Fic: Leyendas 3/?

Apr 16, 2008 10:50

Fandom: X-men (película)
Pareja: Pyro/Rogue
Clasificación: PG-13
Género: Romance
Palabras: 2,660
Exención de Responsabilidad: Por supuesto que nada es mío; todo le pertenece a Marvel y Fox. Si acaso, solo la idea para la trama me pertenece. Gracias.
Tiempo: Unos años después de X3.
Sinopsis: La historia esta narrada desde el punto de vista de un niño que a pesar de que su nación estaba sumergida en una guerra civil, no entendía bien la causa de esta guerra hasta que un día conoce una pareja particular.

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Marie era totalmente mía por dos semanas, para luego tener que compartirla con John por unos días. Sí, ahora le llamaba John. Dejé de llamarle el marido de Marie. El podía ser un tipo agradable y genial cuando él lo deseaba.

La mañana después de esos tres días con ella, oí su moto. Salté de mi cama y corrí hacia afuera. Era una intempestiva hora de la mañana. La estaba abandonando, fue lo primero que pensé y me enojé. ¿Cómo podía él? ¿Era debido a su enfermedad? ¿No podía él lidiar con ésta? El detectó mi presencia y presentí que estaba esperando a que yo me acercara a él.

-¿Puedes prometerme algo? - me preguntó él.

Yo solo me limité a mirarle enfurecido.

-¿Puedes cuidar de ella hasta que yo regrese?

Mi rostro debía tener esta peculiar expresión de estupefacción porque él me sonrió algo burlón. Lo qué en realidad me sorprendió fue la honestidad en cada una de sus palabras. Mi cólera desapareció. Él regresaría a ella. Y así lo hizo. Como un reloj, cada dos semanas él venía a verle. Él permanecía por dos o tres días, pagando por adelantado esos días y mi padre siempre le asignaba el mismo cuarto. Luego, él volvía a irse.

En una ocasión que yo me encontraba junto a Marie, agitando nuestras manos para despedirnos de él mientras se alejaba en su moto, yo le pregunté: -¿Por qué él tiene que irse?

Porque yo estaba seguro de que él no deseaba dejarla pero sin embargo lo hacía.

-Porque ellos lo necesitan. - Su respuesta fue un suave susurro. Esa respuesta me sacudió a pesar de no entender que significaba.

El ritual era ininterrumpido, nunca ausentándose a su visita al final de dos semanas. En su tercera visita él me trajo un libro. Fue una sorpresa agradable. Nunca me habían dado un presente, mucho menos un libro. Se titulaba Leyendas. Preocupada, Marie me preguntó si sabía leer. No opinen mal de ella. Sabía que la pregunta fue hecha de manera inocente puesto que ella nunca me veía ir a la escuela. Pero sí, podía leer. Fui a la escuela hasta que cumplí mis ocho años; cuando mi mamá murió. Mi padre pensó que todo era una pérdida de tiempo y nunca me ordenó a regresar.

Me enamoré del libro; era impresionante. Tenía historias fascinantes como las del rey Arturo y los caballeros de la mesa redonda; Robin Hood e incluso mitología griega. Un día, estaba leyendo el libro sentado cerca de Marie y ella preguntó así de la nada: -¿Crees en las leyendas, Johnny?

-Bueno, el libro explica que las leyendas están basadas en las narrativas de hechos históricos que fueron narradas oralmente.

Ella solo me sonrió y le pregunté: -¿Y tú? ¿Crees en leyendas?

Una sonrisa secreta apareció en sus labios. -No estoy segura de poder contestar esa pregunta. - Y ella continuó después de algunos segundos de silencio, -Existe entre nosotros los mutantes ésta... no sé si llamarle profecía. Fue predicha por una gran mujer, Irene Adler. ¿Quieres escucharla?

Hice un movimiento impaciente con mi cabeza para indicarle que continuara.

-Vendrán épocas oscuras; de miseria y desolación para toda la clase mutante. Aunque, todo no estará perdido. Las llamas de la prueba consumirán a un gran líder, dios entre los insectos, y saldrá victorioso. Junto con la belleza de la noche y la luna en su cabello, él conducirá a su gente a la paz y la mano de un niño lo guiará. - Su voz tenía una ferviente calidad; casi me pareció que ella oraba.

