de él, sobresaltándolo. La expresión de su rostro al verla fue de puro pánico y sorpresa por lo que retrocedió unos cuantos pasos.

“Esa no podía ser ella. Esa no era ella”, se decía una y otra vez como si de esa forma pudiese convencerse de que era cierto. Pero sabía que no lo lograría. Esa mujer de brillantes ojos rojos y largos y filosos colmillos era Anne, su Anne. Y ella ahora quería atacarlo. Devorarlo como si fuese un animal salvaje y él, su presa.

Se dio la vuelta y salió corriendo rumbo a su casa, que era el único lugar seguro que conocía. Estaba demasiado nervioso, asustado y anonadado como para aparecerse, pero por suerte su casa estaba cerca. Ella corría detrás de él, saltando de rama en rama algunas veces, pero siempre detrás de él. Era rápida, mucho, pero por suerte no más que él.

Llegó a la casa e inmediatamente se encerró en ella, poniendo todos los seguros y hechizos de protección que conocía. Si se hubiese concentrado solo en los seguros de la puerta, hubiese perdido la batalla. Ella era lo suficientemente fuerte como para derribar la puerta de una sola patada. Pero los hechizos, en especial el de fuego, eran realmente efectivos y poderosos. Los seres como ella -porque no se atrevía a llamarla monstruo- odiaban el fuego.

Ella aulló como un animal herido cuando se quemó al tratar de acercarse a la casa. El escudo de fuego era invisible, por eso no lo había visto. Siguió gritando y gruñendo, esta vez de furia, al descubrir que su presa, esa que tanto ansiaba tener, se había escapado de entre sus dedos y que, por mas que tratase, no podría conseguirla. Por lo menos no de esa forma.

Ella, ahora que era una hellaveniana, podía hacer cualquier tipo de magia. Pero como no era Anne la que estaba actuando, sino la bestia, no podía recurrir a la magia porque no estaba actuando como un ser racional, sino como un animal. Si ella hubiese estado en pleno uso de sus facultades, hubiese conjurado un escudo, cruzado la barrera de fuego y entrado a la casa sin problemas. Pero no podía, y Luke le daba gracias a todos los seres mágicos de ese mundo porque eso era así.

El quejido de dolor que salió de la boca de la chica al tratar de traspasar la barrera nuevamente, alertó a los guardias, los cuales salieron corriendo en su búsqueda. Cuando se había transformado, le había perdido la pista pero al escucharla, habían podido localizarla sin problemas.

Los guardias, al tratar de salir a buscarla, chocaron con una barrera invisible que los lanzó varios metros hacia atrás. Sin saber muy bien que había pasado, se pusieron de pie, y los que estaban mas atrás pudieron ver a la figura que había creado el escudo y había impedido que ellos salieran; era el príncipe.

Inmediatamente cayeron en la cuenta de que era él, hicieron una profunda reverencia que duró hasta que el atravesó la barrera y despareció frente al castillo. Todos sabían para qué había salido. Él pretendía solucionar las cosas, a su manera, por su puesto.

Adrián se apareció justo en el lugar en el que Anne golpeaba una y otra vez la barrera, hiriéndose. Sin perder el tiempo, se acercó a ella y la tomó por la cintura, tirando de ella hacia atrás. Luke veía todo desde la ventana de su casa.

Con profundo horror vio como Anne se retorcía y luchaba para tratar de soltarse y llegar a él. Vio como gruñía y le enseñaba los dientes, a él, porque ella sabía que él la estaba mirando a través de la ventana. Y por ultimo, vio como el príncipe, con solo susurrarle algo al oído, había logrado calmarla.

Anne, o la bestia (Luke ya no sabia cual de las dos era) se dio la vuelta para quedar frente a Adrian. Con manos temblorosas debido a la ansiedad, tomó una de las manos del príncipe y se la llevó a la boca, para morderla y así saciar la dolorosa sed que la consumía. Ese gesto le pareció algo demasiado intimo y a la vez demasiado repugnante, pero no podía dejar de ver; estaba aterrado, tanto, que sus piernas no le respondían a la orden de moverse, de alejarse de esa ventana.

