Hola!
Un poco mas y no llego al reto especial de
crack_and_roll.
Se que me faltan dos entradas para el meme de las 30 parejas; pero creo que las subire mañana en una sola entrada para no saturar mucho la f-list.
En cuanto a las parejas del fic... solo decir que espero que las disfruteis porque no creo que se vuelvan a repetir, para mi siempre seran Dan y Chuck
Titulo: El decimo aniversario
Autor:
cloe2gs Fandom: Gossip Girl
Claim: Chuck/Serena, Blair/Dan, Eric, Nate (menciones de Nate/Vanessa)
Reto:
Reto arcanosResumen: Para celebrar que hace diez años que dejaron el colegio, Constance y St Jude han organizado una gincana pro toda la cudad
Extension: 6080
Ranting: PG-13
Nota: Completamente Post serie. Lo que esta en cursiva es pasado.
Lily se coloco en lo alto de las escaleras de Constance Billard, con las manos cogidas al frente y la vista en los hombres y mujeres que, hacia hoy 10 años, habían dejado esa misma escuela para comenzar a labrarse su propio futuro. Esperó en silencio hasta que poco a poco las conversaciones y los murmuros cesaron y la gente fue centrando su atención en ella.
―Buenos días a todos ―les saludó con una sonrisa―Hoy hace 10 años desde que pisasteis por última vez esta escuela, desde que visteis sus hermosos jardines o caminasteis por sus pasillos. Algunos de vosotros sois hombres y mujeres talentosos con un gran futuro por delante, otros habéis comenzado a formar vuestra propia familia, puede que hayáis decidido viajar por el mundo y buscar experiencias nuevas. A todos os digo, gracias por venir hoy aquí para recordar el pasado, aquella etapa de vuestra vida que, espero, recordéis con cariño.
Chuck, de pie, en medio de la gente notó como alguien le cogía la mano y apoyaba la cabeza contra su hombro. De reojo vio que era Serena. Fue incapaz de evitar que sus labios comenzaran a curvarse con una sonrisa.
―Os explicare en que va a constar este día ―continuó diciendo Lily―. Con vuestra invitación estaba el nombre de un arcano del tarot, esa será vuestra identidad en el día de hoy. En el tablón de anuncios a mi espalda ―se giró un poco y señalo un par de trípodes que sostenían unos corchos con folios clavados en ellos―, hay una serie de grupos, en cada grupo hay cinco personas. Todos vosotros estáis en dicha lista por el nombre de vuestro arcano, para que todo sea secreto, y junto a vuestro nombre el sitio de reunión de vuestro grupo. Nadie sabrá quiénes son sus compañeros hasta que no lleguéis allí. En cada uno de esos lugares habrá un voluntario con vuestra lista de tareas. Lo que tendréis que hacer es descubrir las pistas y traer algo de cada una de dichas empresas. Puede ser una fotografía, una entrada o un frasco de perfume.
―¿Crees que estaremos en el mismo grupo? ―le susurró Serena alzando la vista para mirarle.
―No lo sé. ¿Te gustaría?
Serena se encogió de hombros y volvió la vista hacia su madre.
―Tendréis hasta las seis de la tarde para completarla. A esa hora todos habréis tenido que dejar aquí una bolsa con vuestras asignaciones. Se puntuara que tengáis todos los objetos y el orden en el que halláis llegados. Y recordar, la única ayuda que podéis tener es la del voluntario. Esta noche, en la fiesta, a la que deberéis asistir caracterizando a vuestro arcano, se dará a conocer al grupo ganador. Si tenéis alguna duda este es el momento de decirlo.
―¿Y que ganaremos? ―preguntó Chuck alzando la voz para hacerse oír.
―Esa es una excelente pregunta, Charles. Cada uno de los miembros del equipo podrá elegir un bono anual para cualquiera de los espectáculos de la ciudad, tanto deportivos como culturales. Si no hay más preguntas podéis entrar a mirar a donde debéis marcharos. Y para asegurarnos de que no descubráis quienes serán vuestros compañeros de equipo hasta que lleguéis allí, tenéis diez minutos para llegar. Mucha suerte a todos.
************
Chuck dejó salir el humo del cigarrillo y se quedó viendo como el aire de Manhattan se lo llevaba hasta unirlo a la niebla que cubría la ciudad a esas horas de la mañana. Desde donde estaba, apoyado contra el balcón de su suit en el Empire, veía como la ciudad comenzaba a cambiar de color conforme el sol iba saliendo, las farolas se iban apagando y las luces de los edificios se iban haciendo cada vez más tenues. Las calles tenían ya a esos primeros trabajadores que, somnolientos, intentaban coger alguno de los taxis o caminaban hacia su trabajo o la boca de metro más cercana.
