Título: Promesas.Personajes: Dean, Sam.
Género/Rating: Mayores de 13
Resumen: Promesas que se desvanecían vuelven a flote y todo gracias a lo que Dean cree que el ángel express. y los aniñados ojos avellana de un bebe.
Advertencias: Fluffy por monton.
Nota: quinta temporada. seudo spoilers.
El llanto desesperado de Sam le duele en lo más hondo. Respira tratando de calmarse y no asustar al pequeño bebe que le mira con sus grandes ojos avellanas llenos de miedo. El impulso es más grande que su conciencia cuando entre sus brazos el añorado peso de su hermano esta hipando tranquilizándose poco a poco con sus murmullos dulces.
No sabe cuándo ni el por qué esta 26 años y medio atrás en el tiempo y con su pequeño e indefenso -un nudo se forma al ver lo indefenso que estaba- hermano menor solo sin nadie que le cuide.
Recuerda flashes de su niñez con Sammy de esa manera. Ingenuo y dulce, no con sangre de demonio y con tanto dolor recorriéndole el cuerpo. Y el sufriendo por no haberle sabido proteger, por no haber sabido mantenerle consigo y ayudarle cuando jodidamente -aullando- rogaba por su atención y el cuidado que solo él le había podido dar.
Pero que más daba.
Ahora teniendo entre sus brazos a un adormilado y recién saliéndole los dientes Samuel Winchester. Que no era nada en comparación a la estatura del Sam “gigante” Winchester de 27 años. Sentía que su instinto, que su promesa que le hizo hace tantos años atrás entre llamas y con su familia destruida volvía renovada y con más fuerza que nunca.
Acaricia el suave cabello castaño del bebe que frunce el ceño profundamente dormido y le besa la coronilla como era su costumbre cuando Sammy era todo sonrisas y porqués en su hiperactiva mirada.
No quería llorar, pero abrazándole allí, solo con el bebe respirando tranquilamente y pensando en todo lo que se había perdido de su hermano, todo lo que no había visto, las señales... el todo. Se preguntaba si podría repararlo, si existiera alguna manera.
Le beso una vez más para dejarle en una cuna que estaba en aquella minúscula habitación de un motel desconocido. Desaparece lentamente y ve como un pequeño él mira con la misma emotividad casi olvidada al bebe que despierta gorgojeante y feliz de ver el otro. Y la mirada avellana se fija por unos segundos en el cómo diciéndole adiós.
Todo se vuelve negro.
Una deslumbrante luz y un fuerte movimiento le despiertan.
Abre los ojos lentamente y observa que está en un hospital nuevamente.
Algo le llama la atención. Un lloroso Sam le mira con la esperanza impregnada en sus rojizos ojos avellana y ve como le tiemblan las manos seguramente con ganas de darle unos de esos abrazos que al menor le gustaba darle, pero que él no era muy receptivo a recibirlos. No le hace esperar con todos los músculos gritando cansancio le toma de sus hombros y le da el abrazo que se merecía.
Siente las tibias lágrimas contra su hombro cubierto de la impoluta bata del hospital y se agarra mas desesperadamente casi como un naufrago a una tabla lo haría. Un olor a shampoo barato impregna en su nariz pero lo encuentra lo más maravilloso del mundo contra las delgadas hebras castañas y le besa la coronilla al igual que lo hacía cuando niños.
Sin importarle los momentos de chicas, ni siquiera a las enseñanzas de John Winchester.
En esos instantes era un momento de él y Sammy; que a pesar de tener la contextura de un armario empotrado y esa dureza que la vida que llevan le ha dado. Se acurruca contra su adormilado cuerpo.
Y le promete silencioso que nunca más le dejara solo nuevamente.
Entre murmullos en su cuello Sam le cuenta que los doctores le daban ya por muerto, que un milagro seria que alguna vez despertara de su muerte cerebral. Pero allí estaba vivo.
Nunca le contara acerca de la visita al pasado -por lo que parece cortesía de ángel exprés-. Pero se permite acurrucarse más contra el grande cuerpo de su hermano pequeño.
De su Sammy.
Que mierda importaba los ángeles, Lucifer y el apocalipsis. Con su hermano al lado suyo todo lo demás era una jodida mierda.
FINNIS