Hola!
Aqui esta el siguiente capitulo.
Sé que he tardado mil años; pero es que estoy un poco desanimada con el fandom que Queer as Folk en general y con este fic en particular. Sé a dónde quiero llegar con él; pero simplemente, las palabras no fluyen como me gustaria.
Creo que Brandon y John me han quedado un poco "Brianescos", no sé si me explico. Cuando he releido el capitulo he visto algunas partes en que me he dicho "Eso es propio de Brian".
Espero que os guste ^,^
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Título: Capitulo 5: Cumpleaños
Nombre del autor:
cloe2gsFandom: Queer as folk
Pairing: Brandon/John
Rating: pg-13
Resumen: Solo le ha visto una vez y ya no puede sacarselo de la cabeza. Es hetero. Odia a los gays. Es menor que él. Ninguna de esas cosas parece importarle a Brandon cuando lo unico en lo que puede pensar es en él y en tenerle en su cama.
Nota: Este fic surgio recordando una alusion a la pareja que se hacia en un fic que no recuerdo de la comunidad. "
Anillo Claddagh", de la siempre maravillosa
inefable_hd.
Nota 2: Me he tomado la libertad de poner a John y a Hunter de la misma edad.
John salió de la ducha y cogió lo primero que vio en el armario sin preocuparse mucho de que le quedara bien o no, después de todo, a donde iba no pensaba ligar con nadie así que ¿para qué molestarse? Se puso unos vaqueros algo anchos que dejaban ver el borde de la ropa interior y una camiseta negra de manga corta. Rebuscó en su armario hasta dar con una vieja caja de zapatos y sacó de ella los carnets falsos que utilizarían esa noche antes de regresarla a su sitio y comenzar a buscar las zapatillas que pensaba ponerse, las cuales parecían haber desaparecido de su habitación.
―¡Mamá! ―la llamó a gritos mientras bajaba las escaleras en calcetines― ¿Has visto mis convers negras?
―No cariño. ¿Has mirado en tu armario?
―Pues claro. Si estuvieran allí no te preguntaría. Da igual ―dijo acercándose a su hermano―. Las he encontrado.
―¡Oye! ―se quejó Peter cuando su hermano le dio una colleja antes de descalzarle― ¡Las llevaba yo!
―Que pena, canijo. Lástima que sean mías.
―¿A dónde vas? ―le pregunto Claire al ver la forma en que su hijo iba vestido.
John no la respondió, simplemente la miro alzando una ceja que ella podía leer como un claro ”déjame en paz y no te metas”. Le miro en silencio terminar de atarse los cordones y marcharse sin molestarse en responderla. No le gusta la ropa que John llevaba puesta, tampoco su actitud ni la forma en la que últimamente respondía, si es que lo hacía; pero la experiencia le había enseñado que no iba a sacar de él más que silencios y malas maneras. Odiaba reconocerlo pero últimamente, cada vez que le veía sentía que había viajado en el tiempo y que no era John, sino su hermano Brian, él que la miraba y la ignoraba. Era algo absurdo, y lo sabía, Brian y su hijo no tenían nada más en común que unos cuantos genes y no pasaban juntos el tiempo suficiente como para que le traspasara alguna de sus costumbres; pero aun así no podía evitar la comparación.
************
Tal como habían quedado, la noche empezó en casa de Hunter viendo una película “Sheltern” y cenando pizza. Después, y tras haber estado escuchando todo el camino a Sam hablando sobre lo guapos que eran esos surfistas, llegaron a Woody’s.
―¿Jugamos al billar? ―propuso John al entrar y ver la mesa al fondo.
Hunter asintió con la cabeza antes de agarrar a Sam del brazo y tirar de él para que andara con ellos y no se quedara viendo a los hombres del lugar.
―¿Habéis visto que tíos? ―les dijo Sam completamente emocionado por lo que veía mientras John y Hunter preparaban las bolas para comenzar el juego.
―Mírale, parece que tiene un subidón de azúcar ―bromeó John―. Pidamos algo antes de empezar.
―Vale, voy al baño. Pedirme lo mismo que toméis vosotros.
Los otros dos asintieron y se acercaron a la barra a por las bebidas.
―¿A quién se lo has pedido? ―le pregunto John a Hunter apoyado en la barra del bar.
―¿Yo? A nadie.
―Hunter, tío.
―¿Estás loco? Si se lo hubiera pedido a alguien mi abuela se habría enterado y entonces todos se pondrían insoportables. Tendrías que haber visto lo plastas que se han puesto sólo por haber pedido que nos dejaran entrar en Babylon.
―Genial ―masculló―. Simplemente genial.
John sopló para quitarse el pelo de la cara y pasó la vista por el lugar intentando ver a alguien que les sirviera. Entre todos esos chicos tenía que haber alguien, no demasiado feo, al que pudieran pedirle ese favor. Lo único con lo que se encontró fue con chicos que le miraban y le sonreían invitándole a cosas en las que no quería ni pensar, teniendo que morderse la lengua para no gritarles que no él no era ningún marica.
