(no subject)

Sep 29, 2010 00:56

El tiempo solo pasa veloz en las historias. ¿Y qué es una historia, sino una especie de cuento en el que los siglos fugaces son sustituídos por años veloces?

Los ojos del dragón-Stephen King.

-¿Estás seguro de que no se necesita nada más?

Omar puso los ojos en blanco, mientras que se limpiaba las gafas. El preparado hervía cuando apagó el mechero y sopló suavemente en el tubo de ensayo, agarrándolo con la manopla rosada de su madre, preguntándose si cuando menos ella no estaría orgullosa de ver que no solo sobrevivió sin su compañía, también hizo camino hacia un mundo que ninguno de los dos hubiera soñado.

-Debe estar tibio para que puedas tomarlo, supongo.-Comentó colocando el líquido carmesí en una botella azulada, sin mirar todavía a Nahuel, que se revolvía con sus cómics de Alita en el sillón, sin nada productivo que hacer mientras esperaba que terminara su esforzado trabajo de principiante. Sin duda alguna, daban ganas de tener el talento de Felisa Di Leo, autodidacta hija de magos nobles, para no fallar a la hora de preparar poción alguna. Con lo único que él contaba en similitud era haber nacido squib. Algunas biografías se contradecían en este punto, afirmando que ella misma rehusó la magia por la alquimia, esa ciencia pura que se hacía de la hechicería como un elemento más, quien diría la llama debajo del caldero, igual la chispa que la enciende.

-¿Eso alcanza para los dos?-Nahuel pateó los tomos de manga y se puso en pie de un alegre salto, antes de impulsarse con el aire frío hasta que su cara quedó a milímetros de la de Omar.

-¿Y este libro qué es?

-Paula los pidió junto con otros para Olivia. Llegaron por lechuza ayer.

-Esto está bueno, aunque el título suene estúpido. ¿Vos podés pedir también?

-El día que reciba mi certificado de inmortalidad, desde luego.

-¿Certificado de inmortalidad?

-Creo que es uno de lo Secretos de nuestros respectivos gremios. Pero sí, eso. A lo mejor ni nos conviene seguir hablando de eso o pueden penalizarnos.

-En este país no revisan ni las licencias para cazar. Desde que empezó el baile para mí, tengo la misma en el bolsillo y me zampé como diecinueve víctimas, cuando se supone que vale para agarrar cuatro por temporada como mucho.

-Eso es porque sos un tránfuga. Y quién sabe. A lo mejor ya pusieron a alguien a trabajar en tu caso y es cuestión de noches para que te agarren.

-No seas paranoico. Ayer tu hermana me tiró las cartas y lo vio todo fenómeno.

-Con vos no puede ser otra cosa. Y con la sangre de tu papá, no sé si puedo viajar yo también. Cronos deja que pasen parricidas por su puerta solamente, tengo entendido.

-Si lo encontramos y pregunta, le decimos que lo matamos juntos. En cierto modo es cierto. Si no fuera por cumplir con las instrucciones de tu libro, yo no hacía la prueba de enterrarle un cuchillo.

-Bien sabías que los vampiros se desintegran con estacas de madera o cortándoles la cabeza.

-Él no sabe que yo miraba Buffy.

-Estaba pensando en Drácula, pero está bien. Además, es un Dios,¿te pensás que también es un pelotudo?

-Hay dioses imbéciles. En la mitología griega se matan y se enojan por cualquier boludez, cuando no están cogiendo con forma de animal.

-No sabés quién te escucha. Pará un poco, ¿si?

-Vení conmigo, entonces.

Y le extendió la mano, sucia con goma de mascar rojiza, de la que se compraba en una callejita por Castelar a centavitos de cobre. Calmaba la sed de los vampiros jóvenes, era una recomendación para los que elegían rodearse de compañía humana, además de sedativos. Meros frenos de lo inevitable, unas gotas de agua para opacar la hoguera que a veces notaba que se encendía en sus ojos cuando inclinaba la cabeza encima de los utensilios, haciendo cálculos distraído, quizás hipnotizándolo con la nuez de Adán. Hasta le daba lástima y vergüenza lo que provocaba en Nahuel, cuando no lamentaba lo que él le hacía brotar a su vez. Y eso que no pasaba ni un año desde que trazaron sus caminos.

