(no subject)

Dec 26, 2010 13:16

Hola!

Aqui esta mi respuesta al meme navideño de la comunidad cosasdemayores.

Fandom: Skins
Autor/a: cloe2gs
Pareja: Effy/Katie. Menciones de Effy/Freddy y Katie/Freddy
Peticion: Peticion de rosesrainspell
Ranting: De camino entre el R y el Nc-17. Vamos que es bastante explicito.
Resumen: Una noche en Bristol. Effy siendo Effy y Katie odiando todo lo que tenga que ver con ella. No es bueno jugar fuego y Katie esta apunto de descubrirlo. Algunos odios simplemente es mejor dejarlos pasar.
Advertencia: Contiene Femslash (es decir chica/chica), algo de lenguaje mal sonante y es bastante PWP (practicamente sin argumento)
Notas: Esta situado entre la tercera temporada y la cuarta



Sale del pub un poco tambaleante, arrastrando los pies y peleándose con el bolso para cruzárselo por encima del pecho, antes de desistir y agarrarlo con una mano dejando que la cuerda se arrastre por todas las calles de Bristol; con una botella de Whisky en la mano que el camarero le ha dado como pago a una mamada que le hizo en el almacén una media hora antes, que lleva cogida por el cuello y a la que le da tragos de vez en cuando, cuando nota la garganta seca o se detiene para subirse los laterales del vestido rojo que lleva esa noche.

Oye ruidos de pasos a su espalda y ni se molesta en girarse para ver quién es. Ella sigue andando, intentando no tropezarse con sus propios pies. La que anda tras ella es Effy, que la adelanta sin siquiera mirarla. ¿Para qué? No son amigas.
Effy lleva su chupa de cuero y su cigarro en la mano, el sonido de sus botas militares resuenan en el silencioso callejón. Da una calada al cigarro y deja que el humo escape de su boca mientras sigue su camino.

No la ha sobrepasado hace mucho, cuando Katie la reconoce. Se detiene y entrecierra los ojos para mirar a la figura que se aleja de ella con un paso constante. Le da un trago a la botella de whisky y la deja caer al suelo sin molestarse en girarse cuando oye que se rompe. Se pasa la mano por la boca y acelera el paso todo lo que sus tacones de aguja le permiten. De pronto se siente mucho menos borracha.

Empuja a Effy con toda la fuerza que tiene haciéndola trastabillar y que la mire con enfado por encima del hombro.

-¿Fitch? ¿Qué coño te pasa?
-Tú -escupe la pelirroja- Tú me pasas. Tú y tu puta manía de joderme la vida.
-No sé de qué coño me hablas -le dice girándose para mirarla.
-Desde que te conozco no has hecho más que joderlo todo -responde volviéndola a empujar y haciéndola retroceder un par de pasos.
-No me empujes -le advierte Effy empujándola a su vez.
-Oblígame -responde con la mandíbula apretada y golpeándola en el hombro con el dedo índice.

Effy cansada la empuja contra fuerza. No sabe que es lo que la otra le esta recriminando exactamente; pero no piensa dejar que la pase por encima, y menos sin hacer nada. Katie suelta un grito y se lanza hacia ella cogiéndola del pelo y comenzando a zarandearla. Effy, por su parte, la agarra de las manos para soltarse y le pega una patada en la espinilla. Pronto no son más que un lio de brazos y piernas, empujones, patadas y tirones de pelo.

Con el último empujón Katie termina contra la pared del callejón con la respiración entrecortada y la mirada fija en la otra, que la mira con las manos apoyadas en las rodillas intentando regular su respiración. Se miran la una a la otra y antes de darse cuenta Effy le está metido la lengua hasta la campanilla y Katie la está acercando agarrándola por el culo, haciendo que la falda que lleva se le suba un par de centímetros. Es un beso rudo, con mucha lengua, saliva y dientes. No es bonito, ni tierno ni expresa más que odio mezclado con un poco de deseo. Effy sabe a tabaco y a manzana. Katie a whisky y chocolate. Se besan sin alejarse la una de la otra, apretándose contra la pared. La pierna de Effy se cuela entre las de Katie y la mano de la pelirroja la agarra con más fuerza para que no se separe.

La castaña mueve la pierna, rozándola con el muslo y haciéndola soltar un gemido que se pierde entre los besos. Se separan y Katie ve una sonrisa maliciosa en su cara antes de sentir sus dientes sobre su cuello y, de nuevo, el movimiento de su pierna contra sus partes íntimas. Conoce bien esa sonrisa, es la sonrisa que Effy pone cuando te esta retando y está ganando, esa que dice ”Soy mejor que tú. No puedes ganarme. Ni te molestes en intentarlo.”. Katie odia esa sonrisa. Si Effy quiere jugar, le enseñara que ella también puede hacerlo.

