Fandom: Star Wars (Universo Expandido)
Pareja: Luke Skywalker y Mara Jade
Clasificación: PG-13
Género: Romance y Angst
Tiempo: Diecinueve años después de la Batalla de Yavin.
Resumen: Lo que en un principio fue un matrimonio por convenencia toma un cambio inesperado para nuestros protagonistas.
Unas notitas o una pequeña advertencia, como deseen tomarlo: Les seré honesta, no me gustó mucho como quedo este capítulo. Pero lo he borrado y rehecho tantas veces -casi cinco veces- que opté por dejarlo así. Hicé todo lo posible para mantener a Leia y Mara fuera de lo que se llama 'out of character' y presiento que precipité un poco las cosas. Sin embargo, decidí subirlo tal y como está. Sino me hubiese quedado estancada y el fic no estaría progresando. Por favor
doxys no me compares con Meyer. *makes puppy eyes*
Capítulos Anteriores -¡Vamos, tía Mara!
Ojos verdes miraron a la pequeña Jaina Solo; sin temor alguno, la dulce chiquilla de apenas nueve años la había tomado de la mano para llevarla consigo y la guiaba por un sendero rodeado de flores silvestres hacia su lugar favorito. Por primera vez en su vida estaba riendo con verdadero placer. Era contagiosa toda su inocencia y su vivaracha personalidad.
-¡De verás lo siento, Mara! - exclamó un preocupado Han.
Estaba seguro a donde su hija llevaba a Mara, ese era el camino correcto para la fosa de los
thernbee. Personalmente, a Han no le agradaba para nada ese animal a pesar de que la mayoría de las veces la alimentación de esas criaturas era vegetariana. Pero lo que realmente le preocupaba era su hija, agobiaría a Mara con todos los detalles al respecto del animal.
-No hay problema, Solo. - le replicó ella.
Mara nunca pensó que ese día lo pasaría en el zoológico nacional de Coruscant con los tres sobrinos de Luke. Esa mañana, luego de tomar su caf, tocaron a su puerta y ¡sorpresa! Frente a ella estaba Han con sus tres hijos, invitándola a un día en el zoológico. Ella sospechó que era su manera particular de darle la bienvenida a la familia.
La experiencia había sido una reveladora, descubriendo que había creado esta imagen alrededor de su persona tan contraria a lo que realmente era su interior en un modo de autodefensa. Como todo ser humano, deseaba pertenecer, amar y ser amada. Tener una familia parecida a la de Han y Leia. Los tres chiquillos la enternecieron aunque aparentó no estarlo. Sin dificultad alguna se ganaron su completa fidelidad y su instinto de protección, en especial el más pequeño, Anakin. Era sorprendente su semejanza a Luke. Por un momento deseó que fuera suyo y de Luke. Un pequeño pedazo de ambos para ella amar y cuidar. Cerró sus ojos mientras la angustia apretaba su corazón... ¿Estaría soñando mucho? Sólo una vez Luke le mencionó la idea de una familia. Pero, tal vez, ya no era esa su intención. Después de todo ella no era Callista.
Ella se reprendió a si misma en silencio. No solía ser pesimista; simplemente era realista. Y ahora, luego de tantos años de auto - control, se hallaba a si misma permitiendo que las emociones tomaran el control de su vida.
En estos últimos días, Mara había intentado mantenerse ocupada con trabajos cotidianos procurando olvidar el vacío que sentía sin Skywalker a su lado. Fue a su apartamento y buscó todas sus pertenencias, las cuales no eran muchas. Ella no era el tipo de personas de acumular materiales, su naturaleza práctica sólo le permitía adquirir lo necesario. Las acomodó entre las del granjero confiando en que no se molestaría. Al colocar varias de sus prendas entre las negras túnicas del jedi no contuvo el impulso de tomar una y llevarla a su nariz. Ella cerró sus ojos al reconocer el tenue aroma de Luke entremezclado con el detergente de la lavandería. Ella se sacudió a si misma de su momentáneo desvarío. Estaba muy mal. Con fuerza innecesaria, reanudó la tarea de guardar sus cosas, algo molesta ante su vulnerabilidad. Más, ¿cómo podría luchar contra lo que llevaba en su corazón? Ella reconocía que sería una batalla perdida. Suspirando resignada, colocó su último artículo en la cómoda y cerró la gaveta con fatalidad. Ahora comenzaría una nueva vida junto a él. Eran un matrimonio… pero, ¿por qué sentía que era una victoria vacía?