―Cierra la ventana ―le pidió una voz adormecida a su espalda―. Tengo frio.
Chuck se giró un poco para vez a la dueña de esa voz. No pudo evitar la sonrisa de lado que se instaló en su boca al ver a Serena tumbada boca abajo en su cama, con su cuerpo desnudo cubierto ligeramente por las sabanas burdeos, sus ojos cerrados y la boca entreabierta haciendo sus labios más sensuales, si eso era posible, y su pelo rubio esparcido sin control sobre la almohada y parte de su espalda. Chuck apagó el cigarrillo en el cenicero que tenía entre sus manos y cerró la ventana, lo dejó en un mueble que había cerca del balcón, junto a las invitaciones para la reunión de ex alumnos del Constance y St Jude, y se quitó la bata dejándola caer al suelo cuando se acercó de nuevo a la cama. Vestido únicamente con unos calzoncillos blancos se tumbo sobre el cuerpo de Serena, que dejó salir un suspiró cuando noto el frio cuerpo del otro sobre su espalda.
―¿Quieres que te caliente? ―le preguntó antes de darle un suave beso en la nuca que le arrancó un pequeña risa
************
Eric volvió a mirar el reloj por decima vez en los últimos quince minutos y se dejó caer contra el césped soltando un largo suspiro, se colocó el sobre amarillo que su madre le había dado esa mañana sobre la cara para que el sol dejara de molestarle y contó mentalmente hasta veinte antes de incorporarse y mirar a su alrededor.
―Hola, Eric ―dijo una voz a su espalda.
El mentado se giró y vio a Nate acercándose con paso tranquilo hasta donde estaba sentado.
―Hola, Nate.
―¿Eres el voluntario?
―Que remedio. Fue la única manera de que mi madre me dejase en paz ―contestó con resignación―. Era esto o ayudarla a ella y a Blair todo el mes con los preparativos.
―Ya, yo hubiera elegido lo mismo ―respondió el castaño con una de sus eternas sonrisas que parecían sacadas de un anuncio de dentífrico―. Tu madre y Blair juntas ―dijo mientras fingía un escalofrío―, no me imagino nada peor.
―Muy gracioso, Nate ―dijo Blair apareciendo por su izquierda de la mano de Dan―. Sois tan graciosos que deberíais montar un espectáculo y uniros al circo.
―Todos aquí ¿Por qué no me sorprende? ―dijo con ironía Chuck mientras se acercaba con Serena―, toda la pandilla juntita ¿has hecho tú los grupos Blair?
―No. Fue por sorteo según los disfraces y no, yo no asigne los disfraces fue Stacy Sullivan.
Dan viendo que en cualquier momento podía empezar una discusión, cosa que solía suceder cuando Blair y Chuck estaban en modo sarcasmo, decidió intervenir.
―Bueno, ¿Qué tenemos que buscar?
Eric abrió el sobre que su madre le había dado y saco una cartulina azul con unas frases escritas en morado.
―Pero que horterada ―dijo Blair al ver la combinación de colores―, la única cosa peor sería que fuera una cartulina rosa escrita con rojo. Y ni siquiera estoy segura de que eso fuera peor.
************
Blair salió del baño con una toalla envuelta alrededor de su cuerpo y otra en la mano con la que se estaba secando el cabello.
―Dan, venga. No remolonees. Tienes que vestirte para que nos vayamos.
―Cinco minutos mas ―murmuró el chico sin abrir los ojos.
―Ni cinco ni medio. Venga, ponte de pie y ve a ducharte.
―Pero me acosté muy tarde anoche ―se quejó con los ojos entreabiertos―. Déjame cinco minutos.
―No.
―¿Y si sacrifico la ducha y uso ese tiempo para dormir?
―Olvídalo. Haberte acostado antes. No es culpa mía que te pasaras la noche frente al ordenador cuando sabias que hoy tendrías que madrugar.
―No es culpa miau que la inspiración me venga de pronto ―dijo sentándose sobre la cama, sabiendo que había perdido esa lucha―. Llevo casi dos meses sin escribir nada decente, desde que le entregue el borrador a Jessica. No podía quedarme en la cama cuando no sabía si la inspiración seguiría aquí por la mañana o me tiraría otros dos meses viendo pasar las horas.
―¿Y mereció la pena? ―preguntó sentándose en el borde del colchón― ¿Has escrito algo?
―Algo ―contestó acercándose a ella para abrazarla y apoyar la barbilla contra su hombro―. Creo que es bueno, muy bueno en realidad; pero no te puedo decir nada más. No quiero fastidiarla si al final no sale nada.
―Vale ―aceptó la castaña a regañadientes dándole un suave beso en los labios―. Ahora ve a la ducha, que tenemos que ir a la tienda de disfraces y luego no queda ninguno que merezca la pena.
