Título: “Remember December”
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30frases Capitulo: ¿No vive aquí?
Claim: General.
Géneros: Familiar| Humor | Drama.
Nota: He estado alejada por temas personales y entre ellos, saber qué iba a ser con esta historia. Pensé borrarla por un momento pero al final, seré valiente y la dejaré para continuarla.
« Tengo un mapa que me lleva a otro país. »
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- Te voy a extrañar - me dijo Belén y se unió al abrazo que estaba compartiendo con Victoria.
- Yo también las voy a extrañar chicas, va a ser raro estar sin ustedes por dos semanas - exclamé tratando de hacerme la fuerte porque, joder, quería llorar y no lo iba permitir.
Eran las cuatro y media de la madrugada y ya estaba en la puerta de casa despidiéndome de mis amigas para poder marchar hacia el aeropuerto de la capital del país. Me había bañado en un tiempo record y ya estaba metida en unos jeans, zapatillas y remera.
Las abracé una vez más a cada una y después de buenos deseos y un “hasta pronto”, subí al auto de mi madre dónde estaban, mi hermano en el asiento del piloto con mi abuela de copiloto. La novia de mi hermano y mi mamá, iban sentadas atrás conmigo.
El viaje fue tranquilo y un poco aburrido, por lo que me la pase escuchando música y dormitando de vez en cuando. También estaba preocupada por el horario, tenía miedo de no llegar a tiempo y perder el avión. Eso sería lo suficientemente genial para ponerme de mal humor.
No quería que nada arruinase mi buen humor, no quería terminar más jodidamente bipolar que de costumbre.
Pero todas mis cavilaciones quedaron atrás cuando escuché sonar mi celular. Mi mamá me paso el maxi-bolso negro y hurgué dentro de este por unos segundos hasta encontrar el pequeño aparato del demonio.
Miré la pantalla y comencé a putear internamente.
- Hola - traté de no sonar tan malhumorada pero es que no podía pasar por alto las miradas fulminantes de mi cuñada y mi abuela por el ruido que las despertó.
- ¡Marrr! ¿Dónde estás boluda? - se podía escuchar todo el bullicio detrás de la voz de Camila.
¿Me estas cargando, verdad? Mantén la calma.
- Cami, estoy en la autopista, yendo al aeropuerto - le susurré.
- ¡¿Quéeee?! ¡No te escucho! - me gritó y escuché varis risitas.
Patada mental a Cami en su culo por estúpida. Y quemaría a todos los hijos de puta que estaban con ella.
Calma, conserva la serenidad.
- No lo dudo cuando sé que estas rodeada de personas borracha, sacando el hecho de que estoy hablando con alguien que debe tener más alcohol que sangre en el cuerpo - me burlé aunque lo que trataba era ser mala peor no lo conseguí. La muy puta, se rió. - ¿Para qué me llamas?
- Uhh, bueno mala onda. Solo te llamaba para desearte suerte por parte de todos en tu viaje - me reprochó y traté de no reírme de lo enojada que estaba o por su reacción.
- Okey, perdón. Simplemente estoy molesta. Tengo miedo de no llegar a tiempo y perder el avión - me excusé, siendo sincera.
- Bueno, tranquilízate que vas a llegar…
- Cami, llevo retrasada media hora.
- Relájate, dormí que te va a ser bien y cuídate.
- Está bien, cuídate también y mándale besos a las chicas - suspiré. - Las voy a extrañar - corte.
¡Joder! Me daba lástima decirle “adiós” a mis amigas, porque amaba a las muy putas. Ellas lo sabían a pesar de que soy una jodida insensible y que no les digo muy a menudo que las quiero a montones.
Bufé y metí el celular en la cartera.
No quería preocuparme por nada más, así que dormiría plácidamente hasta que llegásemos al aeropuerto. Era mejor eso antes de que enloqueciera a todo el mundo con la histeria que estaba conteniendo dentro de mí.
:-.-:
- Cálmate un poco, relájate. Nada malo te va a pasar - trató de tranquilizarme mi hermano.
