Wonshik tardó un momento en obedecer. Había olvidado que lo llevaba, metido a salvo en la camisa. Lo cogió por la cadena, se lo sacó por la cabeza y este tañó tristemente al quitárselo.
―Me alegra que no te hayan clavado una estaca ―dijo felizmente Jaehwan quitándole el amuleto de las manos―. Esto vale millones, ¿sabes? Nunca lo hubiera recuperado.
Wonshik puso mala cara.
―Eres un gilipollas y yo me voy a la cama ―anunció. Jaehwan comenzó a reír y Wonshik cerró la puerta de la habitación por el sonido.
Esperó hasta que escuchó a Jaehwan alejarse de la puerta hacia su propia habitación antes quitarse la camisa y pantalones. Necesitaba una ducha, pero estaba demasiado cansado. Así que, simplemente, se acercó a la cama, donde Hongbin dormía profundamente, y se arrastró bajo las sábanas.
Se quedó ahí un momento, inseguro de qué hacer mientras contemplaba el tranquilo rostro de Hongbin, después, con cuidado, extendió el brazo y acercó a Hongbin, presionando ambos frentes juntos. Hongbin estaba frío, pero le daba igual. Era extraño, junto con su falta de respiración. Era distinto. Pero estaba bien. Definitivamente bien, pensó mientras dejaba un beso en el cabello de Hongbin.
Creía que nunca volvería a tener aquello, creía que nunca volvería a sostener a Hongbin, que nunca dormiría junto a él. Era más de lo que podía haber pedido, y no iba a malgastar nada de aquello arrepintiéndose de sus decisiones.
Hongbin se movió, río un poco, se acercó más a él, la boca contra el hueco en la garganta de Wonshik, y volvió a quedarse quieto. Wonshik contuvo un sollozo y se mordió la lengua para intentar evitar llorar. Pero el escozor en los ojos creció mientras mantenía a Hongbin contra el pecho y las lágrimas comenzaban a caer.
Parpadeó rápidamente, sentía que picaban más de lo normal. Se llevó la mano a los ojos para limpiarlos y descubrió que sus lágrimas eran sangrientas.
――
El sol colándose brillante a través de las persianas fue lo que despertó a Hakyeon, y le recordó por qué nunca dormía en el sillón. Simplemente era malo, sin mencionar que no se reclinaba demasiado y tenía bultos.
Se sentó con un gruñido, y colocó el sillón en la posición normal. Tres sitios distintos de su espalda crujieron al moverse.
―Joder ―refunfuñó frotándose el costado. Se estaba haciendo mayor, especialmente para un cazador.
Miró a la derecha y observó que Sanghyuk aún dormía, encogido bajo la manta del sofá. Se veía suave, joven. Era ambas cosas, si era sincero consigo mismo. Había sido atraído por esa vida como una polilla a la luz, un adolescente encantado por las perspectivas de emoción y aventuras, de ser un héroe. Todo eran mentiras.
Hakyeon estaba cansado de las mentiras. Sanghyuk se merecía algo mejor.
Se levantó del sillón para poder arrodillarse en el suelo junto a Sanghyuk. Lo meció gentilmente.
―Sanghyuk ―murmuró―, despierta.
―Nrg ―respondió este mientras abría los ojos.
―¿Quieres algo de desayunar? ―preguntó sonriendo algo contento―. Puedo hacer tortitas.
Sanghyuk parpadeó lentamente.
―Vale ―respondió con voz rasposa por el sueño.
Hakyeon asintió y se fue a la cocina a hacerlas. Mientras cogía los ingredientes y los útiles de cocina, Sanghyuk se movió lentamente y, al fin, se levantó, dirigiéndose al baño. Hakyeon lo dejó, canturreando en voz baja mientras se movía.
Sanghyuk no salió hasta que Hakyeon tenía las tres primeras tortitas en el fuego y una tetera de agua calentándose al lado. Hakyeon lo miró. Parecía algo cansado, los ojos aún mostraban vestigios de la rojez anterior. Pero sonrió cuando lo descubrió mirándolo y no parecía forzado.
