May 08, 2009 20:44
Fandom: Crepúsculo
Claim: Leah/Sam
Tabla: 03. Encuentro
Leah no sabe que hace allí, parada cerca del final de una inmensa cola que amenaza con dar varias vueltas a la manzana, en torno al único supermercado que, al parecer, está abierto en toda la región. Y sí, es sábado, son las seis de la tarde, y tampoco sabe como diablos han hecho Jacob y Seth para acabar con todas las reservas de comidas que tenía guardadas para el fin de semana. Podía haberlo previsto, porque comen como animales, pero ese detalle únicamente se aprecia cuando al abrir la nevera tan sólo encuentra latas de cerveza (vacías, como no).
Así, para añadir algo más al carro (al carro, qué gracia), ni siquiera tiene idea de dónde narices está sacando toda esa paciencia necesaria para poder soportar la espera durante una puñetera media hora para llegar a la caja, y ya de paso no sugerirle a la amable madre que está delante suyo que haga el grandísimo favor de decirle al pequeño monstruo que tiene de hijo que deje de sacarla la lengua. Y si fuera necesario, hasta se lo pediría por favor.
Y si ya cabía alguna duda, cuando su estómago empieza a replicar, a las tres "mierda" que se lleva repitiendo para sí misma desde que entró en aquella selva, se le suma una más, porque un simpático descarado se le ha colado delante a la viejecita que estaba detrás suyo en la cola, y encima la está tocando el hombro. Qué guay.
-Hola, Leah.
Dentro de su cabeza suena un clic, y en una milésima de segundo su mortificado cerebro reconoce esa voz. No sabe si ha sido así, o se lo ha imaginado, pero de repente se ve a sí misma girándose a cámara lenta para encontrarse con una sonrisa triste y un par de ojos que la atraviesan casi haciéndola daño. No, más concretamente, matándola de dolor.
Podría hablar sin respirar, se plantea, ya que el aire ha abandonado sus pulmones desde el instante en que lo vio. O también podría darse la vuelta airosa y decir un "lo siento, se ha equivocado" entre dientes fingiendo que no le conoce, y desaparecer entre la gente haciéndose paso a empujones si es necesario.
Aquel sinfín de posibilidades se evapora en un periquete cuando, derrotada, aplica aquel maravilloso método que siempre daba resultado y termina tragándose todo el orgullo, el dolor y ese nosequé tan molesto que se le ha puesto en la garganta.
-Sam-musita, o más bien balbucea (cosa que jamás reconocería). Pero volver a pronunciar su nombre le deja un gusto amargo en los labios.
Lo percibe, nota un titubeo, y adivina que está dudando entre darla la mano o estrecharla contra sus brazos. Y lo peor de todo, es que ella querría que se decidiera por lo segundo. Porque, joder, llevan dos meses sin verse y parece una eternidad.
-¿Qué tal os va todo?-pregunta interrumpiendo la lucha mental de Sam, que al principio la mira desconcertado antes de adoptar una sonrisa ladeada.
-Todo bien, como siempre. Aunque están cada vez peor, cada vez más críos -ríe, oh dios, joder, ríe- Pero...a veces preguntan por ti.
Un golpe bajo. Sabe de sobra que es mentira, es más, está convencida de que ni siquiera la echan un poquito de menos, y no les culpa. Pero detesta que la mienta, igual que cuando la dijo que la querría siempre, o que lo de Emily no cambiaría las cosas entre ellos, que siempre podría contar con su apoyo. ¿Y qué? ¿Acaso no estaba acostumbrada a ello?
Sam capta la amargura en su mirada y se arrepiente de haberlo dicho. Su intención no era hacerla daño, pero no ha mentido. Puede que no le crea, pero las cosas ya no son igual sin ella. Todos la necesitan. Él la necesita.
-¿Tiene tarjeta del supermercado?-la voz mecánica de la cajera rompe su contacto visual. Apresuradamente saca la cartera del bolsillo y tras pagar a la chica, se aparta de la cola, para fortuna de la multitud que espera alcanzar la caja.
La voz de Sam le persigue, igual que lo ha hecho su recuerdo en los últimos años.
-¡Espera! ¡Leah!
Ha salido escopetada, lo reconoce, y de hecho, todavía siente las ganas de correr fluyendo por sus piernas. Se da la vuelta deseando que sea breve, ya que no sabe cuánto tiempo podrá aguantar las lágrimas en sus pupilas negras.
-Leah...ha sido un placer verte-eso, acompañado de una sonrisa tipo "Sam" única e inconfundible, consigue destrozar toda la muralla que habría construido, y nota como sus facciones se endulzan. Son demasiadas cosas, demasiado tiempo. Y ahora si levanta su mano, sin duda alguna, y le acaricia la cara desde la sien hasta la barbilla con sus dedos ásperos y cálidos.
-Igualmente, Sam.
Al despedirse, parece que aquel lazo que les unía de una manera u otra, se vuelve un poco más fino. Tal vez -ella alberga la esperanza, se aferra a ella con uñas y dientes- algún día el dolor desaparezca por completo, y ya no quede nada más que polvo sobre la memoria.
Pero aún así, el cosquilleo que la recorre desde la punta de los pies la acompaña hasta mucho tiempo después.
twilight,
30vicios