Titulo: Ying-Yang.
Fandom: Original.
Advertencias: Escenas de violencia, shonen-ai y mención de Mpreg.
Total de palabras: 7207.
Número de capítulos: 3 (Tres)
Notas: Respuesta al reto grupal lanzado por LMF por el séptimo período.
Este.
Sumary: Un inesperado Tsunami causa más catástrofe de lo que se pensaba en un principio. La Tierra queda cubierta de agua casi en su totalidad y los pocos humanos que sobreviven, deben enfrentarse al desafío de rehacer sus vidas bajo estas circunstancias.
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Primera parte del capítulo 3: La verdad.
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Lucas se retorció nervioso en su lugar y miró a Louis, quien le hizo una seña de que todavía permaneciera en su posición. Hoy lo iban a hacer, embaucar al hombre que le traía su alimento, para poder escapar. Louis se haría el enfermo y, siendo el adolescente bastante pequeño, él aguardaría entre el pequeño recoveco que se creaba entre la puerta abierta y la pared.
Eventualmente, escucharon las pisadas fuertes de su carcelero y el chico tensó todos sus músculos.
-Es hora -fue el susurro del mayor y Lucas asintió.
Entonces la puerta se abrió y el menor cerró los ojos esperando la palabra clave que accionaría todo.
-Hey, ¿estás bien? -escuchó que decía el hombre que les traía alimento. ¿Era su imaginación o había algo de cuidado en su tono? Negó con la cabeza. No, éstos eran bárbaros, asesinos, ¿Por qué se preocuparían de alguien al que tienen prisionero?
-Yo… no me siento… muy bien, troglodita.
Allí estaba la palabra, tomando una gran inspiración, Lucas salió de su escondite y se abalanzó sobre el cuerpo del gigante. Éste apenas tuvo tiempo de jadear por la sorpresa, antes de que el chico juntara dos de sus dedos y tocara un punto en el cuello, que puso a dormir enseguida a su captor.
-Funcionó -jadeó con sorpresa, mientras era ayudado por Louis a levantarse, porque había ido a parar al piso con el bárbaro y todo-. ¡Funcionó!
Louis sonrió de lado.
-Ésto es un antiguo arte que estaba estudiando, pequeño. Cuando estemos fuera de aquí, te demostraré otros puntos que puedes tocar para hacer daño, inclusive usando una pequeña aguja.
El chico asintió entusiasmado, antes de que el mayor se pusiera serio y caminara a la salida. Tomando extrema precaución, miró para todos lados, y después le hizo señas para que lo siguiera. Los frustró ver que las otras puertas que tenían a sus hermanos estaban cerradas con llave y ellos no tenían ninguna herramienta para poder abrirla, pero se prometieron a ellos mismos salir de allí, ir por ayuda y volver a buscarlos. Jamás los dejarían a merced de esos trogloditas.
Ambos corrieron como alma que lleva al diablo, sabiendo que debería haber un Dios arriba que los estaba ayudando, porque hasta ahora, mientras recorrían los pasillos, no se habían encontrado con ninguno de sus enemigos. Pero cantaron victoria demasiado rápido, porque muy cerca que la puerta que sabían que los llevaría al exterior, Louis chocó de lleno contra un cuerpo macizo.
-¿Lucas?
Era un muchacho, o Louis pensó que lo era, porque si bien le sacada dos cabezas, su cara parecía joven.
-Eh… -titubeó, mirando al mayor. ¡No! ¿Por qué justo ahora se venía a encontrar con el chico al que le dijo su nombre? ¡Le había parecido muy gentil cuando se encontró con él y no deseaba hacerle daño!
-¿Qué están haciendo ustedes dos aquí? -gruñó el otro, frunciendo el ceño.
-¿Qué crees que podríamos estar haciendo? -retrucó agresivo Louis- ¡Buscando nuestra libertad, idiota!
-Ustedes no pueden irse.
-Eso lo veremos -prometió el viudo, antes de agacharse de cuclillas al piso y barrer con una pierna las del gigante, haciendo tambalear y caer al piso de culo.
La sorpresa llenó la cara del muchacho; Louis aprovechó ese momento para agarrar la mano de Lucas y comenzar a correr. Un rugido de furia se escuchó detrás de ellos, haciéndolos pedir a sus piernas que corrieran más rápido. Eran consiente que los seguían y si bien ellos eran rápidos, aquel tenía piernas más largas y cortaba mucho camino con una zancada.