Y sí, racionalmente, el avión es considerado el transporte más seguro del mundo y no se que otras mierdas más. Pero existían los accidentes y posiblemente, tal vez (y quién mierda sabe), puede llegar a pasarme a mi. Soy muy joven a para morir en un accidente de avión.
Ah sí, olvidé mencionar que tengo terror a los aviones por esa razón. Es mi segundo gran miedo, después de la oscuridad.
Sí, díganme marica o lo que se les recante las ganas pero tenía ese miedo en especial a los aviones.
Y encima de que mi vuelo se retraso una hora; y gracias al cielo, llegué a tiempo, ahora tenía que esperar a que el fatídico momento de subir a ese transporte del infierno que me llevaría a Londres.
Me senté en una de las sillas de espera junto a otros millones de pasajeros de diferentes destinos.
- Vos lo decís así no más cuando puedo morir por puta casualidad en un puto accidente de avión. Que los hay, los hay - le gruñí completamente histérica.
- Sos tan exagerada - se burló mi cuñada de mí y yo la miré mal, conteniendo las ganas de pegarle. Y la muy zorra, se rió. - Toma, te compré tu revista favorita.
Agarré la Cosmopolitan echándole un vistazo a la tapa para después guardarla en la cartera y le sonreí a modo de agradecimiento.
- Igual, esto no cambié que me olvide lo del avión - le dije haciendo que su intento de calmarme fallase rotundamente.
- Sos tan complicada.
No le contesté porque sabía que tenía razón y porque tampoco quería pelear. Nunca peleaba con ella, nos llevábamos muy bien pero hoy podía ser la excepción de todo. Respiré hondo y traté de tranquilizarme por mi cuenta.
Mientras esperábamos a que pasase la hora, fuimos a desayunar a uno de esos bares que estaban en el aeropuerto. Me pedí un submarino solamente, normalmente hubiera pedido algo con café como se había vuelto una costumbre en los últimos tres meses pero tenía mucho sueño y sabía que mi bebida favorita me lo quitaría; y yo necesitaba dormir en el avión para no estar tan paranoica.
- ¿Quién era el chico con el que volviste a la mesa antes de irnos? - preguntó mi santa abuela y yo no entendí, la miré con mis cejas alzadas. - El chico ese… el de ojos claritos, que parecía buenito. ¡El que te vino a saludar con el otro morochito!
Yo estaba haciendo recuerdo de la noche pasada y automáticamente, quise que la tierra me tragase pero no solo porque mi familia me miraban expectante tratando de saber si él y yo éramos algo sino por lo que había hecho… ¡el beso!
- ¿Lucas? - traté de sonar indiferente y hacerme la cool. - Nada que ver, es un amigo.
- Se, un amigo - se rió mi cuñada y yo la quise matar en ese momento.
- No, no jodan con eso. ¡No es mi novio! - me quejé, enojada. - Yo no estoy interesada en alguien ahora.
No se dijo nada más del asunto pero sabía que los muy desgraciados se reían por dentro de mi comportamiento. Bueno… mi mente también se reía de mí y más por lo que pasó ayer en la graduación.
¡Joder! No debí besarlo, no tendría que haber estado con él. Llevaba casi tres años enteros sin estar con alguien porque un puto bastardo había entrado en mi vida para que yo, como una tonta enamorada, lo siguiese como perro faldero. ¡Maldito Thomas! A veces me gustaría volver a mis quince años, tiempo en el que no me preocupaba por alguien.
Y joder yo por estar enamorada de un actor.
Después de desayunar y esperar unos cuantos minutos más, ya me estaba despidiendo de mi familia, a los cuales extrañaría horrores.
- Cualquier cosa llámame, no importa la hora qué sea. Yo te voy a atender por el celular o el teléfono fijo, ¿sí? - me decía mi mamá mientras me abrazaba. - Pórtate bien, hacele caso a Rubén y no hagas ninguna locura. Mira que estas en otro continente, otro país y mami no puede ayudarte tan fácil.
- Lo sé - le sonreí y abracé a mi abuela.
- Pendeja, no te pongas nerviosa a la hora de hablar en inglés. Vos sabes, así que despreocúpate - dijo mi hermano y yo rodé los ojos.