Me quedé sin habla por un corto tiempo. -¿Y este líder ha aparecido?

Su sonrisa vaciló y sus ojos marrones brillaron con lo que detecté era miedo y dolor. -Quizás ya este entre nosotros. - dijo ella apenas sobre un susurro.

La miré atento en espera de un nombre. Nunca salió de su boca. Detectando que algo la incomodaba, no la presioné tampoco. Ella permaneció perdida en sus pensamientos a mi lado y yo continué leyendo de mi libro; John esperaba un ensayo cuando él regresará y no deseaba decepcionarlo. Repentinamente, él se había transformado en una figura muy decisiva en mi pequeño mundo. Aunque él lo negaba, él era muy inteligente. Él había leído muchos libros y no ningún libro. ¿Podían acaso leer algo titulado ‘de Divinatione'? ¡Por supuesto que no! Se necesitaba saber hablar y leer latín. Una lengua que John hablaba con fluidez.

Yo reía siempre que John intentaba enseñarle a Marie. Él le decía algo en latín. Ella rodaba los ojos y ella contestaba en nuestro idioma. Él le preguntaba de nuevo en latín. Ella fruncía el ceño, sus labios presionados juntos. John hacía la pregunta por tercera vez. De forma algo hosca, ella mascullaba la respuesta en latín. Él la obligaba a decirla otra vez hasta que se sentía satisfecho con su pronunciación. Era extraña, esta obsesión suya en enseñarle latín. Sospeché que él quería que fuera una cierta clase de comunicación entre los dos de modo que nadie afuera de ellos pudiera entenderla. Como un cierto código entre ellos.

Pronto aprendería que él esperaba lo mismo de mí. Si escribía un papel que él juzgaba insatisfactorio, él me lo devolvía masacrado totalmente con toda clase de signos de interrogación, círculos alrededor de palabras o un ‘¿puedes realmente sostener esto?' Aceptaba el papel derrotado y frustrado porque sabía que tenía que comenzar de nuevo todo el ensayo. Marie solamente sonreía, todo lo contrario a mí que me burlaba de ella en sus intentos fallidos con el latín. A pesar de ser tan estricto conmigo, gozaba de la lectura y la escritura; un rasgo que John y yo parecíamos compartir.

Últimamente, durante las visitas de John, él tenía a una dormida Marie en uno de sus brazos -un acontecimiento que sucedía más a menudo y me asustaba, puesto que no sabía qué clase de enfermedad podía tener ella- y en su otra mano él tenía un libro. Se había dedicado a la lectura sobre tácticas de guerra y él leía en ése instante algo sobre la milicia de la Roma antigua.

Estaba de pie frente a él. El rostro femenino se reclinaba sobre uno de sus hombros, negras pestañas sobre piel blanca y pura. Un brazo masculino alrededor de su cintura, algo posesivo, en lo que parecía ser una forma de protección pero que estaba allí no obstante. El doctor venía mensualmente a visitarla y todavía no sabía de que podía estar ella enferma. Sin levantar sus ojos del libro, él dijo, -¿Vienes a darme algo?

Hice una mueca de dolor interno. -No.

Esa respuesta hizo que él levantara sus ojos del libro. -Estás algo excedido de tiempo.

-Lo sé y lo siento. Es solo que... ¿está ella bien?

John frunció el ceño. -¿Por qué lo preguntas?

Su pregunta sonaba exigente, alarmado ante la posibilidad que yo supiera algo y él no.

-¿No está durmiendo demasiado?

Él me envió una sonrisa a medias. -Es normal.

-¿Está enferma?

-No.

-¡Oh! - Era un alivio saberlo. Estaba en la punta de mi lengua preguntarle que porqué ella dormía demasiado pero me detuve. Me dirían a su debido tiempo. Bueno, al menos eso pensé que harían…

Antes de que terminara el cuarto mes de su estadía descubrí cuál era la enfermedad de Marie. John no me había mentido; ella no estaba enferma. Nada que nueve meses -quizás ahora cinco o cuatro para ella- no pudiese curar.

Ella descontinuó el uso de sus pantalones vaqueros negros y comenzó a usar estos floridos y holgados vestidos que exhibían su pequeño pero redondeado vientre. Mis ojos en dirección al suelo, le pregunté. -¿Vas a tener un bebé?

