Jul 28, 2007 00:05
¡Uhm...! Creo que le he cogido el gustillo a esto. Para seguir experimentando (y aprovechando que el calor me ha fundido mi neurona buena, logrando que actúe de forma impulsiva-compulsiva) voy a subir la primera de las antiguas viñetas de Historias de Hogwarts que quiero dejar por aquí.
Me he decidido por la de Evan Rosier. Puesto que seguiré el orden cronológico, no esperéis ver una viñeta anterior a esta . Ni Warrington, ni Malfoy ni Dolores Umbridge. Lo sé. Lo siento. Yo también quería verla por aquí... :S. La historia me gusta porque fue una de las primeras que pensé, así que le tengo cariño. Además, fue mi primer mortífago de verdad (a Draco no lo cuento, pobre chico) y supuso un reto escribir algo como lo que escribí.
¡Bah! Me dejo de rollos y pongo la viñeta, que para eso estoy aquí.
Evan Rosier
El valor de la amistad
Conocí a Benji en el Expreso de Hogwarts, cuando me disponía a iniciar mi educación mágica. Era un niño demasiado alto y robusto para su edad y tenía los ojos azules más extraños que yo había visto nunca. Supongo que por eso decidí hablar con él; en mi familia, todos teníamos los ojos de un vulgar color castaño y los de Benji estaban cargados de misterio: eran azules, sí, pero si te acercabas un poco, podrías distinguir pintitas doradas en sus iris... Reconozco que, al principio, me quedé embobado mirándole, hasta que él me habló, revelándome, quizás, más cosas de las que debería.
-“¿Tú también estudiarás en Hogwarts? -Me dijo, claramente nervioso, y yo pensé que era la pregunta más estúpida que me habían hecho nunca -“Yo recibí la carta hace unas semanas. Al principio, mis padres creyeron que era una broma, pero entonces encontraron la perfecta explicación para entender todas las cosas extrañas que puedo hacer”
Desde ese momento, supe que la compañía de Benji no me convenía. El apellido Rosier lleva presente en el mundo mágico muchos siglos y, aunque no es tan importante como el Black o el Malfoy, todos en mi familia podemos presumir de nuestra pureza de sangre. En bueno de Benji no encajaba; ni siquiera merecía estudiar magia. Yo, a mis once años, supe que esa amistad no sería bien vista por nadie, pero los ojos de aquel sangre-sucia me habían cautivado, hasta el extremo de que no le retiré la palabra de forma inmediata.
Tampoco lo hice cuando Benjamin fue a parar a Gryffindor y yo a Slytherin. Supongo que era más que evidente que terminaríamos en casas opuestas, siendo yo un pura sangre y él un hijo de muggles. Recuerdo que Benji me miró desde la mesa de los leones; recuerdo que me sonrió con sus extraños ojos azules y yo le devolví el saludo. Creo que esa noche llegué a pensar que podríamos ser amigos y, de hecho, lo fuimos durante nuestros siete años de estudio en Hogwarts. A escondidas de todo el mundo, como dos amantes furtivos, pero compartiendo horas de interesantes debates sobre la importancia de la sangre en el mundo mágico y temas similares.
Benji era muy inteligente. A pesar de nuestras posiciones encontradas, nuestros debates eran apasionados, pero nunca violentos; puedo decir que es el único sangre-sucia al que he respetado en mi vida. Era un gran mago... Bueno en Defensa Contra las Artes Oscuras, en Transformaciones y Pociones... Nuestra relación de amistad era muy intelectual y compartíamos nuestros conocimientos mágicos con entusiasmo, olvidando que éramos enemigos naturales: león contra serpiente, sangre pura contra sangre sucia...
Mortífago contra auror...
Realmente, me hubiera gustado que Benji no hubiera decidido dedicarse a la caza de magos tenebrosos. Una noche, durante nuestro último curso, se produjo una matanza en los barrios periféricos de Londres; en aquel entonces, yo ya era uno de los hombres de Lord Voldemort, aunque aún no había participado en ningún ataque contra muggles. Recuerdo que los Slytherin celebrábamos aquella victoria entre susurros emocionados, mientras los chicos de las otras tres mesas nos miraban con desconfianza. Recuerdo que alcé la vista y que, como tantas otras veces antes, me encontré con los ojos de Benji... En su mirada intuí que ya no éramos amigos. Él sabía que yo era un mortífago; había visto la Marca Tenebrosa en mi antebrazo, pero no dijo nada. Yo esperaba que me delatara, pero creo que sentía cierta lealtad hacia mí y guardó silencio; tuve que convencerlo de que la realidad no era tan mala como los tipos del ministerio insinuaban (aunque fuera mucho peor), pero esa noche, después de la matanza de muggles, Benji supo en lo que me convertiría y nuestra amistad se rompió sin necesidad de palabras. Muy pronto, el pequeño leoncito se convertiría en auror y yo ya era un mortífago. Por más respeto que nos tuviésemos, no podríamos volver a compartir más debates escondidos en un aula vacía del castillo, temerosos de que alguien nos descubriera y delatara frente a nuestros compañeros.
