SOBRE LA SOBERBIA
Fragmento de un ensayo de Miguel de Unamuno (me fascinó en Amor y pedagogía):
"Los malos sentimientos contenidos pueden llegar a empozoñarnos la sangre del espíritu, y éste enferma y se hace malo, y es, a las veces, mejor mil veces dejar que estallen los malos humores hacia afuera. Porque una cosa es hacer el bien y otra ser bueno, aunque se conozca el árbol por sus frutos y las buenas acciones broten de las almas buenas.
Sí, una cosa es hacer el mal y otra muy distinta ser malo, distinción que con muy sano instinto columbra casi siempre la gente sencilla e inculta, que se enamora de sujetos tenidos por grandes pícaros , y mira con ojeriza a otros que pasan por irreprochables. Cuando oía yo decir aquello tan repetido de , refiriéndose a algún sujeto de fechorías y daños al prójimo, solía añadir por mi cuenta: . Pero hoy he modificado no poco de sentimiento a este respecto, y entiendo muy de otra manera que entendía antes eso de que en el fondo todos somos buenos.
Crece de día en día mi persuasión de que hay hombres que se mueren sin haber cometido una mala acción de bulto y de alcance, y sin haber abrigado, no obstante, un solo buen de hacer; mientras hay otros que, molestando de continuo al prójimo, y aun dañándole, se mueres sin haber abrigado rencor contra nadie, sino habiendo estado llenos siempre de buen deseo."
"Los malos sentimientos contenidos pueden llegar a empozoñarnos la sangre del espíritu, y éste enferma y se hace malo, y es, a las veces, mejor mil veces dejar que estallen los malos humores hacia afuera. Porque una cosa es hacer el bien y otra ser bueno, aunque se conozca el árbol por sus frutos y las buenas acciones broten de las almas buenas.
Sí, una cosa es hacer el mal y otra muy distinta ser malo, distinción que con muy sano instinto columbra casi siempre la gente sencilla e inculta, que se enamora de sujetos tenidos por grandes pícaros , y mira con ojeriza a otros que pasan por irreprochables. Cuando oía yo decir aquello tan repetido de , refiriéndose a algún sujeto de fechorías y daños al prójimo, solía añadir por mi cuenta: . Pero hoy he modificado no poco de sentimiento a este respecto, y entiendo muy de otra manera que entendía antes eso de que en el fondo todos somos buenos.
Crece de día en día mi persuasión de que hay hombres que se mueren sin haber cometido una mala acción de bulto y de alcance, y sin haber abrigado, no obstante, un solo buen de hacer; mientras hay otros que, molestando de continuo al prójimo, y aun dañándole, se mueres sin haber abrigado rencor contra nadie, sino habiendo estado llenos siempre de buen deseo."