Ella se rió suavemente; si por mi cara avergonzada o por mi manera de evitar sus ojos, realmente nunca lo supe. -Sí, Johnny, estoy embarazada.

-¡Oh! - Sí, mi vocabulario era muy amplio.

-¿Necesitas que te explique cómo los bebés son concebidos? - ella me preguntó; pude detectar su deseo de hacerlo puesto que no tenía a mi madre. Pero sabía muy bien de donde provenían los bebés.

-¡No! - contesté con rapidez, mis mejillas ardiendo por el rubor. Una vez más ella se rió suavemente. Pero lo mejor todavía estaba por venir.

No podía compararse con nada ver la expresión de John cuando llegó el final de la semana. Él detuvo la moto y la miró fijamente, como si por primera vez captara la realidad de que ella iba a tener un bebé, que ambos iban a tener un bebé. Ella tenía un vestido amarillo estampados con flores azules y púrpuras. Sus mejillas comenzaron a tomar esta tonalidad rosada cuando John la miró fijamente, los ojos masculinos yendo de su cara a su vientre para volverlos a posar en su rostro. Él caminó hacia ella con pasos rápidos. Casi con reverencia, él puso su mano en esa forma redondeada, sus ojos brillaban como la hierba verde en primavera. Para mí fue la visión más hermosa que he podido presenciar; bajando lentamente su boca para tomar los labios femeninos en un tierno beso. No pude desviar mis ojos al ver que ella rodeaba su cuello con esas blancas manos y profundizaba el beso. Estaba hipnotizado.

Era como placer y un poco de dolor. Y desee tener algún día lo qué ambos habían sido bendecidos en encontrar.

Irónicamente, era divertido ver a John. Repentinamente se había transformado en este individuo sobre-protector. Marie lo regañaba, ordenando que la dejara tranquila. Él no le prestaba atención a esa orden.

-Solo estoy embarazada, John, no soy una invalida o cualquier cosa por el estilo.- Ella se quejó pero se conformó con sus deseos. Aparentando estar malhumorada, ella se sentó en la silla que él colocó en su pequeño pórtico. Entonces, él procedía a sentarse frente a ella, reclinando su cabeza en el regazo femenino, sus ojos mirándola con ternura. Ella le enviaba una sonrisa, de esas que ella reservaba solamente para él mientras que sus dedos se deslizaban suavemente a través de la cabellera rubia. Tengo que admitir con tristeza que fue la última vez que la vi totalmente feliz.

Transcurrieron dos semanas y él no apareció. Eso colocó a Marie en un estado completo de pánico. En ocasiones la hallé en nuestra entrada, sus ojos explorando frenéticamente por cualquier señal de él. Incluso la veía, de tiempo en tiempo, olfateando el aire y podría jurar que ella buscaba su olor... pero alejé de mi cabeza esa noción ridícula.

Una semana más tarde la vi; sentada en el suelo, una expresión catatónica en su rostro.

-Vamos, Marie, mejor es que vayas a tu cuarto.

-No.

Entonces procuré adoptar el tono autoritario de John. -Marie, te vas a tu cuarto ahora.

Trabajó de maravillas; ella me dejó ayudarla a levantarse del suelo. Mientras caminaba con ella hacia su sitio, la reprendí levemente. -Tienes que pensar en el bebé.

No había acabado de asentir cuando lágrimas comenzaron a bajar por sus mejillas. Eso era una buena muestra. Llevaba embotelladas sus emociones por mucho tiempo. Dentro de su cuarto, la conduje a la cama. Frente a mis ojos ella se quedó completamente dormida. La situación la estaba afectando enormemente. También me afectaba; estaba muy preocupado por él. Envié al cielo una plegaria silenciosa, -Por favor, Señor, permite que regresé.

Dicen que Dios escucha el rezo de un niño y lo creí porque esa tarde apareció un individuo extraño. Si yo pensaba que John era una amenaza, éste demostró ser una muy peligrosa -como en letras mayúsculas.

Él llegó caminando y estaba de pie en medio de nuestro estacionamiento. Para mi completa sorpresa lo vi hacer lo que había estado haciendo Marie en esta última semana. Olfateaba el aire. Sus ojos pardos se posaron en mí. Una frialdad como ninguna bajó por toda mi espina dorsal; él me recordó a un lobo cuando encuentra su presa.

-Tú, chico, ven aquí.

