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Título: ¿Qué miras?
Fandom: Katekyo Hitman Reborn!
Claim: Hibari Kyoya.
Rating: K.
Extensión: 697 palabras.
Advertencias: AU.
Para: 30vicios y reto_diario
¿Qué miras?
El alboroto cotidiano de los herbívoros no me dejaba dormir esta vez. Por alguna extraña razón, su bullicio era más ruidoso de lo normal. Y como yo hacía todas las mañanas, dormía antes de que Daemon viniera y me golpeara con su portafolios.
Ese día, no pude. No porque Gokudera se peleaba con Yamamoto; no porque Sawada lloraba por olvidar su tarea, no porque Rokudo estaba gritando como un enfermo por una razón que desconocía. Con todo, tuve que levantarme a regañadientes y lanzarle una fría mirada a todos, Ryohei me señaló.
- ¡Hibari lo está haciendo de nuevo!
Y todos voltearon a verme.
- ¿Qué? -inquirí, más amenazante que antes.
-Esa mirada tuya… -se acercó. Yo me puse en guardia.
-No es…
Pero fui interrumpido, interrumpido en la batalla de mi vida.
-Hibari, ¿quieres otro castigo? -interfirió Daemon.
Me senté, le ignoré y cuando se dio la vuelta, le enseñé la lengua a Ryohei. Este me hizo una mueca, pero no me importó.
-Bien, querida clase -empezó, como todos los días con su saludo estúpido-, hoy es un día especial, ¿saben por qué? -Le gustaba jugar con nuestras mentes, ¡era eso!-. ¿Alguien?
Era de esperarse, Yamamoto levantó la mano.
- ¿Saldremos a jugar béisbol? -y miró con una enorme ilusión a Daemon. Por suerte, él negó.
-Hoy se incorporará alguien más, una chica.
Los herbívoros empezaron a cuchichear.
¿Chica? Cierto, sólo éramos niños ahí. Desde siempre, no recuerdo haber convivido con ninguna niña en mis años de guardería o de jardín de niños. Me sentí curioso por ello, deseaba saber cómo era “eso”. Así que, me acomodé en el asiento y abrí más los ojos, esta vez, si prestaba atención.
-Chrome, ¿puedes entrar ya?
Pero nada pasó, la clase se calló en espera de que la susodicha entrase, pero no fue así. Daemon tosió falsamente y fue a la puerta para jalar a nuestra nueva integrante.
Ella era completamente extraña. La observé detenidamente; pequeña, frágil, ¿eso era una falda?, cabello azul. Se parecía bastante a Rokudo, era su figura femenina. Y me asusté. No por el hecho de que se pareciera bastante a mi enemigo número uno, no, era por aquél parche en su ojo. No era época de disfrazarse, ¡estaba seguro de ello!
-Niños, desde hoy ella será su feliz compañera -sonrió muy raro-, así que sean amables con ella y recíbanla como es debido.
Ella estaba hecha un tomate, no dijo nada y se fue a sentar al lado de Rokudo, él la abrazó. Tímida, como Sawada.
La clase transcurrió normalmente, me castigaron y golpearon como a diario. Sin embargo, me di cuenta de un terrorífico detalle: ella no dejaba de mirarme.
Me sentía acosado y no sabía la razón, pero la supe cuando volteé a verla, por supuesto, desvió la mirada enseguida. Levanté la mano.
-Si, ¿Kyoya?
-La niña nueva me mira -declaré.
Se sonrojó otra vez y Mukuro se volvió hacia mí.
- ¿Y qué tiene de malo? -ladeó el rostro como idiota.
Te odio Daemon, te odio…
Me encogí en mi asiento, me ganó ese encuentro. Así que traté de volver a los deberes, pero sus ojos, los sentí de nuevo sobre mí.
Fui yo quien le observó, parecía el malo de un cuento de hadas, pero no me importaba. Pero ella dejó de hacerlo y volví a lo que estaba haciendo.
Cinco minutos después, Chrome repitió lo que había estado haciendo durante una hora: mirarme.
Traté de ignorarla, pero es que era inevitable.
Y, cuando por fin llegué a mi maldito límite, me levanté y fui hasta ella, me le puse en frente.
- ¡DEJA DE HACERLO!
Me di la vuelta, regresé a mi lugar. Todos me miraban, Daemon tenía el ceño peligrosamente fruncido. Algo malo me iba a pasar…
En cuanto a Chrome, empezó a llorar. Mukuro ya venía hacia mí.
Suspiré. ¿Qué más quedaba? ¡Defendí mi espacio personal!
Fui castigado, Byakuran fue a mi rescate, pero al llegar a casa, me percaté de que mi Hibird había desaparecido. Dejé que Rokudo se quedará con él unos días, después de todo, de alguna manera debía cobrarse después de que hice llorar a su hermana.
Modales, Daemon, paciencia, los odio.