Lleva sus manos del culo de Effy a sus muslos, junto a la falda y la sube lentamente, arañándole los muslos por encima de esas medias gastadas y algo rotas que lleva la joven Stonem. Le clava las uñas y Effy se lo hace pagar mordiéndole con saña en el cuello hasta hacerla algo de sangre, sangre que limpia con la lengua antes de morder en otro sitios.

-¿Es que eres un puto vampiro?

Effy se ríe contra su cuello, enviándole un escalofrió por toda su columna, y vuelve a mover la pierna, haciendo un poco mas de presión hasta arrancarle un jadeo. Katie coge el elástico de sus medias y las baja hasta la mitad del muslo, lo suficiente como para poder ver su pálida piel por debajo de la corta falda que lleva esa noche. Effy, demasiado entretenida besando el cuello de la pelirroja, no es consciente de ello, al menos, hasta que nota una brizna de aire y una mano traviesa jugando con su ropa interior.

-No empieces a jugar si no vas a poder seguir el ritmo, Fitch -le advierte contra su oído.
-Soy capaz de seguirte el ritmo, Stonem. La pregunta es, ¿Puedes tu seguírmelo a mí?

Como toda respuesta, Effy coge de los laterales de su vestido rojo y tira de el para bajarlo, liberando un pecho pálido, firme y torneado, con dos erectos pezones castaños sobresaliendo sobre tanta palidez.

-No llevas sujetador -dice señalando lo obvio, antes de humedecerse los labios con la lengua―. Por arriba no llevas ropa interior… y ¿por abajo?

Es una pregunta retorica. No espera que Katie la conteste, perdería toda la gracia si lo hiciera. Después de todo, Effy siempre ha preferido la experimentación sobre la teoría. Aleja su pierna y cuela la mano.

―Sí que llevas ropa interior. Me siento un poco decepcionada.
―Que te jodan.
―Eso hare en cuanto termine contigo. Freddy me está esperando en su cobertizo ―dice para provocarla―. El plan es follar toda la noche.

Katie la mira con odio porque sabe que es verdad. Freddy y ella lo hicieron muchas veces en el poco tiempo en que estuvieron juntos, antes de que la chica que esta frente a ella, con la mano entre sus piernas, y la boca sobre su pecho, se lo quitara.

Cuando la castaña comienza a chuparle el pecho todos los pensamientos coherentes escapan de su cerebro como si se hubieran evaporado y solo tuviera sitio para el placer que siente. Cuando nota sus dedos por encima de su ropa interior no puede retener el gemido que se escapa de su boca, y se odia por ello. Por hacer que la cara de Effy Stonem tenga esa maldita sonrisa de superioridad. Que aunque sólo pueda ver unos segundos, antes de que Effy pase la lengua por su pezón izquierdo, se le queda gravada en la retina aumentando su odio un poco más.

Los dedos entre sus piernas comienzan a moverse, frotándose y haciendo presión justo en el lugar preciso, arrancándole gemidos cada vez más altos que la pelirroja intenta retener sin éxito para no darle el placer de que sepa que la tiene bajo su absoluto control. No importan sus esfuerzos, Effy se sabe ganadora de la batalla.

Effy deja de chupar el rosado pezón erecto y pasa la lengua por el pecho, deteniéndose para morder con fuerza la pálida piel que se está cubriendo de sudor. Katie suelta un quejido de dolor y coge a la castaña del pelo alejándola de la piel magullada.

-Puta -gruñe cogiéndola más fuerte.

Effy sonríe con prepotencia, intentando que no se note el daño que la pelirroja le hace y mueve los dedos que tiene metidos entre sus piernas, acariciándola por encima de la ropa interior y arrancándola un pequeño gemido que consigue que libere la presión con la que la sujeta.

-Quien fue a hablar -contesta con prepotencia repitiendo el movimiento de sus dedos-. Eres tú la que esta gimiendo como una putilla y la que esta completamente mojada. Estas a dos movimientos de rogarme que te folle con ellos

Katie enrojece al oírla, no por vergüenza sino por ira, contra la castaña y contra ella; porque parte de los que está diciendo es verdad. Aprieta la mandíbula y empuja a Effy hasta alejarla de ella.

―¿Te rindes ya, Fitch? -dice con una sonrisa de suficiencia en la cara y la mano que tiene libre metida en uno de los bolsillos de su chaqueta de cuero― Que poco aguante.