Dan se puso en pie y caminó hacia la puerta del baño bostezando y rascándose el estomago. Al llegar al marco se detuvo y apoyó en el la mano derecha, giró un poco la cabeza y dijo:
―Por cierto, ¿Has visto mis zapatillas negras?
―¿Las convers negras mugrosas y con agujeros en la planta?
―Si.
―Le dije a Dorotha que las tirara― contesto Blair poniéndose de pie.
Dan se giró con la boca abierta y una expresión tan aterrada que la castaña no pudo evitar sonreír.
―¿Qué las has tirado? ¡Estas loca!¡Necesito esas zapatillas! Esta tarde tengo una reunión con Jessica ¡Las necesito!
―No las necesitas. Jessica ya te va a publicar. Otra vez. Le encanta todo lo que escribes. Con zapatillas mugrientas o zapatos de Armani
―¿Dónde están?
―Aaa ―dijo negando con la cabeza―. No vas a ir a probarte el disfraz llevando esas mugrosas zapatillas.
―Lo hare ―le advirtió señalándola con el dedo índice de forma acusadora―. Sobre todo si tengo que asegurarme de que no las vas a tirar en cuanto me dé la vuelta.
―Eres un supersticioso.
―Aun así quiero mis zapatillas.
************
―Empecemos por una fácil ―dijo Chuck cogiendo la cartulina y leyendo por encima―. ¿Pero de donde han sacado esta lista? ¿Es cosa tuya, Blair?
―No. Como participaba Lily no me dejo contribuir con las tarjetas. Las hicieron todas ella, mi madre, Cyrus y Rufus ¿Por?
―No sé ni por dónde empezar…
―Lee la primera y ya está ―dijo Serena sentándose en el césped junto a su hermano y Nate.
―Lo que ven el gorila y la joven actriz.
Los seis se quedaron en silencio sin saber que decir, pensando en que podría significar esa frase y en lo que querría Lily que llevaran. Chuck leyó la frase para si un par de veces más, intentando buscar cualquier código que pudiera estar escondido; pero no había nada. Solo esa simple frase, esas nueve palabras escritas en morado. Alzó la vista mientras repetía la frase y giró sobre si mismo. Sabía que conocía la respuesta, algo en su cerebro le decía que la sabía, que sólo tenía que pensar un poco más… Fue entonces cuando lo vio.
―El Empire State ―dijo girándose para volver a ver a los otros―. Es el Empire State.
―¿Qué? ―preguntó Nate mirando a su amigo con curiosidad― ¿Qué pasa con él?
―No lo veis, es la respuesta.
―No te sigo.
―Yo tampoco ―añadió Serena―. ¿Puedes explicarlo?
―El gorila es King Kong y la actriz Ann Darrow ―exclamó el moreno.
―Y lo que vieron debe de ser lo que se ve desde lo alto del edificio ―terminó Dan mirando hacia el característico edificio.
―Sólo tenemos que hacer una foto desde el mirador ―añadió Chuck.
―Vaya ―exclamó Blair―. Reconozco que eso ha sido muy inteligente, Chuck.
―Gracias, tengo mis momentos. Venga, llamare a Arthur para que nos lleve.
La negra limusina de Charles tardo en llegar apenas cinco minutos. Conseguir llegar hasta el famoso edificio no fue tan rápido. Arthur esquivaba los coches con toda la agilidad que una limusina podía hacerlo en una ciudad como Nueva York. Cuando salieron corrieron hacia las puertas giratorias del edificio, compraron las entradas y entre empujones subieron al atestado ascensor que les llevaría hasta el mirador de la planta 86.
―Nunca me cansare de ver la ciudad desde aquí ―dijo Blair apoyándose contra la barandilla para ver mejor la ciudad.
―Chicos ―dijó Serena―, tenemos un problema. Necesitamos una foto pero yo no tengo cámara ¿y vosotros?
―Yo sí ―respondió Chuck con la cara vuelta hacia una familia que estaba a unos metros de ellos.
―¿En serio? ¿Dónde? ―quiso saber Serena.
Como toda respuesta Chuck se alejó de ellos y se acercó a la tranquila familia de turistas, en concreto hacia el padre que tenía a su pequeña hija en brazos para que pudiera mirar por el telescopio. Se colocó a su lado como si estuviera viendo el paisaje desde allí y deslizó la mano hasta cogerles la cámara digital que sobresalía de la bolsa que llevaba colgada. Metió la cámara en un bolsillo sin que nadie se diera cuenta y volvió a donde estaban los otros con total tranquilidad.
