Título: Qué bueno tenerte
Fandom: Sé lo que hicisteis
Pairing: M2 (Ángel/Dani)
Rating: NC-17
Resumen: Dani descubre a Pereza. Dani descubre a Ángel. Todo con banda sonora canalla..
Notas: Si este fic existe es culpa de
firulais y
ela_san. De ellas, de
esta foto y de Rubényleiva. Así, todo junto, sin respirar.
Qué bueno tenerte
Princesas
Cambiar un ‘no me creo nada’ por ‘te quiero, chaval’.
Los oye por primera vez un día, trabajando en un monólogo con la radio puesta y en pijama a las seis de la tarde. Al terminar la canción, se da cuenta de que los pies le bailan en las zapatillas de andar por casa. Me gusta, piensa en seguida, pero a Dani le gusta casi todo en esta vida, así que no toma nota del nombre del grupo y se pelea con un chiste que no acaba de rematar.
La segunda vez que lo oye, el mismo tema, está aparcando en una de las calles laterales del teatro donde va a actuar en unos minutos. Detiene el motor y se queda dentro del coche hasta que termina. Le da ganas de saltar. Le pone una sonrisa en la cara. No sabe a qué suena, pero le suena guay. Esa noche, Dani salta al escenario con ganas de comerse el mundo.
Está con Ángel en un bar cuando la oye de nuevo y la convierte en su canción del mes. Sale por los altavoces, asfixiada por las conversaciones de la gente, pero él la detecta y los pies le bailan solos, como la primera vez.
- Me encantan estos tíos - le dice.
Ángel pone su cara de “ya, claro”.
- A ti te encanta Nino Bravo, Dani, qué me estás contando.
Dani se ríe echando la cabeza hacia atrás. Esa noche acaba a las diez de la mañana, muertos de frío frente a la puerta de El Corte Inglés, pagando con calderilla un disco que les sonríe.
*
Lo que tengo yo adentro
Lo nuestro es tan genial que nadie puede decir que lo entiende, porque no es así.
Dani lo escucha a todas horas, en todo momento. Todas las canciones le parecen la hostia. Trabaja escuchándolo, se lava los dientes escuchándolo, come escuchándolo y cuando no lo puede escuchar, lo canta. Ya lo decía su padre: un Mateo obsesionado es un Mateo fiel.
También tiene revelaciones escuchando el disco. Una tarde, por ejemplo, de jugar a la Play en el sofá de su casa con Ángel. Sólo están haciendo eso, jugar al Mortal Kombat, con varios pares de cervezas y con el disco puesto, claro. Ángel se ha acostumbrado a que haya alrededor de Dani una constante banda sonora canalla. No admite que los escucha, pero Dani ha visto cómo tararea un par de melodías entre patada voladora y puñetazo letal.
El disco cambia de canción. Y es una de sus favoritas, así que empieza a cantarla. A berrearla. Qué más da.
- Se nos ha ido la olla por completo, y nos creíamos que estábamos cuerdos…
Ángel se ríe, consigue esquivar un derechazo, y le ataca con una lanza. En ese momento, cuando consigue atravesar a su personaje y se acaba la partida, le sigue.
- … ¡es igual si no lo entienden son ellos! Nosotros somos luz y ellos están ciegos…
Se miran un segundo y luego cantan a la vez.
- ¡Nada se me ocurre, nada es suficiente para decir, lo que tengo yo adentro!
Animados por la cerveza, cantan a voces, se ponen de pie sobre el sofá, saltan. Ángel se encarga de llevar las baquetas de una batería invisible, Dani toca una guitarra imaginaria sobre su estómago. Se abrazan, se arrodillan en el suelo, se levantan y siguen saltando. Cuando acaba la canción, caen rendidos. Dani lo mira con ojos brillantes. Ángel sonríe, su pecho sube y baja con la respiración agitada, desde donde está puede contarle los lunares de la cara. Volviendo a ser él poco a poco.
Y justo ahí, se da cuenta. Quiere a Ángel Martín.
*
Todo
Dime hacia dónde, yo te sigo; si tú te tiras, yo me tiro.
Es otra noche, otro bar, otra borrachera. Cuando nota que el local empieza a mecerse, le dice adiós a Pepe y coge a Ángel por la manga de la chaqueta.
- Ángel, me voy.
- Eh, espera, yo también.
Cuando salen, es febrero en Madrid y hace un frío de la hostia. Ninguno de los dos recuerda dónde ha dejado el coche, así que caminan con las manos metidas en los bolsillos. Hablan arrastrando las vocales hasta que llegan misteriosamente al portal de Ángel. Siempre llegan allí aunque no lo planeen.
- ¿Te subes y nos tomamos la última? - hay algo en la mirada de Ángel. Algo oscuro que se asoma y que le gusta.
- Claro.
No llegan ni a entrar en el apartamento. Se besan en el ascensor con lenguas de trapo, borrachos y calientes, frotándose como animales. Ya lo han hecho antes, ya se han besado y se han tocado, pero esta noche a Dani le suena una canción en la cabeza y le dice lo que quiere sin filtro, de camino a la cama. Ángel le muerde el cuello, él gime y no tiene autocontrol.
- Todo, Ángel, todo.
- ¿Qué?
- Hoy, todo. Quiero contigo todo.
Ángel lo entiende. Le come despacio, le arranca jadeos imposibles, lo enciende, lo lleva al límite, a estar a punto, lo hace suplicar, llorar, se mete despacio, mirándolo a los ojos, con las frentes pegadas, sudando, embistiendo lento, mordiendo la piel que tiene a su alcance, adentro, más adentro, moviéndose, ardiendo.
