Y Mariela... la de a.d.o.l.f.o. y la de las gafas. La lavandera. Mariela lavaba ropa, ajena, muy ajena y la que no era ajena. Camisas, pantalones, abrigos, guantes y prendas que sonaban mal en su boca. Incluso las de a.d.o.l.f.o.
Aunque también tenía almohadas de plumas con dibujos de barcos, muchos barcos. Y el suyo también, con grandes velas y extrovertidas marineras. E incluso a veces, montaba a a.d.o.l.f.o., pero el prefería el cielo.
Fue entonces cuando el cielo y el mar decidieron imitar los colores de sus vestidos. Y después que las nubes navegaran entre olas vinieron ellos. Los que rompen.almohadas.con.tijeras.
Huyeron ambos con plumas en sus zapatos buscando barcos en el cielo y algún que otro avión entre peces.
Como la huérfana y el obrero...