no me vengas con cuentos chinos, que el che, gardel o maradona ♪

Apr 13, 2010 21:04

 Primero felicito por su cumple a miata_montesco  alias Lukia <333 que cumple 18 aunque shhhh.... no digan nada, a partir de ahora te quedas estancada en esa edad durante el tiempo que quieras ♥

Espero que la pases en grande, linda. Y ya sabes, saca el látigo para castigar a los herejes que no quieran cumplir tus mandatos divinos ;)

Luego dejando eso, contaré un par de cosas de mi real life (que a nadie le interesa, pero me encanta cotorrear) comencé bien el colegio, me estoy sacando buenas notas con el mínimo esfuerzo y créase o no tengo por primera vez en muchos años las carpetas completas (por ahora). Encima tuve que hacer un par de tps grupales de las materias en las que me va mal y qué inteligentosa yo, me voy con el grupo de las escoltas de la bandera xp  y eso, soy feliz.

Ya los dejo de aburrir y les dejo un par de palabras para el quinesob , igual no voy a llegar :(

De tacones rotos y princesas sin vestido (Ezequiel/Raquel) (235 palabras)
Y aquí se repetía la escena.
- ¿Me amas?
-Sí.
- ¿Me darás otra oportunidad?
-Sí.
Siempre era lo mismo, a Raquel le gustaría decirle que no. Que ya no soporta sus desplantes y engaños, que ya le dio demasiadas oportunidades a Ezequiel, que estaba harta de mantener en secreto su relación. Que no soportaba ser el plato de segunda mesa.
Pero no podía porque ella sabía que él era consiente del amor que sentía por él.
Y fue en una de esas charlas en las que se dio cuenta que todo lo que antes del amor, no era nada. Porque ya había dejado de soñar demasiado pronto que iba a llegar un príncipe azul para salvarla del infierno que era su casa.
Que la pasión y el amor eterno no eran más que mentiras de marketing para que compraras chocolates en San Valentín. Porque la que ellos tenían se había esfumado hace tiempo y sólo quedaba la necesidad enfermiza de apartarse de la locura de su padre, la sombra de su madre y la indiferencia de su hermano.
Que el color rosa de la tela que había recubierto a Ezequiel cuando lo conoció solo tapaba el sin color de la monotonía y la frialdad del hombre.
-.-
- ¿Me amas?
-Sí.
- ¿Me darás otra oportunidad?
-No.
Raquel le gustaría haber tenido esta conversación, pero Ezequiel salió tan rápido de su vida como cuando entró: yéndose con otra.