―Has dicho de desayunar, pero son casi las dos de la tarde ―dijo sentándose en la mesa de la cocina. Era nueva y barata, un reemplazo de la que Taekwoon había roto al tirar a Wonshik encima.
―Bueno, es nuestro primer almuerzo tras despertarnos, así que, técnicamente, es el desayuno ―señaló Hakyeon.
Sanghyuk lo dejó pasar y Hakyeon se giró para darle la vuelta a la masa.
― ¿Qué pasó después de que me quedara dormido? ―preguntó, demasiado astuto para su propio bien.
Hakyeon luchó por no tensarse, por no tartamudear mientras le daba la vuelta al último.
―Nada ―dijo con sinceridad―. Volví a HQ justo cuando las demás patrullas regresaban. Aún no se habían dado cuenta de la intrusión. Rellené mis formularios y me fui ―la tetera comenzó a silbar, así que Hakyeon apagó el fuego.
―Así que, es esta noche cuando la bomba va a explotar ―dijo Sanghyuk.
Hakyeon deslizó la espátula bajo las tortitas, una cada vez, y las puso en un plato.
―Síp ―respondió. Dejó el plato en la mesa frente a Sanghyuk―. Haré más cuando te acabes esas, si quieres ―se giró para cogerle un tenedor, una servilleta y el sirope, que también puso para él.
―¿Tú no vas a comer nada? ―preguntó Sanghyuk tentativamente. Su tono casi hizo que pusiera mal gesto.
―No tengo hambre ―dijo Hakyeon. Era medio verdad. Tenía el estómago lleno de nudos y comer sería, completamente, una mala idea. Pero el café no sonaba tan mal. Sacó dos tazas del armario, les echó algo de café instantáneo y sirvió agua de la tetera en ambas―. Toma ―dijo mientras le acercaba la suya a Sanghyuk―. Ten cuidado, quema ―se sentó en el otro asiento, bebiendo de su taza.
Sanghyuk ya se había centrado en las tortitas, copiosas cantidades de sirope por encima.
―No soy un bebé ―dijo con poca claridad, la boca llena.
―Y tampoco hables cuando tienes comida en la boca ―dijo Hakyeon riéndose un poco cuando Sanghyuk se quejó.
Después se quedaron en silencio, Hakyeon bebía de su café y Sanghyuk comía. Cuando se acabó la taza y todo lo que miraba era el sucio fondo de esta, sabía que no podía retrasarlo mucho más. Sanghyuk pronto acabaría con sus tortitas y después comenzarían las preguntas sobre Wonshik, y Hakyeon quería acabar con ellas antes de que empezaran.
―Hay algo que tengo que decirte ―apretó los dientes un segundo y después alzó la mirada para ver el rostro de Sanghyuk y no la taza. Continuó antes de que el menor pudiera decir nada―. Te estado mintiendo, y a Wonshik. Y ya hemos visto cómo acabó eso así que… necesito contarte esto. Mereces saberlo.
Sanghyuk, que acababa de morder las tortitas, dejó el tenedor en el plato, masticando lentamente. Parecía imitar la tensa postura de Hakyeon, asumiendo correctamente que iba a pasar algo desagradable.
Tras pensarlo durante un momento, Hakyeon volvió a hablar.
―Quiero a Wonshik y a Hongbin, muchísimo. Éramos jodidamente inseparables, antes de que convirtieran a Hongbin. No puedo recordar lo… lo profundo que era nuestro lazo. Wonshik, obviamente, estaba loco por Hongbin, pero aunque ambos estaban en una relación, nunca me sentí un sujetavelas. Éramos una familia.
Sanghyuk parecía poco dispuesto a hablar, centrado completamente en lo que Hakyeon estaba diciendo, así que continuó.
―Por entonces, tú no estabas, así que no sabes… cómo era antes, cómo era Wonshik. Cómo sonreía sin el fantasma de sus roturas brillando a través de sus ojos, atenuando la luz. Después de perder a Hongbin, lo hicimos lo mejor que pudimos. Wonshik… estuvo en pedazos, durante un tiempo, pero consiguió juntar las piezas y creía que yo estaba bien. Supongo que, en comparación a Wonshik, lo estaba. Si miro atrás, me doy cuenta de que… no estaba bien. Nunca lo estuve. Tenía que ser fuerte por Wonshik, tenía que ser el acero en el que se apoyara, y al engañarlo a él, me engañé a mí mismo.
