Nightcrawler
El devenir del crepúsculo nos enseña el fratricidio del alba. Corren poseidos por el espírítu de la libertad, del ansiado anhelo de la Verdad. Los hombres grises se autoaniquilan, víctimas de un cansancio no deseado. El viento gélido nocturno se alza y los nightcrawlers se levantan.
Recorren raudaces las calles deseando la fría adrenalina de la soledad. Algunos iguales encontrados por sus semejantes repudiados son. Extasiados buscan el álgido punto desde donde contemplar la ciudad, y sentir que sóllo ellos ven lo que otros no.
Por la noche ocurren hechos que no debieron haber sido vistos, más muchos buscados fueron. Víctimas del deseo y de la euforia que suscita lo prohibido, el rondador nocturno no conoce la palabra miedo. La humillación de una hipotética derrota pertenece al legado de los ciegos.
Los nightcrawlers, envueltos en sus tinieblas; ajenos al pensamiento distante; al saber cuán lejos están, sienten el crisol del goce grande.