Marrón (Ramiro) (1225 palabras)
Lo que más le impresionó de la madre de Raquel, Ana, fueron sus ojos. Le vio pocos meses después de conocer a Raquel, hacía alrededor de 4 años ya. Recordaba haberse quedado paralizado esa tarde que le había llevado unos apuntes a Raquel, cuando aquella mujer le abrió la puerta y lo primero que vio fue ese acero en sus ojos. Metal duro y tan frío, que se sintió helar de los pies a la cabeza, hasta ponerse tan nervioso como nunca se había sentido con una mujer.
De rasgos duros y afilados, crispados apenas ceñudos, pero que la mirada decía tanto “largo de aquí” que no era necesario que frunciese nada.
(Cabe aclararse que fue después de la impresión que se dio cuenta lo diminuta que era la mujer, apenas le sacaba una cabeza a Raquel y eso que hasta un pitufo le saca una cabeza a la petiza.)
Aunque juraría haber visto una expresión bastante parecida en algún lado, pero sin poder estar totalmente seguro. Fue entonces que se dio cuenta de que la mujer era demasiado parecida a Raquel quitando la jodida mirada que daba miedo. La cara era igual, sólo que los rasgos de su amiga eran, por mucho, más suaves y sus ojos marrones eran miles de veces más cálidos que la de Ana. Y eso que Raquel no era una florecita exactamente.
- ¿Necesitas algo?- preguntó la mujer con voz impersonal y dura, era claro que tanto escrutinio le molestaba y Ramiro se sintió avergonzado, hasta el punto en que se removió nervioso.
-Vengo a dejarle unos apuntes de Historia a Raquel- aclaró sintiendo el lacerante metal de sus ojos inspeccionándolo desde el pelo hasta las uñas de los pies.
Ella no dijo nada, pero se apartó dejándole espacio para que pudiese pasar.
-En el segundo piso, tercera puerta de la derecha- indicándole dónde estaba la habitación de su hija, aunque él antes ya había estado por allí varias veces, pero nunca había visto a sus padres y recordaba haber visto a Facundo, el hermano mayor de Raquel (que no debería estar tan bueno. Y él no debería estar fijándose en el culo del hermano de su mejor amiga), un par de veces volviendo medio borracho de fiestas, pero siempre la casa estaba demasiado vacía.
Vio a la mujer más que dispuesta a irse en dirección de la cocina, cuando una copia casi exacta de ella entró por la puerta con el libro de estudios de Biología en sus manos, usando los diminutos anteojos que necesitaba para leer. Pareció sólo notar su presencia en la habitación, ya que se acercó con rapidez hasta él y le abrazó como era su costumbre (al menos no le había hecho el abrazo del koala).
-Tronco- le saludó con entusiasmo usando el maldito apodo de mal gusto que le habían puesto entre Héctor y ella, mientras se quitaba los anteojos y sonriendo. Pero luego de un segundo, notó a su madre en la habitación y se separó de él. Le dirigió una mirada a su madre cambiando de expresión abruptamente, a una de definitiva aversión mezclado con temor (probablemente habitual, no parecía asustada de la situación, sino de la persona. Quizá más por costumbre que por el momento, como un perro maltratado frente a la persona que lo lastima a diario).
Ana levantó una ceja en muda pregunta y Raquel pareció comprender, ya que se enderezó incómoda y volvió a dirigirle la mirada. Ramiro no supo distinguir entre los sentimientos que se mezclaban en esos ojos marrones tan diferentes a los grises de la amenazadora figura de su madre.
-Rama, vamos a mi cuarto y me dices eso de Historia- le dijo dirigiéndose a la salida de la sala olvidándose los anteojos sobre la mesa y sin volver a mirar a su madre.
Ramiro agradece que fueran tan pocas las veces que viera nuevamente a Ana.
Ese día fue cuando entendió la mitad de la personalidad de Raquel.
-.-
Estaba rememorando nuevamente esa escena en la sala de espera del hospital, ahora un poco más tranquilos de saber que estaba estable, aunque todavía nerviosos por si le llegase a pasar algo, si pasaba bien las siguientes 24 horas, lo más probable es que despertase pronto. Habían estado en el punto más crucial del estrés cuando se enteraron de que necesitaban sangre muy poco común que ninguno de ellos tenía. Menudas ganas de ser 0+ tenía Raquel, según el médico fue una donación anónima, pero estaban tan preocupados por el estado de su amiga que no se preocuparon demasiado por enterarse quién había sido el alma caritativa.
Luego de la transfusión, los humos bajaron bastante y el cansancio comenzó a ser más evidente en su rostro, el de Héctor y el de Facundo. Héctor se negaba a moverse hasta que llegó Mariana y lo arrastró hasta su casa para que durmiera un par de horas. Facundo que era insomne crónico igual que su hermana, no parecían afectarle demasiado las pocas horas de sueño. Y él, por Dios, sentía que en cualquier momento se iba a quedar dormido estando parado.
Había podido dejar un rato a su desconsolada pareja cuando habían llegado Santiago y Nadia a dar apoyo. Pudo tomar aquel tiempo para poder ir a beber el mentado café, aunque tenía la impresión que no le ayudaría demasiado.
Estando con Facundo era más fácil no pensar que Raquel estaba en la cuerda floja y que cualquier brisa demasiado fuerte podría decidir de manera desfavorable su futuro. En que probablemente no podría volver a ver aquella sonrisa maliciosa o aquellos ojos marrones tan sufridos pero tan fuertes a la vez. Cálidos, bastante parecidos en lo que transmitían como los de Facundo. Dios sabrá a quién habrán salido esos dos, porque teniendo esos padres.
Y en ese momento volvía a rememorar el primer encuentro con la madre de Raquel. Cómo era posible que dos mujeres tan parecidas físicamente le transmitieran dos sentimientos tan diferentes. Toda diferencia radicaba en sus ojos, en que los de Raquel eran cálidos y alegres, con un brillo de travesura que tapaba la amargura del día a día, mientras que los de Ana eran de cristal tan transparentes que se podía ver no sólo el sufrimiento, sino las ganas de infundir ese dolor en alguien más, para sentirse menos miserable.
Y por un momento, Ramiro se preguntó que si Ana tuviera ojos marrones tal vez no le daría tanto pavor cerca de ella.
Pero descartó la idea al instante viendo la estupidez que estaba pensando y dándose cuenta que en realidad le faltaban horas de sueño. Tiró el café frío a la basura y se encaminó hacia la sala de espera, pero sin darse cuenta tomó el otro camino que daba con la entrada a la otra puerta de la habitación, encontrándose con la última imagen que esperaba.
Ana Olivares nunca tan menuda como en ese momento, nunca tan parecida a Raquel como cuando la conoció. Vestida correcta y sin una arruga, con una venda en el brazo izquierdo que indicaba claramente una extracción de sangre, con la mirada gris posada en el vidrio de la puerta.
Un gris tan diferente al que se había acostumbrado a ver, sombrío y triste, sin toda la frialdad y dureza. Tan desolados y oscurecidos por la angustia.
Los ojos de Ana Olivares nunca le parecieron tan marrones.

