Sam tenia ocho años cuando se dio cuenta de que su hermano no era solo capaz de ganarle en las maquinitas, hacer el desayuno, el almuerzo y la cena e incluso sabía disparar con armas reales . No, su hermano era mucho más impresionante.
Esa noche su padre dejó el motel, dijo que tenía trabajo y volvería al día siguiente, antes de irse le dijo algo a su hermano pero él no alcanzó a escucharlo, estaba viendo la televisión. Echó una mirada hacía atrás, el rostro de su hermano era serio, siempre estaba serio cuando hablaba con Jhon.
-¿No puedes cambiar el canal? Odio a los pica piedras.-le dijo Dean con una mueca de desagrado.
-No, tu viste hace un rato ahora me toca a mi.-le respondió, con su mirada aun en la televisión.
-¡Tenia que hacer la cena! ¡No pude ver nada!-reclamó Dean.
Fue entonces cuando un golpe extraño se sintió, no dentro de la habitación, sino que fuera. Ambos hermanos se detuvieron en seco, entonces golpe se escuchó. Sam notó como su hermano se tensaba.
-Dean.-
-Apaga la televisión y escóndete en el baño, cierra el cerrojo.-
-¡Pero Dean!-
-¡Al baño!-le ordenó con una voz agresiva que Sam jamás le había escuchado pero lo suficientemente convincente como para hacerlo ir al baño y esperar.-
Con rapidez apagó la televisión y se encerró en el baño, asegurándose de cerrar la puerta como su hermano le ordenó. Estaba tenso, nervioso y el silencio tampoco le ayudaba mucho, pasaron unos segundos hasta que escuchó gritos, como si algo o alguien se estrellara contra la pared. Eso le asustó y por un momento pensó en abrir la puerta y ver que estaba pasando pero entonces oyó la voz de Dean en su cabeza.
Escóndete….
Fue entonces cuando un disparo se escuchó al otro lado y eso basto para que desesperadamente abriera el cerrojo de la puerta y se encontrara con la habitación hecha un desastre.
-¿Dean?-le llamó.
Su hermano sostenía una escopeta en una mano, tenía la frente ensangrentada y en el piso se encontraba lo que parecía ser un fierro.
-¿Qué paso Dean?-
-Un ladrón Sammy pero ya se fue.-sonrió de lado pero Sam siguió mirándole.
-Tu frente…-
-Ve por el botiquín, papá no va querer verme así.-le dijo mientras tiraba la escopeta al sofá y se dirigía hacía la puerta.
-¿A dónde vas?-
-Tengo que llamar a papá, ve por el botiquín.- Sam seguía mirándole, como si no estuviera muy seguro de lo que su hermano le decía.-Sam.-
Entonces asintió y se dirigió al baño, mientras Dean salía del motel y marcaba el número de su padre desde la caseta telefónica.
-¿Papá?
-¿Y bien?-
-Es cierto, hay fantasmas en el motel-
Sam solo pensó que su hermano era genial, ganaba en las maquinitas, sabía cocinar, manejar armas y podía luchar contra los ladrones. Dean era el mejor hermano mayor que hubiera podido desear, pero claro eso jamás se lo iba a contar.