“-¿Y qué hay de ti y de tu corazón?
-Lo que llevo en mi corazón es problema mío, yo sabré como solucionarlo. Nunca se interpondrá en nuestro matrimonio.”
¡Gran Fuerza! Nunca había sido tan fatalista.
-¡Pa! - Jacen le sacó de sus desvaríos, -Tengo hambre.
-¡Y yo!- se unió Jaina.
-¡Yo también! - Anakin no podía quedarse atrás.
Han levantó sus manos en un gesto aplacador, -De acuerdo, busquemos un lugar para comer. -y dirigió su mirada a Mara, -¿Nos acompaña?
Mara pareció titubear por unos segundos.
-Anda, tía. Estoy segura de que te gustará comer los mini - feneribi y el jugo de pashi.
-Bueno, con un menú como ese, -replicó Mara al tiempo que le guiñaba un ojo a Jaina, -es imposible negarme.
- - -
Caminando con pasos apresurados, Leia se dirigía al restaurante de comida rápida favorita de los pequeños. Han le escucharía; él no tenía que estar invitando a la ex -imperial a pasar un día con sus hijos. No confiaba en ella.
La noche anterior habían tenido una diferencia en opiniones sobre el matrimonio de su hermano. Han le preguntó sin preámbulo alguno:
-¿Por cuánto tiempo continuarás castigando a tu hermano?
Leia dirigió su mirada marrón a su esposo, su delicada frente fruncida.
-No entiendo…
-¿Por cuánto tiempo más crees que debe sufrir el chico?
-¡Han!
El ex - pirata colocó sus manos en su cintura y arqueando una ceja, miró a su esposa.
-Estas siendo injusta con Luke y lo sabes.
Todo el rostro de Leia se endureció, -No he hecho tal cosa.
-¿No? - Han no se amilanó, -Y yo todo este tiempo he pensado lo contrario. Eres muy buena actriz, princesa. Ignorando sus llamadas, haciendo lo posible por bloquear sus mensajes y entre todo ello un bello amor fraternal.
Las mejillas de Leia se tiñeron con un leve rubor ante el sarcasmo de su esposo.
-Hablé con él ayer en la noche.
Han cruzó los brazos sobre su pecho, -¡Oh, qué generosa eres! Para evitar que el chico llegara hasta aquí, por supuesto.
Se había comunicado con ella por su línea privada en la oficina pues era la más segura. Eran medidas extremas que se tomaban en momentos como este. Leia tomó esa oportunidad para interrogarle a Luke sobre su precipitado matrimonio con Mara y hasta que punto Mon Mothma tenía que ver con todo el lío. No logró sacarle nada; tenía que admitir que su hermano había heredado la misma personalidad tozuda de ella. Sólo había conseguido de él un implorante pedido; que tuviera calma con Mara.
-No entiendo porque se casó con ella.
-Creo que eso sólo le incumbe a tu hermano.
-De igual forma que me incumbe si ella lo lastima.
¿Qué en el Sith le halló Luke a la mujer? Movió su rostro de lado a lado, sumergida en sus pensamientos. Su hermano era un hombre tan expresivo, sincero y hasta cierto nivel, impetuoso. Mara parecía ser el tipo de mujer que calculaba todos sus movimientos. Leia respingó para sí, no dudaba de que hasta sus pasos no fueran fríamente premeditados, siempre lista para todo posible advenimiento. Luke era tan generoso y desprendido. Mientras que Mara podría transformarse en cualquier momento en una asesina sin escrúpulo alguno.
