RETO #08: fanfiction
Dean recordaba perfectamente como su madre le decía por las noches que los ángeles les cuidaban.
-¿Y a ti mamá?-
Mary rió ligeramente, dándole un beso en la frente.-A todos nosotros cariño.-fue lo que le respondió, y por un tiempo eso le reconforto.
Bastante su madre se sorprendería al saber que las cosas eran mucho mas diferentes, muchísimo mas.
Castiel por ejemplo, era la viva imagen de la inocencia-y estupides- humana, su madre creía en los ángeles como seres divinos y surpremos, dispuestos a salvar a la humanidad. Pero no eran así, definitivamente no eran así.
Con decir cuantos ángeles habían intentado matar a Sam y a él, lo bueno era que su madre no estaba viva para ver como su ilusión se derrumbaba, tal vez así fuera mejor.
No, Mary Winchester creía en los ángeles como seres perfectos, divinos y salvadores. Dean resopló al pensar aquello, ¿Qué hubiera pasado si Mary hubiera conocido a Gabriel? El muy puerco que hacía uso de sus poderes para burlarse de las personas, conceder deseos sucios e imbéciles y jugar como si fuese un niño de cinco años.
O Uriel que era mas ambicioso y lameculos que Martin Watson, el chico que conoció en la secundario y le termino rompiendo la cara.
No, los ángeles eran todos unos imbéciles. Oh y eso incluía a Dios, el muy imebecil que todavía andaba escondido por ahí.
Pero su madre estaba descansando, al menos con eso se conformaba.
-Dean Gabriel está afuera, esperándonos.-le dijo Sam, sacándolo de sus pensamientos.
-Esperandote diras.-levantó una ceja pero Sam le miró mal.-No me mires así, no es mi culpa que te corra mano.-
-Ya.-rodó los ojos y salió del motel.
Cerró los ojos una vez mas, pensando en que era lo mejor. Que su madre se quedara pensando en que esos seres eran buenos, resplandecientes y justos, unos salvadores. La verdad era otra, la verdad era que Gabriel le corría mano a Sam cuando podía y Dean solo quería golpearlo con sus puños en esa bocaza suya.
Pero claro, Mary Winchester estaba descansando en el paraíso…¿O no?
-¿Y a ti mamá?-
Mary rió ligeramente, dándole un beso en la frente.-A todos nosotros cariño.-fue lo que le respondió, y por un tiempo eso le reconforto.
Bastante su madre se sorprendería al saber que las cosas eran mucho mas diferentes, muchísimo mas.
Castiel por ejemplo, era la viva imagen de la inocencia-y estupides- humana, su madre creía en los ángeles como seres divinos y surpremos, dispuestos a salvar a la humanidad. Pero no eran así, definitivamente no eran así.
Con decir cuantos ángeles habían intentado matar a Sam y a él, lo bueno era que su madre no estaba viva para ver como su ilusión se derrumbaba, tal vez así fuera mejor.
No, Mary Winchester creía en los ángeles como seres perfectos, divinos y salvadores. Dean resopló al pensar aquello, ¿Qué hubiera pasado si Mary hubiera conocido a Gabriel? El muy puerco que hacía uso de sus poderes para burlarse de las personas, conceder deseos sucios e imbéciles y jugar como si fuese un niño de cinco años.
O Uriel que era mas ambicioso y lameculos que Martin Watson, el chico que conoció en la secundario y le termino rompiendo la cara.
No, los ángeles eran todos unos imbéciles. Oh y eso incluía a Dios, el muy imebecil que todavía andaba escondido por ahí.
Pero su madre estaba descansando, al menos con eso se conformaba.
-Dean Gabriel está afuera, esperándonos.-le dijo Sam, sacándolo de sus pensamientos.
-Esperandote diras.-levantó una ceja pero Sam le miró mal.-No me mires así, no es mi culpa que te corra mano.-
-Ya.-rodó los ojos y salió del motel.
Cerró los ojos una vez mas, pensando en que era lo mejor. Que su madre se quedara pensando en que esos seres eran buenos, resplandecientes y justos, unos salvadores. La verdad era otra, la verdad era que Gabriel le corría mano a Sam cuando podía y Dean solo quería golpearlo con sus puños en esa bocaza suya.
Pero claro, Mary Winchester estaba descansando en el paraíso…¿O no?