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Número: 66/68.
Título: Ochenta y seis mil cuatroscientos segundos y Okumura Rin para vivirlos. [1/30]
Fandom: Ao No Exorcist.
Claim: Rin Okumura.
Rating: T.
Extensión: 517 palabras.
Advertencias: No por ahora.
Para: reto_diario y 30vicios
Ochenta y seis mil cuatroscientos segundos y Okumura Rin para vivirlos
Las noches de insomnio ya no le parecían insoportables a esas alturas. Una semana sin dormir bien no le afectaba aún y creyó que sólo era algo normal y pasajero, por lo menos los primeros tres días.
Después, no tuvo más remedio que salir del dormitorio en lugar de dar vueltas y vueltas en su cama, además, no quería despertar a Yukio con sus probmeas nocturnos.
Con todo, se escabulló de la habitación gracias a la llave que su hermano cargaba a todas partes. Sin duda, podía ser de mucha ayuda el que Yukio fuese un verdadero exorcista.
Se apresuró en cerrar la puerta, sigiloso y con la espada al hombro. Una vez afuera, se dedicó a pasear en el exterior de la escuela, callada por las altas horas de la noche, o más bien, de la madrugada.
-La una… -se dijo al verificar la hora en su reloj de pulso.
Se metió las manos a los bolsillos del pantalón. Desde hacía dos días que adoptó la costumbre de cambiarse al uniforme por si acaso ya no podía regresar y dormirse.
Yukio no estaba enterado de su problemática, ¿para qué preocuparlo con asuntos que no tenían la menor importancia? No. De todas formas, sólo se quedaba dormido tres veces máximo por clase, y ello ya era normal en su rutina.
Se esforzaba en las tareas, por supuesto que lo hacía, por supuesto que se esforzaba, no tenía nada que ver con la falta de sueño.
Se detuvo a mitad del puente levadizo del dormitorio, cuando la brisa le sacudió los cabellos y un ligero escalofrío le recorrió el cuerpo.
-Tsk, ¿por qué demonios me pasa esto? -se quejó al levantar la mirada al cielo, a pesar del rugido del viento nocturno.
No podía entender, siempre dormía a la perfección. Tenían que despertarlo unas seis veces para que se dignara a levantarse de la cama. Y nada, ahora las noches las pasaba o tumbado en la cama o afuera donde el frío le calaba los huesos.
-La próxima vez traeré mi SQ.
Cómo no se le ocurrió antes. Una buena lámpara y su dotación de manga para que las noches no se le hicieran tan largas. Pero generalmente despertaba con la cabeza llena de maldiciones hacia su organismo defectuoso. Seguro eran los estragos de ser un demonio, pensaba.
Y las visualizó con atención, olvidándose de las justificaciones y las ideas para conciliar el sueño. Las estrellas, aquellos astros titilantes que lo observaban, muy pequeñas y distantes, vigilando al prófugo ser de los aposentos de Morfeo.
Entrecerró sus ojos y dibujó una sonrisa en la que sus colmillos eran visibles. Tal vez, y sólo tal vez, esa era la única noche que valía la pena haberse quedado despierto. Únicamente para admirar a esos puntos brillosos, esos a los que ya no les prestaba atención desde hacía mucho tiempo.
Se sentó en el suelo y apoyó su espalda en el muro, contemplativo y un tanto dubitativo. No le queda otra opción más que esperar a que el amanecer lo sorprendiera.
Título: Ochenta y seis mil cuatroscientos segundos y Okumura Rin para vivirlos. [1/30]
Fandom: Ao No Exorcist.
Claim: Rin Okumura.
Rating: T.
Extensión: 517 palabras.
Advertencias: No por ahora.
Para: reto_diario y 30vicios
Ochenta y seis mil cuatroscientos segundos y Okumura Rin para vivirlos
Las noches de insomnio ya no le parecían insoportables a esas alturas. Una semana sin dormir bien no le afectaba aún y creyó que sólo era algo normal y pasajero, por lo menos los primeros tres días.
Después, no tuvo más remedio que salir del dormitorio en lugar de dar vueltas y vueltas en su cama, además, no quería despertar a Yukio con sus probmeas nocturnos.
Con todo, se escabulló de la habitación gracias a la llave que su hermano cargaba a todas partes. Sin duda, podía ser de mucha ayuda el que Yukio fuese un verdadero exorcista.
Se apresuró en cerrar la puerta, sigiloso y con la espada al hombro. Una vez afuera, se dedicó a pasear en el exterior de la escuela, callada por las altas horas de la noche, o más bien, de la madrugada.
-La una… -se dijo al verificar la hora en su reloj de pulso.
Se metió las manos a los bolsillos del pantalón. Desde hacía dos días que adoptó la costumbre de cambiarse al uniforme por si acaso ya no podía regresar y dormirse.
Yukio no estaba enterado de su problemática, ¿para qué preocuparlo con asuntos que no tenían la menor importancia? No. De todas formas, sólo se quedaba dormido tres veces máximo por clase, y ello ya era normal en su rutina.
Se esforzaba en las tareas, por supuesto que lo hacía, por supuesto que se esforzaba, no tenía nada que ver con la falta de sueño.
Se detuvo a mitad del puente levadizo del dormitorio, cuando la brisa le sacudió los cabellos y un ligero escalofrío le recorrió el cuerpo.
-Tsk, ¿por qué demonios me pasa esto? -se quejó al levantar la mirada al cielo, a pesar del rugido del viento nocturno.
No podía entender, siempre dormía a la perfección. Tenían que despertarlo unas seis veces para que se dignara a levantarse de la cama. Y nada, ahora las noches las pasaba o tumbado en la cama o afuera donde el frío le calaba los huesos.
-La próxima vez traeré mi SQ.
Cómo no se le ocurrió antes. Una buena lámpara y su dotación de manga para que las noches no se le hicieran tan largas. Pero generalmente despertaba con la cabeza llena de maldiciones hacia su organismo defectuoso. Seguro eran los estragos de ser un demonio, pensaba.
Y las visualizó con atención, olvidándose de las justificaciones y las ideas para conciliar el sueño. Las estrellas, aquellos astros titilantes que lo observaban, muy pequeñas y distantes, vigilando al prófugo ser de los aposentos de Morfeo.
Entrecerró sus ojos y dibujó una sonrisa en la que sus colmillos eran visibles. Tal vez, y sólo tal vez, esa era la única noche que valía la pena haberse quedado despierto. Únicamente para admirar a esos puntos brillosos, esos a los que ya no les prestaba atención desde hacía mucho tiempo.
Se sentó en el suelo y apoyó su espalda en el muro, contemplativo y un tanto dubitativo. No le queda otra opción más que esperar a que el amanecer lo sorprendiera.