No; Luke y Mara no congeniaban para nada. Temía que su matrimonio estaba ya predestinado al fracaso.
-No es la mujer indicada para Luke.
-Me alegro que lo hayas traído a colación.
Leia le miró con recelo.
-Dime, ¿quién crees pudo haber sido la mejor para tu hermano?
¿Gaeriel? -y Han hizo una pausa pronunciada, -¿Callista?
-¿Por qué no? Ambas eran amables y generosas.
Han apenas contuvo una risa burlona. Conocía de la personalidad de Leia y lo sobre protectora que solía ser con Luke. Sin embargo toda la situación iba mucho más allá de ello y no estaba segura de que su adorada esposa estuviera consciente de ello.
-Y tampoco fueron ningún tipo de rivalidad entre Luke y tú.
-¿¡Qué!?
-¡Vamos, Leia! Lo mejor que le pudo haber pasado a tu hermano tiene nombre y apellido. Mara Jade.
-¡Esa asesina a sangre fría!
-Esa asesina a sangre fría le salvó la vida a Jaina y Jacen.
Estaba consciente de que lo próximo no sería fácil para Leia, no obstante lo diría. No era algo nacido repentinamente. No; había reflexionado en ello desde su último encuentro con la comerciante durante el conflicto de Corellia. Cuando a pesar de que la mujer ayudó a su esposa a escapar de las garras de su primo Thrackan Sal Solo, todavía continuaba sintiendo animosidad hacia la pelirroja.
-Varias semanas atrás tuve una conversación muy interesante con el chico y no debí haberlo culpado por completo. Tú eres igual de responsable de los errores que ha cometido Luke.
Leia abrió su boca para protestar, pero Han se le adelantó. -Lo siento princesa pero me escucharas. Has malcriado a tu hermano.
-Esto es inconcebible. - ella alzó sus manos en un ademán de derrota. -No escucharé nada más.
-¡Oh, sí lo harás, su majestad! - replicó mientras la tomaba por el brazo con suavidad pero detuvo su huida con firmeza, -Durante todos estos años has colocado a Luke en este alto pedestal y en cierta manera eso ayudó a que se le inflara la cabeza al chico. Sé que no es difícil tomarle cariño a Luke, yo también lo aprecio y mucho. El posee un gran corazón y un alma demasiado generosa para su propio bien. Sin embargo tú no le has ayudado mucho, siempre esperando sus demostraciones milagrosas para ayudar la galaxia. Sólo que para su mala fortuna, esas obras prodigiosas lo llevaron a hundirse más y más en el lado oscuro. Tú, mientras tanto, no decías nada, cómoda en el nicho que él te proveía, unidos por esa conexión que aparentemente nadie podía tener. Gaeriel no amenazó tu relación con Luke, ella no deseaba tener que ver nada con la Fuerza porque su religión se lo prohibía. Al igual que Callista, la mujer no tenía acceso alguno a la Fuerza. Y
Jem… ¡rayos! A veces pienso que ella sólo fue un producto de nuestra imaginación… hasta que llegó Mara y todo tu mundo comenzó a tambalearse. No he sido un ciego, Leia. Si yo he sido capaz de percibir la conexión entre ese par de cabezones tú también has debido sentirlo.
Los ojos pardos miraron detenidamente los marrones. -Déjalo ir, Leia. No te pertenece.
Por unos segundos, Leia temió que le abofetearía y no dudaba de que su esposo lo hubiese presentido. El semblante femenino estaba lívido por la rabia. No obstante, él añadió, -Mara no endiosa a tu hermano y ella no dudará en darle un pedazo de su mente cuando así sea necesario.
Todo el semblante de Leia se transformó, adoptando su clásica pose de princesa inalcanzable, - Esa es tu opinión pero me apena tener que decirte que no la comparto contigo. Nada ni nadie me hará verla de otra manera; es una mujer con ningún tipo de consciencia; es una asesina.
