Buenos días queridos chicos y chicas livejournaleros, hoy no tengo muhco que contar pero para variar traigo fanfic NR de Expediente X pueblicado para
smuttyfanfic Cuando sonaron los disparos el jefe de la policía local Martin Wreiss escuchó también un gran estruendo en su cabeza, era el sonido una prometedora carreta en la policía y de una pensión tranquila estampándose contra el suelo y haciéndose mil pedazos.
-¡Vamos chicos!
En los aproximadamente 30 segundos que tardaron en llegar desde la retaguardia de la calle hasta la puerta de la vivienda al jefe de policía Wreiss se le ocurrieron al menos una docena de escenarios, a cada cual más horroroso, que curiosamente tenían el mismo final; él siendo destituido por haber dejado entrar sin refuerzos a una agente en una situación de peligro con un sospechoso armado.
-Tirad la puerta abajo ¡AHORA!
Maldita estúpida pelirroja marimandona.
Más la valía estar viva porque sino él ya se podía ir despidiendo de jubilarse en el cuerpo. Había una parte muy pequeña de él, ínfima en realidad, que además esperaba que estuviese viva para poder decirla que ella se equivocó al entrar sola y él se lo había advertido.
Policía Local 1- Federales 0
Una sola patada de uno de sus chicos y el marco de la puerta se astilló abriéndola con cierto estruendo.
Después de eso; silencio
-La madre que los...- murmuró entre dientes el jefe de policía
Martin sintió incluso tentaciones de dispararlos a los dos con su propia arma en vez de guardarla.
Después del minuto más horroroso de toda su vida uno cabría esperarse otra cosa, cualquier otra cosa que no fuese al sospechoso arrodillado en el suelo y a la pelirroja abrazándole, consolándole.
Todos los policías seguían en sus puestos, sin atreverse a moverse pero tampoco a guardar sus armas y tocar retirada, esperando una señal, una orden, algo y Martin Wreiss era muy consciente de que era él el que debía tomar la decisión y dar la orden.
Fuese cual fuese
-Pueden irse, la situación está controlada
Fue una especie de susurro imperativo que salió de la maraña de pelos rojos.
Nadie se movió
Martin sabía que ninguno de sus muchachos movería un dedo si él no lo ordenaba a pesar de que, en teoría, él respondiese ante la autoridad federal.
¡A la mierda con los federales! ¿Y si se iban y al imbécil ese del cráneo trepanado le daba por asesinar a su compañera?
-He dicho que pueden irse- esta vez su tono era más fuerte, puntualizando cada palabra y con una mirada glaciar en su dirección como colofón.
Maldita marimandona
Bien, vale, no tenía por qué seguir aguantando a ese par de chalados, y sus muchachos tampoco.
-Vamonos chicos- guardó su pistola y dio media vuelta caminando hacia dónde le esperaba su coche- estúpidos federales chiflados...
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Scully cerró los ojos e inspiró hondo cuando escuchó por fin el ruido de la puerta cerrándose tras la policía local. Despacio, soltó luego por la boca el aire que había contenido en los pulmones unos segundos concentrándose en el sonido de los latidos de Mulder a través de su espalda donde mantenía su cabeza apoyada.
Rápidos, muy rápidos. Tenía que llevarle a un hospital
-Mulder
Fue apenas algo más que un susurro perdido en el aire. Seguía aferrada a sus antebrazos que le abrasaban las manos. Podía tener fiebre.
La habitación se oscureció aún más cuando en la calle las sirenas de los coches de policía desaparecieron y el silencio se propagaba como un virus por la estancia.