Si una mujer te dice… (Héctor y David) (Ella) (1224 palabras)
Haberse roto una pierna es una mierda. No sólo porque no te puedes mover ni para ir a mear solo, sino que tienes que aguantar a cada uno de los indeseables visitantes a los que les diste la llave de tu casa y teniendo que recibirlos con una sonrisa demasiado falsa en el rostro. Y como no puedes moverte, es un tanto difícil estamparles la puerta en la cara.
Primero Nelly con sus kilos de cazuela de pollo y sus 1500 consejos maternales que en el fondo agradecía, pero estaba bastante cerca de mandarla a la mierda en el exterior. Luego las no menos indeseables de Raquel (siempre tan cariñosa y comprensiva) para recordarle la diversión que se estaba perdiendo por las noches.
Hubieras visto a Nadia, fue alucinante. Su eructo podría ganar un premio Guiness.
Cuando ella sabía que era el mejor en esas competencias, perra desgraciada.
Y la más hilarante de todas, siempre es la de Ramiro que viene día por medio a traerlo los apuntes y cosas que mandaron del colegio. ¿En serio pensaba que ÉL iba a tocar alguno de esos papeles?
Estando tan acostumbrado a esas tres visitas que siempre llegaban sin avisar (la familia no avisa, le habían dado de excusa. ¡Mentira cochina! Les habría gritado si no tuvieran tan cerca su pierna), no pudo más que sorprenderse cuando llamaron a la puerta insistentemente.
Refunfuñó con malas pulgas y se levantó del sillón donde estaba viendo TV, usando las muletas. Se sorprendió de manera no muy grata cuando a través de la mirilla descubrió al novio de su mejor amiga, o sea la última persona que esperaba que pasara por su casa, después de Mick Jagger, el Ratón Pérez y el fantasma de John Lennon.
Héctor quería sinceramente creer que eso no era uno de los signos del Apocalipsis.
-Héctor- saludó extrañamente nervioso.
-Santana- le respondió con su apellido de la manera que acostumbraba, dejándole pasar. Volvió a su asiento, todavía extrañado.
-Traje…- comenzó a hablar, pero con una voz que hacía connotar que definitivamente no parecía estar muy seguro de lo que decía. Sacó del morral que traía una bolsa de papas fritas y a Héctor se le iluminó el rostro. Estaba harto de la cazuela de pollo. Con todo respeto, Nelly.
Héctor dio un suspiro un poco más tranquilo. Qué chico inteligente, aunque seguramente había aceptado el consejo de Ramiro de traerle algo de comer para poder hacerle escupir alguna respuesta.
- ¿A qué debo tu visita a hotel de lujo, Santana?- preguntó abriendo la bolsa de papas, aunque sabiendo que tendría que responder un par de preguntas, aunque cuanto antes mejor, tampoco es como si pudiera escaparse.
David se quedó parado, tal vez aun bastante nervioso y no muy convencido.
-Necesito un consejo sobre Raquel- dijo suspirando pesadamente como si ni siquiera él pudiera creer lo que estaba diciendo. Héctor no pudo hacer más que mirarlo con esa expresión de “¿y a mí me vienes a preguntar, idiota?”
-Santana, te creía un poco más inteligente- comentó tomando el control remoto y cambiando de canal, mientras que llenaba su boca con papas. Tragó y soltó -: No sé qué tienen todos para pedirme consejos amorosos cuando nunca tuve una relación- dijo rascándose la nuca porque en verdad no lo comprendía. -Es más deberían fundar una asociación de emos para ayudarse entre sí y dejarme de joder a mí. Pero ya que me trajiste de comer algo diferente a la cazuela de pollo de la abuela de Raquel, seré generoso y tal vez te de un pequeño trozo de mi enorme sabiduría- dijo señalando el sillón de al lado suyo como si estuviera una obra de enorme bien para la humanidad.
