¡Muy buenas a todos! Aquí vengo con el tercer Vicio sobre Petunia. Es del momento justo en que se rompe la relación con Lily y, bueno, os dejo que lo leáis antes de comentar nada. Espero que os guste. ¡Saludines!
Autor:
cris_snape Fandom: Harry Potter
Personaje/Pareja/Trío: Petunia Dursley
Tema: #15 - Leer
Petunia descubre que no siempre puede tener todo lo que desea, y eso la pone furiosa.
Petunia Evans es una luchadora. Todos en el barrio saben que, cuando la larguirucha niña de cabello rubio y ojos azules se propone algo, no para hasta conseguirlo. Es persistente y voluntariosa, y cuando tiene algún sueño, se asegura de que se vea cumplido. Sus padres la admiran por eso, pero incluso para ella existen cosas que son imposibles. Petunia pensaba que no era así, que podría tenerlo todo con sólo desearlo, pero esa tarde, la realidad la golpea con fuerza, llenándole el corazón de impotencia, resignación y furia.
Sentada bajo un árbol, acaricia el emblema de ese colegio al que pronto acudirá Lily. Hogwarts. Ha tenido que enviar muchas cartas hasta obtener la respuesta, y ahí la tiene. Su nombre garabateado con elegancia en el sobre blancuzco, y la soberbia lechuza mirándola con fijeza, como si pudiera ver a través de ella.
Petunia tarda unos minutos en abrir la carta. Comienza a hacerse ilusiones, pensando en el futuro que tendrán Lily y ella en Hogwarts. Juntas, como siempre, aprendiendo codo con codo, creciendo una al lado de la otra, como hasta ese día. Aunque a veces se peleen, aunque en ocasiones a Tuney le incomode que Lily sea tan distinta al resto de la gente, se muere por ir al colegio con ella. Muchas veces habían soñado con sus años de adolescencia, compartiéndolo todo. Tristezas y alegrías, éxitos y fracasos. Siempre juntas.
Cuando supieron que Lily era una bruja, Petunia pensó que eso sería el final de su relación como hermanas. Al principio, le costo un poco asimilar la noticia. Todo parecía indicar que Lily pertenecía al mundo de la magia y, a sus trece años, Tuney ya no creía en los cuentos de hadas. Descubrir que la magia era real, y que Lily era una hechicera, le causó gran consternación. Pero era lógico. Era la mejor explicación para todas las cosas extrañas que su hermana solía hacer. Además, ese chico tan desagradable ya le había hablado a Lily sobre ello. Petunia había intentado separarlos, demostrarle a su hermana que el muchacho era una mala compañía, pero no lo había conseguido. Tuney llegó a pensar que, si un solo chico había conseguido que Lily y ella tuvieran la peor discusión de sus vidas, el mundo mágico al completo las separaría para siempre. Si su hermana se iba a Hogwarts, todo estaría perdido, y Tuney aún necesitaba a Lily. Estaba segura de que Lily también la necesitaba a ella.
Por eso, había escrito todas esas cartas dirigidas a Albus Dumbledore, el director de Hogwarts. Petunia se había negado rotundamente a dirigirse a cualquier intermediario, y había solicitado su plaza en el colegio de magia. Al principio, con suma cortesía y, más tarde, con algo más de brusquedad. Y es que había escrito muchas cartas. Demasiadas. Un par de ellas cada día, con la esperanza de que alguien le respondiera. Incluso había intentado capturar una lechuza. Suponía que, si los magos las utilizaban para enviar su correo, ese sería el método más efectivo para entablar contacto con el señor Dumbledore. Pero las lechuzas no eran animales que se dejaran atrapar con facilidad, y Petunia siguió enviando sus cartas de la forma ordinaria: a través de todos los buzones de correo que encontraba en el camino.
Finalmente, lo ha conseguido. Esa mañana, al fin ha llegado la tan ansiada contestación, y Tuney sale corriendo de la casa para leer la carta de Hogwarts en privado. Quiere que, cuando obtenga la respuesta positiva, sea una sorpresa para todos. Sus padres se sentirán tan orgullosos de ella como lo están de su hermana, y Lily... Tuney espera, desea, que se ponga tan feliz como ella. Estarán juntan, crecerán juntas, como siempre habían soñado.
Pero las cosas no salen siempre como uno quiere. Los ojos de Petunia Evans se llenan de lágrimas cuando lee lo que Dumbledore tiene que explicarle. Que lo lamenta, pero que ella no podrá ir a Hogwarts porque no es una bruja. Que no se desanime, porque está seguro de que podrá hacer cosas buenas ahí donde está, con los muggles. Y que no tenga miedo por su hermana, porque Lily estará bien, junto a la gente que puede ayudarla a desarrollar su verdadera esencia. Lejos de ella.
Petunia se limpia con furia la humedad que cubre sus mejillas. Bien. Ese maldito viejo dice que Lily sólo podrá ser alguien en Hogwarts. Bien. Porque Lily es una bruja y ella no. Bien. No necesita las migajas de todos esos... Anormales. No necesita ir a ese colegio para locos y bichos raros, y no necesita que Lily esté con ella. Es como ellos. Tan extraña, con amigos tan desagradables como ese asqueroso chico. Bien. Ella se quedará en casa, con sus padres, y tendrá una buena vida. No necesita a Lily. No la necesita y va a demostrárselo. A partir de ese día, su hermana ya no existe. No, hasta que no deje de ser lo que es. Si Lily quiere volver a ser la Lily normal de siempre, muy bien, Tuney la aceptará de nuevo. Pero si Lily va a Hogwarts, si se convierte en una anormal, Petunia no querrá saber nada más de ella. Jamás. Su relación de hermanas habrá terminado en ese momento, Así es como deben ser las cosas. ¿No? Ese Dumbledore lo ha dicho en su carta. Pertenecen a sitios diferentes. Bien. Pues Petunia Evans se encargará de que los mundos de ambas nunca se mezclen. O lo tiene todo, o no quiere nada.