Katie da un paso hacia ella mirándola con odio y dispuesta a quitarle esa sonrisa fanfarrona de un puñetazo; pero Effy la empuja y vuelve a estamparla contra el muro, justo en el mismo sitio en el que ha estado antes. Sus cuerpos están pegados, y sus caras muy juntas la una a la otra. Casi parece una repetición de lo que acababa de suceder.

―Nunca me rendiré ante ti -le escupe con odio.
―No eres lo suficientemente buena como para vencerme. No me provoques. Puedo ser muy mala.
―¿Mas puta de lo que ya eres? Lo veo difícil.
―Créeme, ahora estoy siendo buena; pero puedo ser muy, muy mala.
―Se te va toda la fuerza por la boca. No te tengo miedo.
―No juegues con fuego, podrías quemarte.
―Ten cuidado y no te quemes tú.

Katie no sabe porque sigue hablando, porque la sigue retando y forzando sus límites cuando está claro que es Effy la que tiene, en estos momentos, el total dominio de la situación. Sin embargo, lo sigue haciendo, la sigue presionando, porque cuando se trata de Effy, Katie no puede controlarse.

En un rápido movimiento Effy le mete algo por dentro de la ropa interior, algo frio y que se mueve, que hace que la pelirroja abra los ojos y luego los ponga en blanco, que hace que se muerda los labios y que se apoye con fuerza contra la pared que tiene a su espalda. La castaña la coge de las muñecas cuando ve que intenta quitárselo y forcejea con ella, hasta que Katie no puede más, sus piernas se vuelven demasiado débiles como para soportar su peso y se deja caer al suelo, resbalando por la pared de ladrillos. No puede evitar los gemidos que suelta y que resuenan por toda la calle, es como si sus terminaciones nerviosas estuvieran amplificadas y toda las sensaciones estuvieran multiplicadas por mil. Effy se sienta sobre sus rodillas y le quita el pelo de la cara colocándoselo tras la oreja.

―Te he dicho que te ibas a quemar.
―¿Qué… ―intenta decir antes de tragar saliva― qué coño es eso?
―Eso, es el móvil de tu hermana y su modo vibrador. Me lo encontré en la pista de baile. Iba a dárselo mañana; pero ¿Por qué no se lo das tú?

Katie entreabre los ojos y suelta un suspiro cuando el dichoso aparato se detiene. No dura más que unos segundos, los que Effy tarda en sacar su móvil del bolsillo de su chaqueta y darle a la rellamada. La vibración comienza de nuevo y Katie vuelve a convertirse en una masa de gemidos y jadeos.

―La tecnología es genial. ¿No crees?

Katie va a responderle una bordería pero lo único que sale de su boca son gemidos de placer. Entonces su tormento vuelve a cesar, justo a tiempo, un poco más y habría tenido un vergonzoso orgasmo, en la calle, a la vista de cualquiera que pasase por allí, y, lo peor, por culpa de Effy Stonem. La castaña sonríe y Katie sabe que su tortura aun no ha terminado. La ve pasar el dedo por encima del botón de rellamada, retándola con la mirada a que intente impedírselo; pero la pelirroja está demasiado cansada como para intentarlo siquiera, ya ni hacía falta que la otra le sujetase las manos, se sentía incapaz de moverlas. Por suerte para Katie el móvil de su torturadora comienza a sonar.

―¿Sí? ―pregunta con una falsa inocencia que a la pelirroja le dan ganas de vomitar, sin dejar de mirar a Katie y la formaba en la que esta intenta regular su respiración― Hola, Freddy… si ya iba de camino. Me he entretenido hablando con Pandora… sí, cojo el metro y voy para allá… vale… adiós.

Effy cuelga y se pone de pie. Se coloco la ropa como si nada hubiera pasado y se agacha para quedar a la altura de Katie, que sigue en el suelo sin moverse; pero siguiendo sus movimientos con la mirada.

―Me están esperando así que no podremos seguir jugando. Devuélvele el móvil a tu hermana.

Effy se incorpora y Katie la ve alejarse con ese aire de chulería que rezuma por cada poro de su piel. Se marcha con paso seguro y sin mirar atrás. Como si nada hubiera ocurrido, como si no la hubiera convertido en una masa gimoteante, como si ella no se mereciera ni una sola mirada, como si no fuera nada que valiese la pena… y la odia por ello; pero la odia aun mas cuando saca su móvil del bolso y llama al número de su hermana, para que su móvil suene y poder terminar lo que la otra ha dejado a medias.

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