- Ni ahí, lo más seguro es que me trabe y no use bien algún tiempo verbal - reí abrazándolo.
- Nena, sacaste nueve en el oral de noviembre. ¡No jodas! - se mofó y yo le pegué en el brazo.
- Igual, además por las dudas me traigo los apuntes para repasar durante el viaje.
- Ay, mi Lady es tan exagerada - exclamó mi mamá haciendo uso de un sobrenombre con historia la cual era larga y un poco tonta.
Iba a contestarle cuando se escuchó por los parlantes que llamaban nuevamente para abordar el avión y terminé de despedirme de todos, prometiendo que traería regalos para cada uno.
Me dirigí para realizar el transborde y entregar mis papeles. La verdad es que no tenía ni la más mínima idea de estas cosas, ya que era mi primera vez en un jodido avión y la verdad es que estaba nerviosa hasta las bolas de Mahoma. Pero gracias a Dios, existen personas que saben de estas mierdas y me explicaron qué debía hacer. Era en estos momentos cuando extrañaba a mi madre porque hacerle cosas importantes como estas me hacían sentir adulta.
¡Me tengo una sorpresa! ¡Dentro de unos putos días voy a tener 18! ¡Mierda!
Cuando estuve en mi asiento de avión, pude respirar tranquilamente. Pero no por mucho porque dentro de unos minutos íbamos a despejar y, bueno, mis nervios hicieron de lo suyo.
Mientras la azafata explicaba no sé qué mierda, comencé a revisar mi bolso para ver si estaba todo. Apuntes de inglés, Cosmopolitan, celular, pastillas anticonceptivas, botella de agua, un paquete de doritos, toallitas húmedas, cámara de fotos, una camperita fina y una agenda. Estaba todo lo que necesitaba por unas cuantas horas largas de viaje y pánico exagerado pero justificado.
Fue difícil, no miento.
Leer Cosmopolitan entera me llevó una hora incluyendo el test. Pero yo quería estar ocupada en algo más porque sino comenzaría a imaginar hipotéticas situaciones devastadoras las cuales terminaban con el avión teniendo un accidente y un final nada lindo. Por eso, agarré los apuntes de inglés para repasar absolutamente todo y no hacer el ridículo frente a ingleses de carne y huesos; quería causar una buena impresión. Habré estado otra hora leyendo todo los apuntes pero hubo en un momento en que ya estaba harta porque asombrosamente me sabía todo y me parecía que estaba estudiando los colores en ingles.
Decidí dormir un poco y así lo hice. Despertaba justo siempre para las comidas, por lo tanto terminaba dormitando y cada vez que despertaba maldecía el estar todavía dentro del avión. Tendrían que crear un nuevo transporte pero rápido que tuviera las mismas funciones que un avión pero que fuera por tierra. ¡De verdad! Personalmente, no me lo estaba pasando bien.
Para cuando era de noche, yo no tenía sueño y me quería matar. Porque todos estaban durmiendo y yo, despierta con la cabeza haciéndome jugadas que no eran agradables. Esperé a que se hiciera la hora para tomar la pastilla para luego comerme el paquete de doritos y leer, nuevamente, la Cosmopolitan.
En algún momento me debía haber quedado dormida porque lo próximo que supe es que las azafatas indicaban que nos pusiéramos los cinturones de seguridad porque habría turbulencia.
Y yo quería gritar.
Las puteadas que salían de mi mente eran más de los que había pronunciado en mi vida. Y sí, que yo había puteado en mi vida.
Estaba asustada. Pero, ¿quién no lo estaría?
No sabía dónde carajo estaba y la turbulencia me estaba llevando a la muerte. Sinceramente sentía que iba a morir en cualquier momento y estaba desesperada. ¡Era muy joven para morir, joder!
¡Juro, que voy a patearle el culo al piloto de una forma que nunca más va a poder sentarse!
Después de lo que pareció una eternidad, la turbulencia pasó para luego escuchar la voz de la azafata diciendo que se iniciaba el aterrizaje.
