Por aquí el segundo trozo porque LJ dice que me he pasado de largo
La décima noche aparece lenta y sigilosa colándose como si nada detrás del atardecer y la encuentra a solas en lo que solía ser el salón de juegos de la Mansión Stark.
Repasa minuciosamente los planos de las obras y supervisa con cautela cada detalle de la reconstrucción porque Stark será un genio, pero Dios no quiera que se ate los cordones de los zapatos él solito.
-Jarvis, recuérdame por qué estoy haciendo yo esto en lugar de estar haciéndolo tú.
-El señor Stark opina que carezco del necesario toque femenino.
-Por supuesto- murmura para sí misma.
Hace un par de anotaciones al margen con alguna sugerencia y alguna duda para que Tony lo revise con el arquitecto y se pregunta, no por primera vez en los últimos días, qué demonios se supone que está haciendo.
Todo era más fácil antes. Antes de ser nombrada presidenta y directora ejecutiva de Industrias Stark, cuando ella era asistente personal y las barreras y los límites estaban claramente definidos, antes de que él dejase oficialmente de ser su jefe y se convirtiese en esa figura difusa y ambigua capaz de enfurecerla en un segundo y licuarle el estómago al segundo siguiente sin que pueda escudarse con efectividad detrás de su omnipresente profesionalidad.
Desde el pasillo que comunica la sala con el salón principal se escuchan unos golpes ahogados aproximándose que Pepper sabe reconocer perfectamente como los pasos de Tony golpeando el suelo de granito pulido - Ah, bien. Estás aquí. No sabía si vendrías.
Ella se gira y levanta una ceja y no se fija en sus pies descalzos, ni en los músculos de sus hombros que asoman por debajo de la camiseta sin mangas con manchas de grasa, ni en su pelo despeinado y la leve capa de sudor que hace que su espalda y sus brazos brillen bajo la luz artificial. No se fija en absoluto. Que va. Ni un poquito.
-Cincuenta y tres e-mails y veinte llamadas de teléfono son difíciles de ignorar.- Tony mete las manos en los bolsillos delanteros de sus vaqueros sin ninguna intención de justificarse - ¿Qué tal por Washington?
-Soporífero. Tengo otra reunión con Shield la semana que viene y el subsecretario de defensa te manda recuerdos.
-¿Las máquinas de vending?
-Mantuvimos una civilizada tregua.
Tony pasa por delante de ella y atraviesa la sala en obras hasta uno de los escalones que conducen al exterior por donde antes estaba la puerta de cristal y se sienta allí, con los brazos rodeando casualmente sus propias rodillas y observando el resto de la sala.
-¿Qué opinas?
Pepper deja los planos y los papeles en un espacio libre de la barra medio deshecha y cruza también la estancia para sentarse a su lado, con cuidado, procurando que la tela de su falda de tubo no resbale y se suba más de lo debido y vigilando no hacer ningún cruce de piernas imprudente.
Mira alrededor de la habitación, tratando de ver las cosas desde su perspectiva, como si eso fuese posible en absoluto - Que la próxima fiesta de cumpleaños la celebramos en el jardín.
Tony no sonríe, no contesta, continúa mirando abstraído a su alrededor como si no hubiese perdido repentinamente el interés en la conversación. Pepper espera prudentemente a que termine de divagar mentalmente sobre lo que sea que esté pensando, después de más de diez años de conversaciones que no son serias ni dejan de serlo y que no tienen principio ni final, puede decir que, sino todo, algo ha aprendido.
Permanecen cada uno en su sitio, ocupando un mínimo espacio de la inmensa habitación pero sin llegar a tocarse, cerca y lejos y a ella se le antoja como una metáfora demasiado obvia de su relación, tan obvia que de repente no puede evitar sentirse incómoda en el silencio.
-Así que te estabas muriendo- lo dice en el mismo todo en el que la gente educada inicia conversaciones en los ascensores y Tony casi frunce el ceño.
-Sí, resulta que insertarse en el pecho barritas de elementos radiactivos puede ser bastante perjudicial para la salud.
-Quién lo hubiese pensado- y solo porque quiere estar segura de que todo está bajo control pregunta - ¿Y de qué son las barritas ahora?
Tony se lo piensa durante medio segundo más de lo que habitualmente tarda en pensarse las cosas y a Pepper le falta el aire en los pulmones.
-Pues ahora que lo dices no lo sé
-¿No lo sabes?- su voz adquiere un tono agudo y nervioso y Tony sonríe inmediatamente como si su evidente preocupación provocase algún tipo de reacción Pauloviana en los músculos de su cara -¿Qué quiere decir que no lo sabes?