Hakyeon se detuvo un momento para soltar una risa vacía, incapaz de detenerse. Era tan débil y había creído que era tan fuerte. Sanghyuk parecía algo asustado, su postura tensa, pero sus ojos estaban tristes.
―Hakyeon…
Este hizo un leve movimiento con la mano, errático y mordaz, y Sanghyuk se calló.
―Estaba… equivocado, Sanghyuk. Estaba destrozado por dentro, y tan asustado. Tenía miedo de la oscuridad de una forma en la que no había tenido desde que era pequeño, tenía miedo por mí mismo, por Wonshik. Pero había gente que me necesitaba, y tenía un trabajo que hacer ―Hakyeon se tomó un segundo para respirar, sonriendo débilmente―. Wonshik me dijo que probablemente ninguno de los dos estábamos bien como para aceptar un novato pero yo… quería. No sé por qué. Lo siento, Sanghyuk.
Sanghyuk negó con la cabeza.
―No tienes que pedirme perdón ―murmuró hacia las tortitas antes de mirar a Hakyeon, confundido―. ¿Qué tiene esto que ver con… la noche anterior? ¿Con Wonshik?
Hakyeon respiró profundamente, preparándose. Descubrió que tenía que apartar la mirada de la de Sanghyuk, bajarla a sus propias manos sobre la barata mesa de contrachapado.
―Como he dicho, he estado… mintiendo ―respondió Hakyeon, rompiendósele la voz en la última palabra.
―Hakyeon… pretender que estás bien cuando… cuando no lo estás… eso no es mentir… ―comenzó el menor, siempre lleno de dulce inocencia, confianza.
Hakyeon casi rió, pero se atragantó con ello y se transformó en algo más parecido a un sollozo. La mano de Sanghyuk, que se había colado en su campo de visión, presumiblemente para colocarla sobre la suya, se retiró. Hakyeon se sentía como un monstruo, Sanghyuk era demasiado dulce para haberse quedado atrapado en todo aquello, se merecía algo mejor. Merecía personas que pudieran vivir al nivel de su optimista visión del mundo, que no apagaran su brillo.
Se merecía un mentor que no se hubiera follado a un vampiro.
―No, Sanghyuk… no es eso, eso… ―Hakyeon no terminó la frase, inseguro de cómo decirlo, de cómo siquiera empezar con ello― ¿Recuerdas hace todos esos meses, cuando tuve el encuentro con el Elimia?
Hakyeon tuvo la impresión de que había pillado a Sanghyuk desprevenido. Lo miró al rostro para descubrirlo frunciendo el ceño desconcertado.
―¿Sí? ―respondió, claramente inseguro de a dónde llevaba eso.
Lo siento mucho, Sanghyuk, pensó Hakyeon, la culpa rugió en su estómago.
―Os dije a todos que me había hipnotizado… y mentí.
Sanghyuk se quedó en silencio, aún confundido, pero algo en la expresión de Hakyeon le hizo tensarse, llevar las manos de la mesa al regazo, alejándose. Su ceño se frunció más.
Hakyeon respiró temblorosamente y se forzó a mirarlo a la cara.
―El primer encuentro fue como lo dije. Todo eso es cierto. El segundo… no tanto ―comenzó a hablar más rápidamente, las palabras se tropezaban antes de que pudiera cambiar de idea―. Realmente me había arrinconado porque estaba buscando su lugar de descanso diurno, pero mentí sobre lo cerca que llegué, y sobre el resto del encuentro y todo desde entonces ―el sonrojo le subió a las mejillas.
Sanghyuk lo miró con fijeza unos instantes, el ceño aún más de confusión que otra cosa, pero Hakyeon creyó ver una pizca de dolor. Y traición.
―¿Por qué nos mentirías sobre eso? ―susurró casi de forma inaudible.