―Les acabas de robar la cámara ―dijo Dan incrédulo―. Te has acercado a esa familia de turistas y les has robado su cámara de fotos, en las que tendrían las fotos de todas sus vacaciones y quien sabe que mas. ¿Es que tú no tienes escrúpulos?
―Solo los domingos en misa, Daniel ―contestó con sarcasmo―. ¿Hacemos la foto o no?
************
Nate se estaba paseando por su despacho mientras hablaba por el manos libres, en sus manos jugaba con una pequeña pelota de beisbol, era una manía que tenía cuando hablaba por teléfono con clientes que no eran fáciles de convencer ni de impresionar. Cuando oyó la confirmación al otro lado de la línea, una sonrisa de suficiencia se instaló en su cara e hizo el gesto de la victoria con el brazo derecho. Había sido difícil; pero estaba hecho, un cliente más para la compañía y una nueva cuenta para él. Colgó y se dejó caer contra su silla de cuero reclinable sin soltar la pelota todavía.
―Pheobe ―dijo pulsando el botón del intercomunicador para hablar con su secretaria―. Búscame un hueco para la semana que viene en el que pueda usar la sala de reuniones, luego llama a los de Sports Athletics y concierta la cita.
―Sí señor Archibald ―respondió la voz de una joven al otro lado de la línea.
Media hora más tarde oyen un par de golpes contra la puerta y segundos después esta se abrió dejando pasar a una chica de unos veinte años con un sencillo traje y el pelo recogido en un apretado moño, era Pheobe su secretaria, llevando en una mano un café del Starbucks y en la otra una funda de traje cerrada.
―La reunión será el miércoles a las diez ―le comentó mientras dejaba el café sobre la mesa―. Y esto lo ha traído Vanessa hace unos diez minutos, ha dicho que no podía quedarse a esperar para dártelo porque ya llegaba tarde y que te lo diera yo. ¿Quieres que lo guarde en el armario?
―No trae, quiero ver que me ha traído ―dijo echando la silla para atrás para poder ponerse de pie.
Bajó la cremallera y lo que vio hizo que la boca se le abriera y no supiera que decir. Pheobe a su lado intentó ocultar la sonrisa que se le había puesto al ver las prendas de ropa.
―No pienso ponerme esto ―exclamó Nate cuando recuperó el habla.
―Vanessa dijo que dirías eso, y me pidió que te dijera que “Me da igual lo que digas. Es perfecto. Te lo pondrás en la fiesta y no se hable más”
Nate suspiró y le hecho otra mirada antes de subir la cremallera y meterlo en el armario de los abrigos.
―Es una mandona ―masculló sentándose de nuevo en su sillón
************
―Lo siguiente en la lista es “no estáis en vuestra de época” ―leyó Blair. Alzó la cabeza y miró a los otros― ¿Alguna idea?
―¿Un coche de caballos? ―sugirió Dan.
―O uno de esos limpiadores de zapatos de la estación ―dijó Serena.
―O cualquier cosa de un anticuario. Pueden ser miles de cosas ―comentó Chuck.
―Yo tengo una idea ―comentó Nate levantando ligeramente la mano―. ¿Y si alguno de nosotros se disfraza de algo del pasado? Seriamos nosotros fuera de época.
―No tenemos tiempo de ponernos a buscar una tienda con disfraces decentes ―comentó Blair cruzándose de brazos―, y no se tu; pero yo no me pongo cualquier cosa.
Nate comentó algo en voz baja, casi un susurro; algo que, excepto Chuck, ninguno pudo escuchar ni entender. El moreno miró a su amigo y comenzó a inclinar la comisura de la boca en una sonrisa maliciosa hasta terminar preguntando con el tono más lascivo que tenia
―¿Algo que quieras contarnos, Nathaniel? ¿Quizás sobre unos disfraces, tu y Vanessa jugando al gánster y la cabaretera? ¿O sois un romano y su esclava?
Nate se sonrojó y deseó que se le tragara la tierra… o mejor, que se le tragara a Chuck y a sus comentarios vergonzosos.
Así fue como terminaron en el piso que Nate y Vanessa compartían en el Soho. Con Chuck rebuscando en el cajón de disfraces de su amigo junto con Nate, que intentaba quitarle las cosas de las manos antes de que se las enseñara a los otros, cosa en la que no estaba teniendo mucho éxito.
―¿Un uniforme del Constance? Espero que sea para Vanessa porque he visto tus piernas y una falda de cuadros no es lo que más te favorece.
―Muy gracioso ―contestó Nate entrecerrando los ojos―. ¿Por qué no me dejas a mí que busque algo?
―Porque me pondría a rebuscar en los cajones de la ropa interior de Vanessa y no quieres que eso ocurra ―contestó con simpleza.
