Hay algo de lo que puedes escribir una y otra vez y, en cada ocasión, obtendrías nuevos matices por lo especial que fue.
Sí, aquél primer beso, aquella primer ruptura de una barrera que atrajo un caudal de afecto e intimidad que durante mucho tiempo fue cultivado, quizá hasta en otras vidas.
Mas, por ahora sólo quieres recordar su cuerpo yaciendo junto al tuyo, brindándote paz y calidez de tal forma que tus brazos y piernas buscaron sustento en esa adorable figura. Así como, sus manos cautivas en tu espalda y su aliento dándote vida fueron un aliciente para acortar distancia, para querer inmortalizar aquella escena.
En aquél abrazo lo había todo. Tranquilidad y dicha, pese a la vieja cama y el estrecho cuarto, pero la ciudad era hermosa…aunque no tanto como la chica en tus brazos, la cual se aproximó para depositar un breve beso, una antesala.
Y, claro, aunque el resto vale la pena de ser contado… aquél preámbulo aún viaja en tus memorias, por ser la invitación que debiste leer, porque así su historia podría haber comenzado antes.