Eso te pasa por pedir...
Hace días que veo mi blog vacío y no se me ocurre nada que escribir, y la verdad, para contar que mis alumnos son la muerte, que me aburro un montón y que estoy deseando que empiecen las clases, no me siento a escribir un post. Estonces ha sucedido algo digno de ser relatado. Y tan digno...
Tengo un amigo que se fue a vivir a comienzos de verano a Alemania. Como teníamos muy buena relación, y no queríamos que se disolviese acordamos comprar una libreta y escribirla por turnos, reenviándosela al otro cada cierto tiempo. Yo compré una libreta chulísima, con elefantes y movidas de tela, de tapa dura, y hojas estampadas, muy hindú y eso: ya que iba a tener que viajar bastante, que durase... La escribí antes de que se fuera, y se la entregué cuando nos despedimos. Como un mes después la libreta volvió a mi casa y me sentí super bien porque estaba funcionando el sistema. Así que unas semanas después escribí un poco más y la envié de nuevo a Düsseldorf. Hasta aquí todo normal...
El caso es que la libreta no llegaba a Düsseldorf, pasaban semanas y semanas y nada. Al cabo del tiempo, los padres de mi amigo empezaron a recibir de vuelta las cartas que ellos mismos le enviaban, y él me escribió un mail diciéndome que estuviese atenta al buzón, que a lo mejor me llegaba allí la libreta. Esperé y esperé y ya la estaba dando por perdida cuando hoy, al bajar los cartones a reciclar, veo un sobre amarillo en el buzón. He ahí, me digo, y la recojo. Pero no pesa nada, y la solapa está abierta. De camino al ascensor voy pensando que qué cutre tiene que ser la gente para mangar una libreta, y que qué vergüenza que lean las cosas que nos contábamos. Llego a casa, abro el sobre, y dentro encuentro las hojas de la libreta que estaban escritas, arrancadas, pero la libreta no, obviamente.
Es decir, que alguien del servicio de correos español o alemán es tan capullo como para abrir un paquete con la intención de mangar una libreta, pero a la vez es tan guay como para ver que está escrita, que es algo privado, no apuntes de clase, y meterlo de vuelta en el sobre para España. ... ... ... ¿...?
Tengo un amigo que se fue a vivir a comienzos de verano a Alemania. Como teníamos muy buena relación, y no queríamos que se disolviese acordamos comprar una libreta y escribirla por turnos, reenviándosela al otro cada cierto tiempo. Yo compré una libreta chulísima, con elefantes y movidas de tela, de tapa dura, y hojas estampadas, muy hindú y eso: ya que iba a tener que viajar bastante, que durase... La escribí antes de que se fuera, y se la entregué cuando nos despedimos. Como un mes después la libreta volvió a mi casa y me sentí super bien porque estaba funcionando el sistema. Así que unas semanas después escribí un poco más y la envié de nuevo a Düsseldorf. Hasta aquí todo normal...
El caso es que la libreta no llegaba a Düsseldorf, pasaban semanas y semanas y nada. Al cabo del tiempo, los padres de mi amigo empezaron a recibir de vuelta las cartas que ellos mismos le enviaban, y él me escribió un mail diciéndome que estuviese atenta al buzón, que a lo mejor me llegaba allí la libreta. Esperé y esperé y ya la estaba dando por perdida cuando hoy, al bajar los cartones a reciclar, veo un sobre amarillo en el buzón. He ahí, me digo, y la recojo. Pero no pesa nada, y la solapa está abierta. De camino al ascensor voy pensando que qué cutre tiene que ser la gente para mangar una libreta, y que qué vergüenza que lean las cosas que nos contábamos. Llego a casa, abro el sobre, y dentro encuentro las hojas de la libreta que estaban escritas, arrancadas, pero la libreta no, obviamente.
Es decir, que alguien del servicio de correos español o alemán es tan capullo como para abrir un paquete con la intención de mangar una libreta, pero a la vez es tan guay como para ver que está escrita, que es algo privado, no apuntes de clase, y meterlo de vuelta en el sobre para España. ... ... ... ¿...?