-¡Dos prisioneros se escapan! ¡Alerta! ¡Dos prisioneros se escapan! -exclamó su perseguidor.
-¡Mierda! -maldijo Louis, pero ya estaban afuera y, gracias a Dios, el agua estaba muy cerca de lo que fue su prisión. En el agua, ellos no tenían competidores.
Llegaron finalmente a su meta, sabiendo que ya no era uno, sino más los que les pisaban los talones, pero no bien estuvieron en el agua, sus mutaciones tomaron vidas y comenzaron a nadar con la misma destreza que un pez, haciendo que sus perseguidores se quedaran definitivamente atrás. Su destino era la isla de metal en donde residían la mayoría de sus hermanos. A mitad de camino, Lucas volteó y pudo ver que quien los descubrió todavía estaba parado en la orilla. Le pareció ver que tenía una mirada de pesar en su cara.
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-Entiendo tus motivos, Louis -asintió uno de los pocos científicos que quedaba vivo. Se notaba bastante mayor y con rasgos latinos-. Creo que al fin ha llegado el momento de que nos libremos de esos bárbaros.
-Pero no podemos atacar sin tener un buen plan -admitió uno de los primeros mutantes nacidos-. Necesitamos crear uno con el que podamos rescatar a los nuestros y poner fin a la amenaza que nos presentan esos brutos al mismo tiempo.
-Eso no nos tomará mucho tiempo -dijo Louis, resentimiento y odio brillando en sus ojos plata-. Sólo necesitamos una semana para crear el plan y luego los acabaremos a todos.
La semana pasó con mucha tensión, reuniones y preparaciones en la base de los mutantes. Había algunos que eran muy jóvenes para luchar y otros simplemente no se atrevían, por lo que los que irían no eran muchos, pero los necesarios. Renuente, un hijo de astronauta que había muerto hace cinco años reveló que su padre había traído con él seis armas, cada uno con un cartucho lleno de balas y con otro de repuesto. Siempre pensó que debería llevarse ese secreto a la tumba, pero las circunstancias lo pedían, así que las entregó a aquellos que contaban con mejor puntería. Si estaban dispuestos a todo, ellas serían necesarias.
-¿Está bien que hagamos ésto, señor Louis? -preguntó Lucas, mientras revolvía desapasionadamente su cena. Al haber quedado huérfano en el último ataque, había sido acogido por el hombre en su casa. Él siempre quiso tener un hijo, después de todo.
-¿A qué te refieres?
-Yo… -suspiró- Entiendo que tenemos que rescatar a los nuestros y todo eso, ¿pero está bien que los matemos así, a sangre fría?
-¿Te compadeces de ellos? -preguntó incrédulo-. Esa gente mató a mi marido y a tus padres, Lucas. Tienen suerte de que tenemos armas y vamos a matarlos sólo con un balazo, y no con algún método más tortuoso.
Después de mandarle una mirada de reproche por tener ese pensamiento, Louis se marchó de la casa, dejando a un angustiado adolescente en ella.
En tierra, la seguridad se había reformado, puesto que contaban con un contraataque muy pronto, sabiendo que aquel escape traería graves consecuencias. Y tal y como predijeron, la primera explosión surgió cerca que las instalaciones que usaban como prisión, una de las paredes, que resultó ser la habitación donde estuvieron los que se escaparon, fue la que cayó abajo por la explosión. Enseguida, otras pequeñas explosiones le siguieron, las cuales venían por las cerraduras que eran rotas por pequeñas bombas, dejando así salir a los prisioneros.
Mientras tanto, en el centro de la ciudad, algunas casas ya ardían con un fuego azul, puesto que los mutantes habían usado un químico que ellos mismos habían creado para incendiarlas. Louis se regocijó al ver que era esta vez los niños, mujeres y hombres los que gritaban y huían para encontrar un lugar más seguro. Una parte de su conciencia le decía que él no debería estar teniendo esos pensamientos de regocijo, pero otra, la que quedó traumada por la pérdida de su marido, lo alentaba a seguir matando a sus enemigos.
Cegado por el dolor como estaba, Louis sacó el seguro del arma que tenía y se arrastró sigilosamente al centro de donde estaba todo el caos. Sus objetivos eran los guerreros más fuertes, que eran fácilmente identificables por todas las cicatrices y los tatuajes que tenían en sus cuerpos. Bufó con desdén cuando encontró al primero de ellos y jaló el gatillo, dando justo en el centro de la cabeza. El bárbaro cayó como mole al piso, su cerebro destruido.