Normalmente, no pienso en esa extraña amistad. Hace algunos años que salimos de Hogwarts y, en todo este tiempo, no nos hemos encontrado ni una sola vez... Hasta esta noche...
Capturamos a Benji a las afueras de una aldea que ni siquiera sé como se llama. Fue un poco extraño, porque no había más aurores por ahí cerca y era evidente que Benji estaba allí porque sabía que nosotros íbamos a atacar a la gente del pueblo. El ataque era la “puesta de largo” de una nueva mortífaga y sólo fuimos unos cuantos veteranos, para supervisar los logros de la nueva recluta, Bellatrix Black. El viejo Avery, que parece tener un pie en la tumba, a pesar de que sus maldiciones son realmente efectivas, el mayor de los hermanos Lestrange, que resultó ser el prometido de Bellatrix, y yo. Sólo los cuatro.
Fue fácil atrapar a Benji. Creo que lo pillamos por sorpresa y, aunque se resistió, conseguimos reducirle. Bueno, “consiguieron”, porque yo me vi incapaz de lanzarle un mísero hechizo; por alguna extraña razón, me quedé quieto, mirando el espectáculo, sin hacer nada. Mis compañeros no parecieron darse cuenta, ocupados como estaban en vencer al auror.
Ahora, escucho sus alaridos de dolor. Cada vez son más débiles, de la misma forma que la estridente risa de la chica Black va aumentando su volumen. Esa mujer está completamente loca; reconozco que a veces da un poco de miedo. Está tan obsesionada con la causa, que no dudaría en vender a su madre por recibir un halago del Señor Oscuro...
A ella precisamente se le ocurrió la idea de torturar a Benji para sacarle información. Lestrange y yo abogamos por una muerte rápida, como ya habíamos hecho en numerosas ocasiones, pero Avery, el jefe de la expedición, decidió seguir la sugerencia de Bellatrix. Hace más de una hora que está encerrada en ese cuarto; yo sólo soporté los diez primeros minutos, rehuyendo la mirada de Benji como podía. Lestrange salió hace un rato, hablando con emoción sobre la “no-sé-qué” del Fénix; algo relacionado con el viejo Albus Dumbledore, en todo caso. A mí no me interesa demasiado, la verdad; sólo quiero que la tortura termine para poder irme a casa...
Bellatrix y Avery salen de la habitación, sonrientes y cubiertos de sangre. Si la víctima hubiera sido cualquier otra persona, no me hubiera importado, pero...
-¿Está muerto? -Pregunto con frialdad, levantándome y caminando hasta ellos.
-Aún no -Bellatrix hace una mueca cruel -Vamos a hacer un pequeño descanso. Rody...
Bella extiende un brazo hacia su prometido y éste lo toma con caballerosidad, haciendo que la escena resulte un tanto surrealista. No sé muy bien qué pensar de todo esto, pero sí tengo una cosa clara: cuando el descanso termine, las cosas se pondrán realmente feas para Benji...
Entro en la habitación sin hacer mucho ruido. El auror permanece atado a silla de aspecto endeble, cubierto de sangre, aunque no sabría decir de dónde procede. Su respiración es un jadeo ahogado y tiene la cabeza agachada; está derrotado y no se molesta en mirarme. Con mi máscara de mortífago, debo ser uno más para él, así que me acerco y, lentamente, dejo mi rostro al descubierto.
-Ben -Le digo con suavidad, sacando mi varita. Él alza la vista y clava en mí esos ojos azules... Ojos vidriosos, vacíos de expresión, muertos... Pero, tan especiales como siempre.
-Evan -Musita. Su voz es apenas un murmullo sordo y, antes de que pueda añadir nada más, comienza a toser con fuerza, escupiendo sangre por la boca -Gracias...
Sé porqué ha dicho eso. Sabe lo que estoy a punto de hacer.
Alzo mi varita y el rayo de luz verde golpea directamente en su pecho. Su cabeza se hunde hacia un lado y la estancia queda en silencio. Yo sonrío y le cierro los ojos respetuosamente; después de todo, seguimos siendo amigos.
************************ ************************* ************************ ************************* *********************
Hasta aquí por hoy. Ahora, a pensar en el día de mañana. ¡Al fin podré ver mi piso nuevo! ¡Yuju! Ahora sólo falta que me entreguen las llaves y ya no habrá solución. Seré una esclava de los bancos el resto de mi vida :(
Besazos,
Cris Snape
historias de hogwarts