Fandom: Harry potter
Título: Tres son multitud
Pareja: Remus/Sirius/Regulus
Tema: Intruso
Palabras: 1.121
Advertencias: Slash. PWP. Trío.
Nota de autora: Drabble subido con permiso de la administración, participa del
drabblethon. Me entusiasmé un poco y dupliqué el número de palabras de la consigna, lo subo aparte por no caber en los comentarios.
Beta: Saiph
¿Qué mierda hace Remus J. Lupin entre dos Black? No, en serio, es una pregunta gramaticalmente correcta y debe ser respondida. La palabra altisonante en el medio es necesaria porque la pregunta debe estar vulgarmente enfatizada: ¿qué MIERDA hace Remus J. Lupin entre Sirius y Regulus? Quizás lo mismo que hace Regulus A. Black entre dos Gryffindor: llenar espacio, gastar el aire e incinerar las sábanas a fuerza de piel.
Las túnicas y toda la ropa están por el piso, y la cama, cuando se queja, parece gemir.
A Regulus le gusta el sexo tranquilo, el obsceno incesto y los besos lentos y oscuros, pero cuando estás entre lobos y perros, debes comportarte como uno. Sirius lo besa y Regulus responde, se deja y se entrega, aunque está tenso. Sus manos se cierran con más fuerza sobre las sábanas cuando Sirius deja de besarlo y lo cambia por Lupin. Se traga la protesta sólo porque su mirada se detiene un segundo, observando los músculos de la espalda de su hermano. Un perlado sudor cubre los tres cuerpos, y el menor de los Black siente que el calor del cuarto es directamente proporcional a lo excitado que está; posiblemente tenga razón.
Sirius, que no es equidad, sino injusticia y mala repartición hecha persona, hace instintivos e inútiles intentos por repartirse.
-“Tranquilos, que hay suficiente Sirius Black para todos”-pero intentos no son suficiente, porque Regulus, como él más joven y con mayor derecho a berrinchar, intenta colarse dentro del beso, llamar la atención de su hermano sea como sea… y tocar a Lupin lo menos posible en el proceso.
La mano de Regulus primero va al hombro de Sirius, después hacia la nuca y finalmente consigue atraer los labios de su hermano hacia los suyos.
-Mmm… -gime dentro del beso, y a Sirius le gusta, lo demuestra metiéndole la lengua y acariciándole el pecho, descendiendo hacia su despierta entrepierna.
Regulus contiene un escalofrío cuando unas manos que no son las de su hermano, curtidas por el Quidditch y tan conocidas, comienzan a acariciarle la espalda.
No, eso no.
Basta.
Se aleja de Remus. Quiere evitar que Lupin lo toque, quiere que desaparezca de la faz de la tierra y le deje a su hermano solo para él. Pero no hay forma de separar a los Merodeadores, y Sirius siempre intenta incluirlos a los dos. Maldición. Remus también quiere. El prefecto, cuando se trata de sábanas, tiene tanto de recatado como Regulus de licántropo, y puja constantemente por la atención del mayor de los Black.
Regulus lleva sus dos manos a las mejillas de su hermano y lo atrae a otro beso que se vuelve el centro de su universo; lengua y dientes, dispuesto a desaparecer cualquier resto de Lupin con su propia saliva.
Las manos de Remus dejan el cuerpo de Regulus y van directamente al del hermano mayor. Mientras Sirius se concentra en un beso que no es para él, Lupin cuela una caricia por su bajo vientre hacia su excitación. Sirius está completamente empalmado y resbala fácilmente entre los largos dedos de su amigo, olvidándose por un segundo del beso que mantiene con Regulus.
Como hecho histórico, Regulus y Remus se miran a los ojos; plata y oro se enfrentan. “¿Te crees mejor que yo?” dicen las miradas. La sonrisa de Remus advierte que el lobo tiene su territorio y va a defenderlo, y la de Regulus aclara: “Yo lo vi primero…”. Un Black y un hombre lobo son criaturas peligrosas, pero Sirius no parece preocuparse, porque se maneja con degenerada magnificencia, como si todos los días el mundo se peleara por él (posiblemente así lo crea).
-No peleen. Hay Sirius para todos, niños… -bromea en su seductora ignorancia de lo que es el pudor, tendiéndose sobre su espalda en la cama; las piernas separadas con descaro, exponiendo su brillante y ligeramente humedecida erección. Hace agua la boca el solo verlo. Está tan duro que posiblemente sí haya Sirius para todos, pero ni Remus ni Regulus son de los que gustan de compartir.