-Mulder
Volvió a repetirlo con la voz un poco más firme. No tenía temblores ni sudores pero podría estar en shock. Escuchó una especie de gemido que retumbó, como sus latidos, en los músculos de su espalda y después una sola palabra severa cortó el aire
-Fuera
No sé movió. Abrió los ojos y esperó unos segundos antes de volver a hablar
-Tienes que ir al hospital Mulder, podrías estar en shock o tener algún tipo de infección provocada por…
-No - tan enérgico que cada palabra era casi una fuerza física- Scully, vete
-No
Dos podían jugar a aquello
Todas las moléculas de la habitación se agitaron y se movieron cuando Mulder se incorporó bruscamente, aún con la pistola en la mano, forzando a Scully a sentarse sobre sus talones en el proceso. Se dio la vuelta y levantó el arma apuntando a Scully una vez más.
-¡Lárgate! ¡Ahora!
La voz de Mulder estaba crispada y sus facciones, levemente iluminadas por la luz de las farolas de la calle que entraba por la ventana, reflejaban ansiedad e ira, y un millón de cosas más aceleradas y lanzadas en su mirada.
-No - se levantó lentamente sin dejar de mirarle a los ojos, con voz y movimientos calmados y una expresión totalmente neutra - además no te quedan balas
Algo fugaz pasó por la mirada de Mulder, un destello de algo que bien podría ser locura
-Quizá me quede una - bajó el seguro con un sonoro “clic” -¡Vete!
Scully dio apenas un par de pasos hasta que no pudo seguir avanzando, su pecho encañonado contra el arma de Mulder.
-No me he ido antes y no me voy a ir ahora. Necesitas ir al hospital
-No voy a ir a ninguna parte
-Entonces déjame examinarte al menos
Los segundos transcurrían lánguidos, resistiéndose a dejar constancia del paso del tiempo, pareciendo no pasar en absoluto cuando una vez más la cara de Mulder se contorsionó por el dolor, sus manos se elevaron para presionar sus sienes y la pistola descargada cayó al suelo.
Scully cubrió la poca distancia que los separaba en un abrir y cerrar de ojos, poniendo las manos en las mejillas de Mulder, intentando distinguir el grado de dilatación de sus pupilas
Un segundo después el ataque había pasado.
Mulder la miró a los ojos y como activado por un resorte atrapó con las manos las muñecas de su compañera como si estuviese apresándola y sus manos fuesen las esposas.
-¿Cuántas veces crees que puedes estar en el punto de mira de mi pistola y sobrevivir eh? ¡¿Cuántas?!
Le dolían las muñecas justo donde él seguía apretando aunque quizá, dolía aún más la dureza y furia de sus palabras. Dolían en mucho y profundos lugares diferentes aunque su expresión permanecía tan neutra como cuando había entrado en la habitación.
-Las mismas que tú
No pasó ni siquiera una décima de segundo desde su última palabra cuando su compañero la hizo girar sobre sí misma arrojándola con violencia aunque sin demasiada fuerza contra la pared más cercana.
La madera del tabique áspera contra su mejilla.
Mulder se acercó a ella apoyando las palmas de las manos contra la pared a la altura de sus oídos, cercándola y ni siquiera intentó disimular la agitación de su respiración
-¡No puedo salvarte de mi siempre!
La voz contenida de Mulder demasiado cerca de su oreja derecha.
Tragó salida, aquello empezaba a salirse DEMASIADO de sus esquemas. ¿Mulder fuera de sí apuntándola con un arma? De acuerdo, era algo a lo que era capaz de reaccionar de un modo metódico y racional ¿Mulder hablándola al oído? Ah no, no señor, eso ya se le escapaba totalmente.
-No te lo he pedido
Supuraba orgullo con cada palabra.
Podía haber contestado con miles de verdades diferentes “Me da igual” o “Voy a morir de todas formas, mejor que sea rápido” pero aquel “No te lo he pedido” se había adelantado a todas, no creció en la casa de los Scully en balde.
El orgullo era una respuesta automática de su cerebro tan segura como que la aceleración de los latidos y la piel de gallina eran respuestas automáticas de su cuerpo a la cercanía de Mulder.
Atrapada totalmente entre un todavía drogado Mulder y la pared tragó saliva y se censuró a sí misma por pensar siquiera en cualquier otra cosa que no fuese la salud de su compañero en aquel mismo instante.
