Sep 16, 2010 20:51
Cuando llueve es bonito. Me entra la ternura tonta y las ganas de estar en el sofá sentada, con mi taza de café y turnandome para mirar la tele y por la ventana. Cuando llueve es bonito y a mí me entra la dulzura repentina y la sonrisa infinita y me tapo con una manta finita, aunque todavía haga calor y la manta sea totalmente innecesaria. Pero a mí me gusta estar así, con la lluvia y la ternura y la dulzura y el café. Y si mamá tiene las ventanas cerradas para que no se mojen los cristales, me encargo de subir la persiana y abrir a tope la ventana. No me importa que mamá luego me riña. Porque lo que más me gusta de que llueva es el olor. A asfalto mojada, a humedad, a ciudad mojada, a gente que corre con el paraguas, a gente que corre porque no lleva paraguas.
Cuando llueve es bonito y a mi me entra la nostalgia de las cosas que nunca han llegado a pasar y abro la ventana para que entre el aire y el olor a lluvia y le soplo a la taza de café porque me he pasado calentandola y apenas puedo sostenerla entre las manos. Pero no pasa nada, porque llueve y es bonito. Porque llueve y toda la tristeza del mundo no cambia nada.