¿Podía rechazarle la mano fría, en la que circulaba tan poca sangre, en cierto modo por su culpa? Nahuel prefirió morir en manos de Edén a renunciar a sus recuerdos con él, después de que le relevara en el parque que iba a ser un alquimista, a lo Bacon.

-¿Y yo?

-¿Vos qué?

Tendría que haberse preocupado. Abrazarlo. Acariciarle los cabellos. Pero una parte suya anhelaba el dolor en sus ojos, el llanto formándose en ellos. La confirmación de que era importante.

Más Nahuel lanzó una carcajada, moviendo la tierra húmeda bajo su pie, encogiéndose de hombros. Como si él mismo hubiera dicho algo absurdo. Esa fue la impresión que se llevó Omar. No el complot que acababa de ponerse en marcha.

-Tenés razón. Supongo que nos vamos a olvidar el uno del otro, ¿no? Como si nunca nos hubiéramos conocido. Igual que cuando el negro de MIB viene y te hace el coso brillante.

Omar suspiró. Si, manipulación de la memoria. Pero él sí que se acordaría. Quizás hasta llegaría el día en que se masturbara pensando en el calor de la mano de Nahuel, aunque fuera solo el de un agarre simpático, entre amigos que se aprecian porque se conocen desde lo que para ciertos adultos débiles, es mucho tiempo y para esos que no son gente, es estar muy verde para saber lo que es el aprecio de veras.

Quizás, si la escena debajo de los olmos de flores sucias y jacarandás enfermos hubiera sido más conmovedora, Nahuel habría regresado a su casa un poco menos vulnerable. Seguramente hubiera hecho algo para que Edén no le quitara hasta la última gota de sangre, aunque el llamado fuese tan fuerte, según la descripción de los libros, como el de las sirenas de Ulises. Esa idea le martilló los oídos internos cuando se forzó a dar un largo sorbo a la poción, después de que Nahuel diera el suyo, como un gato que se toma muy rápido su leche en una caricatura. Cerca de lo humano, que era bastante shockeante, teniendo en cuenta su condición.

Debían asirse de algo para llegar de manera segura al suelo. Nahuel había sugerido que en vez de eso subiera al cuarto y compartieran la cama, pero Omar cortó de un tajo la sugerencia, ante lo cual le miraron con curiosidad. Nahuel fue el primero en dejarse caer como un indio borracho y en ofrecerle la mano para ayudarle a descender, doblando las piernas temblorosas. El mundo se disolvía en una marea que giraba, así que no se dio cuenta de que apoyaba la frente en su cuello con más confianza de la debida y aspirando profundamente hasta que todo estuvo negro.

***

-Che, Omar, yo ya sé que estás medio muerto y que seguro que tenés más ganas de despertarte y sacudirte la mugre de la ropa, pero…

-¿Mhhhh?

Le golpeaban levemente las mejillas con suaves cachetadas que lo traían a flote desde la inconsciencia.

-¿Te molesta si como algo?

Estaba demasiado perdido en el olor a tierra que le invadía fuertemente la nariz como para oponer mayor resistencia que un gemido bajo cuando le apartaron el pelo de la nuca. No se dio cuenta de lo que pasaba hasta que sintió los pinchazos, como agujas con sedantes y entonces soltó un chillido que se vio silenciado por una pesadez en su boca. Se agitó. Vio paisajes rojizos elevándose en montañas de nieve, donde nunca escalaban los mortales y el fondo del mar en el que se arrastraban los restos de cada especie extinta y moraban seres que ni en los Infiernos de Dante podían concebirse.