Nate puso los ojos en blanco y estiró la mano para coger un vestido de los años 20, de color rojo y muchas lentejuelas, cerró el cajón con fuerza y sonrió con prepotencia al oír a Chuck quejarse de que le había pillado un dedo.
―¿Quién de las dos se lo pone? ―preguntó mirando a las chicas.
―¿Y porque no buscas algo de chico para ti? ―preguntó Blair mirando el vestido rojo que llevaba entre sus manos.
―Porque es mucho más divertido que lo hagáis vosotros y a Nathaniel no le queda bien el rojo ―contestó Chuck.
Las dos chicas se miraron, decidiendo sin palabras quien sería la que se disfrazaría. Parecía que ninguna de las dos iba a decidirse, hasta que al final Serena se puso en pie, le cogió el vestido y se metió en el cuarto de baño para cambiarse.
************
Eric abrió la puerta de su apartamento, dejo las llaves en el cuenco de cerámica que estaba en el mueblecito junto a la entrada, entró en el salón pasándose por la cabeza el asa de la bolsa de deportes que llevaba cruzada a su espalda y se llevó un buen susto al ver a su madre sentada en su salón con una taza de café en las manos.
―¡Dios, mamá! ¿Qué haces aquí?
―¿Es que una madre no puede ir a ver su hijo?
―Las madres que hacen eso, por lo general, llaman antes de venir y no entran en las casa de sus hijos a hacerse un café y a darles el susto de su vida.
―Exagerado.
El muchacho dejó salir un largo suspiro y colocó la bolsa junto al sillón en el que se dejo caer.
―Mamá ―comenzó a decir llenándose de paciencia―, vengo de un turno doble en el hospital. Así que vamos a dejar de jugar a la madre amorosa y normal, que no eres, y dime que quieres.
Lily sonrió con dulzura y algo de orgullo al ver el hombre responsable en el que se había convertido su hijo. Y sólo por eso y por las ojeras de cansancio que tenia bajo los ojos, decidió pasar por alto su último comentario.
―El sábado de la semana que viene es la reunión de los 10 años de St Jude y Constance.
―¿Y por que me afecta eso a mí? Habla con Serena es ella la que acabo hace 10 años, no yo.
―Necesitamos algunos voluntarios para la gincana que estamos organizando.
Eric miró a su madre y se imaginó lo que iba a pasar. No era ningún misterio para él como funcionaba su mente, ni de la Serena. Si su madre estaba allí, sentada en un sillón que Lucas había encontrado junto a un contendor, tomándose un café hecho con granos ecológicos, era porque quería algo, quería que fuese voluntario.
―La palabra voluntario, implica voluntad, mama. No obligación.
―Te lo pido como un favor. Un favor a tu amorosa madre, la madre que te dio la vida.
Eric se apoyó contra el respaldo y se frotó el puente de la nariz.
―Trabajo el sábado que viene. Tengo guardia.
―Mentiroso. He llamado al hospital y tienes libres los tres próximos fines de semana.
―Voy a intentar ignorar el hecho de que has llamado a mi trabajo por el bien de nuestra relación.
―No es la gran cosa, Eric. No montes un drama ―comentó dejando la taza de café sobre la mesa de madera.
―¿Y si hay un accidente y me necesitan? Tendría que irme y te dejaría tirada en medio de tu gincana.
―Pues llévate el busca para estar localizable y si te tienes que ir, te vas ―contestó con simpleza mientras se ponía en pie y se alisaba cualquier pequeña arruga que hubiera aparecido en su falda.
―¿Y si las líneas se saturan y no pueden dar conmigo? ―dijo poniéndose de pie y siguiéndola hacia la puerta.
―Entonces dará igual que estés aquí o allí.
―¿Y si no puedo llegar al hospital porque el accidente es que un camión ha volcado y se ha cortado el tráfico? Desde aquí puedo ir andando, desde el centro no.
―Pues vas en metro.
―¿Y si ha chocado por un temblor producido por una explosión en el metro?
Lily le miró desde el pasillo con una ceja levantada con incredulidad.
―No seas tan pesimista Eric. Estas rallando lo absurdo. Además, sólo será un día. Te relajaras un poco y te lo pasaras bien. Mañana por la tarde hay una reunión de voluntarios, pásate si puedes, sino te llamare mas tarde para contártelo.
―Mama…
―Adiós, cariño. Te quiero. Saluda a Lucas de mi parte. Y dile que compre un café mejor. O no, la próxima vez te traeré una maquina de expresos, tu cafetera parece que hace agua sucia en vez de café.
************
―La esencia de una estrella ―leyó Nate después de haberle hecho una marca en rojo a las dos frases que ya habían conseguido descifrar―. Esto es absurdo. ¿Una estrella? Las estrellas no tienen esencia.