No le dirigió la palabra el resto de la noche.
Sin embargo, esa mañana, ya fuera de la emoción del momento, comenzó a ver varios puntos de Han con algo de claridad. Quizás no había ayudado a su hermano como era debido y tal vez, celaba su conexión particular con Luke. Pero todo ello se vino abajo cuando Han le dejó un mensaje indicándole donde estaba con los niños y quien les acompañaba. Así que no dudó en ir a buscarle.
Entró al restaurante e inmediatamente divisó a su marido; jugaba con los gemelos en el centro de entretenimiento para los pequeños. Más no vio a Anakin, lo que la llevó a una sola conjetura; debía estar con Mara. Con el corazón en su boca, la buscó con su mirada. La escena que vio la sacudió. Mara tenía a Anakin, de solo siete años, en sus brazos. Ella tenía su frente sobre la de su hijo y le hablaba mientras una tierna sonrisa curvaba los sensuales labios. Anakin a su vez reía ante lo que ella decía. De improviso, el cabello de Anakin se tornó de marrón claro a uno rubio rojizo y sus ojos dejaron de ser azul hielo para tornarse en un azul grisáceo. Mara no tenía a Anakin entre sus brazos… Leia tuvo que sentarse en un banco cercano; Mara estaba sosteniendo a su hijo. Estaba viendo un pedazo del futuro de Mara. Ella sintió su corazón oprimirse. ¿Quién sería el padre de la criatura? Para sorpresa suya, le contestaron. Vio a Luke tomar al pequeño y colocarlo sobre sus hombros. Mara sonreía con dulzura, mientras observaba al niño reír con deleite mientras su padre caminaba con él así. Al ver el hermoso rostro libre de toda dureza y frialdad, el aire abandonó sus pulmones…Y Luke, ¿qué otra cosa podría decir que no fuera que su hermano se le veía por completo feliz? La extraña visión se evaporó inmediatamente, dejando a Leia turbada.
-¿Leia?
Algo aturdida, miró a Han.
-¿Ha sucedido algo? ¿El chico?
Ella sacudió la cabeza con violencia. -Yo.. - ella intentó hablar. No pudo. Nunca antes había tenido una visión tan vívida. De seguro la Fuerza quería enviarle un mensaje. Han se sentó junto a ella. Tomó una de las diminutas manos entre las suyas y la apretó con ternura.
-¿Qué sucede princesa?
-Yo… luego te explico.
La mirada marrón regresó hacia la figura de la pelirroja que ahora jugaba algún tipo de juego electrónico con Anakin. Cerró sus ojos brevemente. ¿Cómo pudo ser tan ciega e injusta? De nuevo a su cabeza regresaron las palabras de Luke en su última conversación con él. Mara no es lo que aparenta ser. Era cierto y Leia no era quien para juzgarla y hallarla culpable. Se había convertido en el tipo de persona con la que se topaba en su línea de trabajo; prejuiciosa y superficial. ¿Cómo pudo caer tan bajo?
Leia se disculpó con su esposo, reconociendo lo que debía hacer. Se acercó a su nueva cuñada y le pidió a Anakin que acompañara a su padre. Un satisfecho Han observó a su esposa acercarse a Mara y dirigirle la palabra. Estaba seguro de que su princesa entraría en razón tarde o temprano.
-¿Me acompañas a comer algo? - le preguntó Leia.
La ansiedad se apoderó de Mara, algo le sucedió al granjero. -¿Skywalker…?
El cambio en Mara fue casi imperceptible. Casi. Los marrones ojos de Leia no perdieron a la vista el momentáneo temblor en sus manos y aparte de su indiferente apariencia, sus verdes ojos la miraron con atención. Se recriminó por no verlo antes; Mara amaba a su hermano.
-Está bien. - y con gran pesar ante su actitud del pasado, le dio el mensaje que Luke le dejó para ella dos noches atrás, -Me ha pedido que te dijera que todo está tranquilo y bajo control… y que te extraña.