-Es que aun no le he puesto nombre - echa los hombros ligeramente hacia atrás y levanta apenas un centímetro pavoneándose de un modo tan evidente que a Pepper le cuesta no elevar los ojos al cielo - he inventado un nuevo elemento ¿Qué te parece Starkita? Creo que tiene cierta musicalidad
Parpadea un par de veces antes de contestar
-Has inventado un nuevo elemento- lo afirma aunque suene como una pregunta
-Más o menos
A dos centímetros de tocarse Tony deja de deambular con la mirada y fija la vista en ella que no puede evitar levantar una ceja y probablemente hacer una mueca extraña. No es que ella sea un genio ni una experta en la materia pero tampoco es tonta precisamente y se pasa el día rodeada de proyectos e informes técnicos y a no ser que sus conocimientos sobre la tabla periódica y la química básica se hayan quedado alarmantemente obsoletos desde primer año de la facultad…
-No puedes inventar un elemento
Tony entorna la mirada y le brillan los ojos con algo indescriptible y poco habitual. Algo que podría ser sorpresa y es posible que algo de orgullo.
Está a punto de sentirse ofendida y recordarle que sí, sabe hacer más cosas que escribir en una agenda y llevar café cuando contesta.
-Probablemente inventar no era la palabra adecuada. Déjame intentarlo de nuevo, He sintetizado un elemento que no existe de modo natural en la Tierra- se inclina tan solo un poco y sus hombros chocan y se juntan - lo cual diría que a todas luces confirma que soy como de otro planeta.
Como si Pepper no hubiese tenido confirmación de ello durante años.
Mantienen la mirada el uno en el otro, como si fuese un reto infantil que ninguno de los dos está dispuesto a perder, mientras, afuera se hace tarde, Pepper lo sabe porque Tony está demasiado cerca y detrás de los cristales la noche está demasiado oscura y esa es una combinación que le da el miedo suficiente como para que desviar la mirada buscando una salida.
Se levanta con la parsimonia que utilizan los domadores para no despertar a las fieras y comience a andar hacia la puerta.
-He hecho algunas anotaciones al margen en el plano - comenta mientras cruza la habitación y comprueba que lleva su blackberry en el bolsillo - y Starkita es un nombre horrible.
Sus tacones sobre el granito del suelo suenan escandaloso con cada paso y quizá por eso Tony alza la voz para hablar mucho más de lo que suele hacerlo.
-No pretendía que las cosas saliesen así - dice, y sus palabras resuenan con cierto eco en las paredes vacías de la habitación haciendo que ella se pare antes de alcanzar la salida y se de media vuelta.
Pepper suspira hondo y cruza los brazos sobre el pecho. No tiene muy claro si se refiere al reactor, a no contarla lo que estaba pasando o al desmadre de la fiesta de cumpleaños. Tampoco es que importe demasiado.
-Pero así es como han salido, Tony.- su voz suena demasiado dura para ser su voz- La pregunta es qué vas a hacer ahora al respecto.
La undécima noche Pepper se arma de valor y comienza a escribir su currículo.
Es tarde pero no lo suficiente como para que resulte escandalosa su presencia en el despacho. Fuera de las horas de oficina, la luz artificial se derrama y se escurre por las paredes esquivando los rincones lejanos y el silencio que lo cubre casi todo parece desubicado y fuera de lugar.
El arte de redactar un buen currículo es requiere de mucha más destreza de la que la gente cree; no puede ser demasiado corto ni demasiado extenso, demasiado simple o demasiado complicado, debe parecer estructurado sin que dé la impresión de estar sobrescrito en una plantilla predefinida, de modo que media hora más tarde Pepper ha conseguido encontrar la fuente adecuada, escribir su nombre completo en el tamaño adecuado y reunir una serie de méritos académico-laborales que considera imprescindibles que aparezcan reflejados en algún momento.
-Si sigues pasando tanto tiempo aquí vamos a tener que ponerte una cama lo que, no me malinterpretes, me parece una gran idea, pero resulta mucho más difícil de lo que parece convencer a la junta de accionistas de que es un gasto necesario. Créeme, lo he intentado.
La voz de Tony la sobresalta más de lo que estaría dispuesta a admitir en público y más por un acto reflejo adquirido a base de años trabajando con proyectos secretos para el pentágono que por cualquier otro motivo, cierra la pantalla de su portátil con cierta brusquedad.