Remus siente la saliva espesarse en su boca ante la visión de Regulus descendiendo obediente; lamiendo la punta de la excitación de Sirius tentativamente para después metérsela en la boca de a poco. Remus traga, posiblemente nunca ha estado tan caliente en su vida, porque Sirius lo mira a él mientras su hermano pequeño se la chupa despacio, usando una mano para acariciar lo que no logra meterse en la boca, humedeciendo todo con su saliva. El aire se llena de muchos “Mmmm” y “Nnn…” y alguno que otro “Ufff…” de Sirius, que termina de acomodarse sobre los almohadones de la cama; rey de los degenerados, del incesto, del sexo húmedo y caliente, y presidente -electo por votantes femeninas- de los corazones rotos. Regulus hace algo que obliga a Sirius a echar la cabeza hacia atrás, y la mirada de Remus se nubla ligeramente cuando baja la vista: la mano de Sirius se entierra en una caricia en los cabellos negros de su hermanito.
-Jodido Merlín…
Sirius maldice cuando no es una boca, sino dos las que se pelean por probarlo, por lamerlo como si fuera un helado derritiéndose al sol. Regulus y Remus se pelean por quién tiene más de él. No se besan, no se tocan entre ellos; toda su atención va para Sirius que, sacrificado mártir, se deja hacer llenándose la boca de palabras altisonantes, olvidando la gramática, olvidando que no debe tirar del cabello de Remus cuando Regulus succiona con fuerza.
Oh, Merlín, hace calor y Sirius sabe que va a morirse, pero si es el infierno lo que lo está llamando, él va a ir tan gustoso como va un perro a olisquear un culo nuevo.
Sirius es ruidoso y enérgico, y cuando se corre lo hace con fuerza, manchando la mejilla de Regulus y salpicando los labios de Remus. Regulus, cuya mano (junto con la de Remus si somos sinceros) llevó a Sirius al orgasmo, se acerca para lamer los restos. Remus lame la mejilla del menor de los Black, y Sirius sonríe satisfecho, observando como Lupin y su hermano se lamen entre ellos; lenguas rosadas recogiendo manchas blancas, piel, humedad y satisfacción. Y por primera vez, ellos están tan ensimismados peleando por cada pedazo de Sirius, que el mayor de los Black frunce el seño, dándose cuenta de que, para variar, el intruso en la escena comienza a ser él.
Pero en cuanto se descuiden, Sirius reclamará toda la atención nuevamente. Con sus diecisiete años, es incansable vitalidad y no teme demostrarlo, después de todo, la cama en la que están es suya y él sigue siendo el rey indiscutible de los degenerados natos y de los descarriados por elección.
Fandom: Harry potter
Título: Todo queda entre familia
Pareja: Lucius/Regulus/Narcissa
Tema: Todo queda entre familia
Palabras: 1.024
Advertencias: Het. Slash. PWP. Incesto.
Nota de autora: Subido extra por la misma razón que el anterior. Esto no tiene más que el hetero mínimo e indispensable para meter una mujer en medio, yo escribo ni leo hetero, aquí simplemente se metió Narcissa u.uU
Beta: Brilla por su ausencia.
No era como si Regulus nunca hubiera tocado una mujer; Bellatrix lo había besado por la fuerza a los trece años y ella era mujer. Sólo era que Regulus, con total y egoísta sinceridad, prefería recibir que dar. Dicho de otra manera: compartía con sus primas mujeres, no solo crianza, sino gustos y equipo. Y por eso no estaba muy seguro de cómo comportarse en la situación en la que estaba.
Narcissa le sonreía con un brillo diferente, llevaba un negligé blanco que la hacía parecer una especie de ángel de la sensualidad. Las sábanas eran del mismo blanco inmaculado y la penumbra inundaba el cuarto.
Regulus tragó saliva, eso iba a ser realmente muy extraño. Con más duda que seguridad, llevó una tentativa caricia a la mejilla de su prima. Ella intentó tranquilizarlo con la mirada, pero al ver que no funcionaría se limitó a cerrar los ojos. Sus labios rosados incitaban a ser besados, pero Regulus no estaba muy seguro de si…
La mirada del más chico se dirigió a una de las esquinas más oscuras del cuarto; sentado en un imponente sillón verde ingles, Lucius asintió casi imperceptiblemente, su el largo cabello rubio estaba suelto sobre los hombros y sólo vestía unos ligeros pantalones de seda. ¿Estaba mal que a Regulus le tentara mucho más ir hacia Lucius que besar a Narcissa?
Algo de luz de luna entraba por la ventana y permitía ver la silueta del cuerpo de Lucius, Regulus se dejó atrapar por la imagen; observando al representante del linaje Malfoy hasta que Narcissa lo tomó por las mejillas obligando a volver a centrar su atención. Los labios de Narcissa reclamaron los suyos y fue como besar una rosa, suave y perfumada, pero con espinas que se clavaron en el corazón del menor de los Black cuando debió corresponder el beso. Dispuesto a cumplir bien su función, Regulus se aventuró a llevar una caricia por los muslos de Narcissa.
