(La sombra.)
La lluvia es triste, y la dulzura de la tristeza es un cruel consuelo. Esta mano tiembla una vez más y el alma se resquebraja, blande la espada lacrimosa de una oculta verdad. Hoy, como tantos otros días, ella se siente extrañamente acompañada. Soledad ajena, escondida, usurpadora del vaho de lo incompleto que impera en su vida. Y su noche tiene alas, su mente divaga, es un pájaro que juega con los recuerdos amargos al delirante escondite de los sueños sin sentido. Su noche se quema, y ella es flama que se eleva; pues el infierno es este cielo plagado de estrellas que se incendian, las mismas donde cuelgan los deseos sellados que custodia su corazón enfermo .
(La otra.)
Vacío. Inmenso, terrible. De nuevo siento como el reloj se ríe del pulso, clavando sus saetas en el alma y arrebatando un momento que como poco es dispensable, trémulo y esquivo. ¿Alguien te dice lo que ocurre cuando también pierdes el amor de quien te quería? Las entrañas pesan demasiado, y la culpa se estanca en un resquicio de color sangre y sabor salado. Es entonces cuando ella se convierte en la sombra, la que desea ver el fin. Esa que sólo es un destello en el abismo helicoidal de la luz. La que sólo es una mancha de carmín púrpura en los labios de la vida. La misma que aparece y desaparece sin razón. La que aporta un atisbo de nada sin dejar de ser materia infinita. No existe principio, tampoco final. Puedes verla cautiva en la tierra de nadie con su máscara puesta. Cuando el antifaz se cae, el cadáver que atesora la vida sin llegar a comprender la cruda verdad de su muerte, descubre su rostro ajado sin poder remediarlo, y la otra cesa su canto de sirena. Es entonces cuando el silencio yermo reina en las profundas corrientes del espíritu de la única que siente de las dos ...
"Midnight blue
spread those wings
Heart run in emptyness
so lost without you..."