Título: Morceaux. [2/?].
Fandom: Uta No Prince-Sama/Vampire Knight.
Claim: Nanami Haruka, Kaname Kuran y Cecil Aijima de manera implícita.
Rating: K+.
Extensión: 742 palabras.
Advertencias: Un detalle que no entenderás si no has visto el anime.
Para: El Quinesob.
Se había cansado de acomodar sus cosas en los estantes y de colgar su ropa en el armario. Tomochika ya estaba dormida porque se rindió antes que su compañera de habitación.
Haruka se desplomó sobre la cama que le tocaba, con los brazos extendidos y una satisfacción incomparable. Estar en la Academia Saotome era simplemente maravilloso, no podía describir cuánto orgullo sentía dentro de sí; muy pronto se armaría con todas las herramientas necesarias para ser la compositora de él, su idol preferido: HAYATO.
Volteó la cabeza, aún recostada sobre el colchón, y miró el póster que había pegado en la pared. Con tan sólo verlo, podía estar segura de que estaba a su lado, escuchando la canción que le cambió la prioridad de toda su vida: la música.
Sí, no podía pedir más. Mañana iba a ser un gran día porque comenzaría clases. ¿Qué cosas le esperarían en la academia?
Estaba quedándose dormida, demasiada euforia para un día. A pesar de su cansancio, no pudo evitar levantarse de la cama cuando escuchó el sonido que produce el caminar de alguien sobre la hierba. A veces era demasiado curiosa como para ignorar detalles pequeños con esos.
Se asomó por la ventana, pensando que se había equivocado porque era demasiado tarde como para que alguien diese un paseo afuera. Vio a un gato negro, bastante llamativo.
Su andar no se parecía a lo que había escuchado antes, pero creyó que era el tremendo sueño que la invadía. Con todo, estaba dispuesta a regresar a su cama, hasta que el animal cayó en cuenta de que era observado y correspondió la atención, maullando hacia su ventana, quieto.
Este mínimo gesto hizo que Haruka despertase de su somnolencia y buscara un abrigo para salir en busca de la criatura, como una orden que escuchó secretamente. Sigilosa, pronto se encontró con el gato, que seguía sus movimientos con perfecta avidez.
- ¿Te has perdido? -susurró, acariciándole el lomo-, ven, puedes venir con... ¡H-hey!
Luego, como si demostrara que había cumplido su propósito, dio un santo y corrió hacia un lado, dejando a la joven con la mano levantada -con la que le acariciaba-, y una sorpresa que de alguna manera, la hizo caer en cuenta que no debió haber salido de su habitación.
-Ah, se fue -musitó y volteó hacia la dirección en la que se había escabullido, y muy raramente y a lo lejos, lo vio, sentado sobre sus patas traseras como antes y esperando a que ella le siguiera. En sus orbes se denotaban sus intenciones; conseguir que fueran por el mismo camino-. A-acaso…
-No le obezcas, él sólo trata de jugar contigo.
Aquella voz la asustó; suave, casi como un murmullo. Miró por encima de su hombro, temiendo que algún maestro o el mismísimo director la hubiese descubierto fuera del dormitorio, pero a quien se encontró fue a un chico más alto que ella, quizá sería un año o dos mayor; vestía un uniforme blanco con detalles negros. Cabello café y ojos del mismo color; una mirada ciertamente… Taciturna.
-… U-usted… -balbuceó, torpe y volviendo todo su cuerpo para tener una mejor vista. No pudo terminar de formular su pregunta, si es que ya tenía una pensada.
-No tienes que recordarlo -dijo, con la misma voz de barítono que antes y le cubrió los ojos con la zurda-… Y tampoco tienes que recordarme a mí.
Oscuridad…
~
- ¡Haruka, Haruka! -llamaba con urgencia su compañera-. ¡HARUKA!
- ¡¿Q-qué?! -la peor manera de despertarse, sin duda. Por poco se le sale el corazón cuando salió de golpe de un sueño arrullador, incluso llegó a pensar que seguía en casa de su abuela-. ¿Qué sucede? ¡¿S-Shibuya-san?!
- ¡Se nos hace tarde! -y corrió a su armario, dispuesta a cambiarse a la velocidad de la luz-, se me olvidó poner el despertador, ¡AH!
Se talló los ojos y empleó toda la fuerza existente en su interior para rechazar el embeleso que el sueño produce cuando lo interrumpimos, especialmente si es así de intenso. Saltó de la cama y se apresuró en alistarse, no debía llegar tarde a su primer día, no como en el examen de admisión.
No sabía por qué se sentía tan casada, además, apenas notaba un dolor en su cabeza que nublaba sus pensamientos. Recordó -muy inconexamente-, dos encuentros extraños. Pero, si de algo se acordaba perfectamente, era de esa mirada lóbrega y vacía.
No, no la olvidaría.