Voy a hacer una crónica de chichinabo del Summercase, que -¡cómo son las cosas!- ha sido mi bautismo de fuego en la movida festivalera, de la que siempre he sido poco amigo (por no decir enemigo jurado) y que, en general, y sin perjuicio de que lo pasé estupendamente, no me ha gustado en exceso porque, como me temía, al final es todo una matada, una guarrería y un aquí te pillo aquí te mato, con conciertos más bien cortos y hasta la bandera de palurdos sin educación ninguna.
En total, que entre pascuas y ramos eran casi de las diez de la noche del viernes cuando accedimos al recinto la sta.
mirjana_m y el menda lerenda, tras hacer cola para pillar el bus que llevaba a Boadilla, volver a hacer cola para recoger la entrada comprada por Internet (con el añadido de que las casetillas donde se pillaban estaban bastante mal señalizadas) y colear nuevamente para que nos pusieran la pulserita de propaganda de Movistar.
Ya nos habíamos perdido a Badly Drawn Boy (sí, a mi el primer disco me mola, qué pasa) y a My Brightest Diamond (que me los había recomendado un chaval de mi tienda de discos habitual del pueblu), y tampoco había ya ocasión de acudir a tirarle piedras a Miqui Puig (y eso que piedras había a porrillo en el polvoriento suelo). La idea, por tanto, era intentar ver a James, pero estaban apurando su actuación cuando entramos, y lo mismo pasaba con Mark Lanegan, así que nos fuimos directamente a trincar los tickets para que no nos faltara bebida durante el show, y de ahí a Jarvis Coker, del que no había escuchado nada en solitario. Vimos un ratillo al frontman de Pulp, que -quizás por el desconocimiento de su repertorio que sufría este que suscribe- no estuvo ni fino ni entretenido.
A Dj Shadow le vimos y escuchamos en la lejanía (ni fu ni fa, música enlatada, y eso que a mi el Entroducing y el Private Press me hacen tilín), y nos posicionamos para el primer plato fuerte de la velada: The Jesus & Mary Chain. Abrieron con “You Trip Me Up”, “Head On” y creo que “Catch Fire” u otro clasicazo, repasaron a fondo el “Automatic” (que para mi es de sus discos más míticos) y recordaron casi todos sus temas legendarios (desde “Some candy talking” a “Reverence”: apoteósica). Estuvieron correctos, sin excesos, cubriendo el expediente, muy modositos. Contaban quienes les habían visto hace diez años en el FIB que entonces se desmelenaron un poco más. Es fácil pensar que así fue, pero aún comedidos como estuvieron en el Summercase, a mi me gustaron.
Conseguir una copa y echar un cañito después de la actuación de los Jesus fue bastante difícil y exigió bastante tiempo haciendo cola, por lo que OMD ya llevaban un rato tocando cuando -con la vejiga descargada y la copa en la mano- nos dispusimos a ver si los años les habían hecho mella. Yo nunca he sido muy fan de OMD, y lo poco que vimos de su directo fue tal y como me esperaba una actuación de esta peña: rancios y un poco anacrónicos. El “Enola Gay” lo escuchamos desde la barra, y el resto de su actuación sonó a technopop desfasado.
A los Air los escuchamos también a lo lejos, y no sé en qué se nos pasó el tiempo, pero lo siguiente a lo que nos apuntamos fue a unos Kaiser Chiefs que tenían un logo gigante en el escenario que parecía que se habían currado con el editor de títulos del Word. El concierto, a pesar de las ganas que le pusieron, y sobre todo, por la ínfima catadura moral de su público, fue un tanto infernal. Toda la peña canturreando enloquecida las cancioncillas de estos tipejos que no pueden ser más tontorronas (nananana). Si el primer disco de los Kaiser Chiefs me parecia medio pasable, desde el viernes pasado les he pillado manía, fíjate tú, y eso que el concierto que dieron no pintaba mal.
En un momento de inspiración, nos salimos del mogollón para ver qué hacían los !!!, que protagonizaron el concierto de la noche del viernes. No sé si llevaban dos o tres baterías (el alcohol y el ángulo de visión juegan malas pasadas) pero sonaron con una contundencia brutal. Un martillo pilón incesante, con un ritmo endiablado y alargando los temas hasta el delirio. El cantante lucía un modelito verdaderamente terrible (unos pantaloncillos cortos de esos de hacer deporte que ya no se ponen ni los lanzadores de martillo Ucranianos) pero el tío estaba como poseído y contagiaba la posesión al resto de miembros de la banda y al público que abarrotaba la carpa. Yo solo conocía su primer disco, que no me convencía mucho, pero en directo la verdad es que llevan un rollo mucho más cañero, más orgánico y zumbón, por lo que tendré que repasar la discografía de estos tipos.
Desde atrás, vimos un poco las proyecciones molonas de los Chemical Brothers y escuchamos sus rompepistas, y emprendimos la odisea del regreso en el buseto de la organización.
Cuando saque otro ratillo cuento lo que aconteció el sábado...