(no subject)

Apr 04, 2008 13:53

Tengo, o más bien tenía una mala manía. Cuando compro una entrada del cine y tiene el asiento asignado, si voy a la sala y hay alguien sentado en nuestros asientos no dudo en decirles, siempre con toda la educación del mundo, que son nuestros. La gente no suele tener problemas en marcharse pero me doy cuenta de que es estúpido cuando tienes toda la sala para elegir. Aquí si que tengo yo la culpa, por que no escuché a Raul cuando tenía que hacerlo y si lo hubiera pensado bien, le hubiera hecho caso.  Es algo que de verdad siento. Creo que con solo lo que pasó ayer, esa manía se me ha quitado por completo.

Hay una presona muy preciada para mi que necesito que comprenda que no soy como él piensa. Soy muy despistada, lo reconozco pero aún teniendo un mal genio de mil demonios nunca se me ocurriría tramar nada separarle de sus amigos. Me aprece absurdo. Consciente o incosncientemente jamás se me ha ocurrido algo parecido. El cine me da igual si no vuelvo a ir, lo que de verdad me importa es él. ¿Por que ha llegado a pensar que intento separales? El simple echo de que ellos se cambiaran de sitio y nos dejaran en una esquina, cuando mi intención era que nos sentáramos en el medio. Salió mal pero es que no se puede saber cuales van a ser las reacciones de las personas. Además eramos muchos, 8,  mucho más que otros días en las que somos entre 3 y 5... Y yo que estaba cansada,  no tenía muchas ganas de ir. Debería haberme quedado en mi casa. Ahora seguro que no estaría conteniendo las ganas de hablar con él.

Tambien estaba un asunto importante: Se había muerto uno de los perros que tenía, Lolo y le veía decaido, y cuando llegamos al cine me encontre por casulidad a una chica que trabaja en la Caixa Tarragona, que es donde suelo ir a buscar cambio para la tienda. Nos pusimos a hablar y yo la verdad es que no supe como pararla. Ni siquiera es amiga mía, solo una conocida, pero a él le dejé a parte sin querer.

Sé que tengo que dejarle tiempo, no hay otro remedio. Pero tengo miedo, no puedo evitarlo. Quiero llamarle. Raul es lo más importante para mí.

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Vale. Le he llamado. Tal vez no debería haberlo hecho pero no he podido evitarlo. Me ha pedido perdón, le he pedido perdón. Reconoce que ayer no estaba muy fino y que se había pasado, pero también que me estaba dando alas. Yo ahí le he respondido que tal vez me las diera por alguna razón... El domingo quedaremos para jugar la partida de cinco anillos. Sigo sin tener demasiadas ganas, aún algo nerviosa. No sé, tal vez necesite tiempo para que se me pase el mal gusto que tengo en la boca...
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