―Porque estaba avergonzado ―respondió, casi tan silenciosamente como Sanghyuk―. Supongo que, de algún modo, aún lo estoy, sentado aquí, a plena luz del día, mis pecados están expuestos ―Hakyeon apretó las manos alrededor de la taza, la cerámica caliente y sólida bajo su agarre desesperado―. He estado… viéndolo. Al Elimia ―susurró, y después luchó contra la urgencia de las arcadas. Agachó la cabeza para que Sanghyuk no pudiera verle el rostro.
El silencio que lo siguió parecía resonar en los oídos. Cuando, al fin, Sanghyuk habló, su voz era ronca.
―Viéndolo por… ¿trabajo?
Hakyeon rió, soltó un sonido que parecía que lo arrancara del pecho. Alzó la mirada, una sonrisa permaneció en su rostro y los ojos tristes al observar la congelada expresión del menor.
―No, Sanghyuk ―murmuró―. No por trabajo.
Sanghyuk abrió los ojos de par en par y le palideció el rostro. Hakyeon notó que se le alzaba el torso y descendía muy rápidamente, sus hombros temblaban.
―¿Por qué? ―jadeó.
Hakyeon quería extender la mano, quería reconfortarlo, pero no lo hizo, se aguantó.
―No lo sé ―dijo, ligeramente agitado, sabía que nunca podría explicarlo de verdad.
―¿Has estado saliendo con un vampiro? ―preguntó el menor estridentemente―. ¿Cómo has… cómo?
Hakyeon se sonrojó, la palabra salir errónea por muchos motivos.
―Al principio solo era… atracción. Y me odié por ello, Sanghyuk, más de lo que tú podrías odiarme por esto.
―Tú… ¿atraído por un vampiro? ―resolló, las palabras apresuradas― ¿Un Elimia? Dejar que uno de ellos… te tocara… Son…
―Lo sé, Sanghyuk ―cortó más duramente de lo que pretendía, y el menor cerró la boca mostrándose dolido. Hakyeon se contuvo y añadió un tono más amable―. Lo sé. No soy idiota, nunca he tenido ninguna noción romántica sobre los vampiros. Sabía lo que él era. Pero no podía dejar de pensar en él, no importaba cuánto lo intentara. Lo quería, aunque fuera un monstruo.
Sanghyuk silbó al respirar y el color le subió a las mejillas.
―Oh ―dijo tontamente. Al menos admitirlo parecía haber detenido el creciente ataque de pánico. Sanghyuk estaba demasiado ocupado sonrojándose hasta la raíz del pelo como para continuar, al parecer―. No comprendo cómo pudiste… has pensado… tal vez has sido hipnotizado…
―No lo estoy ―respondió cansado, observando de cerca a Sanghyuk para ver si sus emociones volvían. Hakyeon no iba a ir en detalle sobre el torbellino que era su relación con Taekwoon, no más de lo que tuviera. Sanghyuk necesitaba tiempo para acostumbrarse―. No te diré qué pasó exactamente ―cercioró, y Sanghyuk tosió―, pero basta con decir que tras el segundo encuentro… estaba tan avergonzado. Seguí mintiendo sobre lo que había pasado y… se volvió más fácil. Pensé que, si tal vez fingía que nunca había sucedido, podría dejar de sentirme como lo hacía ―Hakyeon alzó un hombro, tragando con dificultad―. Creí que lo estaba haciendo bien, pero no ―rió de nuevo, esta vez más sincera y un poco triste―. Es una tendencia, por si no te has dado cuenta.
―Me he dado cuenta ―murmuró. Aún tenía los ojos abiertos de par en par, pero las mejillas ya no estaban tan rosadas. Volvía a fruncir el ceño, pero la emoción en sus ojos era una que Hakyeon no conseguía descifrar―. ¿Qué cambió? ―preguntó. Al menos mantenía el ritmo― ¿Qué te hizo cambiar de la negación a… a…?
―¿A besar a un monstruo? ―susurró Hakyeon, el tono serio al caerle la sonrisa del rostro. Sanghyuk se encogió, cambiando el rostro―. Fui emboscado por seis vampiros del nido de los límites del este mientras investigaba por ahí ―Sanghyuk contuvo el aliento, volvió a ponerse pálido, pero Hakyeon no se detuvo―. Creo que iban a arrastrarme hasta el… su lugar de descanso, y transformarme. O someterme a una horrible muerte. Probablemente, ambos ―Hakyeon pensó en Hongbin, en cómo debían haberlo sometido de la misma forma, cubrieron su boca y lo arrastraron al interior del Empujar, gritando de terror. Apartó la imagen intentando continuar―. Como puedes ver, eso no pasó de verdad ―no a mí.