Mara sólo asintió. -¿Y a qué debo el honor de tu invitación?
Leia ignoró el sarcasmo de la otra mujer. Se acercó a ella y con gran familiaridad, la tomó del brazo para caminar juntas. Mara se sintió incómoda pero no objetó el trato.
-Creo que ya es tiempo de conocer a mi cuñada.
Mara arqueó una pelirroja ceja. ¿Organa buscando charlar con ella? Por supuesto. Primero vería un
bantha en
Hoth antes que Leia tratar de entablar amistad con ella.
-¿Por qué? - Mara no sabía que hacer del extraño comportamiento de Leia.
-¿Por qué no? - Leia no se sorprendió ante la franqueza de Mara, -Eres la esposa de mi hermano, lo menos que debo hacer es intentar conocerte.
Mara se alzó de hombros. Podía contar con los dedos de su mano las pocas personas que genuinamente se preocupaban por ella: Luke y Karrde. Leia comenzó a charlar con ella mientras caminaban hacia una mesa desocupada. Mara solo se limitó a contestarle con un sí o un no cuando lo requería. En raras ocasiones añadía algún comentario a la conversación. Leia ordenó una hamburguesa de nerf con sus acostumbrados acompañamientos y Mara, sólo una batida.
-¿Qué harás esta noche? - preguntó Leia antes de darle un mordisco a su hamburguesa.
-No lo sé. Quizás ponerme al día con los negocios de Karrde.
-¿Te gustaría cenar con nosotros?
Esa pregunta tomó a Mara desprevenida. Luego de la inicial sorpresa, miró detenidamente a Leia.
-¿No puedes contener la curiosidad de ver como actuará una ex - asesina alrededor de tu familia?
Ahí estaban de nuevo, las murallas alrededor de Mara. Leia no se molestó, esa era su manera de protegerse para evitar ser herida. No sabía muy bien los detalles de su vida pasada como la mano del Emperador pero imaginaba que no debió haber sido nada fácil. Aún tenía en su memoria el horror de haber sido torturada por Vader a bordo de la primera Estrella de la Muerte antes de ser rescatada por Han y Luke. No se atrevía tan siquiera pensar que sería vivir bajo el mando del Emperador. Ella colocó una mano sobre la de Mara en un gesto conciliador para recibir una mirada helada de la comerciante.
-No, Mara. Me gustaría conocer mejor a la mujer que es capaz de realmente amar a mi hermano.
Toda una gama de emociones cruzaron por el hermoso rostro de la pelirroja hasta que sus facciones se endurecieron.
-Yo no amo al estúpido héroe de la galaxia. Es un tonto optimista que opina que todo tiene solución.
Leia solo se limitó a reírse.
-Me acuerdas tanto a alguien.
¿A quién? - preguntó Mara intrigada.
-A mí. Lo que opinaba de Han antes de tener el valor de aceptar que lo amaba era más insultante que lo que acabaste de decir sobre Luke.
Mara apretó los labios y miró hacia el lado.
-No es difícil amar a mi hermano. - le dijo Leia con suavidad, como si estuviera hablando con uno de sus hijos, - Estoy segura de que lo amas por todo eso que dijiste; por pensar siempre en los demás y por estar dispuesto a ayudar a quien lo necesite.
Algo indecisa, miró a Leia. Se le veía tan vulnerable que por un momento Leia dudó que estuviera hablando con la misma persona de unos minutos atrás. Ella apretó su mano con delicadeza:
-El es un buen hombre y se entregará en cuerpo y alma a la mujer que él ame.
-Lo sé. - murmuró Mara, deseando con fervor ser esa mujer.
-Eres esa mujer.
-No creo, Organa. No soy la mujer adecuada para él. - el rostro impávido de la pelirroja no traicionó ni por un segundo sus tumultuosas emociones.
-Al parecer Luke no opina lo mismo si te eligió para que fueras su esposa y formar una familia contigo.
Una mueca de desprecio hacia si misma curvó sus labios, -Siento mucho que veas todo con tintes rosados, Organa, pero la realidad no es tan simple.