-Mulder no sabemos exactamente qué es lo que te han inyectado ni en qué cantidad, tenemos que ir al hospital, podría ser peligroso…
Estaba orgullosa de si misma, ni siquiera le había temblado la voz de un modo perceptible hasta que la carcajada escandalosa y satírica de Mulder la había interrumpido y se había colado en todos los poros de la madera haciéndola temblar.
-¿Peligroso Scully? - lo dijo con una cadencia grave y rugosa, dando un paso más hacia delante aprisionando totalmente a su compañera entre su cuerpo y la pared, bajando la cabeza y hundiendo la nariz en su pelo y embistiendo ligeramente con sus caderas, presionando su erección contra ella - ¿Peligroso para mi… o para ti?
-Mulder…
¿Esa era realmente su voz? Se había parecido más a una plegaria salida directamente desde la boca de su estómago -o de otro órgano menos noble, a decir verdad - que al nombre de su compañero y tenía que encontrar el modo de poder decir más de dos sílabas seguidas de un modo coherente porque era evidente que fuese lo que fuese lo que le habían inyectado, Mulder seguía bajo su efecto.
-¿Qué pasa Scully? ¿Ahora sí tienes miedo?
Sí
-No
Otra embestida sutil. A Scully empezaba a faltarle el aire y la pared que la sostenía parecía empezar a temblar y derretirse y lo único que la mantenía en pie era que no tenía sitio para caerse entre la erección de su compañero y la madera.
-Mientes realmente mal Scully
No había mentido. Bueno solo a medias.
No tenía miedo, estaba absolutamente aterrada.
Le ardía la cara y la espalda, se estaba abrasando y derritiendo entre las piernas y en el punto justo de su baja espalda donde su compañero se volvía aún más duro.
-Así que no era con la pistola con lo que tenía que apuntarte para que me tuvieses miedo ¿eh Scully?
No. Sí. No. ¡Dios!
Mulder inspiró profundamente entre su pelo y un instante más tarde ya no estaba ahí y algo húmedo y blando le lamía la oreja de un modo entre brutalmente sensual y sensualmente brutal.
- No te tengo miedo
Muy bien. Su padre había estado orgulloso de ella
Más o menos
Si solo hubiese podido decirlo sin alargar vergonzosamente todas las vocales con una especie de gemido ahogado hubiese sonado hasta convincente.
Otra embestida, está vez un poco más insistente mientras la lengua de Mulder seguía recorriendo una y otra vez todos los intrincados caminos de su oído y de un modo totalmente involuntario, abrió un poco las piernas.
-Claro, Scully, claro, supongo que estás… bien
Apenas sí era capaz de registrar el sarcasmo de Mulder por encima de todas esas otras sensaciones y hacía unos minutos que el lado racional, práctico y lógico de su cerebro se había evaporado.
Esto era a lo que tenías miedo
Maldita voz de la conciencia
No a lo que él te pudiese hacer, sino a lo que tú le dejarías que te hiciese
La mano derecha de Mulder comenzó a resbalar por la pared hasta encontrar la suya y seguir por su brazo, rodeando el contorno de su pecho hasta la cintura y un poco más abajo, justo encima del hueso de la cadera, donde se confunde el final de la pierna y el principio del cuerpo
¡Dios!
-Con lo fácil que hubiese sido irse ¿verdad Scully?
El susurro de Mulder apenas audible por encima de su respiración rápida y desesperada y cuando Mulder le apartó el pelo del cuello con la nariz y comenzó a morderla con la presión justa donde termina el cuello, supo con una claridad meridiana que solo había un final posible para aquella situación.
Empotrada contra la pared y Mulder mordiéndola en el cuello, embistiendo, metiendo la mano por debajo de su pantalón, intentando hacerse un hueco entre el escaso espacio. Podía seguir intentado luchar -mentalmente- contra ello o podía dejarse llevar como lo había hecho unas semanas atrás con Ed Jerse, después de todo no tenía nada que perder, iba a morir de todas formas.