Cuando Anne soltó la mano del príncipe pensó que ya toda esa pesadilla había acabado, pero no era así. Ella, con una rapidez sorprendente, se apoderó de su cuello y lo mordió con voracidad, succionando, lamiendo, tomando de su sangre como si eso fuese la cosa más maravillosa del mundo. Luke sintió asco y si por algún momento pensó que Anne podría volver a ser la misma de antes alguna vez, perdió las esperanzas con solo ver esa escena.

También se fijó en algo realmente importante: el príncipe lo miraba y la expresión de su rostro demostraba que realmente estaba disfrutando al verlo sufrir de esa manera. Sin quitar esa maligna sonrisa de su rostro, separó a la chica de sí, le susurró algo al odio, y le señaló el lugar en el que él estaba. Luego chasqueó los dedos y con un movimiento de su mano la instó para que se acercara. Ella dudó unos instantes, pero al ver que él seguía insistiéndole y le prometía que le iba a dar mas sangre si lo hacía, se acercó.

Ella alargó la mano para cerciorarse de que la barrera de fuego ya no estaba ahí; su mano atravesó el espacio sin problemas. Sonrió complacida, enseñando los colmillos en el acto. Siguió caminando, esta vez más deprisa, y se acercó a la ventana. Luke estaba estático, mas horrorizado que antes al ver que la chica había atravesado la barrera sin problemas y que ahora estaba cerca de él, a punto de matarlo. Pero Anne no hizo eso.

Ella solo se limitó a acercarse a la ventana y a poner sus manos en el mismo lugar en el que estaban las de él al otro lado del cristal. Lo miraba fijamente, con esos diabólicos ojos rojos que él tanto odiaba y lo aterraban, tratando de adivinar quien o que era él. Parecía confundida, pero a medida que el color de sus ojos iba pasando del rojo al azul, la expresión de su rostro iba a cambiando, dejando atrás de confusión para pasar a la sorpresa y al desconcierto.

La bestia, satisfecha ya, había vuelto a su celda, dejando solo a una muy desconcertada Anne frente a la casa. No entendía porque estaba en ese lugar, como había llegado ahí, ni el hecho de que Luke la mirara con tanto espanto y rechazo. Se miró las manos y al verlas llenas de sangre comprendió que había hecho algo terriblemente malo.

Quiso hablarle, explicarse, pedirle perdón por lo que había hecho -aunque no sabia como iba a hacerlo-. Quería hacer algo, lo que fuese, con tal de que él quitara esa fea expresión de su hermoso rostro. Adrian se acercó a ella y le puso una mano sobre el hombro, diciéndole que tenían que volver ya al castillo. Ella no quería irse, no sin antes explicarse; pero al parecer Luke no quería escuchar sus razones ni seguir viéndola. ¡Había estado a punto de matarlo! Era lo menos que él podía hacer.

Él, ya mas tranquilo y por fin dueño de sus actos, empezó a dar pasos hacia atrás, para alejarse de esa ventana. Ella golpeaba el cristal, como si de esa forma pudiera impedir que él se alejara de ella. Él seguía retrocediendo, alejándose de ella, poniendo una muralla entre los dos.

Al final, Anne dejó de golpear el cristal, resignada ante la idea de que él ya no quería saber nada de ella. Lo había herido, eso estaba más que claro. Y después que se llegaba al extremo de lastimar a un ser amado, cualquier cosa podría pasar. Sintiendo como el cansancio y el dolor hacían mella en su cuerpo, se puso de pie y tomó la mano que Adrian le tendía. Ahora lo tenia a él y aunque le doliese pensarlo, no podía ni debía preocuparse por nadie mas. Y eso incluía a Luke.



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fandom: original, fecha: abril

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