***

Le había pegado a Nahuel hasta que le dolieron los puños y este se dejó hacer, sonriente, como el niño que estaba condenado a ser durante lo que le restara de eternidad sin aprender a cambiar de forma. Las heridas y moretones que le abrió con culpa se cerraron en seguida y al final fue él quien terminó cansado, de rodillas en el pasto, tirándose del pelo y con un dolor de cabeza que ni una poción pura de Melisa y Belladona le calmaría. Se encontraron en los bosquecitos de Palermo, tan imponentes en folletos de la ciudad, tan poca cosa cuando uno solamente quería un banco para charlar o tomar mate. En el caso de ellos, recuperar el aliento.

Lo dijo Nahuel, que fue el que lo notó primero. Si por Omar fuera, lo de la mariposa pasaba totalmente de largo. Ni sabía que habían aplastado un capullo al caer encima de él.

-No sé si cuenta como mariposa. Estaba por salir. Igual que en los frascos de Helios.

-¿Helios?

-Era uno de los aprendices de Alcázar. Me dio algunas clases sobre bioalquimia. Es una materia jodida que a mí no me sirve para mucho porque odio los bichos.

-¿No criabas mariposas en su momento?

-El año pasado, pero para dibujarlas. ¿No te acordás que teníamos dibujo en la pública?

-Más o menos. Esas cosas es como si le hubieran pasado a otro.

-¿Y pensás lo mismo de nuestra amistad, cabrón?

Eso dolía. Jorobaba. Pero también quería hacerlo reír. Ya sabía que no, aunque la posibilidad de equivocarse lo volvía loco.

-Nunca dije que fuéramos amigos, Nahuelito.

Y la forma en la que le clavó los ojos hizo que se estremeciera, con ganas de entrarle a golpes otra vez. Pero vieron a Edén acercarse a ellos por una estatua desnuda, los labios rojos y un vestido de gala que no enmascaraba ninguna secretaria, salvo que fuera una que se vende por las noches.

***

Omar hubiera querido agarrar a Nahuel para evitar que hiciera lo de esperarse. Eran observadores que no debían interferir, pero aparentemente no era el único deseoso de remendar errores, según la fecha que se le figuró pronto debido al clima y la ubicación geográfica. Se movió como una sombra y Omar tropezó con unas raíces, ahora además de desangrado, amoratado. Pronto estuvo delante de Edén, enfrentándole con una rosa mosqueta entre los dedos. Omar escuchó que alguien bufaba con odio y se dio cuenta de que era él porque se le cerraron los puños. Temblaba, queriendo gritar. A pocas calles había vivido un Ramón humano con su único hijo, cuyo destino cambió drásticamente en gran medida a capricho. Un aquelarre para ingenuos.

Se preguntó si no le convenía correr hacia ellos y más precisamente, aprovecharse de la pena que le tenía Nahuel para volver a pegarle y arrastrarlo lejos de la escena. Si de él dependía, saldría inmune, ¿pero Edén sería igual de benevolente con él? Congelado entre unas ramas pobladas, quitándose las venenosas arañas a manotazos, recordó las frías miradas que le dirigía cuando se hallaban frente a frente y que no tenía el menor reparo en penetrar su mente, razón por la que Omar se vio obligado a hacerse diestro en Oclumancia, clavando tapias y tapias en los lugares que le parecían extremadamente privados dentro de su psiquis, sobre todo aquellos donde la imagen de Nahuel estaba cuidada en extremo y adornada con bríos impropios del más afecto amigo.

Edén parecía muy contenta cuando se sentó en un banco con la cara sonriente de Nahuel apretada entre las manos de piel tostada. Omar se agarró tanto los muslos, que se clavó las uñas cortas, traspasando la tela del jean, casi hincándose el hueso mismo en el músculo, mientras que se le humedecían los ojos y hacía lo imposible por no pegar un sendo aullido que delatara su dirección. Nahuel llegó cuando el mundo era borroso, una vez que se dejó caer, igualmente ebrio, queriendo irse lejos, trescientos o cuatrocientos años atrás. Le pegó una patada bastante leve y obligó a que su cuerpo dejara de amenazar con convertirse en humo. Tenía las manos en los bolsillos y la boca roja, todavía húmeda con la sangre de Omar o acaso renovada con la de su Maestra.