- Todo, contigo, Ángel, todo.
*
No queremos ser como los demás
Tú y yo hacemos lo que queremos, y no queremos ser como los demás.
Hay muchas noches y muchas mañanas que les siguen, que amanecen uno en casa de otro. Si Ángel se despierta de humor y están en el piso de Dani, enciende la mini cadena y pone música mientras prepara café. Cuando llueve, suena Ismael Serrano; cuando se levanta nostálgico, Serrat. Cuando le apetece repetir las mejores jugadas de la noche anterior bajo el edredón, siempre suena la misma canción.
Tú y yo en un coche en pleno invierno, tú y yo empapados en un portal…
*
Qué alegría más tonta
Que vivan los idiotas que nos hacen reír.
- Hostia, Dani, no puedes ser tan crío.
- Ángel, no me jodas, ¿eh? No me jodas.
Las pocas veces que discuten, siempre es por alguna gilipollez. Suele ser por los celos de Dani o por las manías de Ángel. La última es una discusión que empieza como una coña y termina con un portazo. Quizás lo que más daño le hace es que la última frase de Ángel es “Te veo el lunes en la oficina”, como si fuera un compañero más. Frío como acero.
Esa vez, se pasan una semana entera sin hablarse más que lo necesario. Tienes el guión, Sí, Hay que rodar un sketch, Vale. Cuando Dani piensa que ya ha tenido suficiente de hacerse el cabreado, es jueves, son las ocho y media y todo el mundo se ha largado de Globomedia. Debe de ser la última persona en abandonar el edificio, pero de repente oye música en una de las salitas para reuniones. Se acerca, pega la oreja y. Sí. Música.
Abre sin llamar y allí está Ángel, sentado a la mesa, con el portátil encendido y la frente pegada a la superficie de madera. Levanta la cabeza al oír ruido y lo mira fijamente. Suena su canción.
- ¿Qué? - pregunta.
- ¿Qué haces aquí? - le pregunta él a su vez. Ángel se encoge de hombros.
- Revolcarme en mi mierda, supongo. ¿Y tú?
- Me estaba yendo.
- Ah. Pues adiós.
Ángel vuelve a descansar la frente sobre la mesa, como si de esa manera pudiera ignorar a Dani.
- Oye, gilipollas - le llama él, con el ceño fruncido. - ¿No vas a decirme nada?
Ángel se incorpora sobre un codo.
- Eres tú el que no me habla.
- No, imbécil. Estás oyendo mi canción - su amigo hace un gesto, como diciendo ‘ah, sí, eso’.
- ¿Y qué?
- Que a ti ni siquiera te gusta. Y que no puedes oírla sin que esté yo delante.
Ángel pone cara de no entender nada y a Dani le encanta esa cara. Qué coño. No puede enfadarse tanto tiempo con él. Suelta todas sus cosas sobre la mesa, lo hace ponerse de pie y lo abraza.
- Te perdono - le susurra al oído. Luego se ríe. - Qué bueno tenerte.
*
Champagne
Escuchábamos Antony & The Johnsons para ponernos tontos.
Su cumpleaños cae sábado y recibe llamadas durante todo el día. Dani le ha prometido a sus amigos que saldrán alguna noche, pero no ésa, porque su familia lo reclama en Barcelona y a ver quién le dice que no a su madre. Está cerrando la maleta, falta una hora para irse a Atocha, cuando suena el timbre.
- ¡Ángel!
- Feliz cumpleaños, tío.
Se abrazan en el rellano, Dani lo hace pasar.
- Ya sé que estarás liado, pero quería traerte esto.
Le da un paquete pequeño. Inconfundible caja de CD. Cuando lo abre, es un disco virgen rotulado con permanente: Aviones.
- Gracias, Ángel, pero sabes que lo de volar, a mí…
- Gilipollas - su amigo se ríe. - Es el último del grupo este que te gusta tanto a ti.
- … no.
- Sí.
- ¡Pero si el disco sale en agosto!
- Ya, pero Galindo tiene a un primo que trabaja en el estudio…
No lo deja acabar. Lo abraza tan fuerte que le quita la respiración. Lo abraza como abraza Dani a las personas que le importan: rodeándolo del todo con los brazos, cerrando los ojos, balanceándose un poco hacia los lados, apretando con todas sus fuerzas. Ángel se siente pequeño.
- ¿Te llevo a la estación?
- Sí, pero antes, otra cosa.
Pone el disco y lo escuchan mientras follan en el sofá.
*
Leones
Te quedas con mi parte, yo me cuelgo de tu voz.
Se besan en los recovecos oscuros del plató; se miran de reojo mientras se cambian en el camerino; hacen chistes de gays en el informativo; hablan en catalán cuando nadie los oye; trabajan uno al lado del otro; se meten mano en los bares; encuentran dibujos en la red sobre ellos y los cuelgan en la pared de la redacción; se emborrachan los viernes por la noche; viajan juntos a Barcelona; se llaman ‘nene’; empiezan a hacer monólogos en los mismos sitios; se duermen buscando al otro en la almohada; aprenden cómo es el tacto de su piel con jabón; comparten bromas privadas; descubren los lugares que los hacen temblar; se ríen de cosas que nadie entiende; los miran raro; deshacen las sábanas; se leen la mente; se cubren, se tienen, se quieren.
Ángel sigue siendo Ángel: lleno de lunares, un gamberro disfrazado de tímido, una mente brillante en un frasco pequeño. Dani sigue siendo Dani: barba cuidada, peleón hasta decir basta, un vozarrón que revela las peores intenciones.
Dos heridos graves, desperfectos claves. Se cubren, se tienen, se quieren.