Durante un par de segundos el aire de la oficina se queda quieto a su alrededor y Pepper mantiene la mirada de Tony tratando de no mover ni un solo músculo facial, de no darle una sola pista que pueda usar de munición. Tony da dos pasos adelante desde el quicio de la puerta y las luces y las sombras juegan a su favor, siempre a su favor, dándole un aspecto predador que Pepper ha visto en demasiadas ocasiones con anterioridad pero nunca sin una top model en la habitación o una considerable tasa de alcoholemia en su sangre. Respira hondo, traga saliva audiblemente y sabe que ha perdido la batalla sin remisión cuando él se deja caer destartaladamente sobre la silla que hay al otro lado de su escritorio y se recuesta sobre el respaldo con las manos entrelazadas detrás de su cabeza y actitud ligeramente desafiante.
-¿Escondiéndome secretos señorita Potts?
-No - pero lo dice demasiado rápido y demasiado agudo como para que ninguno de los dos pueda fantasear con que su negativa suena remotamente creíble.
Sonríe - ¿Estabas visitando páginas eróticas en la oficina? - Pepper eleva los ojos al cielo y Tony aprovecha la coyuntura para incorporarse en la silla y bajar un par de octavas su tono de voz - por favor, dime que estabas visitando páginas eróticas.
-No estaba visitando páginas eróticas.
Se echa hacia delante y apoya el peso de su cuerpo sobre sus brazos apoyados en el escritorio y ella no entiende cómo si la mesa tiene como dos kilómetros de ancho de repente la distancia entre ellos se le antoja demasiado pequeña.
-Te has sonrojado.
-No estaba visitando páginas eróticas.
-Pareces acalorada.
-No estaba visitando páginas eróticas. Estaba actualizando mi currículo
Es más información de la que pretendía darle y Tony se queda callado durante un par de segundos tragando saliva casi audiblemente.
-Prefería lo de las páginas eróticas.
-Estoy completamente segura de ello.
Los rincones de la habitación se hacen más oscuros según avanza la noche al otro lado de la ventana y Pepper tiene la sensación de estar alumbrada por luces demasiado brillantes, como si estuviese en medio de un escenario representando una escena de la que desconoce el guión.
Se aguantan la mirada un par de segundos más hasta que Tony se abalanza una vez más sobre el adorno móvil de la esquina de su mesa para pararlo el movimiento con sus manos.
-Esta cosa me crispa los nervios ¿no hay manera de que te deshagas de ello?
-Claro, en cuanto deje el puesto me llevaré todas mis cosas en una bonita caja de cartón marrón.
Suelta el adorno como si le quemase en las manos y se recuesta de nuevo sobre su asiento de invitados.
-Creí que ya habíamos zanjado este tema.
-No hemos zanjado ningún tema, Tony
-En la azotea…
Le interrumpe antes de que pueda terminar la frase - Aquello que se dice o se hace inmediatamente después de una situación de stress extremo no tienen verdadera legitimidad.- utiliza un tono condescendiente y calmado y trata de no tener demasiados flashbacks de Sandra Bullock y Keanu Reeves.
-¿Por qué no?
-Tony…
-No Pepper, si existe algún tipo de reglamento o de libro de normas me gustaría saberlo ahora ¿si se dice algo con los dedos cruzados no cuenta realmente? ¿Cualquier cosa que se haga pierde validez alguna si se aguanta la respiración? Dime, ¿Cómo funciona exactamente?
Cruza los brazos en actitud defensiva porque hace mucho tiempo que Pepper no deja que nadie le levante la voz, ni siquiera Tony.
-Estás siendo impertinente.
Tony baja la cabeza, agacha los hombros y suspira audiblemente -¿Qué es lo que quieres de mi?
Parece genuinamente exhausto y Pepper relaja su postura un poco.
-¿Qué es lo que quieres tú de mi?
El silencio cunde en la habitación como cunde la oscuridad de la noche sobre las olas de la playa de Malibú. Cada segundo que pasa, Pepper se siente un poco más cansada, un poco más derrotada, unos metafóricos centímetros más lejos de Tony, como si hubiesen perdido una guerra antes incluso de comenzar la primera batalla.
Tony se levanta y anda hacia la salida sin cruzar ni una palabra ni una mirada con ella, alcanza la puerta y la abre y se queda unos segundos más ahí parado, mientras Pepper observa casi distraída los contornos de su silueta.
-Quiero todo lo que quería en aquella azotea.
Y cierra la puerta tras de sí dejándola a ella atrás, planteándose cuando fue la última vez que habló con Tony sin sentir un vacío en el estómago después.