Estaba arraigado al suelo por el terror y moví mi cabeza de lado a lado. Él debía estar loco si él creía que me iba a acercar a él.

-Necesito de tu ayuda.

Eso despertó mi curiosidad. -¿Para qué?

-Necesitamos traer a alguien. ¿Donde está tu papá?

¡Maldición! ¿Cómo en el infierno él sabía sobre mi padre? Las cosas en el negocio de mi padre cada vez llegaban a ser más y más irreales. En este lugar nunca sucedía nada fuera de lo común y nos hallábamos repentinamente inundados con acontecimientos sospechosos.

-¿Quién es usted? - ¡Estaba yo loco! Hice esa pregunta bastante amenazante.

-Soy un buen amigo de Marie.

Como si hubiese sido imprevistamente impactado por un rayo directo del cielo hice la conexión. Él traía a John. Adoptando una actitud de adulto y madura le dije: -Puede traerlo, mi padre no hará nada siempre y cuando se le pague por el tiempo que vayan a permanecer aquí. Él en realidad no quiere mezclarse con gentes como ustedes y evitarse los problemas.

Pocos minutos más tarde él regresó conduciendo una enorme camioneta acompañado por una criatura azul y peluda. El individuo que se proclamó ser amigo de Marie fue a la parte posterior del coche. Él levantó algo del asiento trasero. Mi corazón se hundió al piso. No era algo; era la forma inconsciente de John. Sus ojos estaban cerrados y tenía una complexión pálida y enfermiza.

-Marie no puede verlo así.

El individuo peligroso me miró. -¿Dónde está ella?

-Durmiendo; no ha estado muy bien que digamos en esta última semana.

Él asintió, reconociendo lo que dije. La criatura azul me acompañó para pagarle a mi padre.

-Esto es para el marido de Marie. - le dije a mi papá mientras le entregaba el dinero. Me miró algo molesto y muy receloso de toda la situación pero acabó por dame la llave acostumbrada.

-No quiero ningún problema en mi lugar. - Mi padre le dijo al extraño ser.

-No habrá ninguno, mi buen hombre. Puedo asegurarle eso. - la peluda y grande criatura le contestó.

Decidimos dejar a Marie dormir para que descansara como era debido. Le daríamos la noticia temprano en la mañana. Estaba seguro de que ella estaría furiosa pero ella necesitaba de ese descanso.

Miré fijamente a John, que respiraba con algo de dificultad. Fuera del cuarto, los dos extraños hablaban.

-¿Y está fuera de todo peligro? - Ése era el tipo espeluznante con los pelos faciales extraños.

-Sí. Ahora todo lo que necesita es descansar. - contestó la bestia que pronto descubrí era agradable y muy inteligente. Cuidadosamente, levanté las frazadas. La curiosidad siempre conseguía lo mejor de mí; me sentí nauseabundo cuando vi el vendaje en su abdomen. Tenía puntos de sangre.

-Esta no será la última tentativa contra su vida. - agregó la apacible bestia.

Pasaron varios minutos de silencio cuando escuché al escalofriante mutante decir, -¿Crees que realmente sea él?

-Logan, lo has visto en acción. Él se ha dado a probar en incontable ocasiones.

-No sé, bola de piel. Es demasiado joven para ser él.

Escuché atento; la conversación me intrigaba.

-Bien, puede ser que tengas razón. Es muy joven y él no es quizá quién hemos estado esperando todos estos años. Pero, Logan, tienes que admitir que estamos en la dolorosa necesidad de esperanza y él se la está proporcionando a nuestra gente. La fe puede hacer que un hombre se levante y luche por lo que es justo. Él nos ha dado eso y más... además, él es un líder natural.

Jadeé recordando la profecía que Marie me dijo hace unos meses atrás. ¿Podía ser que John era el líder, un dios entre los insectos? Lo miraba, realmente lo miraba. Esta nueva realización creciendo dentro de mí; no abrigué ninguna duda. `¿Crees en las leyendas, Johnny?' Ella me había preguntado, esa voz en su dulce acento sureño. ¡Oh. Dios. Mío! La energía es tan espantosa. Las sombras huyen lejos de la luz, asustadas por su brillante resplandor. Tenía frente a mis ojos a una verdadera leyenda.

pairing: rogue & pyro, fic: leyendas

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