-¿Y qué mierda hiciste?

Omar estaba agitado, además de enojado, por no decir “desesperado”. Rechazó la mano de Nahuel para ponerse de pie y convencido de que acababa de mancharse con popó de perro la campera azul. Le sonrieron, encogiéndose de hombros y mirando la luna como si no acabaran de trastornar el orden del Universo que conocían.

-Nada, le dije que quería vivir de otra manera.

-¡¿De qué otra manera?!

-No tiene importancia.

Omar lo agarró del cuello de la remera y lo sacudió contra un tronco en el que caminaban las hormigas. Tal era su furia que no le molestó que le picaran la piel. Nahuel lo miraba fijamente. Tenía los ojos llenos de estrellas. Pronto a Omar se lo tragaría esa infinidad de promesas. Si no se alejaba. Y lo hizo, vamos, que lo hizo como si de repente, la piel tibia de Nahuel (tibia gracias a él) lo quemara.

-Vamos, que el bro Cronos nos dijo que no convenía que nos quedáramos mucho tiempo durante excursiones informales o que nos iba a multar.

Omar estaba tentado. De pegarle otra vez o de llorar. Pero no hizo nada. Se limitó a cerrar los ojos y dejarse arrastrar al lugar al que iba a irse solo.

Luego de que Nahuel saludara a Cronos en la puerta, entrechocando las manos como dos viejos amigos de toda la vida, durante lo que restó de lo que sería un día, fueron a la Grecia antigua y presenciaron la primera puesta en escena de Antígona, siendo pintados en un mosaico con sus ropas deportivas, a pesar de las súplicas de Omar porque usaran túnicas. Aún empachados de vino y frutas de estación, cayeron en el teatro de Versailles y bailaron con una enmascarada de vestido enjoyado que juraba, según la traducción torpe de Omar, ser la Reina misma del país y a la que Nahuel ofreció el más efectivo de los métodos anti revoluciones, con la forma de colmillos afilados hacia el cuello sonrosado, muy a pesar de su eterno mejor amigo.

Perdieron el sentido antes de ser arrojados al calabozo, lo cual fue toda una bendición, teniendo en cuenta lo universal que resultaba el toque insinuante de los guardias en las partes bajas de sus cuerpos. Lo bastante como para Nahuel se espabilara y considerara el usar su fuerza de vampiro para librarse. Antes del confort del linde y decidir volver a sus tiempos, con unas cuantas horas entretenidas en su haber, aparentemente.

Estaban tan exhaustos, que el que tendría que haber ido al sótano para buscarse el ataúd de repuesto, prefirió acomodarse junto al que tenía la sangre caliente y se encontraba también un poco enfermo, puesto que sus huesos no fueron programados para la inmortalidad. Quizás sus células aún se adaptaban a los cambios que por la mañana harían estragos en sus todavía jóvenes mentes, incluso en la de Omar, que había recibido el regalo de Edén cuando fue bien tarde una noche a disculparse con su amigo de la infancia. Detenido como estaba en un cuerpo casi infantil, olisqueaba la tibieza de Nahuel, ya casi adolescente, aprendiz de Felisa Di Leo tras un acoso excesivo de sus huellas hasta dar con ella y convencerla, como solo saben convencer los gozosos muchachos destinados a ser líderes, sin importar su encarnación de poder. Al despertar probablemente querrían volver por sus pasos a pedir el favor de Cronos, pero solo descubrirían al revisar páginas de Internet, que ese Dios hubo desaparecido de la historia de la Humanidad, mientras que en los anuncios, Antoñita enseñaba sus colmillos y promocionaba su última biografía sobre los carnívoros tiempos a los que sobrevivió No Muerta.

autor: lune_lointaine, fandom: original, !dotación anual de crack

Previous post Next post
Up