La duodécima noche Pepper opta por la clásica opción de llevarse el trabajo a casa.
Carga con carpetas llenas de miles de cientos de papeles que le gustaría leer antes de firmar y toneladas de proyectos y presupuestos que revisar en la memoria de su ordenador portátil.
Apenas son las siete y media de la tarde cuando atraviesa la puerta de su apartamento, distribuye los papeles sobre su mesa de comedor en ordenados montones clasificados por temática y prioridad y enciende el ordenador portátil con un gesto cansado.
Consigue revisar la impresionante cifra de cinco proyectos completos y firmar todo lo que era urgente hace una semana antes de que su estómago la avise de que es hora de cenar y apenas ha malcomido al medio día. Tarda cinco minutos en ir hasta la cocina, abrir el frigorífico y comprobar que efectivamente está vacío y es entonces cuando cae en la cuenta de que es viernes y la chica que la ayuda en la casa y le hace la compra semanal viene los sábados y de que sí, es una forma patética de caer en la cuenta de qué día de la semana es.
Se sienta en el sofá con las luces apagadas mientras termina de hacerse de noche. El reloj luminoso del TiVo que nunca usa le dice que son las nueve y treinta y dos minutos de la noche y Pepper sabe, que quizá debería empezar a plantearse seriamente si de verdad quiere dejar un trabajo con el que lleva años soñando simplemente porque ha tenido un comienzo difícil.
Por supuesto, debería hacer tiempo también para plantearse seriamente muchas otras cosas que también son de cierta importancia vital y que le garantizan un tremendo dolor de cabeza instantáneo; SHIELD, y Natalie, y Tony y aquella maldita y dichosa azotea que se esfuerza demasiado en obviar quizá porque probablemente la alternativa le aterra hasta tal punto que la clava al suelo con tal fuerza que la deja sin respiración.
A las diez menos cuarto coge el teléfono y marca el número antes incluso de tener claro lo que está haciendo. Lo único que quiere es un poco de simplicidad; cenar porque tiene hambre y relajarse porque es viernes por la noche y no plantearse las infinitas posibilidades que hay de que algo (o todo) salga terriblemente mal.
El teléfono da señal por tercera vez y a quién está pretendiendo engañar, es viernes por la noche lo cual con toda seguridad significa…
- Estoy ocupado - la voz de Tony esforzada entre ruidos de herramientas la sorprende e interrumpe antes de que pueda formular su pensamiento completo- así que si quieres echarme la bronca por algo que haya hecho o no hecho, dicho o no dicho, te agradecería que…
-No tengo nada para cenar en casa - dice lo primero que se le ocurre para no dejarle terminar porque francamente, no puede aguantar ni un minuto más el ciclo de reproches velados y malentendidos enmarañados en el que parecen haberse quedado atascados.
Al otro lado del teléfono, el ruido de herramientas cesa y Tony se toma un par de segundos antes de contestar.
-Hago una tortilla bastante decente.
Sonríe aunque trata de que no se le note en la voz -Me gustaría cenar antes de que se hiciese de día.
-Ligeramente ofensivo pero cierto.
Pepper sonríe y sube las piernas al sofá doblándolas, casi sentándose sobre ellas y se relaja un poco envuelta en oscuridad - Dame una hora - le dice Tony antes de colgar y ella se acurruca un poco más en el sofá y se pregunta por qué las cosas no pueden ser siempre tan satisfactoriamente simples.
La decimo tercera noche la "noticia" de que el magnate multimillonario antes play-boy incorregible, ahora superhéroe en sus ratos libres, tiene una nueva novia, conquista, relación sentimental o compañera sexual (en función de la fuente que se consulte), ha dado la vuelta al mundo.
Varias veces.
Es posible que incluso vuelva atrás en el tiempo como Superman en aquella película debido a la exagerada cantidad de vueltas que ha dado al mundo.
Pepper escanea diligentemente su bandeja de entrada totalmente colapsada por cuarta vez en el día y borra todas las alertas de google y algunos e-mails de periodistas sin siquiera pestañear. La televisión silenciada del despacho muestra una y otra vez las mismas imágenes robadas que pueblan todos los periódicos y siente cierta curiosidad por cómo sería hacer su trabajo sin tener que enfrentarse de un modo más o menos periódico a la cobertura mediática que la CNN emplea en la vida sexual de su jefe.
