Percy. Vicio 25. Cumpleaños. Y Petunia. Vicio 8. Calor

Oct 15, 2007 20:22

¡Oh, por Merlín! Sólo me quedan cinco Vicios. Y parece que fue ayer cuando empecé a publicar. Aquí os dejo uno más. Espero que lo disfrutéis. Besazos.

Autor: cris_snape
Fandom: Harry Potter
Personaje/Pareja/Trío: Percy Weasley
Tema: #25 - Cumpleaños


Los días en que algún miembro de la familia Weasley cumplía años, siempre eran de fiesta. Desde que Percy pudiera recordar, aquellas celebraciones fueron especiales para todos y cada uno de sus hermanos (incluido él mismo) y, la mayor parte de las veces, eran jornadas alegres, repletas de risas y alegrías.

Hubo ocasiones, no obstante, en las que la felicidad se veía empañada por diversos motivos. Como, por ejemplo, cuando murieron los tíos Fabian y Gideon, el mismo día que Charlie cumplía seis años; o cuando los gemelos cumplieron los ocho y Arthur tuvo que pasar la noche haciendo redadas, porque a alguien se le había ocurrido que era divertido sacrificar muggles en honor a los antiguos dioses griegos. O como en el último cumpleaños de Percy, que pasó voluntariamente solo, demasiado terco para aceptar que echaba de menos a su familia.

Ese año parecía destinado a ser uno de los malos. Era el aniversario de George, y Fred no estaba. Tumbado en la cama, Percy no se atrevía a abandonar su dormitorio. No le resultaba fácil pensar en Fred. Cada vez que lo hacía, recordaba sus ojos opacos abiertos, mirando sin ver, y su rostro dibujando aún la última sonrisa, esa que fue en su honor. A Percy le había costado creer que estaba muerto de verdad. Durante un segundo, tuvo la esperanza de que Fred se movería de nuevo y se reiría de él porque, sí, Percy había llorado. Hacía años que no lloraba frente a su familia, pero cuando vio a Fred inmóvil, muerto en sus brazos, no pudo evitarlo. Como tampoco pudo evitar perder el poco sentido común que la última batalla le permitía conservar, y lanzarse contra los mortífagos, dispuesto a todo con tal de vengarse de los asesinos de su hermano. Fred.

Muerto. Había pasado el tiempo, y todavía no podía creérselo. Pero era cierto. Todos en La Madriguera lo sabían. Y George estaba allí. Percy no podía mirarlo a la cara. Era extraño, pero no podía. Tenía la sensación de que su hermano le reprochaba algo. Quizá, que no hubiese hecho algo más por salvar a Fred. ¿Podría haberlo ayudado? No estaba seguro. Todo ocurrió muy deprisa, pero solía pensar que sí, que podría haber salvado a Fred. ¿Por qué no lo hizo entonces?

Percy agitó la cabeza. Le atormentaba pensar en ello. Aunque nadie dijera nada, Percy se sentía, en cierto modo, responsable. Y, por eso, no podía mirar a George. Porque era igual a Fred, y odiaba ver el reproche en los ojos de su hermano muerto. Se odiaba a sí mismo. Tenía muchos motivos para odiarse y, tal vez, ese fuera el menos consistente de todos, pero se odiaba. Se preguntaba constantemente qué hubiera ocurrido si él hubiera estado ocupando el lugar que llevó a Fred a la muerte. ¿Le hubiera tocado a él morir, en ese caso? Tal vez, hubiera sido mejor. Después de todo, los Weasley ya se habían acostumbrado a vivir sin él, pero Fred... Fred era la otra mitad de George. Había muerto él, y se había llevado media alma de su gemelo. Molly y Arthur habían perdido un hijo y medio, y Percy, en días como aquel, se dejaba llevar por la culpa y la autocompasión, y se repetía una y otra vez que su muerte hubiera sido menos dolorosa que la de Fred.

Alguien llamó a la puerta con exquisita suavidad. Su madre. Los cumpleaños en La Madriguera empezaban muy temprano, con un abundante desayuno repleto de dulces y cosas que, normalmente, no comían. Percy suspiró, sabiendo que no podría esconderse por más tiempo. Le dijo a su madre que bajaría pronto, aunque lo que realmente le apetecía era meter la cabeza debajo de la tierra y no salir hasta que no pasara el día.