Cissy era gentil y sabía dulce, su cuerpo era suave como sus labios y Regulus siguió la línea interior del muslo con su caricia, hasta perder su mano debajo del negligé. Nada detuvo su avance. Por dentro Narcissa era lo opuesto a su exterior; era caliente y húmeda, intrincada y profunda, tan diferente a la apariencia externa de muñeca que mostraba. Pero ésto Regulus ya lo sabía, habían crecido juntos, no necesitaba meterle los dedos para saber como era su prima internamente, no necesitaba escucharla gemir contra sus labios para entenderla y quererla, pero sobre todo: no necesitaba prestarse para aquel juego, haciendo que todo -incluso su alma y su corazón- quedara entre familia.
Regulus sentía la mirada de Lucius fija en cada uno de sus movimientos y eso comenzó a despertar su libido más que cualquier sonido que pudiera hacer Narcissa, más que el húmedo cuerpo presionando contra sus dedos cuando ella intentaba cerrar ligeramente las piernas para obtener más. La fue recostando inventando un nuevo beso. Ella quería. Ella buscaba. Ella separó las piernas para recibirlo al tiempo que el beso se rompía como un cristal y ambos se quedaban prendados de la mirada del otro.
Las manos de Lucius en su espalda sobresaltaron al menor de los Black; el rubio se había ido acercando hasta unírseles en la cama. Regulus vio la expresión predadora de Lucius reflejada en la excitada mirada de Narcissa y supo que estaba perdido- completamente perdido-, por seguir teniendo algo con Lucius daría cuerpo, alma y corazón. No era información nueva, pero igualmente se permitió ser sorprendido por ella, sorprendido más por la intensidad de su sentimiento que por las conocidas manos que le acariciaban el cuerpo.
La delicada ropa de Narcissa desapareció con alguna clase de hechizo, así como la ropa propia. Lucius fue el único que, dejando su varita sobre las sábanas, mantuvo algo de su vestimenta, limitándose únicamente a desatar la cinta de seda que servía de cinturón a su pijama.
Regulus contuvo el escalofrío de placer al sentir a Lucius duro y firme, presionándose contra la separación de sus nalgas. Contuvo los deseos de empujarse hacia atrás, pidiendo ser penetrado cuanto antes.
Narcissa expuesta, con sus blancos pechos desnudos y sus piernas rodeándole las caderas, llamó a Regulus obligándolo a abrir los ojos, una sonrisa adornaba sus labios y su presencia brindaba la calma que la cercanía del calor de Lucius robaba.
-Cissy…- susurró Regulus, pidiendo un permiso que su prima concedió y convirtió en invitación y calor.
Ella se prestó para todo, abriéndose para Regulus al tiempo que éste servía de mujer para su esposo. La inexperiencia de Regulus con las mujeres no la excitaba, pero igualmente aceptó obediente; después de todo, Regulus no era el único que daría todo por Lucius.
Algunas cosas se llevaban en la sangre más que otras.
Hacerlo con una mujer era muy diferente a hacerlo con un hombre; y hacerlo con una mujer y un hombre a la vez era diferente a cualquier cosa que Regulus hubiera probado en su corta vida. La fuerza con la cual Lucius lo penetraba marcaba el ritmo de él dentro de Narcissa.
Cissy se dejó llevar, arrugando las sábanas, gastando el aire en jadeos. Los suaves gemidos de Narcissa, llamando a su esposo, habitaban en el limbo entre placer y la necesidad, ella observaba a alguien que estaba detrás de su primo y casi parecía que le oraba a una deidad celestial.
¿Quién dijo que los negocios, la familia y el placer no deben mezclarse?
La felicidad es mejor cuando queda entre familia, y Lucius tenía entre manos el gran negocio de su vida: dos Black al precio de uno.
Minutos después, cuando Lucius llegó a su orgasmo dentro de Narcissa, era Regulus quien observaba, recostado de lado con su cabello negro como la noche resaltando sobre la almohada, resistiéndose a cerrar los ojos mientras intentaba terminar de calmar la propia respiración. Lucius sonrió, besando a Narcissa que gimió dejándose abrazar, cansada y complacida.
Regulus se sorprendió al ser incluido en el abrazo por Narcissa. Pero no debería sorprenderse, su prima tenía las cosas bien claras; si su esposo iba a renegar de vez en cuando del cuerpo femenino, mejor que ese secreto quedara entre familia.