―Bueno, Nathaniel ―comenzó a decir Chuck―. Está claro que no es literal sino en sentido figurado, algún tipo de metáfora absurda para mentes ligeramente perturbadas y que funcionan a un nivel distinto del de el resto de los mortales.
―¿Qué pasa? ―preguntó Dan volviendo de una cafetería con un par de vasos de café.
―Buscamos la esencia de una estrella ―le explicó Blair cogiendo el café que le sobraba a su novio.
―¿Y a que esperamos?
―No se Humphrey, ¿a que podemos estar esperando? ―comentó Chuck con ese tono de sarcasmo que solía poner a prueba la paciencia de la gente.―. Quizás a descubrir de que demonios habla.
―¿Es que no lo sabéis? Es facilísimo.
―Ilumínanos.
―Es un frasco de colonia ―contestó dándole un sorbo al café―. Yo apostaría por uno de Channel.
Los otros cinco chicos se quedaron mirándole en silencio intentando averiguar el hilo de pensamientos que había conducido a Dan hasta esa respuesta.
―No lo entiendo ―reconoció Serena al final poniendo en palabras lo que los demás estaban pensando.
―Una estrella es una actriz o una modelo o cualquier otra celebridad. La esencia es el aroma, el olor. Y como no podemos conseguir el olor autentico, es decir, el sudor.
―Porque eso sería asqueroso y un poco raro ―le cortó Chuck.
―Debe de referirse a su perfume ―acabó de explicar ignorando el último comentario del joven Bass―. Yo no sé mucho de perfumes o colonias pero ¿no es Channel el que usan todas?
―No todas; pero muchas si ―contestó Serena―. Yo tengo un frasco en casa.
―Eso ha sido muy inteligente, Dan ―comento Eric.
―Si. Como ya he dicho sólo una mente perturbada e ilógica podía llegar a esa conclusión, o a alguna otra en realidad.
************
Chuck ya tenía su disfraz, le estaba esperando en la caja, en las delicadas manos de Monique. Sólo tenía que ir y pagarlo. Entró en la tienda a la que su novia le había arrastrado y a los diez minutos ya había encontrado lo que estaba buscando.
Serena, por otro lado, era incapaz de decidirse. Se había probado una docena de vestidos y ninguno terminaba de gustarle, o era muy rosa, o muy poco, la tela muy áspera o con demasiados pliegues… llevaban allí una hora y no parecía que fueran a terminar pronto.
―¿Qué tal este? ―preguntó la rubia saliendo del probador y girando sobre si misma.
Chuck inclinó la cabeza y la repasó con la mirada. Para él era perfecto, igual que la docena anterior y todos los que, estaba seguro, le seguirían. Serena podría llevar ropa de vagabundo y el pelo sin lavar, y aun así seguiría siendo la más guapa y que la más miradas atraería.
―¿Y bien?
―Estas perfecta.
―¡Dios, Chuck! Hablo en serio ―dijo colocándose las manos en las caderas.
―Y yo.
Chuck se levantó del sillón en el que había estado sentado y se acercó a ella, le puso las manos en los hombros desnudos y acarició su piel con los pulgares.
―Ese vestido te queda bien, tan bien que hace que sólo piense en subir esta falda de seda, empujarte de nuevo al probador y…
Chuck no pudo seguir porque Serena le interrumpió tapándole la boca con la mano derecha.
―Cállate ―le pidió intentando no reírse―. Eres un pervertido
―Y te encanta ―respondió el moreno quitándole la mano de su boca― ¿Te llevas este?
―No. Me voy a probar otro. Si sólo lo piensas y no lo haces está claro que no es el adecuado.
―Y luego yo soy el pervertido.
************
Blair sacó el fajo de billetes que llevaba en la cartera y le tendió unos cuantos cientos a uno de los payasos del circo itinerante que esa semana se había instalado en las afueras de la ciudad. Serena a su lado le tendió una percha con un esmoquin que el hombre cogió con una amplia sonrisa antes de meterse en la carpa a cambiarse de ropa.
―Pues esta ya está. Márcala ―le ordenó a Dan―. Un payaso vestido de Armani.
―Se supone que no se puede pagar a nadie para conseguir las cosas ―comentó Eric mientras comía de su algodón de azúcar.
―Como si me importara ―contestó Blair con esa voz sacada de sus días de estudiante y que le recordaban a todo el mundo que ella era Blair Waldorf
************
Estaban sentados en una pequeña cafetería, de esas que a Dan le encantaban por lo bueno del café y lo acogedor del lugar, y a Blair porque podían sentarse junto a la ventana y ver a la gente pasar como si fuera una ventana a otro mundo, a uno lleno de preocupaciones, problemas y negocios, del que habían conseguido escapar.