-Idiotas -dijo con desprecio-. El motivo de su orgullo será ahora el motivo de su muerte.
Escuchó un ruido a sus espaldas y giró precipitadamente, haciendo frente a otros de ellos. En un movimiento rápido, su arma quedó apuntaba en el corazón de su enemigo y la lanza de éste a un costado de su cuello. Se miraron a los ojos por largos segundos, todo desapareció alrededor de ellos, no escucharon gritos, no sintieron el fuego, sólo importaba la persona que estaba en frente y que podía quitarle la vida al otro con un solo movimiento.
Pero para la sorpresa de Louis, su enemigo bajó la lanza y se paró recto.
-¿Qué haces? ¿Por qué te deshaces de tu única defensa?
-Sé quién eres -dijo el hombre, con voz profunda, sedosa-. En el último enfrentamiento me noqueaste, tuviste la oportunidad de matarme, pero no lo hiciste. Me perdonaste la vida aquella vez, ahora estoy haciendo lo mismo -sonrió con sarcasmo-. Lástima que sea mi último acto de nobleza.
-Pe-pero… -farfulló, la mano que sostenía el arma comenzó a temblar. ¿Este hombre sabía lo que significaba la palabra “nobleza”?- ¡Agarra de nuevo tu lanza! ¡No mataré a un hombre desarmado!
-No.
Louis lo miró con odio, puesto que su resolución de matar a sangre fría estaba decayendo.
-Bueno, entonces cumpliré tu deseo de morir -colocó su dedo en el gatillo y lanzó un suspiro. Sin embargo, después de minutos de estar en la misma posición, no hubo fuerza alguna que lo obligara a jalarlo-. ¡Maldita sea! -le dio una bofetada por la impotencia-. ¡No se supone que hagas ésto, bruto sin cerebro! ¡Debes luchar, intentar matarme a mí y a los míos!
-¿Qué te hace pensar que soy un bruto sin cerebro?
-Bueno… -titubeó- ¡Lo son! ¡Sé que lo son y eso es lo único que cuenta!
-Puedo asegurarte que sé matemáticas, química, biología y otras cosas, no al grado que ustedes, pero lo sé.
Louis le mandó una mirada extraña a su enemigo. De todas las cosas que pensó que podría pasarle en esta lucha, ésta era una de las más bizarras de ellas. Estaba teniendo una charla civilizada con uno de estos brutos.
-Creo que tú y muchos de los tuyos tienen un concepto muy equivocado acerca de nosotros.
Una sombra de duda pasó por los ojos de Louis y eso fue todo lo que el otro necesitó para tomar el arma con una de sus manos y sacársela a su atacante. Louis gritó al sentir el brusco movimiento, puesto que uno de sus dedos todavía estaba en el gatillo y casi se lo arranca. Sintiéndose engañado, el hombre gruñó y se lanzó contra su enemigo, queriéndole hacer cuando daño pudiera.
Así comenzaron a luchar, pero el bárbaro esquivaba la mayoría de los ataques de Louis, sorprendiéndolo. Parecía como si el gigante había aprendido sus movimientos después de la última lucha y ahora le resultaban fáciles contradecirlos. Enojado, el mutante intentó por lo menos arañar esa cara que mostraba regocijo, pero fue un movimiento tonto, puesto que su enemigo lo tomó de las muñecas y lo alzó en el aire.
-Suficiente de ésto -masculló el gigante-. Creo que tú necesitas una charla de historia ahora mismo.
-¡No necesito nada de ustedes! -chilló obstinado, tratando de retorcerse del agarre, pero éste era muy fuerte y no podía zafarse.
-Pero vas a escuchar, quieras o no.
Eso fue lo último que oyó, antes de que fuera puesto bruscamente en el hombro de su captor y lo transportaran hacia una de las casas que se veía más bonitas y no estaba destruida. A su alrededor, la batalla seguía en su apogeo y los bárbaros se estaban retirando, pero había muchos mutantes heridos también, así que parecía que se estaba por llegar a un cese al fuego temporal, para que se atendieran a los heridos.
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Lastimosamente, no entró todo el capítulo en un solo post, así que acá esta la
segunda parte.