-¿Todavía quieres quedarte Scully?
Sí, por favor, sí.
Quizá hubiese llegado a decirlo en voz alta sino fuese porque la mano derecha de Mulder había conseguido -por fin - colarse entre su ropa interior y eligió ese preciso instante para encontrar su clítoris.
-¡Dios!
-Nah, prefiero que me llamen Mulder
Cerdo.
Sí, un poco más fuerte. Sí, ahí.
Le sobraba la ropa, le sobraba la piel y las oleadas de humedad que sentía entre las piernas coincidían con cada movimiento de Mulder a sus espaldas
Mulder dio un paso para atrás y la arrastró con él dejándola por fin, espacio para respirar, el problema era que ahora la pared estaba un paso demasiado lejos para sujetarla.
Con lo brazos estirados en un tímido intento por seguir manteniendo el contacto con la realidad, con la pared, Scully seguía intentando reconciliarse con ella misma y hacer algo, lo que fuese, algo más allá de gemir, respirar como si tuviese asma, intentar apoyarse en algo y sentir todo amplificado y elevado a alguna potencia desconocida.
Lo que fuese.
Quizá salir corriendo, quizá darse la vuelta y besarle esa boca que seguía marcándola el cuello. Pero era imposible, estaba absolutamente paralizada, sobre-estimulación sensorial, o algo así.
La mano de Mulder que seguía perdida entre sus pantalones cambió de dirección, el pulgar haciendo movimientos imposibles mientras la penetraba con el dedo índice, y su otra mano se coló por debajo de la camisa y por debajo del sujetador
¡Dios santísimo!
Definitivamente demasiada estimulación sensorial y definitivamente necesitaba la pared
-¿Crees que hemos entrado ya en terreno peligroso Scully?
-Sí
Aunque sonó más como ¡Sssssssssssssssí!
- ¿Ves Scully? En el fondo pensamos igual
Casi la ruborizaba el hecho de que “fondo” le hubiese sonado obsceno en la voz de cama deshecha de Mulder y probablemente así hubiese sido si su torrente sanguíneo no se empeñase en dirigirse exclusivamente a zonas muy concretas de su cuerpo.
Aunque hubiese querido ni siquiera hubiese podido evitar arquear la espalda buscando algo, un poco más de fricción, un poco más de oxígeno… un poco más de cordura. Estaba atrapada entre una pared y el infierno y dios, iba a morir, pero no de cáncer, iba a morir en ese preciso instante porque Mulder continuaba masajeándola, besándola, acariciándola y lamiéndola en el cuello, en la oreja, en el pecho, entre las piernas y en todas y cada una las células de su cuerpo.
Intentó arañar la madera de la pared debajo de sus manos inconscientemente e intentó buscar un espacio, un cambio de ángulo que le diese ese mínimo más de fricción para poder liberar toda la tensión cuya acumulación empezaba a ser físicamente demasiado
Vamos Mulder, no tengo toda la vida
-Hace tiempo que me lo preguntaba ¿Qué hará Dana Scully exactamente cuando tiene un orgasmo? ¿Gritará, gemirá, suplicará, maldecirá? Ya me conoces Scully, formulo un montón de teorías al día y tengo muchas sobre los orgasmos de la doctora Scully. Una por cada reunión con Skiner, por cada junta de control de gastos, por cada noche de vigilancia en el coche, por cada tarde de papeleo en el despacho… y me parece que voy a tener que contrastarlas todas antes de poder desecharlas.
Y mientras hablaba y gradualmente como si fuese el acelerador de un coche Mulder fue aumentando la fricción, el ritmo, la presión… y apenas medio segundo después de susurrarle al oído la última sílaba, todos los músculos de Dana Scully se tensaron hasta límites que desafiaban la fisiología , gritando su nombre, gimiendo, maldiciendo y un millón de cosas más en un poderoso orgasmo