Starbucks. Capitulo 3

Nov 26, 2009 18:16

Hola!

Aqui esta el nuevo capitulo. Siento no haber podido subierlo antes pero he estado enferma y luego tenia que recuperar las clases que me perdi, asi que no he tenido mucho tiempo.

Este capitulo seria la misma semana que la vivida por Brandon; pero desde el punto de vista de John.



(pulsar imagen para ir al indice)

Título: Capitulo 3: John
Nombre del autor:cloe2gs
Fandom: Queer as folk
Pairing: Brandon/John
Rating: pg-13
Resumen: Solo le ha visto una vez y ya no puede sacarselo de la cabeza. Es hetero. Odia a los gays. Es menor que él. Ninguna de esas cosas parece importarle a Brandon cuando lo unico en lo que puede pensar es en él y en tenerle en su cama.

Nota: Este fic surgio recordando una alusion a la pareja que se hacia en un fic que no recuerdo de la comunidad y que era algo asi como que Brandon trabajaria si conseguia que John le dejara en paz... o algo parecido. No recuerdo de quien fue el fic pero dado que fue lo que me inspiro este se lo dedico a su autora, ais que si alguien recuerda esa frase de algun fic que me lo diga para poder hacer la dedicatoria en condiciones ^,^
Nota 2: Me he tomado la libertad de poner a John y a Hunter de la misma edad.



Es lunes. La semana empieza.

El despertador suena y una mano perezosa sale de debajo de las sabanas para apagarlo de un golpe. John se da la vuelta y vuelve a taparse con las sabanas para seguir durmiendo. Solo consigue unos minutos más de sueño antes de que su madre le encienda la luz y le quite las sabanas haciendo que el adolescente se acurruque en posición fetal buscando mantener algo de calor.

―John, deja de remolonear y despierta.

El joven gruñe y se sienta sobre la cama mientras bosteza. Arrastrando los pies se acerca hasta el baño donde se oye el agua de la ducha, su hermano se le ha adelantado y ahora no podrá ducharse. Con una sonrisa maliciosa vacía su vejiga y tira con fuerza de la cadena.

―¡Me cago en…! ―grita su hermano.
―¡Peter, esa boca! ―le corta gritando su madre desde la cocina.

John ríe de camino a su habitación. Se viste con lo primero que coge del armario y mete los libros de cualquier manera en la mochila, demasiado dormido como para molestarse en ponerlos en orden o con cuidado. Baja a la cocina y coge un par de tostadas del montón que su madre ha dejado en un plato en el centro de la mesa.

Su hermano entra con el ceño fruncido y John no puede evitar la sonrisa traviesa que se refleja en la cara, como consecuencia, Peter le da con su mochila en la cabeza cuando pasa tras él.

Llegan al instituto justo cuando la sirena del principio de las clases está sonando. Los dos hermanos caminan juntos un par de metros antes de separarse y perderse entre las masas de estudiantes que entran en el edificio.

Al entrar en el laboratorio de biología, su primera clase de la mañana, vio que la señora Spencer todavía no había llegado, así que dejó la mochila en su sitio de siempre y salió a la puerta a esperar a sus dos amigos. No pasó mucho antes de que una chica se le acercase a hablar, no recuerda como se llama, solo es capaz de situarla en el espacio, en concreto, en la fiesta que hubo tras el partido que ganaron el fin de semana anterior.

Siente un tirón en la manga y mira por encima del hombro para ver a quien se ha atrevido de hacerle eso y decirle cuatro cosas; pero se relaja al ver que solo son Hunter y Sam. Se despide de la chica que le escribe su número de teléfono en la mano y entra en el laboratorio para sentarse en su sitio junto a Hunter.

―¿Y esa? ―le pregunta el castaño.
―Karen ―responde John tras leer su nombre escrito encima del número de teléfono―. No está mal, pero tiene un fallo. Habla mucho.
―Una chica que habla, que desperdicio ―comenta Sam con ironía―. Algunas tienen esa mala costumbre.
―No me importa que hablen. Me molesta que lo hagan de cosas que no me interesan ―responde sacando su libro de la mochila.

Las clases comienzan y con ellas la rutina del día. Biología, física, historia, comer, deberes, un cigarrillo a escondidas en el baño… A veces John siente que la rutina le ahoga, como si no le dejara respirar, como si no hubiera nada en su vida que mereciera la pena. Es cierto que están Hunter, Sam, su hermano y el futbol pero aun así es como si le faltara algo, “Una buena chica de la iglesia” es lo que según su abuela le hace falta; pero John no tiene valor para decirle que ya se ha tirado a la mitad de esas mojigatas y que, definitivamente, no es eso lo que le hace falta. Es en esos días, cuando se siente atrapado en los que no puede evitar contar los días que le hacen falta para largarse de Pittsburg, de su familia y de todo lo que hace que se sienta como un pez dentro de una bolsa de plástico; eso es lo más triste, ni siquiera es capaz de sentirse como un pez en una pecera, solo uno en una diminuta bolsa de plástico.

Antes de darse cuenta ya está en el vestuario colocándose las protecciones para salir a entrenar. Le da un vistazo a las gradas cuando pone los pies en el césped, allí sentados estan Hunter y Sam. Ellos siempre se quedan a los entrenamientos aprovechando el tiempo, Hunter dibujando algunos grafitis en las tapas de sus cuadernos y Sam observando a los otros jugadores.