Ella cogió un poco de crema de su capuchino con la cucharilla y se la metió en la boca, chupando la de forma ausente mientras dejaba que su vista vagara por los transeúntes al otro lado del cristal.
Él, sentado frente a ella, escribía en una pequeña libreta con un bolígrafo bic y dejando olvidado su café, que se enfriaba junto a su mano.
Parecían ajenos el uno al otro, a excepción de los pies bajo la mesa, que se rozaban de forma casual y casi inconsciente buscando el contacto del otro.
El pitido de un mensaje les trajo a la realidad. Blair sacó el móvil de su bolso y leyó el mensaje. Dan la vio sonreír y escribir una respuesta con una rapidez que sólo se consigue con años de práctica mandando mensajes.
―¿De quién es?
―Serena ―contestó sin alzar la vista.
―¿Y que quiere? Os vais a ver mañana en la celebración esa.
―En realidad nos veremos esta tarde. Vamos a ir de compras. Me está enseñando su disfraz.
―¿Y?
―Le queda perfecto ―contestó dándole un sorbo a su café―; pero eso no es nada nuevo en Serena.
―Seguro que no es tan impresionante como el tuyo.
―Como se nota que no lo has visto. Si lo hubieras hecho no dirías lo mismo
―Claro que si. ¿Y sabes por que? Porque para mí siempre serás la más guapa ―le dijo cogiéndole la mano por encima de la mesa.
************
El teléfono de Eric comenzó a sonar. Lo sacó pensando que podría ser cualquier cosa del hospital o incluso Lucas; pero no. Era Jenny. Miró extrañado la pantalla y descolgó para ver que quería su amiga.
―¿Jenny? ¿Qué quieres?
―¿Recuerdas nuestra pequeña apuesta?
―Como olvidarla.
―Solo quería recordártela porque vamos de camino a nuestra último objeto.
―Nosotros también.
―Entonces te veré en la meta, veremos quien llega antes
Eric colgó el teléfono con rabia y le arrancó el sobre a Blair de las manos. Eric leyó la última asignación y sin decir nada salió corriendo.
―¿Pero que le pasa? ―preguntó Serena viendo a su hermano alejándose entre la gente.
―Ni idea. Recibió esa llamada de la pequeña J y salió corriendo.
―Mi hermana suele tener ese efecto en la gente. El de hacerla correr despavorida.
―Pues más vale que nosotros también salgamos corriendo sino queremos perderle la pista ―dijo Nate comenzando a andar en la dirección que Eric había tomado.
Diez minutos después, y tras haber recorrido la Quinta Avenida a la carrera tras la rubia cabellera del menor de los Van der Woodsen, estaban de pie frente a un escaparate de la tienda Apple, con las manos en las rodillas o apoyados contra la pared, mientras intentaban regular su respiración.
―¿Y si nos dices lo que haces en vez de correr como un descosido?
―Tenemos que ganar a Jenny y ya sabía cuál era la última cosa de la lista ―explicó Eric antes de sacar una foto al conocido logo de la marca.
―¿Apple? ―preguntó Blair.
―Una manzana de oro en la calle más famosa de la manzana gigante.
―¿Y ya está? ¿Lo tenemos todo? ―preguntó Nate revisando la lista de nuevo.
―Solo hay que correr de nuevo a St Jude y Constance para ganar a Jenny.
―¿Cuál es la prisa? ―preguntó Dan―. No creo que sea por las entradas, puedes comprarlas si quieres.
―No, no es eso. Jenny y yo tenemos una pequeña apuesta. Si gana tengo que presentarle a Pietro Maximoff, un colega de cirugía.
―¿Y que tiene de malo? Preséntaselo ―le dijo Serena con una de sus sonrisas.
―No voy a hacerlo. Ni en un millón de años ―contestó empezando a andar hacia la parada de taxis.
―¿Por qué? ¿Te gusta? ―le volvió a preguntar la rubia enganchándose a su brazo.
―No. Es un amigo.
―¿Y cuál es el problema? ―quiso saber esta vez Blair agarrándose de su otro brazo.
―Ninguno. Excepto que quiero que siga siendo mi amigo. Si sale con Jenny y no funciona, cosa que es lo más probable, no podremos volver a ser amigos. No tan cercanos como lo somos ahora, al menos.
―Creo que exageras. Siempre te pones en lo peor, a lo mejor funciona ―comentó Serena intentando animarle.
―Ya, bueno. No voy a arriesgarme y averiguarlo. Así que venga. Que tenemos que ganar.