Pepper suspira profundamente, eleva los ojos al cielo y comienza a recoger sus cosas de la mesa mientras las luces de Malibú se encienden al otro lado de la pared de cristal. Es casi reconfortante la sensación de volver a los viejos tiempos si no fuese, por que por supuesto, no se parece en absoluto a los viejos tiempos y literalmente, no existen horas materiales en su día para hacer su trabajo como CEO de Industrias Stark y llevar a cabo el control de daños en relaciones públicas que la imagen de Tony necesita casi a diario.
Cierto ajetreo inusual y voces más altas de lo normal a las afueras de su despacho la sacan de su ensimismamiento justo a tiempo de ver entrar a Tony por la puerta como si acabase de correr la media maratón mientras su nuevo asistente hace aspavientos a sus espaldas.
-Hay un tío sentado en la mesa de Natalie que dice que estás ocupada y que bajo ninguna circunstancia puedo molestarte.
Pepper le observa fijamente durante un par de segundos con lo que espera sea perfectamente perceptible reproche antes de mirar por encima de su hombro.
-Gracias Mark, ya me hago cargo yo.
Su asistente asiente silenciosamente y se da la puerta desapareciendo sigilosamente de la escancia cerrando la puerta tras de sí. Tony sonríe insoportablemente victorioso dando un par de pasos hacia ella como si hubiese superado algún tipo de prueba.
-Y Natalie ya no trabaja aquí - dice Pepper ordenando un montón de papeles - lo cual sabrías si leyeses alguno de los correos de SHIELD que te empeñas en re-enviarme- cierra los programas de ordenador y comienza a apagar el sistema operativo - pero si estabas busc…
-¿Mark?
-Es mi nuevo asistente
-¿De dónde lo has sacado? ¿De una sesión de fotos de Teen Vogue?
Pepper eleva los ojos al cielo, se levanta, pone las manos sobre sus caderas y evita el obvio comentario sobre cómo de los aquí presentes no es ella la que habitúa a contratar a modelos para cualquier tipo de puesto - Fue el primero de su promoción.
-¿Del instituto? ¿Cuántos años tiene? ¿Quince? Creo que podrían denunciarte por explotación infantil, Pepper.
-Tiene veintiséis, lo cual son dos años más que los que tenía yo cuando empecé a trabajar para ti ¿Querías algo más o solo has venido a comprobar las credenciales de mi personal?
Tony se gira en su silla hacia el lateral de la mesa por la que ella se aproxima y la observa pacientemente mientras avanza un par de pasos, se sienta someramente sobre el borde de su mesa y cruza los pies a la altura de los tobillos y los brazos por encima del pecho.
Se miden, se observan y el tiempo languidece poco a poco dando paso al anochecer al otro lado de las ventanas.
-No es lo que parece -dice por fin Tony como si en vez de mirarse hubiesen estado manteniendo una nutrida conversación silenciosa- me pidió un autógrafo y antes de que pudiese hacer nada…
-Tony… -le interrumpe porque en todos sus largos años como asistente personal no ha pedido explicaciones ni una sola vez que es exactamente la misma cantidad de veces que él se las ha ofrecido y ahora que ya ni siquiera trabajan juntos parecen, de algún modo, tremendamente vulgares y fuera de lugar- no tienes que justificarte.
-Me gusta justificarme
-¿Desde cuándo? - le sobra incredulidad en cada sílaba.
-Vale, odio justificarme - hace una pausa para ganar efecto- me gustan las implicaciones de tener que justificarme.
-¿Desde cuándo?- le sigue sobrando incredulidad para dar y tomar.
Tony hace una mueca similar a la que Pepper se imagina que haría si alguien le retase dándole con un guante blanco en la mejilla y ella se esfuerza por no cambiar un ápice su inexpresiva máscara de indiferencia.
Silencio de nuevo. Y si están hablando con la mirada, claramente están manteniendo conversaciones diferentes porque todo lo que los ojos de Pepper quieren decir es "Vete, no quiero saberlo. Vete, no me obligues a creerte otra de tus mentiras piadosas" y sin embargo, cuando se rompe el silencio, Tony dice:
-Vente conmigo a casa.
-No
-¿Por qué no?
Y es tan tremendamente irónico que a Pepper solo se le ocurra " Porque no" como gran motivo que casi tiene ganas de llorar así que no dice nada y desvía la mirada.
-Vente conmigo a casa. - Repite. Y su tono es casi suplicante.
No responde y cuando sale de su despacho con la mano de Tony vigilante en la parte baja de su espalda se dice a sí misma que si la única diferencia entre ella y el resto de las mujeres de Malibú es que ella nunca se ha acostado con Tony Stark, no hay demasiado mérito en mantener ese título a toda costa.