Este es el primer post totalmente a parte del RPG que escribo de Luke (Bueno, no es del todo verdad. Pertenece al thread que tiene con Zia en la sala común de Hufflepuff). Luke Horner está basado en el personaje Terence Terry Granchester de la serie de manga y anime Candy Candy, de que que sigo siendo una gran admiradora, aunque odie el final. Pero como yo no soy la autora me tengo que aguantar. Luke tiene mucho de Terry como lo de su madre o su afición por el teatro y parte de su rebelde carácter, pero tambien tiene de mi propia cosecha, como que es un romántico empedernido y que jamás se dejaría manipular como pasa con Terry en el climax del manga. En honor a este personaje, el segundo nombre de Luke es Terence. Espero que disfrutéis leyendo igual que yo disfruto escribiéndolo ^_^
Todos los ficcs que publique sobre Luke están también publicados en
I E Project, una web genial ;)
Maravilloso no era la palabra adecuada pero a falta de una mejor era la única que aparecía en su mente mientras se deslizaba entrecortadamente dentro de ella. La escuchó hablar y sus miradas se encontraron. Sus labios formaron una tímida pero juguetona sonrisa aunque algo extraña, sin el ferrero control que mantenía siempre todos sus movimientos, mostrando más de si mismo de lo que le gustaría. Quería decirle que a él le pasaba lo mismo, que pasaría así toda la noche pero que desearía que sus recientemente descubiertos sentidos no comenzaran a hacerle una mala jugada. Nervios, y esta vez no era capaz de controlarlo. Necesitaba mantener la fachada, que ella no se diera cuenta que apenas pasados cinco minutos comenzaba a llegar a su límite físico. Su cuerpo le pedía más y más de ella a cada segundo, casi como queriendo perderse de forma brutal en aquellas nuevas sensaciones.
Intentaba recordad los 'sensatos' consejos de sus compañeros de habitación en el Saint Peter's y las palabras despreocupadas de René.- Piensa en cualquier otra cosa menos en los que estás haciendo.. En deberes de matemáticas, en la bronca del profe si no los entregas, en la lista de regalos de Navidad... Todo menos en la chica que está a tu lado...-. ¿Cómo era posible que se lo pidiera su consciencia? ¿No era lo principal pensar en quién se tiene a tu lado? - No, si aún no eres capaz de dominar tu cuerpo...-. Ahora no era ninguno de sus amigos quien le hablaba, sino él mismo. Tanto esfuerzo, tanto control y no le servían de nada.
Su mente seguía caminos desconocidos para él. - Deseo...-. Cerró los ojos. El cálido tacto de la piel de ella contra la suya le quemaba. La sangre tomaba caminos inimaginados antes de esa noche. El aire comenzaba a faltarle como un pez fuera del agua. - Cariño...-. Su labios recorrieron por enesima vez la suave piel de su cuello mientras su nombre quedaba ahogado contra ella.- Calor...-. Su pequeño cuerpo le proporcionaba una calidez indiscutible, imprescindible en aquellos momentos. Las lágrimas redamadas seguían su curso creando surcos infinitos en su rostro volviéndose un beso salado en su boca.- Tal vez... Amor...-. Abrió los ojos, mares azules en la penumbra y sus labios se unieron a los de ella sin desperdiciar un solo milimetro, dominantes, apremiantes, pidiendo y dando más de si mismo de lo que hubiera creido jamás. - Mía...-.Ya no podía más.
Sus manos se crisparon alrededor de ella, abrazandola como nunca antes a nadie, mientras se delizaba con el ardor acumulado, anhelando que aquello no acabase jamás. Todo su cuerpo gritaba por ella, por aquella desconocida, aquella niña rebelde que era toda suya por unos minutos. Su garganta se secó de golpe. No era capaz de articular ni una palabra. Un suave gemido surgió de sus labios más real que cualquier otra cosa en aquella habitación, separando sus labios de los de ella y haciendo que su cabeza callera a un lado como la un títere al que le han cortado las cuerdas. - ¿Quién eres tu.... y por qué... por qué... creo... que te quiero...?-. Cerró los ojos lentamente mientras sus labios dejaban salir el aliento contenido, acariciando inconscientemente el cuello de la chica hasta llegar a su oreja.
"Gracias...". La palabra surgió suave, sin que él la pensara al cabo de unos largos segundos. Zia, su nombre se perdió en un murmullo entrecortado e incomprensible. Ahora sabía que había encontrado alguien muy importante pero no se lo dijo. No podía decírselo. Aún no.