************
Nate salió de la cama completamente desnudo, cogió un cigarrillo de la mesilla y lo encendió con una cerilla que había sacado de uno de los muchos paquetes de publicidad que solía recoger en los restaurantes a los que iba a reuniones. Caminó por la alfombra con cuidado de no pisar los zapatos de Vanessa y se acercó a la cámara de video que estaba sobre el trípode. La cogió y se acercó a la mesa en la que estaba el portátil encendido. Descargó el archivo y lo puso en marcha.
Vanessa se sonrojó y escondió la cabeza bajo la almohada cuando sus gemidos grabados comenzaron a resonar por toda la habitación gracias al sistema Home Cinema que Nate había conectado al portátil.
―Quítalo ―le pidió con la voz amortiguada por la ropa.
―No. Me encanta oírte gemir mi nombre.
―Repíteme porque he dejado que hicieras eso ―preguntó tras lanzarle un cojín que el chico esquivo ágilmente.
―Porque me siento muy solo cuando te vas a uno de tus festivales de cine.
―Pensé que era una venganza por el disfraz que te compre.
―Eso también
************
Lily se cogió la cola de su vestido negro de gala y subió los pequeños escalones del escenario. Sonrió a la multitud y espero a que se hiciera el silencio.
―Bueno. Parece que es la hora de decir quienes han sido los ganadores del día y, por tanto, de la gincana de este año. Todos habéis hecho un gran esfuerzo y espero que os divirtierais en el proceso. Sé que las pistas eran difíciles
―¡Necesitaban un manual de instrucciones! ―gritó una voz entre la multitud.
―Gracias por el comentario, Charles ―dijo Lily haciendo que el publico riera―. Siempre es bueno conocer tus opiniones.
―Para eso estoy ―contestó alzando la copa como si estuviera brindando.
―A lo que iba. Los ganadores de este año.
Jenny subió al estrado con un vestido negro y una falsa guadaña, se acerco a Lily y le entrego un sobre de color azul claro, sonrió a la multitud y bajo por donde había subido.
―Los ganadores son ―la batería comenzó a hacer un redoble y Lily se acerco mas al micrófono―El Mago.
Un foco enfocó a Chuck en el centro de la sala. Llevaba una túnica marrón con dibujos de runas plateadas en los bordes, un cinturón de cuero marrón algo suelto del que iban colgados una bolsitas de cuero y un bastón de enebro que había dejado a su lado junto a la mesa de las bebidas. El moreno alzó las cejas con la copa a medio camino de su boca, la dejó con una sonrisa de suficiencia sobre la mesa, cogió su bastón, se colocó la capucha y caminó al estrado con el foco siguiéndole.
―El Sumo Sacerdote.
La luz iluminó a Dan y a su túnica roja. Cerró un ojo porque se quedo momentáneamente cegado por la luz y se coloco la mitra dorada en la cabeza, antes de imitar a Chuck y andar hacia el escenario.
―Los Enamorados.
Serena sonrió y ando con paso elegante. La gente se iba retirando conforme pasaba con su vestido de seda rosa al más puro estilo Afrodita. Su pelo, rizado para la ocasión y recogido en un elegante moño, dejaba caer sueltos unos cuantos mechones que se movían con gracia a cada paso que daba.
―La estrella.
Eric sonrió con incomodidad y vacio su copa de un trago. La luz hacia que la purpurina dorada que llevaba por el torso desnudo brillase atrayendo aun más la atención e incrementando la sensación de querer que la tierra se lo tragase. Notó una palmadita en el trasero y se giró para mirar de mala cara a su novio. Sus labios se movieron dándole un claro mensaje “Te odio”. Lucas, lejos de tomárselo en serio, le sonrió y alzó las cejas con diversión.
―La Emperatriz.
Blair con una sonrisa de suficiencia y el porte de una reina atravesó la sala, con un majestuoso vestido que habría hecho, en su día, las delicias de la mismísima María Antonieta.
―Y por último, aunque no por ello el menos importante. El Diablo.
El foco comenzó a repasar el salón sin detenerse en ningún sitio. La gente comenzó a mirar a su alrededor y a cuchichear.
―Diablo.
El foco seguía moviéndose y los murmullos eran cada vez más altos.
―¡Diablo!
Nate apareció por una de las puertas laterales, llevaba unos pantalones de cuero y una gabardina abierta con el torso desnudo, se iba peinando un poco el pelo con los dedos y colocándose una ridícula diadema con dos cuernos en rojo.
―Lo siento ―se disculpó mientras iba medio corriendo hacia el escenario.
―Pues ya está. Estos son los ganadores de este año. Aquí tenéis vuestro premio.
Jenny volvió a subir portando una bandeja de plata con seis sobres azules. Lily los fue cogiendo uno por uno y se los fue dando a cada uno de los chicos.
―Y ya está. Ahora yo me iré, que sé que es lo que estáis todos deseando y os dejare continuar con la fiesta.