David se contuvo a decir cualquier cosa y se mordió la lengua, sentándose al fin. Suspiró profundamente y comenzó a hablar.
-La verdad es que ni yo sé muy bien qué hago aquí, fui a hablar con Ramiro que se supone que es su mejor amigo y que es quien más la conoce, pero me dijo que tú la conoces mejor y que eres tan poco e insensible que sabrías dar consejos más objetivos- dijo obviamente sin poder creer las palabras que salían de su boca.
- ¿Me llamas insensible y poco humano, y luego pretendes que te aconseje amorosamente?- preguntó irónicamente, mientras engullía más papas.
-Te traje papas, además eso lo dijo Ramiro- intentó defenderse.
-Tienes razón, Tronco siempre me desvalora- hizo una mueca de falsa molestia. -Entonces, ¿nubes en el paraíso, Santana?- preguntó redirigiendo la conversación hacia el grano.
David bajó los hombros y se pasó una mano por el cabello, algo incómodo por tener que compartir eso con alguien como Héctor, hubiera sido miles de veces más fácil con Ramiro.
-Peleamos muy feo- aunque no pudo terminar la frase porque no creía que Héctor siendo como era (o sea, un imbécil redomado sin buenas intenciones) pudiera entender que estaba verde de los celos de que Raquel saliera prácticamente todas las noches a bailar sin saber si se traería a más flacos, porque francamente a él no le gustaba para nada ese tipo de salidas.
Cómo decirle que odiaba cualquier toda práctica que ambos consideraban diversión de ese tipo.
Que ya no estaba para tantas pataletas como las de Raquel acerca de ese tema.
Esa situación era idiota, no debería haber venido. ¿En qué mierda había estado pensando cuando aceptó el consejo de Ramiro?
-Mira. Como dijo una vez Homero Simpson: Si una mujer dice que no pasa nada, es que todo va mal; si dice que todo va mal, es que todo, todo va mal. Y si dice que algo no es gracioso, más te vale no reírte como un descosido.- la última parte la dijo con tanto ímpetu que por un momento, David se preguntó si lo decía más por experiencia propia, pero dándose cuenta que en realidad no le interesaba demasiado. Además era el peor consejo que había recibido en su vida, podría bien haber mirado Los Simpsons y no gastarse en las papas.
Y cuando estaba dispuesto a despedirse del idiota para irse, Héctor agregó en un tono serio que pocas veces le había oído usar:
-Eres un idiota si crees que cuando sale sigue tirándose a cualquier cosa con pija. Me robaste una amiga y encima me vienes a molestar con problemas estúpidos, Santana. Yo que tú gastaría mejor mi tiempo.
Y aunque no fue de la manera que él pensaba que iba a recibir el consejo que necesitaba, lo recibió. Suspiró sorprendido y se levantó del sillón, dispuesto a irse.
-Gracias, Héctor- y ahí estaba la mueca que le había indicado Ramiro que su amigo hacía cada vez que había dado un consejo sin darse cuenta, eso significaba que le había dado el consejo indicado.
-Vale, la puerta no está cerrada con llave, te acompañaría, pero estoy lisiado- dijo con una muy falsa pena.
Se dieron la mano como despedida y cuando estaba a punto de salir del departamento de Héctor, se escuchó el sonido del celular y le hizo cuando empezaron a hablar, para que se quedara.
-Vale, vale. Ahora voy- su voz sonaba demasiado consternada, lo miró de la misma manera, parecía no poder creer algo y por un momento un mal presentimiento recorrió todo su cuerpo, asentándose en la boca del estómago. -Raquel está hospitalizada. Fue atropellada.