Aún así, diez minutos después llegaba a la cocina. Todos estaban allí. Incluso Bill y Fleur habían llegado ya. Sólo faltaba Charlie. Estaba en Rumanía, pero había enviado una carta afirmando que llegaría para la cena. Percy saludó a sus hermanos y se sentó junto a Ron. Frente a George. Sonreía y se mostraba alegre, como siempre, pero no era lo mismo. Nunca sería igual. Percy lo miró. Sabía que en algún momento debía hacerlo, y con solemnidad se puso en pie y reclamó su atención.

Salieron al jardín. Percy era más consciente que nunca de que apenas habían hablado a solas desde lo de Fred. Y era incómodo, porque, en cierta forma, se moría de ganas de hacerlo. Tenía la sensación de que George también, por cómo lo miraba, como si quisiera preguntarle algo y no se atreviera.

-Feliz cumpleaños, George -Dijo con gravedad, entregándole su regalo. George lo mira, entre sorprendido y divertido, y coge el pequeño paquete. Es un reloj. Un reloj muy especial, con el que esperaba ser perdonado, si es que había algún motivo para hacerse perdonar -Era del padre de Penny. Ella me lo dio hace unos días, pero creo que es mejor que lo tengas tú.

George no se burló. Percy fue solemne, como siempre, y normalmente se hubiera reído de su rigidez, pero no ese día. El menor de los hermanos lo entendía perfectamente. Percy era idiota.

-Cuando Penny sepa que me lo has dado, querrá matarte.

Percy sólo se encogió de hombros. George rió y le pasó un brazo por los hombros.

-Eres tan ridículo, Perce. Muchas gracias.

Perce... Durante años, Fred fue el único que lo llamó así, en las escasas ocasiones en las que lo tomaba en serio. Y, ahora, George lo hacía. No pudo evitar sonreír, emocionado. Sintió un nudo en la garganta y abrazó a su hermano. Él nunca abrazaba a nadie, salvo a Penny o a su madre, y ese día no pudo contenerse. Era el cumpleaños de Fred, y George le había perdonado.

Y como mi muso ha estado trabajador este fin de semana, también voy a colgar la cuarta viñeta de Petunia. Esta vez sin Lily, pero con un personaje importante. Es tan obvio saber de quién se trata, que ni siquiera os propondré que lo averigüéis.

Autor: cris_snape
Fandom: Harry Potter
Personaje/Pareja/Trío: Petunia Dursley
Tema: #8 - Calor

Cotillear y criticar. Dos buenas actividades para el primer día de clase.



-¿No te has enterado? ¡A Pamela le han puesto gafas y un aparato en los dientes! ¡Está horrorosa!

Heather suelta una carcajada ante su propia broma, y sus amigas se unen a coro, llenando aquel rinconcito de la clase de risas maliciosas. Petunia ríe sin ganas. Aún está molesta porque sólo hace una semana que Lily se marchó a Hogwarts y se despidieron con acritud. Bueno, realmente ella fue la única claramente hostil y, tal vez por eso, se siente mal. Recuerda el gesto herido de su hermana y piensa que ha sido demasiado dura. Pero Lily ya debería estar acostumbrada. Hace dos años que dejaron de ser las hermanas de antes. No debería mostrarse así, frágil y triste. Debería hacerse a la idea, como Petunia había hecho mucho tiempo atrás.

-¡Oh! ¿Habéis visto a Karl? ¡Está buenísimo!

Esa es Martha. Tiene la voz muy aguda y, cuando suelta un gritito emocionado, Petunia despierta de su ensoñación y está a punto de mirarla de mala gana. Pero, gracias a Dios, se contiene y logra fingir un poco de complicidad con su amiga. A ella Karl no le parece demasiado guapo, pero sabe peinarse con estilo y tiene un buen equipo de música en casa. Es en su casa donde se hacen las fiestas más importantes del colegio. Si quieres ser alguien, tienes que ser amigo de Karl. Porque Karl es un deportista, les gusta a las chicas y, además, sus padres tienen dinero. Aunque a Petunia no le agrade demasiado.

-¿Habéis visto ya al nuevo?

Sophie habla cuando las otras chicas se tranquilizan. Normalmente, ella es la más silenciosa del grupo. Heather es la que critica a todo el mundo, Martha la que se enamora de un chico cada semana, Sophie la que suele poner orden y Petunia... Petunia es la que aspira a ser perfecta. Ni más, ni menos. O eso dicen sus amigas de ella.