Hunter levanto la mano para llamar al camarero y, una vez que tuvieron las bebidas en la mano, se fueron hacia una de las mesas de billar vacías.
―Sammy ―dijo John preparándose para golpear la bola―. Espero que me recompenses por todo lo que estoy sufriendo aquí.
La bola blanca golpeó a una roja mandándola al agujero de la esquina. Cuando fue a buscar otra posición desde la que lanzar la siguiente vio a Brandon entrando por la puerta con algunos de sus amigos. John sonrió de lado y golpeo fallando a propósito.
―Voy al baño.
―Pensé que dijiste que no irías porque alguno era capaz de seguirte ―comentó Hunter divertido.
―Mira como me miran. Están deseando que les folle.
―Creído.
―Un poco ―añadió Sam―. Lo triste es que tiene razón.
―¿Lo ves? Hasta Sammy lo cree. De todas formas, me arriesgaré.
Dejando a los otros que siguieran con la partida se acercó con disimulo a la mesa en la que estaba sentado Brandon, el cual la verle acercarse sonrió recostándose un poco sobre su silla.
―Vaya, vaya. Mira a quien tenemos aquí ―comento con diversión antes de sonreírle―. Hola, John.
―¿Podemos hablar un momento?
Brandon asintió con la cabeza antes de ponerse y seguir a John hasta una zona del local desde la que el adolescente estaba seguro de que ni Sam ni Hunter podrían verles.
―Este es el único lugar en el que esperaba encontrarte, chico hetero.
―Es el cumpleaños de un amigo y… ―comenzó a decir antes de negar con la cabeza― ¿Por qué te estoy dando explicaciones? En fin, el caso es que necesito un favor. Necesito que tú me hagas un favor ―le recalcó.
―¿Y que ganaría yo con eso? ―le preguntó cruzándose de brazos.
―¿Mi gratitud? ¿Cafés gratis durante un mes?
―Ya pensaré yo el pago.
Por la sonrisa que le lanzo mientras lo decía, John supo que ese pago, el que quiera que fuera, no le iba a gustar en lo más mínimo y que se arrepentiría de ello; pero aun así asintió. Lo hacía por Sam, se repitió, todo esto era por su amigo.
―Está bien; pero no te pases con tu “pago”
―¿Y de qué se trata?
―¿Ves a ese chico? ¿Al rubio?
Brandon se asomo para mirar al chico que John le estaba señalando.
―Sí, ¿Y?
John se giro para poder seguir hablando; pero cuando lo hizo se encontró con que Brandon estaba más cerca de lo que lo había estado momentos antes. De hecho, se había colocado justo a su espalda, apoyándose en el muro que había tras él, por lo que al girarse estaban a una distancia mucho menor de la que John consideraba normal o admisible con alguien como Brandon.
―Deja de invadir mi espacio personal ―le dijo poniendo sus manos sobre el pecho del otro y haciendo una leve presión para alejarle de él, ignorando como su corazón parecía haberse desbocado con el simple contacto―. Quiero que ligues con él.
―¿Quieres que me folle a tu amigo? ―le cuestionó separándose tan solo unos centímetros, divertido por la incomodidad del adolescente.
―No. Follar, no. Sólo que ligues un poco, unos besos, os metáis mano y hagáis esas cosas que hacéis los mari… los homosexuales ―se corrigió―, sin necesidad de que te la meta o se las metas.
―¿Tengo pinta de que vaya a dejar que un crio me la meta? ―le preguntó ofendido.
―No lo sé, no sé qué pinta tiene alguien al que le gusta que se la metan; pero tú pareces desesperado porque te la meta yo.
―Primero, no estoy desesperado porque puedo tirarme a cualquier marica de este bar y de toda la Avenida Liberty. Y segundo, si lo estuviera ―le dijo acercando su cara al oído de John, disfrutando de su incomodidad― no me la meterías tú, sino que enterraría mi gran polla tan dentro de ese culito tuyo que no podrías sentarte en una semana.
Un escalofrío recorrió a John al oírle. Brandon lo notó y sonrió ligeramente contra su cuello, no pudo evitar respirar hondo, memorizando el olor del castaño, algo que no tardó en recriminarse al darse cuenta de lo que había hecho porque eso sólo lo hacían los que habían caído en esa trampa absurda que era el amor y él no era de esos. No estaba enamorado de John ni planeaba estarlo.
―¿Quieres que me lie con él ahora?
―No ―negó John a la vez que lo hacía con la cabeza―. Ahora no. Luego iremos a Babylon ¿Iras?
―Por supuesto. Todos los gays de Pittsburg pasan por allí en algún momento de la noche.
―Vale. Lo que queremos, Hunter y yo ―explicó al ver la mirada confusa del rubio―, es que si Sam no liga esta noche, te lo ligues tu. Y que si se le acerca algún enfermo pervertido que vaya a aprovecharse de él, te acerques y lo evites.
―Así que me confías la virtud de tu amigo.
―¿Lo harás?
―Pienso cobrármelo, Johnny. No lo olvides ―le advirtió antes de volver a su mesa