Muerte (Sebastián y Raquel) (646 palabras)
Fue esa noche luego de despedirse de Héctor (porque Ramiro se había negado a ir al boliche). Fue después de haber hecho la previa en el garaje de la casa de la abuela Nelly y después de comer cazuela de pollo. Había bebido demasiado y fumado casi en la misma medida, había probado un poco de la mierda de Héctor, ese polvito blanco que te hacía ver estrellas. Esa noche se había pasado de mambo y no recordaba si había estado con cuántos hombres seguidos.
Estaba demasiado “contenta” aquella noche, había reído con su amigo durante todo el trayecto hacia su casa y probablemente en el colectivo se había quedado dormida un buen rato.
No sabe todavía cómo pudo encontrar la llave de su casa y meterla en la cerradura. Probablemente había dado un portazo porque no más intentar pasar a la sala de camino a su cuarto, se encontró con la cara de orto de su padre ojeroso, con los ojos rojos y un olor a cigarrillo con alcohol que competía con el que llevaba encima. En fin, estaba borracho como una cuba y era precisamente lo que a ella le faltaba en ese momento.
Estaba dispuesta a ignorar las malas pulgas de su padre e ir a descansar a su cuarto, obviamente olvidando que Sebastián Olivares no es el tipo de persona a la que puedes molestar e irte a dormir tranquilo, aun siendo su hija.
Por la tontera, seguramente, no fue que se dio cuenta de esto hasta que fue azotada con bastante fuerza contra la pared del pasillo, no pudiendo evitar lanzar un quejido de dolor. Trató de enfocar la cara de su padre para preguntarle qué mierda le pasaba ahora, pero se vio imposibilitada por la mano que agarraba su cuello y la mantenía en puntas de pie.
Focalizó los ojos verdes de su padre y Raquel puede asegurar que nunca la mirada su mirada le espantó tanto como esa noche. Porque no sólo estaba cargada de ira y rabia mal dirigidas a ella, sino de un dolor insoportable que se adivinaba en cada uno de sus gestos. Raquel cree que fue la única vez que sintió pena por su padre.
Pero esos sentimientos tan bonitos no llegaron hasta después de haber sido arrinconada.
Porque su padre, como acostumbraba se la tomó con ella, apretó un poco más de lo que debería su cuello, hasta casi quedarse ahogada.
-Tú… tú tienes la culpa- le dijo muy bajito, como si a él también le costara sacar las palabras de la boca. Aun estando en puntas de pie y la cabeza alzada, Sebastián podía verle desde bastante más arriba. Todavía no comprendía qué había hecho como para que estuviera así, pero seguía sin poder articular una palabra. -Tú fuiste la última en estar en su casa- se sorprendió de esto ya que no entendía qué bicho le había picado en ese momento y cuando se intentó zafar del agarre, sólo hizo que este fuera más fuerte. -Si te hubieras quedado un poco más… mi… mi madre no estaría muerta… hija de…- dijo sin poder continuar la frase.
Raquel puede asegurar que fue uno de los momentos más duros en el que las fichas que se le caían en la cara. Que algo más que el agarre de su padre sobre su cuello se rompió. Algo dentro de su pecho se desquebrajó y la alegría de la borrachera se fue tan rápido que hasta se mareó.
No notó que su padre salió del salón porque tan solo soltarla, Raquel cayó de rodillas, abrazándose a ellas y hundiendo su rostro lleno de lágrimas entre ellas, sin poder contener el llanto.
Nelly Olivares murió de un ataque al corazón pocos minutos después de que Raquel y Héctor se fueran a bailar esa noche. Ninguno de los dos pudieron nunca dejar de pensar que fue su culpa.

hablemos sobre fanfiction, fandom: original (a donde quiera que vay, comunidad: quinesob, real life

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