Cuando Sophie habla, Petunia siente verdadero interés por lo que tiene que decir y le presta atención. No puede evitar mirar a su alrededor, buscando una cara desconocida que no halla.

-Vive en la plaza, al lado de la tienda del señor Cromwell -Sophie sigue hablando. En tono confidencial, eso sí, para que nadie más tenga acceso a la información que con tanto esfuerzo ha recopilado -Llegó a principios de verano y se ha matriculado en la escuela. Vendrá a nuestro curso.

-¿Te refieres a ese chico tan mono? -Martha parpadea y Petunia alza una ceja. ¿Acaso Karl ya es pasado para su querida amiga? -Yo sí lo vi, pero parece mayor que nosotras...

-Es que es mayor -Sophie carraspea. Supuestamente quiere asegurase de que nadie las escucha, pero Petunia tiene la sensación de que pretende crear expectación -Vendrá a nuestro curso porque ha estado en la cárcel.

-¡Oh! -Martha y Heather se cogen de las manos, emocionadas y ansiosas por saber más. Petunia entorna los ojos un momento. ¿La cárcel?

-Antes, vivía en una granja de Gales. Dicen que empezaron a aparecer gallinas muertas. Decapitadas -Un gritito de las otras dos chicas hace que Sophie sonría. Petunia se pregunta si se está inventado todo aquello. Suena emocionante y peligroso tener a alguien así en su misma clase -Una noche, lo encontraron con las manos en la masa. Él mataba a las gallinas. Les cortaba la cabeza. Con los dientes.

Martha y Heather dan un grito y sus sillas caen irremediablemente al suelo. Petunia no puedo evitar sobresaltarse, evocando mentalmente esa escena en su cabeza, y se pone en pie. Sophie se cruza de brazos, muy seria, dando a entender que lo que ha dicho es la pura verdad. Un poco exagerada, quizá, pero la verdad, después de todo.

-¡Oh, Dios mío! -Heather toma asiento de nuevo, con la mirada desenfocada y las manos aún sujetas a las de su amiga -¡Un criminal!

-¡Y es tan mono! -Se queja Martha.

-¿Cómo se llama? -Pregunta Petunia, después de recuperar la calma. Sophie se acerca a ella, mientras sus amigas se acomodaban en sus pupitres y dejan de hablar. Es una suerte tener de compañera a Sophie. Normalmente ella es la primera en enterarse de todos los cotilleos de la escuela, aunque sea Heather quién más maestría demuestra propagándolos.

-Martin Lawrence -Dice la otra, sonriente y saca sus libros de la mochila -¡Oh, mira! ¡Ahí lo tienes!

Petunia giró la cabeza. ¿Cómo no hacerlo después de lo que acababa de escuchar? Espera encontrase un chico alto, fuerte, de aspecto desaliñado, y ahí lo tiene. Quizá no tan fuerte como pensaba, pero sí altísimo, aunque está muy flaco. El pelo largo le cubre los ojos y el nudo de la corbata está suelto, como si el joven pretendiera dar a entender que no le agradaba lo más mínimo el uniforme de la escuela. Realmente no parece mucho mayor que ellas, y a Petunia no le parece tan mono como Martha dice (definitivamente, no tienen los mismos gustos), pero no está mal. Lástima que no se haya peinado, pero a Petunia le gusta esa forma despreocupada que tiene de caminar. Le ha llamado tanto la atención, que no ha dejado de mirarlo desde que entró. Con tanta insistencia que el chico se da cuenta y clava en ella sus ojos.

¡Y qué ojos tiene! Grandes y verdes, de mirada intensa. Sólo esos ojos compensaban la vulgaridad del resto de su figura. Petunia parpadea, sin poder dejar de observarlo, y él tampoco parece dispuesto a ponerle las cosas más fáciles. De hecho, Petunia juraría que la está retando.

La joven siente un intenso calor quemarle el rostro. Sabe que se ha ruborizado y, cuando el nuevo sonríe y agita la cabeza, comprende que él debe pensar que es una tonta. En cualquier caso, él haba ganado aquel primer duelo de voluntades, y Petunia tiene la inquietante certeza de que ahí no acabará todo. Los ojos verdes de Martin Lawrence la van a perseguir durante mucho tiempo.

30vicios, percy, petunia

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