―Dios, Tom está muy bueno ―murmura sin apartar la vista del receptor.
―Tú estás desesperado ―le responde el otro sin apartar la vista de su cuaderno.
―Ya, que se le va a hacer. Soy gay y tengo 17 años, eso debería decírtelo todo.

Hunter ríe y niega con la cabeza, levanta la vista para mirar al campo de futbol y ve a John haciéndoles una señal con la mano, se la devuelve y se reclina contra la balda de madera que tiene a su espalda. El entrenamiento empieza.

Cuando por fin vuelve a casa, en lo único en lo que John puede pensar es en meterse en la cama y dejar que el día termine. Le han placado más veces de las que puede recordar y le duele el cuerpo en sitios que ni siquiera recuerda tener. Sin embargo, algo se lo impide y ese algo es su hermano sentado en las escaleras del porche abrazado a sus rodillas.

―¿Pet?

Su hermano le mira y John intuye lo que pasa. Le revuelve el pelo y entra en la casa suspirando al ver la imagen que le espera en el salón. Su madre está dormida en uno de los sillones con el brazo colgando y una botella vacía de Whisky tirada a su lado. Se frota el puente de la nariz y se da la vuelta cerrando la puerta tras de sí. Se coloca al lado de su hermano y le pone una mano en el hombro. Su hermano no debería ver esas cosas, solo tiene 15 años y ver a tu madre en ese estado no es algo que se merezca. Él tampoco se lo merecía cuando tenía su edad, pero alguien tiene que proteger a Peter para que no le jodan la vida como ya se la han jodido a él.

―Sube a tu cuarto y ponte a hacer los deberes.
―Los hice en casa de Paul ―murmura―. Acabo de llegar porque teníamos que hacer un trabajo. Ya estaba así.

John asiente con la cabeza y le hace un gesto con ella indicándole las escaleras. El menor se muerde el labio inferior con indecisión, pero asiente al ver la seguridad que muestra su hermano.

El mayor le ve irse y vuelve a dentro. Recoge la botella del suelo y se marcha a la cocina a prepararle a su madre algo de café. Mientras lo hace no puede evitar maldecirla, a ella y a su debilidad. Siempre es lo mismo, cuando su padre se marcha por negocios su madre se descontrola. ¿Tan incapaz era de ver el daño que les hacía a ellos, a sus hijos?

Deja la taza de café en la mesilla junto a ella, poniendo a su lado un bote de aspirinas. La zarandea para que se despierte y ella gime por el dolor de cabeza mientras da algunos manotazos al aire para que la dejen seguir durmiendo. John la coge de las muñecas con fuerza para que se esté quieta y termina de despertarla.

―Mamá, venga. Tomate esto.

Claire entreabre los ojos y sonríe levemente al ver al mayor de sus hijos. John ignora su gesto, sabe que sigue demasiado borracha como para que haya significado algo. Le acerca la taza llena de café a los labios y le ayuda a que le dé un sorbo, antes de darle un par de aspirinas. El joven la ayuda a ponerse en pie y la apoya contra él para que pueda subir las escaleras y llegar hasta su cuarto

―Ya le he abierto la cama ―escucha a su hermano decirle cuando están terminando de subir.
―Pide una pizza mientras dejo a mamá y me ducho. Ya sabes donde está el dinero.

A la mañana siguiente John se siente como si no hubiera dormido nada, aun así finge que todo va bien y que lo que ocurrió anoche nunca pasó. Ya lo ha hecho antes y sabe que volvera a hacerlo. Así que prepara el desayuno en silencio y dejan que el día comience. Contra mas rápido pasen los días más pronto volverá su padre y su madre volverá a convertirse en la que es siempre.

La semana pasa y por fin llega el viernes, John nunca espero alegrarse tanto de tener que ir a trabajar al Starbucks; pero lo hace, porque significa no tener que enfrentarse al infierno que es su casa. Se pone el delantal verde que es su uniforme y comienza a trabajar. Lleva allí un par de horas cuando le ve pasar frente a la cristalera. Le sigue con la mirada y, justo como se esperaba, le ve entrar y comenzar a hacer cola esperando que sea su turno. Debe de darle algo de merito a ese hombre, la fila de Susie es mucho más corta que la suya, pero aun así espera pacientemente su turno.

―¿Otra vez aquí? ―le dice el menor con brusquedad cuando le toca el turno
―Deberías ser más amable con los clientes ―le dice consiguiendo que ponga los ojos en blanco―. Venga John, sé que me echabas de menos.

El castaño respira hondo para evitar decirle una bordería, porque por muy insufrible que el otro sea tiene razón en algo, es un cliente.

―¿Qué te pongo?
―¿A qué hora sales?
―Eso no está en el menú.
―Un expreso.
―¿Para llevar?
―No. Hoy tengo tiempo. Me lo tomare aquí ―le dice sonriéndole―. ¿Me vas a decir ahora cuando sales?

No responde a su pregunta, solamente se da la vuelta y le prepara el café en una taza que le tiende al rubio.

―Siguiente.

fandom: queer as folk, pairing: brandon/john, fics

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