―Te salvó ―dijo suavemente Sanghyuk, una entonación débil casi para que fuera una pregunta―. El Elimia.
―Bueno ―respondió con remilgo―, yo mismo acabé con un par de vampiros, pero si no fuera por él… sí. Estaría bastante muerto, de una forma u otra.
Sanghyuk parpadeó y al fin apartó la mirada. Frunció el ceño y miró el plato, parecía meditar sobre toda esa información. Se le movió un poco la boca mientras pensaba. Hakyeon esperaba que dijera algo, que lo condenara, que se enfadara, como había hecho Wonshik, pero tan solo había estado sentado en silencio, obviamente pensando.
Al final Hakyeon tuvo que decir algo, cualquier cosa para llenar el silencio. Estaba tan nervioso, tenía tanto miedo, y sabía que estaba balbuceando, pero tenía que hacer que Sanghyuk lo comprendiera.
―Después de eso… fue como una bola de nieve que se sale de control. Estoy… estoy enamorado de él ―dijo un poco desesperado―. Sé que está completamente mal de cualquier modo, pero lo estoy. He sido un cazador durante tanto tiempo… Creía que tenía todo resuelto. He acabado con tantos vampiros y nunca pensé dos veces en ello, pero Hongbin… y después… me di cuenta de que no todo es blanco y negro, como creía. Y el único motivo por el que aún estoy vivo es porque un vampiro con el que intenté acabar me salvó. Me… me jodió ―acabó patéticamente―. Los vampiros han sido solo monstruos a mis ojos, ¿qué más podían ser? Pero, ahora, todo ha cambiado ―añadió con más suavidad―. Lo siento, Sanghyuk.
Hakyeon se obligó a cerrar la boca. No había nada más que pudiera decir. No tenía mejores palabras para explicarlo. Observó a Sanghyuk para intentar descifrar lo que pensaba, pero tan solo fruncía el ceño quieto, el rostro no mostraba nada mientras contemplaba sus frías tortitas como si tuvieran todas las respuestas. Respiraba rápidamente, pero no de forma alarmante.
Al final, Sanghyuk resopló, alzó la cabeza y algo en el movimiento le recordó a Hakyeon a sí mismo. Cuando miró al mayor, su mirada era extrañamente estable.
―¿Cómo se llama? ―preguntó― El Elimia al que estás… viendo ―se le sonrojaron las mejillas.
Hakyeon sintió cómo las lágrimas le llenaban los ojos porque, joder, no se merecía a Sanghyuk. No se merecía a aquel chico dulce que lo intentaba por su bien, incluso en ese momento, cuando tendría todo el derecho a estar furioso, disgustado. Hakyeon se levantó, su silla chirrió contra el suelo al empujarla, y rodeó la mesa para atraer a Sanghyuk en un abrazo. Este soltó un graznido indignado, pero Hakyeon le presionó el rostro contra el pecho, silenciando el sonido.
―Taekwoon ―respondió con un soplido, la boca contra la coronilla de Sanghyuk―. Su nombre es Taekwoon ―entonces, las lágrimas comenzaron a caer, precipitándose sobre el cabello de Sanghyuk―. Creí que me odiarías tras enterarte, pero Taekwoon… él dijo que no lo harías.
Sanghyuk giró el rostro de lado para que su nariz no estuviera aplastada contra el frente de Hakyeon.
―No sé cómo me siento sobre que un vampiro hable de mí, pero tiene razón. Nunca podría odiarte, Hakyeon ―dijo con simpleza dándole golpecitos en la espalda―. Eres como un hermano para mí.
Hakyeon se inclinó para besarle la cabeza y Sanghyuk dejó escapar un sonido que Hakyeon solo pudo asociar a un gorjeo. Le dio lástima y lo soltó, volvió a su sitio mientras Sanghyuk se frotaba la cara con la parte de atrás de la mano.
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