Oct 13, 2006 21:32
Llevo dos semanas en las que el aeropuerto y los hoteles forman parte de mi vida. Placer y displacer en el movimiento ajetreado que cambia la rutina diaria. La mezcla de trabajo y ocio hacen que la ansiedad y la frustración por los horarios restrictivos se junten con la relajación y el disfrute de conocer nueva gente.
El jueves pasado tuve que ir, de improviso, a Barcelona a una reunión matinal con un alemán que se desplazaba a presentarnos un producto de datawarehouse adaptado para Recursos Humanos. El problema es que debía llegar a Madrid a una revisión médica a las 19:00 por lo que los vuelos eran cerrados y con margen suficiente. ¡Craso error!. El vuelo de vuelta tuvo retraso y nos traspasaron al puente aéreo siguiente. Un problema con maletas y un pasajero no encontrado hizo que el retraso acumulado fuera de 2 horas… Podía distinguirse claramente a los que viajan todos los días y los que como yo, se frustran y están como una olla exprés. Máxime si llevan todo el día sobre tacones y ven como todo lo que han organizado y planificado se va al traste.
El lunes tenía que volver a Barcelona a impartir una formación en un cliente. Pero al ser esta planificada había conseguido organizar un viaje de fin de semana a Sitges al festival de cine fantástico. (En cuanto vuelva, conseguiré las críticas de las películas vistas: “Edmond”, “Storm”, “Big band love”, “Brick”, “Lancelot du Lac” por parte de Y, mejor crítico cinematográfico que yo y aportaré mi granito personal). Así que el fin de semana fue cine más cine, ver a Guillermo del Toro en el cementerio (hay foto), comer en algún buen restaurante y la exposición trekkie con foto en el teletransporte.
Ahora estoy en medio del salón del hotel de Portocolom en Palma de Mallorca donde llevo varios días de retiro intentando despejar ideas y escribir.
Estoy rodeada de británicos y alemanes. Todo está pensado para ellos y su manera de actuar: horarios de comidas, las mismas comidas, entretenimientos, …
Al menos he encontrado, justo detrás del hotel, el Can Tomeu donde puedo tomarme un buen café, hablar del país y hasta saber dónde comprar la sobrasada con un señor viajado que despotrica de los caciques locales y de los consorcios hoteleros como los antiguos ultramarinos.
Pero el lunes estaré de vuelta en el trabajo, a la estabilidad de la oficina y con nuevas propuestas sobre la mesa de la directora para saber si son aceptadas. Eso será el lunes, hoy es viernes y empieza el espectáculo en el salón…
azalea