-¡Por la Fuerza, Mara! ¿Alguna vez podrás llamarme por mi nombre de pila?
-No lo sé. Quizás algún día. - le contestó Mara con indiferencia.
Leia decidió ignorar la respuesta descortés. -¿Podrías explicarme qué no es tan simple? Tanto Luke como tú desearon casarse, ¿no? No creo que alguien les obligó a hacerlo.
La pelirroja optó por no desmentir; alguien si les había dado la idea pero ambos aceptaron por mutuo consentimiento. Así, que si se le veía desde ese punto de vista, no habían sido obligados. Tomaron la decisión libremente.
-El problema de tu hermano, Leia, -no pudo evitar hacer la inflexión en el nombre- es que es demasiado optimista para su propio bien. El cree que todos tenemos derecho a redimirnos, siempre creyendo que todos llevamos este intrínseco sentido de lo que es correcto. Tu hermano es un ingenuo que opina que todo tiene solución y que todo terminará bien. Y la vida real no es un cuento fantasioso con finales felices.
-¿Qué quieres decir con eso?
Se halló a si misma en una calle sin salida. ¿Qué podría decirle a Leia? “¡Oh! ¿No sabías que tu hermano aún vive enamorado de Callista?” La desesperación le llevó a decir algo agitada, -¡No sé que en el Sith pensaba el granjero al casarse conmigo! Fui la mano del Emperador, por todas las estrellas sagradas. Por los estándares de la Nueva República soy material dañado, manchado…
Mara dio un brinco, sobresaltada, cuando Leia dejó caer la mano con firmeza en la mesa, -Eso no es cierto. -
Mara sintió que Leia la estaba reprendiendo como si fuera uno de sus hijos.-¿Tú crees que la galaxia nos debe juzgar a Luke y a mí por ser hijos de Vader?
-No. - le contestó Mara con franqueza.
-Tampoco tienes el derecho de juzgarte a ti misma por un pasado que te fue impuesto por otra persona que su único fin fue tratar de dominarte como lo hizo con el resto de la galaxia. Se te brindó la oportunidad de escoger quien ser: una asesina para el imperio o un ser luminoso en la Fuerza. Escogiste lo último. Si Luke te ama, tienes que ser un formidable ser humano. - Leia se halló a si misma hablando con honestidad, las palabras brotaron de lo hondo de su ser; ella había hecho lo mismo.
Mara no dijo nada; después de todo Leia no fue testigo de la conversación que mantuvo con Luke. “Lo que llevo en mi corazón es problema mío, yo sabré como solucionarlo. Nunca se interpondrá en nuestro matrimonio.” Pero tampoco no le haría participe de ella. Tenía su orgullo.
-Bueno, ¿a qué hora te espero? - preguntó una entusiasmada Leia.
- - -
La mujer no podía creer que su entrada a la capital hubiese sido tan fácil. El almirante Pellaeon debió haber pagado una buena suma por la codificación… o debió haberlo recibido de alguien de la Nueva República. Viajó hasta el sistema en una nave nada notable, una de las de su empresa en
Nam Chorios, procurando pasar desapercibida. Luego caminó por la concurrida capital vestida en túnicas poco llamativas, su rojo cabello cubierto por el mismo material de sus ropas. Intentó ignorar el envilecimiento del lugar, tan distinto al que recordaba en su juventud. Los tiempos cambiaban, no permanecían inmutables.
Sentada en un café al aire libre, meditaba de qué manera podría comunicarse. No sería fácil. Debía buscar un medio nada atractivo, que lograra pasar inadvertido por todos excepto por ella. Entre tanto, tomaba una taza humeante de caf y miraba a un grupo de jovenzuelos hacer dibujos en una pared. Opinaba que eran unos mocosuelos atrevidos, de seguro les llamarían la atención. Cuando, imprevistamente, los verdes ojos se entrecerraron; quizás al fin había descubierto una manera para comunicarse.