Apenas nos dijeron que podíamos irnos del avión porque ya habíamos llegado a destino, agarré mis cosas y salí de allí siguiendo la fila de pasajeros. Estaba muy contenta porque había llegado a Londres sana y salva. También debía agregar que el avión no fue tan malo cómo pensé en un principio, aunque era absolutamente obvio que no me subiría muy seguido ni borracha ni drogada.
Entré el mar de gente que había en el aeropuerto, un poco desesperada de perderme pero pude visualizar la alta figura de mi adorado padrino. ¡Joder, el hombre era la persona más activa y graciosa que había conocido en mi vida! Y yo estaba aquí, gracias a él por darme hospedaje y recibir por casi dos semanas enteras.
Seguramente él no sabe a qué carajo se enfrenta, pensé riendo dentro de mí y corrí a saludarlo.
- ¡Padrino! - grité trotando hacia él y lo saludo.
Sus ojos claros me miraron con cariño.
- ¿Cómo estas, tanto tiempo? ¡Tenes que contarme todo desde que no te veo y, por supuesto, de la Graduación! - exclamó hablando en su perfecto español aunque el acento británico que adquirió al vivir tantos años aquí, se le notaba.
- Claro pero primero tengo que ir por la maleta y después hablamos.
- Dale, dale - me acompañó a buscar mi maleta mientras reíamos hablando de boludeces.
¡Yo todavía no podía creer que estaba aquí! ¡Londres, mierda, Londres! Siempre había soñado con estar en esta ciudad y ahora, era una realidad.
Estaba nerviosa, emocionada y ansiosa.
Salimos del aeropuerto y nos encaminamos hacia el estacionamiento para buscar su auto, el cual era muy bonito y moderno. Así que nos subimos dentro de este y emprendimos viaje hacia su casa que estaba en las afueras del unbelievably Londres.
Mis ojos pronto me dolerían de mirar para todos lados como loca pero la magnífica ciudad que se levantaba frente a mí, las personas caminando para todos lados, los carteles de indicación y demás cosas, eran demasiado para asimilar.
Rubén comenzó a hacerme preguntas acerca de cómo estaba mi familia, y qué contaba de nuevo sobre ellos. Yo le respondía absolutamente alegre, porque por obvias razones lo estaba. Nada podía arruinarlo.
Mientras él me contaba sobre cómo estaba el resto de la familia en Sicilia y de la última vez que había hablado con ellos por teléfono, mi mirada se posó en un chico muy alto y guapo. ¡Joder, ahora que me daba cuenta, estaba rodeada de ingleses! Ellos eran absolutamente mi debilidad con respecto al tema hombre, siempre los había considerado mejores que cualquier otras especie de chicos, por así decir. Eran de una estatura considerablemente alta, enloquecedoramente polites, de miradas penetrantes, absolutamente blancos en su mayoría y ya podía imaginarme ese sensual acento ingles que tanto llama la atención.
Pero… ninguno podría ser como Thomas. Él, sí, era de ensueño.
Como me gustaría que él estuviera por puta casualidad aquí y… bueno, esto va a sonar muy cliché pero, sería genial que lo pudiera conocer. ¡Mierda! ¿Quién no soñaba vivir con un cuento de hadas? ¿Cómo el de la muy suertuda de Cenicienta? Creo que toda chica lo hizo una vez y yo, para mi total vergüenza, lo deseaba más que nada porque estaba jodidamente enamorada hasta los huesos del muy hijo de puta.
Entonces me di cuenta que mi día no sería igual que hacía unos minutos, porque yo estaría con la estúpida esperanza de conocerlo (y deseándolo con fervor por dentro) y, al mismo tiempo, con miedo porque no quería ilusionarme en vano.
¡Mil veces joder, yo!
Creo que necesitaría un psicólogo para que me ayude con mi siguiente problema:
«Loca por Inglaterra y jodidamente bipolar. Enamorada hasta los huesos de un imposible (veamos, él es terriblemente famoso y ni siquiera sabe que existo. ¡Perfecto!). Soy solamente una adolescente de 17 años que quiere alcanzar sus sueños, los cuales son complicados.»
Al instante me di cuenta de que la posible psicóloga (o cualquiera que escuchase esto), pensaría que estoy chiflada.
¡Joder, estoy sobre el lado equivocado del universo paralelo!