Número: 007/100.
Título: No soy perfecto, Hayato tampoco. [2/25].
Fandom: Uta No Prince-Sama Maji Love 1000%
Claim: Tokiya/Hayato Ichinose.
Rating: K+.
Extensión: 516 palabras.
Advertencias: Negatividad al 100%, angst, por supuesto.
Para: Mi tabla Angst de la comunidad
minutitosPrompt: #02.- Rutina.
Sus ropas, propias de un verdadero príncipe, estaban aburriéndole.
Tener que utilizar vestuarios tan ajustados y adornados no era lo suyo. El color azul le iba bien, decían. El blanco le daba igual. ¿Morado? Qué importaba lucir afeminado.
Pero lucir como una estrella de revista, típico y que no traía consigo nada nuevo en su atuendo, sólo podía significar una cosa: más de lo mismo en cuanto a artistas de pop se refería.
¿De qué le había servido el debut si iba a terminar así?
En su mansión, la soledad le permitía hacer muchas cosas. Desahogarse era una de ellas, aunque la presión lo tenía tan exaltado que eran pocas las veces en las que podía dedicarse a liberar su furia contenida. Ya que, la única manera de zafarse del horrible mundo en el que yacía, era alimentándose con historias; emociones, personajes y situaciones que lo transportaban a ese mundo paralelo.
Se sentía él otra vez.
Aunque horas más tarde su celular representara una campana que le ordenaba regresar a su tempestuosa realidad.
-Te necesitan en un programa de concursos -escuchaba en el teléfono.
La rutina se lo estaba tragando.
¿Cuántas veces había ido al mismo programa?
Sus fans no eran adolescentes hambrientas de talento y apariencias lindas, no; lo que ellas querían era exprimir los atributos de sus idols para buscarse uno mejor más tarde.
Tokiya quería estallar, ya no lo soportaba.
Esas niñas no descansarían hasta verlo involucrado en adicciones perjudiciales o en chismes de revistas baratas.
Sus cavilaciones no lo llevarían a ningún lado, sólo servían para soportar el viaje de su casa al estudio.
Sí, era hora de guardar a Tokiya en lo más recóndito y putrefacto de su alma, Hayato saldría a escena en pocos segundos.
Se acomodó los guantes de cuero, esos que le apretaban con más frecuencia.
Cerró los ojos, su concentración era esencial para el papel de “chico estrella”. Y se dijo a sí mismo que no sería tan malo, que daría lo mejor de sí y que al llegar a casa podría romper la ropa que llevaba puesta: otro traje principesco con cintas fucsia y encajes dorados; botas negras -las acostumbradas- y maquillaje tenue que lo hacía lucir más joven.
Ah, sí, las tijeras las había dejado en su mesita de noche.
- ¡Adivinen quién está con nosotros esta noche!
El calor lo ponía de malas. Reflectores. del mal.
- ¡HAYATO!
La conductora no le cayó bien de tan sólo mirarla; pero qué desagradable.
Otra vez aplausos, ¡no era un mono de circo!
- Muchas gracias, Akemi-chan~
Le dolían las mejillas de tanto sonreír.
- ¿Verdad que hoy nos complacerás participando en todos los juegos que hemos preparado para ti?
Ella también fingía, Tokiya sabía identificar a los de su clase.
- ¡Sí! Estoy muy feliz de poder regresar con ustedes, ¡me siento como un niño pequeño cuando participo aquí!
La habilidad para mentir la adquirió con el tiempo.
Y escenas como esas se repetirían semana con semana.
A la mañana siguiente, los trozos de tela adornaban el piso de su habitación.
Ojalá pudiera hacer lo mismo con Hayato…
¡Ah!
Bipolaridad desgraciada.